lunes, 30 de diciembre de 2013

Jerome Moross (Compositor)

Jerome Moross

Nueva York, 1913 - Miami, 1983 (Estados Unidos).

Jerome Moross, sin ser un autor prolijo en el Séptimo Arte y tan solo contar con poco menos de una veintena de bandas sonoras en su haber entre cine y televisión, no deja de ser un compositor de gran trascendencia en un periodo determinado de la historia del cine y de un género cinematográfico en particular: El Western.

Aunque prefirió desarrollar el grueso de su carrera en otros campos alejados del celuloide, fundamentalmente en el de la música clásica, mantuvo un vínculo con la meca del cine durante un periodo que abarcó unas tres décadas, en un primer momento como orquestador para otros compositores y más tarde como autor de sus propias composiciones. Así en 1940 inicia su relación con el Séptimo Arte orquestando para Aaron Copland la banda sonora de "Sinfonía de la vida", dirigida por Sam Wood, para terminar su corta pero fructífera relación en 1969 con el score del film de David Miller "Héroes", obra con la que terminaremos este repaso.

Aunque en su vida personal mantuvo una muy buena relación con uno de los compositores vistos anteriormente, el señor Bernard Herrmann. Con el que lograría mantener una longeva amistad que se extendería desde la juventud hasta la muerte de Herrmann en 1975. La carrera de Moross guarda más relación con la de otro neoyorquino coetáneo de ambos, Elmer Berstein. Ya que, tanto Moross como Berstein, serán los culpables del cambio del concepto de acompañamiento musical del Western a la americana a partir de los años 60. Pero de esto hablaremos con más detalle más adelante.

Como creo que estamos dejando muchos temas en el tintero, pienso que ya es hora de que comencemos a ver con más detalles el sutil paso de Jerome Moross por el celuloide.
Ya vimos anteriormente que, aunque su trabajo para los estudios hollywoodenses comenzaron a principios de los años 40, esta primera incursión no nos dejará apreciar el talento de nuestro autor, ya que durante estos primeros años su función consistiría únicamente en orquestar obras de otros compositores, como ya veíamos con el mencionado Aaron Copland y algún que otro autor cinematográfico más del momento como Adolph Deutsch, Frederick Hollander o Hugo Friedhofer. No es hasta 1948 cuando le dan la oportunidad de firmar su primer trabajo como compositor, año en el que realiza la partitura del thriller de Jack Donohue: "Close-Up".

Aunque sus primeros años como compositor no tienen una gran transcendencia, sí que realizará trabajos para reputados directores como Robert Wise (Ultimátum a la tierra, West Side Story, El Yantse en llamas o Star trek, la película), para el que en 1952 componía la banda sonora de su cinta de cine negro "La ciudad cautiva".

No es hasta 1958 cuando nuestro compositor logra dar el definitivo do de pecho, primero dejándonos entrever lo que sería capaz de hacer con la banda sonora del western de Michael Curtiz: "El rebelde orgulloso", en la que nos demuestra su gran talento para el género con una hermosa composición en la que marcará las pautas de la obra que meses más tarde desarrollaría de manera encomiable. 
Y definitivamente, tras el trabajo de Curtiz, componer la que es su obra culmen y posiblemente una de las mejores bandas sonoras que se han hecho para el género del Far West: "Horizontes de grandeza" (William Wyler, 1958)
Si el film de Wyler nos dejaba con uno de esos mágicos duelos interpretativos a cargo de dos grandes figuras de Hollywood. Por un lado, a un estoico y apacible Gregory Peck frente a un temperamental y beligerante futuro presidente de la Asociación Nacional de Rifle, Charlton Heston; la melodía de Moross hacía historia en este clásico del western, cambiando los cánones de todo lo que se había hecho hasta el momento y convirtiéndose de esta manera en una de esas claras obras bisagra, ya que tras esta nada volvería a ser igual en el western americano; solo que el encargado de hacer esto realidad no sería Moross, sino otro gran compositor: Elmer Berstein, quien cogiendo el órdago lanzado por nuestro compositor se encargará de llevar al sumun el trabajo comenzado por este. Para el otro gran cambio en el western tendríamos que esperar un lustro e irnos a otro continente, ya que vendría de la mano de un subgénero europeo: el western a la italiana o "Spaghetti western" y un grande entre los grandes: Ennio Morricone. Compositor que con la trilogía del Dólar (1964-1966) de Sergio Leone volvía a romper esquemas y crear un nuevo y brillante estilo para el género.
Retomando el hilo, gracias a la gran obra realizada para "Horizontes de grandeza", Moross conseguiría la que fue su primera y única nominación al Oscar. Premio que finalmente terminaría en manos de otro de los grandes de todos los tiempos, Dimitri Tiomkin, por la composición para el film de John Sturges: "El viejo y el mar".

Tras el éxito alcanzado, era de esperar que nuestro autor fuera reclamado para realizar nuevos temas para el far west. Y no nos hace esperar, ya que en 1959 componía la banda sonora de "Los rebeldes de Kansas" (Melvin Frank), score del que saldrá el tema de la serie "Caravana" a partir de 1959, ya que la teleserie llevaba en pantalla desde 1957, finalizando su emisión en 1965. Para ella, Moross usa uno de los temas secundarios del film al que asigna mayor protagonismo al emplearlo como tema principal.
Indudablemente, Moross, mantiene el alto nivel alcanzado en "Horizontes de grandeza" y nos vuelve a dejar con una intensa y emotiva obra en la que se combinan esos enérgicos y vitales ritmos precedidos de otros de corte romántico con los que nos sorprendió en el anterior film y que se convierten en su seña de identidad.

Pero no todo en la corta historia de Moross en el cine se limita al western, así, en otro de los géneros recurrentes de la época, el cine bélico de la Segunda Guerra Mundial, hará alguna que otra incursión. Como ejemplo de ello tenemos el film de Daniel Mann "Sendero de furia" (1960).

Pero sus melodías nunca dejaran de evocarnos a esos tiempos de la dura Norteamérica de colonos en pos de grandes extensiones para explotar, vaqueros, pistoleros... Así, aunque el film que veremos a continuación no mantenga el patrón clásico del western, se desarrolla en el mismo periodo, solo que en la profunda América sureña: "Las Aventuras de Huckleberry Finn" (1960), donde, hay que reconocer que, también van que ni al pelo las creaciones de nuestro autor. 
En este relato en el que Michael Curtiz adapta la celebre obra de Mark Twain, tenemos a Moross componiendo  junto a otro autor: Burton Lane.

Con la ínfima pero notable carrera cinematográfica de nuestro compositor en todo su apogeo, nos damos de bruces con otra de sus grandes obras "El cardenal" (1963). Muy lejos del género que le consagró en el cine, Moross mantiene su característico estilo solo que dándole un aire algo más místico para esta superproducción dirigida por el consagrado Otto Preminger, sobre la meteórica carrera de un cura en la turbulenta Norteamérica de los años sesenta. 
Preminger se hará cargo de un reparto en el que destacó un brillante John Huston, que en esta ocasión se pondría frente a las cámaras para llevarse el Globo de Oro y la nominación al Oscar a mejor actor secundario.

Tras este trabajo volvemos a poder admirar un nuevo giro dado por nuestro compositor, quien se atreve con todo. Con un listón puesto muy alto por Miklós Rózsa, Moross se hace cargo de componer la banda sonora de "El Señor de la Guerra" (Franklin J. Schaffner, 1965). Aventura épica medieval en la que recuperamos a Charlton Heston como heroico caballero medieval, como ya hiciera anteriormente en el film de Anthony Mann: "El Cid". Y en la que Moross nos deja una hermosa composición de corte épico, pero sobre todo romántico.

En 1968 tenemos uno de esos curiosos casos en los que un famoso actor se pone tras las cámaras y debutar en la dirección con un sorprendente éxito, en este caso 4 nominaciones al Oscar y 2 a los Globos de Oro, más los premios del Círculo de críticos de Nueva York a Mejor director y actriz (Woodward).
Me refiero al debut como realizador de Paul Newman: "Raquel, Raquel". Drama para el que el director, muy acertadamente, elige a su esposa, la actriz Joanne Woodward, para el papel protagonista. Papel por el que ella terminaría optando al Oscar y al Globo de Oro como mejor actriz.
En cuanto a lo que nuestro compositor se refiere, realiza una elegante banda sonora intimista y nostálgica, bella creación con la que recupera su estilo más romántico.

