miércoles, 27 de marzo de 2013

Alberto Iglesias (Compositor)


Alberto Iglesias

San Sebastián (España), 1955

Hoy veremos a nuestro compositor nacional más reconocido y laureado fuera y dentro de nuestras fronteras.
Primero en ser nominado en la categoría a mejor banda sonora original en los célebres Oscar de Hollywood. Cuenta en su haber con varias nominaciones a prestigiosos premios internacionales: 3 a los Oscar, 1 al BAFTA, 1 al Globo de Oro.
Pero todo no ha sido quedarse con la miel en los labios, de hecho, nuestro autor también cuenta con 10 Goyas de 12 nominaciones, 2 Felix (o Premios del Cine Europeo) y 1 prestigioso Satellite (entregado por la International Press Academy), entre otros.

Sus inicios están ligados a otro reconocido compositor nacional de merecida fama fuera de nuestras fronteras, Javier Navarrete. Con él formaría un grupo de música electrónica.
No es hasta la década de los 80 cuando realiza sus primeras bandas sonoras, primero con algunos cortos. Siendo su primer trabajo para un largometraje en 1983 con el film histórico: “La conquista de Albania” (Alfonso Ungría).
Es en esta década cuando trabaja por primera vez con uno de los directores con los que ha colaborado en más ocasiones: Julio Médem. En esta primera ocasión en un corto: “La seis en punta” (1987).
Pero no es hasta la década de los 90 cuando su relación con este y la nueva incorporación del manchego, Pedro Almodóvar, consigan darle la proyección que lo lanzará a romper fronteras y a hacerse un hueco entre los nuevos valores en alza de este bello género musical.

Una vez puestos en situación, pasaremos al desarrollo de las obras más destacadas de nuestro autor.

Empezaremos con uno de los primeros trabajos con Médem “Tierra” (1996), aunque Alberto Iglesias sea un compositor versátil, nuestro autor crea muy pronto un estilo propio que se caracteriza por composiciones de corte dramático muy opresivas, como ya hiciera años atrás el gran Bernard Herrmann. Con las cuales, acompaña en las películas a protagonistas que presentan personalidades complejas llenas de  matices o secretos –muy comunes en los filmes de los directores mencionados anteriormente-.

En 1997, con un estilo similar, compone para un director que en esta ocasión rompe con su estilo filmográfico, Bigas Luna, en el film: “La camarera del Titánic”. Drama romántico que parte del fugaz encuentro amoroso entre un joven y la camarera del Titánic, el día antes de la partida del malogrado buque. En él, como comentábamos, Iglesias vuelve a su estilo dramático-romántico opresivo, con el que hace rumiar al espectador el angustioso final del efímero romance.

Igual patrón sigue en la bella historia de amor de “Los amantes del círculo polar”, de nuevo con Médem a los mandos en 1998. Donde unos distantes y fríos protagonistas, nos dejan esta apasionada historia de amor en los gélidos y hermosos paisajes del círculo polar.

En 1999, realiza el que será el tercer trabajo junto al manchego, Pedro Almodóvar: “Todo sobre mi madre”. Drama por el que el director conseguiría el Oscar, Globo de Oro y BAFTA a mejor película extranjera o de habla no inglesa y algún que otro prestigioso premio más.
Curiosamente, lo que destacaba en el film no fue la composición de Alberto Iglesias, sino la canción del senegalés Ismaël Lô “Tajabone”.
Y Alberto Iglesias… se volvía a mantener fiel a su estilo.

En 2001 volvemos a encontrarnos a nuestro autor trabajando para Médem en la erótica: “Lucía y el sexo”. Peculiar película, no apta para todos los públicos, pero donde nuestro compositor, para aliviar tanta tensión sexual, realiza un giro radical en su composición, dulcificando en extremo sus melodías y dejándonos temas tan bellos como el dedicado a la sensual “Lucía”, papel interpretado por mi exultante paisana, la lozana, Paz Vega.
Por ella, lograría el merecido Goya nuestro compositor.

Volvemos en 2002 con Pedro Almodóvar y su singular “Hable con ella”. Nueva película del director que alcanza un gran reconocimiento fuera de nuestras fronteras, obteniendo galardones como el Oscar a mejor guión original y la nominación a mejor director, además del Globo de Oro a mejor película extranjera,  BAFTA a mejor película de habla no inglesa y guión original, Cesar a mejor película europea,…
Personalmente, ni fu ni fa, prefiero otras de él, pero sobre gustos… colores.
Alberto Iglesias nos deja una obra dramática con ritmos muy nuestros, que dan ese aire de tragedia española al film.