A punto de finalizar su aportación al Séptimo Arte nos encontramos con el Moross más ecléctico, ya que en el film que veremos a continuación, nuestro autor, en lo que parece un claro homenaje a su gran amigo Herrmann realiza una introducción al más puro estilo Herrmanniano, para consiguientemente retomar su característico sello western, con el que termina sustentándose el film.
Todo ello tiene su lógica, ya que la película "El valle de Gwangi" (Jim O'Connolly, 1969), es todo un híbrido entre aquellas cintas de stop motion a cargo de Ray Harryhausen (“Simbad y la Princesa” de 1958, “Los Viajes De Gulliver de 1960 o “Jason y los Argonautas” de 1963) para las que compuso Herrmann y el western.
Film rodado en España, narra las peripecias de un grupo de vaqueros que tendrán que lidiar con una res algo más brava de lo habitual, un Alosaurio poco amistoso que les pondrá las cosas algo difíciles. Todo ello a fin de contentar a un empresario circense poco escrupuloso cuyo único objetivo es relanzar su espectáculo sin reparar en gastos ni en las posibles consecuencias.
Moross vuelve a demostrar su gran valía aunque sea acompañando un film menor como este de serie B. Tanto es así, que podemos decir sin miedo a equivocarnos que, nos deleita con una de sus composiciones más logradas.

Su último aporte no sería mencionable de no haber sido el último, ya que se trata de una sencilla melodía en la que aplica un tono más moderno a su estilo clásico. Este podremos escucharlo en el film de David Miller: "Héroes" (1969). Film que supuso el primer trabajo para el cine del primogénito del gran Kirk Douglas: Michael Douglas.

Tras esta rompería su relación con el Séptimo Arte. Falleciendo en 1983, tras más de dos décadas alejado del cine, de un infarto cerebral.

Y esto es todo por hoy.


Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Miklós Rózsa (Compositor)

Miklós Rózsa


Budapest (Hungria) 1907 - Los Ángeles (Estados Unidos) 1995.


La vida de este austrohúngaro presenta un gran parecido con la de otro compatriota suyo visto anteriormente, el Sr. Erich Wolfang Korngold. Ambos fueron niños prodigios que mantuvieron una carrera paralela como compositores clásicos y de música de cine, al igual que en su obra muestran, al menos en lo que lo que a su primer periodo se refiere, una fuerte influencia del tardorromanticismo. Igualmente, los dos terminaron con nacionalidad estadounidense componiendo para los grandes estudios norteamericanos y se hicieron un hueco entre las leyendas de la composición cinematográfica por sus trabajos en filmes de corte épico.
Pero si en algo se diferenciaron fue en la cantidad de obra dejada tras su muerte, donde algo tiene que ver la longevidad de cada uno de los autores, Korngold fallecía en 1957 a los 60 años, mientras que Rózsa llegaba en 1995 a la nada despreciable edad de 88 años.
Aunque puede que tuviera más que ver que, mientras el paso de Korngold por el cine fue algo traumático, teniendo que lidiar durante todo el periodo en el que estuvo componiendo para el cine contra la dura oposición de un padre, quien le recriminaría continuamente que desperdiciara su talento componiendo para un género menor como este. 
Miklós Rózsa por su parte, supo compaginar a la perfección ambos géneros (el clásico y el cinematográfico). Permitiéndose incluso el lujo de realizar algunos cambios en una música de cine que él consideraba muy conservadora.
Otra de las grandes diferencias entre ambos es el lugar de inicio, mientras Korngold aterriza directamente en los grandes estudios norteamericanos, Rózsa lo hará en el cine británico, no siendo hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial cuando arriba en los Estados Unidos, pero de eso hablaremos más adelante.

Hablar de Rózsa es hablar de música de cine, a él pertenecen muchas de esas grandes melodías que acompañaron las superproducciones de los  poderosos estudios americanos de los años 50 y 60, así como otros destacables trabajos realizados para filmes de prestigiosos directores como Alfred Hitchcock o Billy Wilder.
Pero como hemos comentado anteriormente, Rózsa comienza su carrera en el Séptimo Arte en las islas británicas. Siendo allí donde compone su primera banda sonora: "La condesa Alexandra" de Jacques Feyder . Película que en 1937 contaba con la diva alemana Marlene Dietrich para el papel protagonista.
Pero el espaldarazo definitivo viene de la mano de otro austrohúngaro afincado en Inglaterra, el productor y director Alexander Korda, quien en 1939 lo reclama para componer la banda sonora de una de sus producciones: "Las cuatro plumas", dirigida por su hermano Zoltan. 
Posteriormente, el Sr. Alexander Korda, hace lo mismo con el film que lo lanzará al estrellato: "El ladrón de Bagdad", mágico film que en 1940 es dirigido por: Ludwig Berger, Michael Powell y Tim Whelan, y a los que también se les atribuye la intervención de los propios hermanos Korda.
Esta última película es la responsable de que tanto los hermanos Korda, como el propio compositor terminen finalmente afincándose en los Estados Unidos, ya que el rodaje del film coincide con el inicio de La Segunda Guerra Mundial en Europa, por lo que deciden trasladarse a los E.E.U.U. para terminar de grabar. 
Si el film lograba convertirse en todo un clásico de aventuras fantásticas, el gran culpable de ello, en esta ocasión, es el visionario productor Alexander Korda, e indudablemente, gran parte del éxito se lo debemos a nuestro compositor, quien con su buen hacer nos deja una interesante muestra de lo que el futuro nos depararía.
Es cierto que, aunque en ella aún conserva esa fuerte influencia del romanticismo tardío, Rózsa nos deja entrever algunos indicios de lo que más adelante se convertirá en su sello característico, ese que tanto admiraron posteriores compositores de bandas sonoras como el carismático grecoamericano, Basil Poledouris.
Lógicamente, este asombroso trabajo no se iría de vacío y terminaría por convertirse en la primera de las 17 ocasiones en las que Rózsa aspiraría al Oscar.

Su segundo gran trabajo vuelve a ser para los hermanos Korda, en esta ocasión con Zoltan Korda a la dirección de la adaptación de la obra de Rudyard Kipling: "El libro de la selva" (1942). Cinta en la que consigue con su música introducirnos en el exótico ambiente selvático, así como dotar musicalmente a los diferentes personajes que en ella habitan. Por ella, vuelve a lograr una nueva nominación al Oscar.

En 1944 compone para el genial Billy Wilder una obra en la que introduce ciertos cambios y que en algunos sectores del encorsetado Hollywood levanta ampollas: "Perdición". Aun así, Rótza, se niega a modificar una partitura que, finalmente, el mismísimo Hollywood termina por darle el valor que se merecía, siendo nominada al Oscar a mejor banda sonora original.