En 2004 otra vez a las órdenes de Almodóvar, escribe el que posiblemente sea su mayor homenaje al gran maestro Bernard Herrmann,  banda sonora que contiene un gran tema que nos evoca la composición que acompañaría a la película del genio del suspense: “Psicosis”, en un film en el que nuestro autor combinará con mucha sabiduría sus melodías. Y en el que, un arriesgado, Almodóvar, juega con los turbios secretos del pasado de sus protagonistas: “La mala educación”.

Pasemos ahora al que será su primer gran éxito de nivel internacional, aquel que acompañó al film británico basado en la obra homónima de John Le Carré: “El jardinero fiel” (Fernando Meirelles, 2005). Con una composición que no se aleja en exceso de su estilo habitual, realiza como variaciones significativas la inclusión de ritmos e instrumentos africanos.
Película en la que se desenmascaran las tramas sociopolíticas de las grandes corporaciones –en este caso las farmacéuticas- en los países del tercer mundo. Gran interpretación a cargo de los actores protagonistas, destacando en el femenino la actriz británica Rachel Weistz, que obtendría el Oscar y Globo de Oro a mejor actriz de reparto. Y un Alberto Iglesias que, entre otros, sería nominado al Oscar, Satellite y BAFTA a mejor banda sonora.

Volver” (Pedro Almodovar, 2006) y volver… y volver. Alberto Iglesias se encasilla en su música de suspense, con la salvedad, que en esta ocasión lo adereza de aires flamencos.  Aun así obtendría una buena acogida, recibiendo el Goya y el Félix por ella.
Comentar, que la película se acompañaría por la canción aflamencada de Estrella Morente, adaptación del tango homónimo de Carlos Gardel: “Volver”.

2007 nos dejará su segundo gran éxito internacional, la banda sonora de la melodramática: “Cometas en el cielo”. Ella le supondría su segunda nominación al Oscar y al BAFTA y primera al Globo de Oro. Logrando hacerse con el Satellite.
Intensa y emotiva composición con la que nuestro autor nos acompaña en esta película que se centra en la historia afectiva de los personajes protagonistas y arañar ligeramente en una trama sociopolítica de un país como Afganistán, tema, este último, que habría dado bastante más juego.

2009 nos trae una nueva banda sonora de Alberto Iglesias “Los abrazos rotos”. Una vez más acompañando a un film de Almodóvar, y una vez más en su línea; con composiciones que inciden más en lo psíquico que lo emocional y muy  acorde a las turbulentas personalidades de los protagonistas del film. En ella, una vez más, se hace patente la perfecta simbiosis generada entre ambos, la cual hace que resulte difícil concebir una película del manchego sin las melodías de Iglesias.
Y… nuevo Goya y Félix para nuestro compositor.

2011 nos deja una de las composiciones más sobrecogedora y de mayor fuerza de nuestro autor, la caótica, intensa y transgresiva melodía de “La piel que habito”. Con ella parece echarle un pulso al propio director, con el que ha llegado a tal compenetración que cuando uno brilla, lo hace el otro. Pero que, lamentablemente, cuando uno se derrumba, también arrastra al otro, algo que hemos podido comprobar en el último film juntos “Los amantes pasajeros” (2013).

Este mismo año de 2011, es también el año de su tercera nominación al Oscar y BAFTA. En esta ocasión por otro film británico: “El topo” (Tomas Alfredson).

"Sobria intriga psicológica (...) entretenida adaptación (...) El topo es el anti James Bond." (Carlos Prieto: Diario Público)”.

Y, quién mejor  para atraparnos en los matices psicológicos de la trama. Pues sí, él, nuestro Bernard Herrmann nacional, don Alberto Iglesias Fernández-Berridi.