1945 nos trae dos grandes bandas sonoras con las que compite al Oscar, logrando alzarse por primera vez con una estatuilla. Lo mejor de todos es que esto ocurre con cierta controversia, ya que si Rózsa logra hacerse con el Oscar a mejor banda sonora original, este hecho vendría acompañado de una fuerte disputa entre el compositor y un furibundo y temperamental director, Hitchcock. Dando como resultado que su primer trabajo juntos sea también el último. Tanta tensión llegó a generarse entre ambos que no volverían a dirigirse la palabra el resto de sus vidas. Curiosamente, esto no es la primera vez que lo vemos con  el meticuloso Hitchcock, ya cuando tratamos a otro autor con el que guarda un gran paralelismo Rózsa, Bernard Herrmann, vimos como su relación terminaba con el mismo resultado, solo que en esta ocasión, antes de la ruptura, nos dejarían con algún que otro trabajo más juntos.
Lo cierto es que, si  Hitchcock no estaba conforme con el trabajo realizado por el compositor para "Recuerda" -score en el que un innovador Rótzsa usa el novedoso y distorsionado sonido del theremin para crear esa atmósfera de desasosiego que sufre su protagonista (Gregory Peck), incapaz de recordar los hechos de un acontecimiento pasado que le atormenta-; peor tuvo que sentirse cuando el compositor lograba hacerse con el Oscar a mejor banda sonora y él volver a conformarse con la nominación a mejor director -premio que se le resistió a lo largo de su exitosa y dilatada carrera, teniendo que conformarse con el honorífico de 1968-.
Pero como aquí no estamos para hablar de las sensaciones y sentimientos de nuestros personajes, que para eso ya hay suficiente prensa amarilla en el mundo, sigamos pues con nuestro repaso. Ya que ese mismo año, como comentábamos anteriormente, lograba una doble nominación al Oscar. Este otro trabajo es una nueva colaboración con otro genio cinematográfico, Billy Wilder. Para quien crea una obra similar a la anterior, ya que de nuevo tenemos a un personaje atormentado, solo que en esta ocasión sus problemas psicológicos se los acarrea una severa adicción al alcohol en "Días sin huella", y donde nuevamente, nuestro compositor tira del theremin para, con su distorsionada melodía, potenciar la pesadilla en que vive nuestro desdichado protagonista.

Con un Miklós Rózsa desenvolviéndose a la perfección en aquellos filmes que requieren generar una atmósfera de inestabilidad emocional para sus complejos protagonistas, lo vemos haciéndose con su segunda estatuilla. En este caso a las órdenes de otro gran director como George Cukor, pudiendo disfrutar en su filme "Doble vida" de la gran melodía de Rózsa y la fenomenal interpretación de todo un veterano, Ronald Colman, quien también consigue alzarse con la deseada presea.

Pero es a comienzos de la década de los 50 cuando la carrera de Rózsa sufre un giro que trae como consecuencia el encumbramiento definitivo de nuestro autor. Es concretamente en 1951 cuando se hace cargo de componer la banda sonora del film de aventuras histórico-bíblicas "Quo Vadis" (Mervyn LeRoy), composición por la que logra una nueva nominación al Oscar. Y es gracias a este giro, que años más tarde otro autor, en este caso el grecoamericano Poledouris, nos dejara la que muchos han denominado como la mejor banda sonora de la historia: "Conan el barbaro". Ya que en ella podemos observar la clara influencia de nuestro autor, influencia que se ve refrendada con otras bandas sonoras que trataremos a continuación.

Tras esta vendrán otros scores para filmes de corte épico como "La nave del destino" de Clarence Brown o la aclamada "Ivanhoe" de Richard Thorpe, ambas en 1952.
Si con "Quo Vadis"  lograba entrar por la puerta grande en la década de los 50, con "Ivanhoe" lograba demostrar que era un compositor a tener muy en cuenta a la hora de realizar bandas sonoras para filmes de aventuras históricas. Así con ella volvía a entrar en el cajón de posibles a llevarse el Oscar.

Y lógicamente este trabajo no cae en saco roto, y nuestro autor, continuando en la brecha, nos deja nuevas bandas sonoras de una calidad encomiable para películas como: "La reina virgen" (George Sidney, 1953), film en el que una vez más se hace un heroico y romántico retrato de la Reina de Inglaterra Isabel I por parte de los estudios norteamericanos, en esta ocasión a cargo de la Metro-Goldwyn-Mayer. Retrato que buscaba más complacer al público que mantener fidelidad con el personaje, al menos en cuanto a su físico se trataba, ya que la actriz encargada de interpretarla no es otra que la dulce Jean Simmons, con un patrón de belleza muy alejado del de la verdadera Reina Virgen.
U otras como la de la reconocida película de aventuras náuticas "Todos los hermanos eran valientes" de nuevo a cargo de Richard Thorpe en 1953. "Los caballeros del Rey Arturo", otra de las obras de Thorpe de 1953 -director que estaba muy productivo y en racha-. O la adaptación de la obra para teatro de William Shakespeare: "Julio Cesar", gran producción de Joseph L. Mankiewicz con un reparto de lujo: Marlon Brando, Deborah Kerr, James Mason, 0 John Gielgud entre otros y por la que nuestro autor vuelve a ser nominado al Oscar.

La década de los 50 iba a ser muy intensa, así a las ya citadas les seguiría la bella banda sonora que acompañó el film de Vicente Minnelli sobre la atormentada vida de uno de los mayores genios de la pintura de los últimos tiempos, el impresionista neerlandés Van Gogh: "El loco del pelo rojo" (1956).

Y como broche final de los años cincuenta nos deja con la que posiblemente sea su obra culmen, la espectacular banda sonora de uno de los grandes clásicos del cine: "Ben-Hur" (William Wyler, 1959). Exquisita banda sonora que aporta melodía al término "cine de romanos".
Rózsa logra con su banda sonora lo que Wyler logra con su film, crear una obra que transcienda al tiempo sin perder un ápice de frescura con el paso del mismo. 
Era de esperar que tan magna película tuviera su recompensa en forma de premios, así logra alzarse entre otros con 11 Oscar,  los cuales incluían los más preciados: película, director, actor. Y lógicamente... banda sonora.

Afortunadamente para todo aquel entusiasta seguidor de la música de cine, en el comienzo de la década de los sesenta, nuestro autor logra mantener el listón bastante alto. Así en 1961 nos deja con dos grandes composiciones. La primera, para un nuevo film de corte histórico-bíblico: "Rey de Reyes" (Nicholas Ray). Película en la que la música de Rózsa se adapta magistralmente al cambio argumental del film, para ello Rózsa modificará, dentro de una melodía de contexto histórico, la épica de Ben-Hur por otra de ambiente algo más místico.
La otra es para el el sorprendente film realizado por Anthony Mann sobre uno de nuestros héroes patrios, Don Rodrigo Díaz de Vivar: "El Cid". Banda sonora en la que vuelve a retomar la épica y a la que añade certeramente un toque de aire hispano.
En ella, como ya vimos con el héroe egipcio "Ben-Hur", volvemos a tener a Charlton Heston en el papel protagonista, solo que en esta ocasión acompañado por la exuberante belleza latina de Sophia Loren, quien da vida a Doña Jimena. Al igual que volvemos a tener otra nueva banda sonora que pasa a formar parte de las muchas nominaciones al Oscar de nuestro compositor. En este caso por partida doble, ya que también lo haría en el apartado de mejor canción por el tema de amor: "The Falcon and the Dove" compuesta junto al letrista Paul Francis Webster.

La década de los 60 nos dejará alguna que otra buena muestra del buen hacer de nuestro autor, algunas en las que continua en esta faceta del cine histórico-bíblico como "Sodoma y Gomorra" (Robert Aldrich, 1962), y una vez agotado el filón de las películas de romanos, otras con las que retoma ese estilo más herrmanniano como "El poder" (Byron Haskin, 1968), para la que vuelve a crear una de esas melodías opresivas con las que había logrado una merecida reputación antes de su incursión en el cine histórico.

Y así llegamos a la década de los setenta, con un veterano compositor muy activo que no da señales de haber agotado su inspiración, pero al que nuevos compositores en liza irán desplazando a un segundo plano. Así y todo, aun nos tiene preparadas alguna que otra grata sorpresa con la que deleitarnos. Claro ejemplo de ello lo tenemos con la banda sonora de un director con el que ya había trabajado en otras ocasiones, solo que en su faceta más dramática, ahora, con un Billy Wilder convertido en todo un as de la comedia, nos deja la impresionante banda sonora con la que acompaña a un atribulado Sherlock Holmes en una de las mayores meteduras de pata de su intachable carrera: "La vida privada de Sherlock Holmes" (Billy Wilder, 1970). En ella podemos disfrutar de un gran tema romántico interpretada por un violín solista, al igual que de una poderosa obra para sus momentos más intensos.
Y esta no es un hecho aislado, ya que en 1974, gracias al rechazo de un Bernard Herrmann aburrido de realizar acompañamientos para filmes de aventuras fantásticas, llega a sus manos "El viaje fantástico de Simbad" (Gordon Hessler). Película en la que vuelve a componer melodías con la que acompañar a seres mitológicos, genios, brujos y correr grandes aventuras junto a un oriundo de Bagdad, como ya hiciera allá por los lejanos años cuarenta en "El ladrón de Bagdad". En la que rehuirá al uso de los ritmos utilizados en aquella ocasión para crear otros más en linea a una fusión entre el toque herrmanniano y su estilo histórico.

El último periodo en activo de nuestro compositor aún dará para alguna que otra melodía reseñable, como la de la película francesa "Providence" (Alain Resnais, 1977), por la que obtuvo el Cesar de la academia francesa, "Fedora" (Billy Wilder, 1978) o "El eslabón del Niágara" (Jonathan Demme, 1979) donde vuelve a crear esas intrigantes melodías en las que tanto él como Herrmann eran unos maestros.

En 1982 finaliza su carrera como compositor, y qué mejor para despedirse que hacerlo con todo un homenaje al cine negro, género en el que fue bastante prolijo. Solo que en esta ocasión, hacerlo en clave de comedia junto Steve Martin, en la parodia realizada por Carl Reinerque que este protagoniza: "Cliente muerto no paga" . Film para el que compone una banda sonora de gran fuerza con ese marcado estilo suyo para el género en cuestión.

Y es todo por hoy, ya que en 1995 tras una exitosa y productiva carrera, fallecía de un infarto cerebral a la edad de 88 años en su residencia de Hollywood, ya tiempo atrás alejado de la vorágine cinematográfica de los estudios hollywoodenses.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.



lunes, 18 de noviembre de 2013

Johan Söderqvist (Compositor)

Johan Söderqvist

Täby (Suecia), 1966.

Las frías tierras escandinavas están demostrando tener compositores que no solo no son tan fríos, sino que tienen un corazón y un talento, cuanto menos, templado.
Es cierto que no son muchos los autores de estas tierras nórdicas los que logran tener una proyección internacional. Y salvo algunos de los colaboradores de la afamada Remote Control Production del germano Zimmer, como el noruego Thomas J. Bergersen o el islandes Atli Örvarsson llegan a sonar a los oídos, al menos, de unos pocos bsoadictos del cine occidental más comercial. El resto, se queda para aquellas almas inquietas que buscan otro tipo de filmes en mercados minoritarios y, lógicamente, estén muy interesados en bandas sonoras.
El caso que nos trae hoy aquí lo podemos considerar como un punto intermedio, ya que algunas de las obras de Söderqvist, aun acompañando a cintas de producción escandinava, han logrado hacerse un hueco en el mundo de la composición cinematográfica, logrando que su autor alcance el merecido reconocimiento en este difícil mercado.

Johan Söderqvist recaba en 1991 en el cine, tras haber pasado previamente por varias bandas de jazz y grupos de música folclórica. Esto ocurre cuando compone la banda sonora de la película sueca "Agnes Cecilia" (Anders Grönros). Film de temática fantástica sobre la parapsicológica investigación que emprende una niña de 15 para descubrir quiénes son y el porqué de los fantasmas que habitan su casa. Nuestro autor logra un buen debut cinematográfico, creando una obra de corte romántico con la que nos deja una muy buena impresión.
Pero, además, ese mismo año compone para otro film sueco: "Freud's Leaving Home". Cinta en la que establecerá contacto con la directora danesa Susanne Bier, dando como resultado uno de esos repetidos fenómenos... director conoce a compositor... en el que se establece una de esas singulares relaciones, esas en la que director, en este caso directora,  termina por requerir del buen hacer de nuestro compositor para la ejecución de los acompañamientos melódicos de gran parte de su filmografía.

Así, aunque en esta primera etapa nuestro autor no anda muy prolijo en composiciones, sí apreciamos que, gran parte de ellas, irán acompañando las obras de la directora danesa (Susanne Bier), hecho que podemos observar en el film de 1992 "Brev til Jonas", en el de 1994  "Problemas de familia" y en 1995 en "Like It Never Was Before".

Tras este vendrá un periodo poco productivo en el que sus contados trabajos se alternan entre el cine y la televisión, y donde apreciamos un claro distanciamiento por parte de Susanne Bier, quien opta por trabajar con otros compositores en sus siguientes filmes. 
Así llegamos a 2004, año en el que se produce un cambio significativo en la carrera de nuestro compositor, ya que la vuelta de Susanne trae como consecuencia que nuestro autor sea nominado en 2005 a los premios de la academia europea gracias a la banda sonora de la nueva película de Bier: "Hermanos". 
Film que obtiene muy buenas críticas y varios premios internacionales, dando lugar a que en 2009, la industria estadounidense, que parece ser incapaz de comercializar un buen producto que no sea norteamericano, realice el remake de la obra de Bier, solo que en este caso de la mano del director  irlandés Jim Sheridan. Director que contará para ello con un reparto de lujo gracias a la presencia de tres grandes y prometedores jóvenes estrellas estadounidenses: Jake Gyllenhaal, Natalie Portman y Tobey Maguire. Y con el reputado Thomas Newman el el apartado compositivo.
Este trabajo, además de traer de su mano una nueva y productiva etapa junto a la directora danesa, directora que ve relanzada su carrera tras el éxito obtenido, arrastra en su merecido ascenso a nuestro compositor, quien empieza a sacar punta a esto de componer bandas sonoras para el cine.

Pero de momento su siguiente obra destacable sigue siendo de la mano de Susanne Bier: "Después de la boda"  (2006). Película en la que el genial actor danés Mads Mikkelsen, nos demuestra sus grandes dotes interpretativas en su dramático papel de desconcertado filántropo.  Söderqvist opta por una banda sonora de estilo folclórico, en el que incluye temas de corte indio, con el que enmarca y  refuerza al entorno emocional en el que realiza su labor social el personaje de Mikkelsen.


Su primera incursión en el cine más comercial viene de la mano nuevamente de Sussane Bier, ya que para el primer trabajo en los Estados Unidos de la directora cuenta con la colaboración de nuestro autor, quien es el encargado de realizar la banda sonora del melodramático relato sobre el poder de la amistad: "Cosas que perdimos en el fuego" (2007). Película en la que veremos entre otros a reconocidos actores como Halle Berry, Benicio del Toro o David Duchovny.
Lógicamente, al tratarse de un melodrama, nuestro autor, en este caso autores, ya que en esta ocasión compone junto al oscarizado argentino Gustavo Santaolalla, optan por crear un emotivo score de corte dramático con el que contener la aflicción de sus personajes.

Pero es realmente en 2008 cuando nuestro autor logra dar el gran salto profesional, el cual viene de la mano de la aclamada cinta sueca "Déjame entrar" (Tomas Alfredson). 
En este singular romance, nuestro autor opta por generar un hermoso ambiente romántico con el que suavizar el aterrador drama que en él se desarrolla.
Si el film logra dejar esa "agradable" sensación, es en gran medida gracias al fantástico trabajo de nuestro autor, quien llena de ternura el oscuro relato. Con él nos arropa en los momentos más delicados, al igual que huye de las estridencias para los momentos de terror, dando una enorme sensación de calidez al frío paisaje y la turbadora historia.
Como era de esperar la industria norteamericana, con esa obsesión suya por versionar todo lo que traiga buenas referencias del exterior, no tardó en copiar el formato. Así en 2010 realizaba el remake "Let Me In" (Matt Reeves), afortunadamente contaron con Michael Giacchino para realizar la banda sonora, y aunque no logra el excelente resultado de Söderqvist, sí que lograba un más que destacable trabajo.

Con un Söderqvist abriendo fronteras y cada vez más seguro de sí mismo llegamos a 2009, año en el que compone dos nuevas bandas sonoras de gran calidad. Por un lado tenemos la melodía que acompaña a la cinta alemana "Effi Briest" (Hermine Huntgeburth). Basada en la novela homónima de Theodor Fontane, narra la desesperada vida de Effi Bries, joven que es obligada a casarse con un hombre 20 años mayor que ella y la tensa relación que se genera con la llegada a la mansión del joven amigo de su esposo, con el que mantendrá un oculto e idílico romance. 
Manteniendo la linea que tan buenos resultados le habían dado hasta el momento, nuestro compositor mantiene una de esas partituras encaminadas a acompañar romances imposibles, creando una partitura romántica y de gran carga dramática.
El otro lo tenemos en la coproducción entre Alemania-Suiza: "La granja" (Bettina Oberli). Thriller donde vuelve a dejarnos un gran trabajo, donde vuelve a incidir sobre la parte emocional. Así, muy lejos de querer crear tensión a base de sobresaltos con su música, un sutil Söderqvist, logra un perfecta combinación entre melodías que generan un ambiente de nostalgia e incertidumbre.