Finalizaremos en este mismo año con el film francés: “El monje”. Thriller de temática sobrenatural basado en una novela del autor del siglo XVII, Matthew Gregory Lewis, y ambientada en un monasterio cisterciense de la misma época.
Alberto Iglesias realiza una formidable y sobrecogedora melodía para este estético film, donde el papel protagonista recae sobre un soberbio L’enfant Terrible francés: Vicent Cassel.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Yann Tiersen (Compositor)


Yann Tiersen

Yann Pierre Tiersen, Brest (Francia), 1970

Yann Tiersen pertenece a la nueva hornada de compositores franceses, relevo de Delerue, Jarre, Lai… y coetáneo de Desplat, Rombi, Gaigne,... Quien con un innovador estilo minimalista ha dejado algunas composiciones que quedarán para el recuerdo.
Sus inicios estuvieron muy ligados al mundo del teatro, en el que nos deja grandes composiciones, a la vez que comienza a  publicar algunos álbumes.
En cuanto a sus colaboraciones para el séptimo arte... son escasas. Esto no quiere decir que su obra cinematográfica no sea representativa, todo lo contrario. Yann Tiersen es en la actualidad uno de los compositores más reputados en este bello panorama de la composición de melodías para el séptimo arte, con bandas sonoras conocidas incluso para muchos de aquellos que su nombre les suene a chino. Él es el artífice de una célebre banda sonora de la que hablaremos a continuación.

Yan Tiersen, como hemos comentado, comienza el trabajo de  musicalización de obras para el mundo del teatro. Fruto de este trabajo en acompañamientos teatrales es su primer álbum: “La Valse des Monstres” (1995), en el que realiza una recopilación de sus composiciones para este género artístico, donde incluirá también algunos temas nuevos.
Posteriormente, comenzará con colaboraciones para bandas sonoras de cine. Primero, con algunos cortometrajes. Y finalmente, dando el esperado salto a la gran pantalla, y también para algunos trabajos en televisión.

No me haré más de rogar, así que comenzaremos a tratar la obra que ha ido dejando en su paso por el Séptimo Arte.

Iniciaremos el periplo con su primer trabajo para un film, el cortometraje: “El hombre de los brazos caídos” (Laurent Gorgiard, 1997). En él, Yann Tiersen nos deja una delicada melodía de aires afrancesados. Tristes en un principio, que van evolucionando  hacia otros más vitales a medida que nos acercamos al final del corto.
Este tema sería incluido posteriormente en el álbum “Le phare” en 1998.
Con esta composición dejaría claro cuál iba a ser su estilo compositivo para posteriores trabajos, estilo que no sufrirá grandes modificaciones, al menos, en sus primeras colaboraciones.

Caso contrario ocurre en el film de 1998 “La vida soñada de los ángeles” (Érick Zonca). En él, es usado como tema principal la melodía "Rue des Cascades", tema no original, ya que pertenece al álbum de mismo nombre editado 1996. Pero en cuyo film aparecen otros dos  temas, estos sí originales: “La plage”, o esta otra que sí me gustaría destacar: “Le phare”, bella, alegre y mágica melodía que nada tiene que ver con el álbum de este mismo año de 1998. Pero que, incomprensiblemente, el director rechazaría junto a la partitura anterior, usando sólo el tema “Rue des Cascades” para acompañar a la película y dejando a los otros dos para los créditos finales -Una lástima-.

Nos iremos ahora al año de su despegue internacional, este no es otro que el 2001. año en el que Tiersen colabora con un director que sí sabe darle el lugar que merecen sus composiciones. De hecho, es el único director tratado por mí en este blog dedicado a la música de cine. Me refiero al francés Jean-Pierre Jeunet, quién  en su primer trabajo en solitario -sin Marc Caro-, le da la posibilidad de sacar todo su potencial: “Amelie.
Para esta estética y alegre película, el compositor recurre, en gran parte, a temas de tres de sus álbumes editados anteriormente: “La Valse des Monstres”, "Rue des Cascades" o “Le Phare”. Añadiéndoles algunos más escritos exclusivamente para este film, como son: 
- La estupenda "La valse d'Amélie" -tanto en su versión original, piano u orquestal-. 
- La extrañamente alegre “Les jours tristes”. 
- O la sí triste y hermosa "Comptine d'un autre été: l'après-midi".
En conjunto... una gran banda sonora, que, aunque no podamos decir que toda ella fuera Original, no consiguió por ello restarle el valor que se merece. Tanto es así, que obtendría el Cesar y la nominación al BAFTA a mejor banda sonora.