2010, año en el que vuelve a componer para Susanne Bier y su film "En un mundo mejor", también nos deja la banda sonora de otro de esos grandes y desconocidos filmes salidos de las factorías nórdicas "La isla de los olvidados". Película noruega que narra el duro régimen al que se ven sometidos los jóvenes de un aislado correccional en la isla de Bastøy para cancelar su deuda con la justicia, pero en el que también nos deja una hermosa oda a la amistad y al compañerismo.
Interesante film en el que Söderqvist nos sorprende con un emotivo score en el que, con su particular y melancólico estilo, nos atrapará en esa isla sin salida y pocas esperanzas.

2011, aparte del curioso trabajo para una de esas raras producciones de países exóticos como la cinta de terror filipina: "The road" (Yam Laranas), poco más tenemos mencionable.

Pero en 2012 nos vuelve a dejar otro nuevo trabajo destacable. Ya que se estrena la cinta noruega que nos contó la odisea emprendida por el científico y aventurero noruego Thor Heyerdahl, quien en 1947 empredió junto a sus cinco compañeros la difícil gesta de cruzar el Pacífico en una rústica balsa de madera. Y todo ello, para demostrar que los antiguos habitantes de Sudamérica podrían haber colonizado las islas del Pacífico. 
La expedición sería nombrada "Kon-Tiki" y es el mismo nombre que lleva el film de los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg.
Nuestro autor, lejos de las heroicas composiciones a las que nos tienen acostumbrado los filmes de las producciones norteamericanas, nos deja una bella y delicada banda sonora para acompañar la épica de nuestros intrépidos aventureros.


Pero este año tampoco se desentiende de su directora fetiche, Susanne Bier, creando la melodía de la comedia romántica "Amor es todo lo que necesitas". Además de tenerlo por tierras hispanas componiendo para la cinta fantástica de Juan Carlos Medina: "Insensibles".

Nos despediremos haciendo mención a la exitosa serie coproducida entre Suecia y Dinamarca: "Bron/Broen" (2011-actualidad). Thriller policial en el que nuestro autor ha colaborado como compositor desde el primer capítulo junto a Patrik Andrén y Uno Helmersson. Aunque haya que matizar diciendo que estos no son los autores del tema de inicio, que corresponde al grupo danés "Choir of Young Believers" y su tema "Hollow Talks"
Serie que, gracias al éxito obtenido, también ha visto su remake norteamericano con: "The bridge". Como ya ocurriera con la intrigante serie danesa "Forbrydelsen" (2007-actualidad), más conocida por su copia americana "The killing".

Y es todo por el momento, solo esperar que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Luis Enríquez Bacalov (Compositor)

Luis Enríquez Bacalov


Luis Enrique Bacalov, San Martín, Gran Buenos Aires (Argentina), 1933 - 2017, Roma, Italia.

Este argentino con nacionalidad italiana, ascendencia búlgara y cierto parentesco familiar con otro gran compositor de bandas sonoras argentino, Lalo Schifrin -sus madres eran primas-. Aunque nace en la ciudad argentina de San Martín, a los 20 años parte de su tierra natal para, en un principio, marchar a Colombia con un contrato de pianista y cuatro años más tarde arribar en Europa, primero con una pequeña parada en España, luego Francia y, finalmente, aterrizar en tierras transalpinas donde fija su residencia y termina desarrollando su carrera como compositor.

La carrera compositiva de nuestro autor de hoy, guarda un gran paralelismo con la de su coetáneo, D. Ennio Morricone. Solo que la de nuestro autor parece ir a remolque de la del gran maestro italiano. Y, aunque cada uno crea un estilo propio, ambos, brillan en sus inicios por sus colaboraciones en las sugerentes adaptaciones del western a la italiana, el Spaghetti, para posteriormente, ya en plena madurez, lograr obtener sus más reconocidas composiciones.
Curiosamente, es en este periodo cuando, Bacalov, logra alzarse con uno de los pocos premios que se le habían resistido al transalpino en su brillante carrera como compositor cinematográfico, el Oscar (Morricone solo poseía el honorifico hasta ese momento), pero de esto hablaremos más adelante.

Pasemos a ver ahora la obra más destacable de este nómada compositor. Autor con una extensa carrera a sus espaldas, que cuenta, entre otros, con un ferviente seguidor, el popular director ítalo-americano, Quentin Tarantino. Quien ha empleado varios de sus temas en algunos filmes como: “Kill Bill” (2003) o “Django desencadenado” (2012). Aunque bien hay que decir que este fiel seguidor lo tendrá que compartir con algún que otro compositor dedicado al Spaghetti, entre los que se encuentra su eterna sombra, el Sr. Morricone.

Bacalov se iniciará en el apasionante mundo del compositor de bandas sonoras en la Italia de principios de los 60, y aunque sus primeros trabajos están encuadrados en el género de la comedia: “La banda del buco” (Mario Amendola, 1960), “I due della legione” (Lucio Fulci, 1962), “Vino, whisky e acqua salata” (Mario Amendola, 1963).
No es hasta 1964 cuando logra su primer trabajo reseñable. Aunque en este caso se trate de una adaptación de obras de autores clásicos como Bach, Prokofiev o Mozart, así como de otros temas litúrgicos hebreos o congoleños como el Missa Luba y algún que otro tema propio. Con él logra entrar en las nominaciones al Oscar a mejor banda sonora adaptada en 1966. Y el filme elegido será la mística cinta del controvertido director italiano, Pier Paolo Pasolini, película que versa sobre la vida de Jesús de Nazaret: “El evangelio según San Mateo” (1964).

En el mismo año que era nominado al Oscar, es cuando inicia su relación con el Spaghetti Western. Unión que vendrá de la mano de un título que dio, y sigue dando, mucho juego en el género del western a la italiana: “Django” (Sergio Corbucci, 1966) -la d es muda-.
El film mantiene el formato iniciado por Leone en la Trilogía del Dólar y nos cuenta la historia del solitario justiciero, Django (Franco Nero), quién  cargando con su inusual equipaje llevará a cabo su planificada venganza. 
Bakalov realiza un gran trabajo tanto a nivel lírico como instrumental, creando una de esas obras emblemáticas, que junto con las del sempiterno Morricone, pasarán a los anales del género. Y más ahora, si directores como Tarantino se dedican a desempolvarla  y volverla a poner de actualidad.


Los 60 serán un periodo muy productivo para nuestro autor y el cine italiano en general, quien con una resurgente industria cinematográfica, acompañada por sus también resurgidos y prestigiosos estudios romanos de Cinecitá. Estudios que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el apoyo económico de los Estados Unidos, darían un fuerte empujón a la industria cinematográfica italiana. 
Pero uno de los factores determinantes de este renacimiento en los años 60 es la aparición del Spaghetti Western o western a la italiana. Género que contribuye a abrir las fronteras a un cine italiano menos crítico o intelectual que el cine de sus consagrados directores: Pasolini, Fellini, Rosellini, Visconti o Sica, ya que este buscará fundamentalmente el entretenimiento por el entretenimiento, dando el relevo a otro género muy recurrente en los estudios transalpinos, pero marchito, como es el de los peplums.
Lógicamente, este fenómeno pondrá en el candelero a otros directores que con mejor o peor fortuna logran hacerse un hueco en el escenario internacional. Destacando entre todos ellos el padre de la criatura, don Sergio Leone, quien arrastra hacia el estrellato a sus fieles escuderos, Clint Eastwood como estrella e icono del género, y a su amigo de la infancia, el compositor y genio, Ennio Morricone. Compositor que con sus melodías hace lo propio y logra imbricarse de tal forma en los filmes del director, que da lugar a un nuevo e interesante estilo compositivo cinematográfico.
Aprovechando este filón surgen nuevos directores como Tonino Valerii, Sergio Corbucci, Enzo G. Castellari, Damiano Damiani,… Quienes con desigual suerte realizarán nuevas obras para el género, acompañándose de viejos o nuevos compositores que también lograrán dejar su sello creando algún tema, ahora clásico, del Spaghetti. Esos de los que tanto gusta acompañarse Quentin Tarantino en sus filmes.
Y lógicamente, como ya hemos podido comprobar, Luis Bacalov se encuentra entre uno de ellos.

Así, en este mismo año también firmará la banda sonora de "Sugar Colt" (Franco Giraldi). Comedia western en la que parece ser que Morricone colaboró con nuestro autor, información esta que está sin acreditar, pero que aun siendo así, no deja de recordarnos a otra banda sonora realizada por el transalpino unos años más tardes en otro cómico western: "Mi nombre es ninguno" (Tonino Valerii, 1973). Dando como resultado una composición con un simpático tema principal  y una banda sonora de buen resultado.

Es cierto que, mientras Morricone crea un estilo propio que desarrolla con gran tino en los Spaghettis de Leone, Bacalov prefiere adoptar, en general, un estilo similar al empleado en los grandes western norteamericanos de finales de los 50 y principio de los 60. Así, el mismo año que componía la melodía de “Django” o "Sugar Colt", también nos dejaba otra banda sonora para el Spaghetti co-rodado en tierras transalpinas e hispanas: “Yo soy la revolución” (Damiano Damiani, 1966).

Pero el cine italiano de los 60 no solo es Spaghetti ni pos-neorrealismo, ya que en él también abundan otros géneros como los policíacos,  los dramas o las típicas comedias italianas. Y es en una de estas en la que volvemos a ver a nuestro autor, “El bello Giorgio” (Franco Indovina, 1968). Comedia protagonizada por un altivo Vittorio Gassman, actor cuyo personaje sufre un accidente que lo hace irresistible a las mujeres y a algún que otro animal. Bacalov opta por componer una banda sonora bufa y muy sesentera, con la que acentúa las jocosas peripecias en las que se ve envuelto tan seductor protagonista.

Aun sin agotar el filón del Spaghetti y todavía inmersos en la etapa que sería denominada del “Spaghetti serio”. 
Ya que en estos momentos comenzaba a fraguarse otro spaghetti que acabaría por desbancar al viejo formato. Un Spaghetti burlesco que despega gracias, fundamentalmente, a la buena química que se establece entre dos, hasta ese momento, desconocidos actores italianos, el moloso Carlo Pedersoli y el acrobático Mario Girotti, más populares por sus seudónimos o nombres artísticos: Bud Spencer y Terence Hill. Quienes en su primera trilogía juntos, la dirigida por Giuseppe Colizzi: “Tú perdonas… ¡Yo no!” (1967), “Los cuatro truhanes” (1968) y “La colina de las botas” (1969) cambian el concepto del spaghetti, por otro más irreverente y cómico, que se sustentará además de en la buena química de sus dos actores protagonistas, en sus particulares físicos. Un subgénero que se consolidará en la trilogía de Enzo Barboni: “Trinidad” (“Le llamaban Trinidad” (1970), “Le seguían llamando Trinidad” (1971) e “Y después le llamaron El Magnífico” (1972)). 
Estilo del que el propio Leone no está ajeno y aprovecha para realizar en 1973 el film que unificaría en uno ambas corrientes, el viejo y sobrio con el nuevo y bufo en: “Mi nombre es Ninguno”. Dirigido por Tonino Valerii, emplea en él a dos actores emblemáticos de ambos géneros para simbolizar el cambio. Así por parte del serio tenemos la prestancia de un veterano Henry Fonda, y por el lado del cómico, al propio Terence Hill. Y todo ello acompañado por la fantástica y mimética banda sonora del compositor por excelencia del Spaghetti, Ennio Morricone -banda sonora que ya tratamos con detalle en el apartado “Once upon a time in the west”-.

Como veo que me he apartado algo del tema, retomemos el buen camino y hablemos de la película que nos traía aquí. Film en el que Bacalov vuelve a dejarnos muestras de su gran capacidad compositiva: “La muerte de un presidente” (Tonino Valerii, 1969). Una vez más, nuestro autor mantiene su afinidad por aquellas melodías del western made in USA, pero, en la que a su vez, deja ese sello tan de los western mediterráneos, creando una gran obra en la que se pueden apreciar esos sonidos de aires sesenteros.

La entrada en la década de los 70 no trae grandes cambios y vemos a nuestro compositor escribir en nuevos Spaghettis como “L'oro dei bravados” (1970) o “Le llamaban King” (1971), ambas de Giancarlo Romitelli. Filmes en los que modificará algo su estilo. En el primero, para hacer una composición de aspecto más morriconiano. Y en el segundo, no tan alejado, pero sí más modernista.

Ya metidos en la nueva época del Spaghetti, nos encontramos con el sr. Bacalov componiendo para la comedia, “En el Oeste se puede hacer… amigo” (Maurizio Lucidi, 1972). Curioso film en el que tenemos a Rafael Azcona como guionista, y en el reparto, a Bud Spencer, Jack Palance y nuestro paisano, Francisco Rabal. Sin embargo, el cambio de estilo no logrará sacar lo mejor de nuestro compositor. 

Y aunque sigue componiendo para varios Spaghettis más, el filón del género da indicios de estar agotándose. Bacalov, parece ser consciente de ello y decide que para estos últimos coletazos le basta con mantener el nivel de obras precedentes, bien propias o ajenas.
Destacando entre sus últimas composiciones para el género: “Gran duelo al amanecer” (Giancarlo Santi, 1972), obra que coescribe con Sergio Bardotti y que nos recuerda en gran medida al gran tema compuesto por Morricone para el fantástico film de Leone, “Hasta que llegó su hora” (“Once upon a time in the west”, 1968).
O la del western a la española de 1973: “Un hombre llamado Noon”. Coproducción realizada entre España-Italia-Reino Unido, dirigida por el británico Peter Collinson y que contaría con un reparto internacional encabezado por el norteamericano Richard Crenna.
Bacalov realiza para ella una partitura en donde vemos que empieza a fraguarse ese estilo que acompañaría a gran parte de los filmes italianos de los años setenta. Un sello que parece ser específico de cada país para esta década. Así, si en España nos machacaban con el incansable dabadaismo introducido por el señor Antón García Abril. En Italia cambiaban el dabadá por un menos claro nananá o lalalá. 
Así, en 1976, tenemos el film de acción interpretado por Roger Moore (James Bond, El Santo) “Los ejecutores” (Maurizio Lucidi y Guglielmo Garroni), film en la que nuestro autor parece realizar una versión lalalaista de la banda sonora del western visto anteriormente.

En 1979 tenemos el que es otro de sus grandes éxitos, aunque este sea debido más a la obra que acompañaba que por la composición en sí. Y no es que esta sea mala, ni mucho menos, pero es que con ella dejaba muy claro lo que pretendía.
El film en cuestión es "La ciudad de las mujeres". Primera obra que Fellini realiza sin su desaparecido Nino Rota, y en la que podemos observar como Bacalov rinde un claro homenaje al gran maestro. homenaje para el que crea una brillante partitura que parece haber salido de la mano del mismísimo Rota. 

La década de los 80 es un periodo de cambios, una vez agotado el filón del Spaghetti, Bacalov, se centra sobre todo en trabajos para la televisión, destacando en este periodo la banda sonora del telefilme "Il Cosaro" (Franco Giraldi, 1985). En ella volvemos a ver como nuestro autor vuelve a seguir los pasos del gran maestro italiano, componiendo una hermosa melodía de corte romántico y aires morriconianos.