En 2003 llegaría la que sí es su primera banda sonora original para un largometraje, me refiero a la composición que acompañaría a la emotiva película alemana: “Good bye, Lenin!” (Wolfgang Becker).
En ella, Tiersen se aleja algo de su habitual estilo minimalista francés, para componer una melodía de corte más clásico. Obra en la que logra un gran trabajo con estas delicadas, dramáticas y bellas partituras para piano.
Bella sinfonía para esta dulce película sobre un engaño por amor. El amor que profesa el protagonista del film (Daniel Brühl) hacia su madre, a quien quiere mantener alejada de los cambios que se han producido en Alemania del Este (R.D.A) durante los ocho meses que ella ha estado en coma.

En 2008, ya asentado en este nuevo estilo, compone la banda sonora del documental “Tabarly” (Pierre Marcel). Film que narra la historia deportiva del malogrado marinero y regatista extremo Éric Tabarly. Periplo que abarca desde sus inicios como regatista, hasta su desaparición a los 66 años frente a las costas irlandesas.
Hay que mencionar, que tanto el documental como la banda sonora obtuvieron una muy buena acogida por parte de público y crítica en Francia. Y para ello, Tiersen, volvía a demostrar su gran talento a la hora de escribir obras para piano, dejándonos alguna buena muestra de excelentes composiciones para este instrumento, inmejorable ejemplo de ello lo tenemos en la hermosa "Atlantique Nord", composición muy en la linea del compositor. Pero también la acompañarían otras que competirían en belleza como: “volcan Au-dessous du”, “IV” (compuesta para guitarra) o “Eire” (destinada al romántico violín).

Pues... con “Tabarly” me despido. A la espera de poder volver a abrir el hilo más adelante para añadir alguna nueva banda sonora de nuestro autor.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Bernard Herrmann (Compositor)


Bernard Herrmann

Nueva York (Estados Unidos), 1911 – 1975.

Hoy trataremos a uno de aquellos genios que se adelantaron a su época para dejarnos con algunas de las composiciones más emblemáticas de la historia del cine.

Autor que será recordado por su vínculo con dos de los más brillantes directores del séptimo arte de todos los tiempos: Orson Welles y Alfred Hichcock.

Aunque su relación con Welles será muy temprana, iniciádose antes de su desembarco en la gran pantalla. Con quien contacta en la Columbia Broadcasting System, cuando el futuro director andaba buscando un compositor para que escribiera algunas melodías para su programa de radio. Así compondrá, entre otras, la música del hecho radiofónico que conmocionaría a la sociedad norteamericana en 1938, me refiero a la dramatización de la obra de H.G. Welles “La guerra de los mundos”. En la que el otro Welles, Orson, haría creer a los incautos radioyentes que su país estaba siendo invadido por fuerzas alienígenas.

Pero no es hasta tres años más tarde, en 1941, cuando el compositor aterrizaría en el cine. Y nuevamente lo vuelve a hacer de la mano de Welles. Quien en esta ocasión como director, realiza una de las obras más aclamadas de la historia del cine: “Ciudadano Kane”.
En ella, si Welles nos relataba magistralmente la vida y ocaso del poderoso e influyente magnate de la prensa Charles Foster Kane, a quien el mismo interpreta. Personaje que, tras una vida plena de  éxitos y riqueza, terminará por acabar sus días completamente sólo y añorante de la único periodo de felicidad en su dilatada existencia... su humilde infancia.
El director, que realiza este retrospectivo relato, a partir de la última palabra pronunciada por Kane antes de morir: “Rosebud”. Arrancaría con una soberbia escena inicial su magistral obra.
Pero si Orson Welles nos brindaba con una fantástica opera prima, nuestro compositor no se quedaba atrás, dejándonos en su estreno cinematográfico la que posiblemente fuera su obra maestra. Melodía que si el tiempo la ha llevado a la consideración de obra maestra, tan sólo le valdría para obtener la nominación al Oscar.
Inexplicablemente, ese mismo año no se alzaba con la preciada estatuilla por esta gran composición, sino que lo hacía por la del film “El hombre que vendió su alma” (William Dieterle) por la que también estaba nominado, y  que, aun siendo una gran obra, no llegaría a tener la transcendencia de la anterior.
El propio autor diría unos cuantos años más tarde, en 1972: «tuve la suerte de empezar mi carrera con una película como Citizen Kane, ¡todo ha ido de mal en peor desde entonces!».