Pero si nuestro autor es conocido, es gracias a la gran composición realizada en la década de los 90. La culpable no es otra que la controvertida banda sonora que acompaña al film italiano dirigido por el británico Michael Radford ("1984", "El mercader de Venecia"): "Il Postino" (en España: "El cartero y Pablo Neruda", 1994). Film en el que el director británico emula a Tornatore y donde un veterano actor francés, Philippe Noiret , vuelve a dejarnos una emotiva interpretación encarnando al poeta chileno, Pablo Neruda. Interpretación que nos recuerda a la realizada en el otro fantástico film italiano: "Cinema Paradiso". Solo que, en esta ocasión, secundado por un también ingenuo pero algo más maduro partenaire, Massimo Troisi. Actor quien en su último papel -fallecería 24 horas después de finalizar el rodaje-, nos regalaba esta magnífica y recordada interpretación del enamorado y sencillo cartero rural. Y qué hubiera sido de los dos actores sin la exuberante belleza italiana de María Grazia Cucinotta, actriz que completaba el plantel con su papel de la sempiterna amada... Beatrice Russo.
Es cierto, que tanto director como reparto lograban dar una mágica atmósfera al film, magia que la música de Bacalov lograba llevar aun más lejos hasta conseguir enamorarnos. 
No es que en ella surja un Bacalov innovador, y aunque nos encontramos con un compositor añorante que emplea en su obra aquellos sonidos de su tierra natal, su melodía, siendo muy hermosa, acaba en los tribunales por supuesto plagio del tema de 1974: "Nelle mienotti". Canción interpretada por Sergio Endrigo y compuesta por Lazarev, Riccardo Del Turco y el letrista Pablo Margheri. El caso fue cerrado en 2013 con el reconocimiento por parte de Bacalov, acuerdo del que el propio autor terminaría diciendo:
"He aceptado este acuerdo en lugar de seguir con esta historia que después de 18 años habría agotado mis arcas: de haber estado en América habría tenido todas las oportunidades para ganar el caso pero hemos avanzado 80 años y la justicia italiana sigue siendo absurda y lenta. Tras todo este tiempo transcurrido aún no teníamos sentencia. Sigo convencido de que son dos músicas completamente diferente".
Aún así, la composición le valdría en 1994 el premio que tanto se le ha resistido a Morricone, alzándose con el Oscar a mejor banda sonora (drama), además del BAFTA.

Tras esta Bacalov no modifica su estructura de trabajo, componiendo posteriormente algunas melodías destacables como la del film "La tregua" (Francesco Rossi, 1997). Film que narraba la odisea sufrida por un grupo de italianos repatriados del campo de concentración de Auschwitz y en la que un magistral John Turturro encabezaba el reparto. 

Y de esta manera entramos en el nuevo milenio. Periodo en el que un Bacalov, mucho más selectivo, mantiene su relación con el cine y, sobre todo, con la televisión. Dejándonos nuevas joyas como la composición para el telefilme sobre la vida y obra del precursor de la pintura Barroca: "Caravaggio" (Angelo Longoni, 2007).
O la que fue su penúltima colaboración, la coproducción mejicano-estadounidense "Hidden Moon" ("Luna escondida", José Bojórquez, 2012).

Su último trabajo lo veríamos en el remake homónimo estadounidense "Elsa & Fred" (Michael Radford, 2014), adaptación de la película argentina de Marcos Carnevale de 2005.

Y es todo por el momento, solo desear que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

jueves, 17 de octubre de 2013

Basil Poledouris (Compositor)

Basil Poledouris

Basilis Konstantine Poledouris, Kansas 1945, Los Ángeles 2006 (EEUU).

Basil Poledouris fue un compositor norteamericano de ascendencia griega que destacó por sus creaciones de corte épico.
Parece ser que los causantes de que nuestro autor se dedicara a la música fueron, por un lado, la música sacra, ya que, debido a la procedencia griega de sus padres, Poledouris, solía pasar mucho tiempo junto a sus progenitores en los actos litúrgicos de la iglesia ortodoxa a la que pertenecían.
Por otro, tenemos la influencia ejercida en su infancia por las obras de uno de esos grandes genios de la composición cinematográfica, el húngaro Miklos Rotza, gran maestro cuyas melodías marcarían aquellos años de niñez y juventud de nuestro autor gracias a los acompañamientos de filmes como “Quo vadis”, “Ivanhoe”, “Ben-Hur”,…

Al igual que hemos visto con otros compositores anteriormente, su relación con la música se inicia de manera temprana, ya a los 7 años comienza a recibir clases de piano, en secundaria entra a formar parte como componente de un grupo folk para, finalmente, terminar realizando estudios de cine y música en la Universidad del Sur de California. Periodo en el que establece contacto con dos afamados directores con los que mantendrá posteriormente una muy buena relación afectiva y laboral, John Milius y Randal Kleiser.

Es precisamente en esos años como universitario, cuando Poledouris comienza a familiarizarse con la composición de bandas sonoras, realizando sus primeros trabajos para algunos cortometrajes. Algunos de los cuales se conservan hoy en día en los archivos de la universidad.

Una vez finalizados estos, mantendrá la relación con sus dos compañeros de universidad, nóveles directores que empiezan a abrirse camino en este duro oficio.
De esta manera, nuestro compositor se estrena en 1970 escribiendo la que es su primera obra larga en un film. Trabajo que también será el primer largo como director de su amigo John Milius, “The Reversal of Richard Sun”.

Pero aunque sus primeras obras van de la mano de Milius y otros directores, su primera composición reseñable es la que acompaña a la película de su otro amigo de estudios, Randal Kleiser. Quien reclama su colaboración para la melosa cinta “El lago azul”. Film en el que la actriz protagonista, una joven de 15 años, Brooke Shield, nos mostraba sus encantos adolescentes y proporcionada belleza; algo que no le servía de mucho para su valoración interpretativa, ya que su papel, tan sólo le valdría para alzarse con el Razzie a peor actriz del año.
Sin embargo, Poledouris brilla con vida propia, logrando crear un hermoso score de corte romántico. Gran trabajo con el que acompaña, hábilmente, las mediocres interpretaciones de los jóvenes protagonistas.

No es hasta dos años más tarde cuando la obra de Poledouris logra hacerse un hueco en la historia del cine. Curiosamente, lo hace de la mano de su otro amigo director y ex-compañero universitario, John Millius. Y en esta ocasión, lo hará en una película que se ha convertido en todo un clásico de aventuras fantástico medievales, “Conan, el bárbaro” (1982).
Película que cuenta con la peculiaridad de haber sido rodada casi íntegramente en España. Además, de lograr un dispar resultado en sus galardones, al lograr el Globo de Oro a nueva estrella del año del cine gracias a la interpretación de Sandahl Bergman y su andrógina belleza, y a su vez, el Razzie a peor actor conseguido por el titán austriaco, Arnold Schwarzenegger.
He de reconocer que, en su momento, disfruté como un enano con las aventuras del forzudo guerrero y sus singulares acompañantes, y por extensión, de la fantástica banda sonora compuesta por nuestro autor de hoy, Basil Poledouris. Quien logra crear un magistral score de sobria y deslumbrante épica. Obra de la que no pocos entendidos en la materia tildan de ser la mejor banda sonora de la historia del cine y en la que podemos observar la influencia de Rotza.
A mí humilde entender, no creo que llegue a tanto. Y aunque sí reconozco que es una obra maestra, me cuidaría mucho en decir que es la mejor de todas, ni tan siquiera, que pudiera estar entre las diez mejores. Lógicamente, los gustos de cada uno son personales y tenemos libertad para hacer nuestra propia clasificación, algo que a este servidor no le llama mucho la atención, ya que el resultado de las listas puede llegar a ser tan subjetivo como el estado emocional en el que se encuentre uno a la hora de realizar la lista, u otros factores que no mencionaré para no salirnos del tema que aquí nos trae.
En lo que creo que todos estaremos de acuerdo, es que, “Conan, el bárbaro”, es la obra más redonda de Poledouris.

Lógicamente, la carrera de nuestro autor saldrá relanzada tras esta loable colaboración, volviendo a trabajar en el siguiente capítulo de la saga del bárbaro: “Conan, el destructor” en 1984. Película en la que su amigo Milius será sustituido por el director Richard Fleischer. Y, aunque Poledouris mantiene el alto nivel que lo caracteriza, no ocurre lo mismo con el film, en el que una vez perdido el factor sorpresa, pierde bastantes enteros.

Continuando con la carrera de Poledouris, quien sigue con sus incondicionales colaboraciones para sus viejos camaradas. 1985 será el año en que aparezca un nuevo director en la vida de nuestro compositor. Director que logra robar parte de protagonismo a sus veteranos colegas. Este no es otro que el holandés Paul Verhoeven, quien en su primer trabajo en los Estados Unidos, “Los señores del acero” (1985), pide la colaboración de Poledouris para la realización de la banda sonora de su película.
Lógicamente, el director conocía el trabajo del greco-americano en “Conan” y como el film del holandés tenía una temática de aventura medieval similar al de la saga del bárbaro, jugaba sobre seguro.
En ella, Poledouris, da nuevamente muestras de su gran capacidad para la composición en este tipo de filmes de aventuras y crea una banda sonora cargada con sus característicos tonos épicos.
Esta primera colaboración dará lugar a una de esas curiosas relaciones director-compositor, que traerá como resultado un buen puñado de grandes trabajos por parte de nuestro compositor, y en los que el director, requerirá de un elevado componente épico para sus acompañamientos musicales.

Con nuestro autor en plena carrera ascendente y una clara tendencia hacia obras donde se requiere un ambiente épico. Nos encontramos con un  Basil Poledouris versátil, que no descarta abandonar su talante sinfónico por otro más electrónico cuando lo considera oportuno, así como componer un buen tema romántico si tiene cabida en la obra (film o tele-film) al que acompañe.
Claro ejemplo de ello lo tenemos en la miniserie “Amerika” (Donald Wrye, 1987). Serie de ficción en la que los EEUU eran invadidos por los soviéticos en plena guerra fría y para la que Poledouris escribe una obra en la que combina melodías épicas con otras dramáticas, más algunos bellos temas románticos como este: “The Meaning”.

1987 será el año de “Robocop”, en él vuelve a trabajar con el neerlandés Paul Verhoeven. Y nada mejor que los consabidos tonos heroicos de nuestro compositor para acompañar a este híbrido policial.
Poledouris vuelve a las andadas y crea un tema principal de gran fuerza con su característico sonido sinfónico y protagonismo de los instrumentos de viento.
En cuanto al film, bueno, aquel que le guste ver coches explotando, destrozar edificios a base de ráfagas de proyectiles, etcétera, etcétera, tendrá mejor concepto de la película que un servidor.

1989 nos dejará con dos grandes trabajos. Por un lado tenemos un intenso score para un film de aventuras que se desarrolla en la Segunda Guerra Mundial: “Adiós al rey”. De nuevo a las órdenes de su amigo Milius, Nick Nolte interpretará el papel de un soldado americano que, tras fugarse de las tropas japonesas, se adentra en la selva de Borneo para terminar convertido en el rey de una recóndita tribu indígena.
Poledouris crea una espectacular obra que contiene hermosos temas románticos en los que nos recuerda al gran John Barry, como por ejemplo este “The War Is Over”, y otros de corte más épico, como el fantástico “Battle Montage”.
Tras este, la única obra de nuestro autor por la que lograría un premio, ya que con el western televisivo, “Lonesome Dove”, conseguía el Emmy a mejor composición para miniserie en 1989.
No es que sea de sus mejores trabajos, pero al menos, consigue dar con su melodía la atmósfera de los grandes clásicos del western.

Esos mismos acordes son los que un año más tarde acompañan la banda sonora del otro western: “Un vaquero sin rumbo” (Simon Wincer, 1990). Score en los que introduce el sonido de algunos instrumentos típicos del oeste como el banjo, particular sonido que le sirve a nuestro autor para encuadrar el film en su género.
Del mismo año es la banda sonora del film de John McTiernan, “La caza del Octubre Rojo”. Película basada en la novela de Tom Clancy  y ambientada nuevamente en plena guerra fría. 
Film que narra las peripecias del agente especial de la CIA, Jack Ryan (Alex Baldwind), en su misión de descubrir las intenciones reales del mando soviético (Sean Connery), que está al mando del submarino nuclear que se dirige hacia la costa estadounidense.
Poledouris, compone una potente banda sonora en la que juega con la magnificencia de las voces y coros soviéticos, así como la música electrónica y, por supuesto, su épica sinfónica.

Pero el comienzo de la década de los noventa no será especialmente destacable y aunque compone algunas melodías para filmes que obtuvieron buenos resultados de taquilla, entre las que tenemos una nueva obra para su ex-compañero Randall Kleiser en 1991, “Colmillo Blanco”. U otras, como la segunda parte de la paródica saga “Hot Shot 2” (Jim Abrahams, 1993), la tercera entrega del policía robótico -tras su ausencia en la segunda-, “Robocop 3” (Fred Dekker, 1993) o la popular saga sobre las aventuras de la amistosa ballena asesina “¡Liberad a Willy!” (Simon Wincer, 1993) y su segunda parte  Liberad a Willy 2” (Dwight H. Little, 1995).
No será hasta finales de los noventa, en 1997, cuando nos vuelve a sorprender con una de sus composiciones más destacables. Y de nuevo lo hará de la mano del holandés Paul Verhoeven en: “Starship Troopers”.
De la película no tengo nada que añadir a lo que ya dijera en el apartado Ciencia Ficción. Pero en cuanto a la obra de Poledouris, nuestro autor vuelve a hacer de las suyas, y sin andarse con remilgos, va justo adonde quiere ir. Así, su poderosa composición inflama y te hace parecer grande. Es cierto que, en su exageración, Poledouris parece caer en la auto parodia. Pero no pienso que sea esa la intención ni del compositor, ni del director, quien en su faceta estadounidense desarrolla su particular visión de una distópica sociedad futura donde sólo existen dos clases bien diferenciadas y la violencia como única opción para equilibrar (por parte de los de abajo) o someter (por parte de los de arriba), y en el caso que nos trae aquí, no hay nada que haga suponer que se busque algo diferente.

Tras esta vendría la obra que marcaría el declive de nuestro compositor, “Los miserables” (Bille August, 1998). Para esta interesante adaptación de la obra del novelista francés Victor Hugo, Poledouris crea la que, algunos pensamos, fue su última gran obra. Sin un tema principal que destaque sobre el resto de la obra, nuestro autor crea una gran obra sinfónica con la que marca la existencia del miserable Jean Valjean (Liam Neeson) y los acontecimientos a los que se verá expuesto en la cruda Francia de principios del siglo XIX tras cometer el acto que cambiaría su existencia, robar unas hogazas de pan para dar de comer a unos pobres niños hambrientos.
Para tan trágica historia, Poledouris opta por realizar una obra marcadamente dramática y altamente emotiva, composición que se adapta como un guante a la adaptación que Bille August hace sobre la dura novela de Victor Hugo.

Tras esta, Poledouris no logra acertar en sus trabajos, componiendo para obras que no tienen mucho que ofrecer y que no consiguen ayudar para sacar a nuestro autor de la situación de falta de inspiración en la que se encuentra. De esta manera, realiza algunos trabajos para comedietas como: “Enróllatela como puedas” (Frederic Golchan, 1999), “Mickey ojos azules” (Kelly Makin, 1999) o “Cocodrilo Dundee en Los Ángeles” (Simon Wincer, 2001).
En sus últimos cuatro años de existencia, la vida de Poledouris se centra en una dura lucha contra un tumor cerebral que le vencería el 11 de noviembre de 2006. Pero, aun en ese estado, da muestras de su gran tesón y nos deja varios trabajos como la curiosa colaboración en la coproducción chino-taiwanesa “El secreto del talismán” (Peter Pau, 2002). Película de aventuras a la que nuestro compositor aplica un carácter mistico-épico, muy acorde con la temática del film, y a la que añade un fuerte componente étnico de música tradicional china.

Su último trabajo sería en el western “The Legend of Butch and Sundance” (Sergio Mimica-Gezzan) en 2004. Pero su última aparición en público la tendríamos en tierras hispanas, Ya que poco antes de su fallecimiento nos deleitaría con su obra en nuestro antiguo festival de música de cine de Úbeda (Jaén, España) –ahora trasladado a la califal ciudad de Córdoba- en julio de 2006.

Y es todo por hoy, espero que haya sido de vuestro agrado.


Un saludo.