Al año siguiente volvían a trabajar juntos en el film “El cuarto mandamiento” (Orson Welles, 1942). Obra en la que la intrusiva RKO no permitió al director realizar el montaje final, y donde, nuestro compositor realiza una alegre melodía en este melodrama sobre la decadente aristocracia norteamericana de finales del siglo XIX.

Dejando atrás el dúo director-compositor, avanzamos y nos vamos hasta el año de 1951, donde un acertado Herrmann, nos deleita con una melodía futurista que nos trae a la cabeza aquella que crearía años más tarde Danny Elfman para la controvertida “Mars Attacks!”(Tim Burton, 1996), compositor que realiza un claro homenaje a estas primeras bandas sonoras de películas de extraterrestres, y, lógicamente, a nuestro autor de hoy. 
La película en cuestión, es la famosa “Ultimátum a la Tierra” (Robert Wise, 1951). Brillante e innovadora composición por la que sería nominado al Globo de Oro.

Pasamos a 1955, año en el que inicia una fructífera y exitosa relación con el otro gran genio… el del suspense, Don Alfred Hitchcock. Este año compone para el film del director “Pero… ¿Quién mató a Harry?” una sencilla y alegre melodía con la que consigue acentuar el humor negro que emana del film.
Al año siguiente (1956), se afianzaba la relación con la película: “El hombre que sabía demasiado”. Donde, hay que reconocer, que lo que destacó en el film no fue la melodía de Herrmann, sino la canción "Qué será, será", interpretada por la protagonista femenina, Doris Day, y en la que Herrmann no tuvo nada que ver.

Y llegamos a 1958, donde dicha unión da una de las mejores conjunciones entre ambos en el film: “Vértigo”. Obra maestra del director, y genial partitura de tonos opresivos y claustrofóbicos del compositor. Con ellos, Herrmann acompañaba acentuaba la  atormentada existencia del protagonista (James Stewart) y a su esquivo amor, encarnado por una bella y despampanante Kim Novak.

Este mismo año daría otra gran obra, a la vez que inicia una relación con un género que vería algunas de las mejores composiciones de nuestro maestro. Quien, con un particular estilo, acompañaría a algunos de los recurrentes filmes de aventuras  fantásticas del momento. En esta ocasión, acompañando al marinero más famoso del vetusto y misterioso Oriente Medio. Aventurero que tendría que enfrentarse a un ejército de seres mágicos y mitológicos en su periplo por salvar a su amada de las garras del malvado mago que la tenía hechizada: “Simbad y la Princesa” (Nathan Juran, 1958).
Para ello, Herrmann nos seduce con algunos temas clásicos muy enérgicos, y otros, en los que es bastante más arriesgado, sorprendiéndonos con novedosas melodías como la que acompañaría el “duelo con los esqueletos.

Siguiendo con su trabajo para películas de aventuras fantásticas, nos dejará la melodía de la magnífica adaptación del clásico de Julio Verne “Viaje al centro de la Tierra” (Henry Levin, 1959). En ella, vuelve al empleo de melodías opresivas y claustrofóbicas que combina con otras enfáticas de aires mágicos con las que nos acompañará durante el subterráneo viaje, logrando que su música incida sobre el frágil y exultante estado anímico que experimentan sus protagonistas durante su descenso, una mezcla de dispares sensaciones que van desde la angustia al júbilo a medida que avanzan en su aventura y que Herrmann sabe captar con su música de manera ejemplar.

Sin salir del año de 1959, nos encontramos con otra nueva entrega para Hitchcock. En ella nos vuelve a demostrar cómo es capaz de elevar la tensión a la altura que le exige el genio del suspense. En este caso, para acompañar a un magnífico Gary Grant sumido en el macabro juego al que lo somete el director cuando interpretó al angustiado personaje de “Con la muerte en los talones”.

Otro trabajo representativo, es el realizado para otro nuevo un film de aventuras fantásticas en: “Los viajes de Gulliver” (Jack Sher, 1960).
Pero si realmente hay una composición del autor que nadie que la haya escuchado en el film pueda decir que la ha logrado borrar de su cabeza es la de uno de los clásicos del terror: “Psicosis” (Alfred Hitchcock, 1960). Para que quede claro el protagonismo de la música de nuestro autor en el film, os dejaré una cita de Conrado Xalabarder (MundoBSO):
Cuando Hitchcock acabó de rodar esta película, se mostró insatisfecho con el resultado y decidió cortar su duración a una hora para emitirla como un especial televisivo, pero el compositor le sugirió que se tomase unas vacaciones mientras él componía la música, a lo que el director accedió. Cuando vio la película con la música, decidió estrenarla y resultó ser su mayor éxito comercial
Para la mítica secuencia del asesinato en la ducha (que Hitchcock, en principio, quería dejar sin música)… En realidad, el truco de esa secuencia es mucho más sencillo, por ello más genial: Marion Crane recibe nueve puñaladas; Herrmann le propina al espectador un total de cincuenta. En el contraste en la percepción visual y la impresión emocional está la clave de ese caótico momento”.

Como podemos observar, estamos en los años dorados de Herrman, autor que no parece tener muchos problemas de inspiración. 

Así, para demostrarnos una vez más su talento, en 1961 compone otra gran obra de acompañamiento para otro film del género fantástico-aventuras, se trata de otra adaptación de una novela de Verne: “La isla misteriosa” (Cy Endfield).
Y un año más tarde haría lo propio con otro thriller “El cabo del terror” (J. Lee Thompson, 1962), sólo que en esta ocasión no iría de la mano de Hichcock.
En ella, nos vuelve a dejar una partitura de las que pocos como él han sabido realizar para el género y que tantos seguidores le ha granjeado. Tanto es así, que en el remake que Martin Scorsese realizaba en 1991 (en ambos casos de título original “Cape fear”, aquí “El cabo del miedo”), pediría Elmer Bernstein a que no realizara una nueva banda sonora, sino que hiciera una adaptación de la fenomenal composición de Herrmann, melodía que quedaba como tema principal del film. Aunque Bernstein, aparte, compondría su propio tema original.

1963 volvía a ser un buen año, ya que en ella nos dejaba con la estupenda composición de otro de esos film de género fantástico-aventuras “Jasón y los Argonautas” (Don Chaffey). Aquellos, que como uno que les escribe, tengan una cierta edad, se acordarán de la película en cuestión. Film donde los argonautas liderados por Jasón parten en busca del Vellocino de Oro y se las veían en su periplo con algunos de aquellos seres mitológicos que el cine de los 50-60 hizo que cobraban vida: estatuas de gigantes de bronce, cíclopes, ejércitos de esqueletos y algún que otro dios enfadado.

Y llegamos a ese fatídico año de 1966, año en el que la relación Hitchcock-Herrmann se rompe bruscamente y que acaba en un autoexilio del compositor, quien, tras su enfado, decide deambular por Europa durante ocho largos años.
Todo comienza con el rechazo del director de la partitura de Herrmann para la película “Cortina rasgada”, sustituyéndola por la del británico John Addison. Al parecer, aunque la versión más extendida sea un cambio en los gustos musicales de los estudios, los cuales parecen buscar nuevos estilos más comerciales. Todo parece indicar a algo más personal. Un choque de egos entre ambos genios. Si tenemos en cuenta que Herrmann hace algún tiempo que presenta un comportamiento antisocial y solitario, no le tuvo que resultar difícil el poner tierra de por medio y probar suerte en otro lado.
Esto, daría por zanjada la relación director-compositor, dando lugar a un distanciamiento tan radical, que no volverían a mantener ningún tipo de relación durante el resto de sus vidas.
Es así como nuestro compositor recaba en Europa. Y para demostrar a todo aquel que pensara que este giro en su vida iba a suponer su final como compositor de éxito, en esta nueva y nómada faceta laboral que inicia el mismo año de su exilio (1966) nos deja la gran composición para film británico basado en la novela Ray Bradbury: “Fahrenheit 451”.
Estupenda y crítica película social dirigida por el genio francés François Truffaut e interpretado por la sobria y bella Julie Christie.
En una sociedad distópica, en la que el poder se ejerce a través de la televisión, y donde, los libros y el librepensar están prohibidos - de hecho, el título se refiere a los grados Fahrenheit a los que arde el papel- nos encontramos con un bombero (Oskar Werner) con una  función antagónica: quemar libros, quien a su vez se enamora de una joven de sorprendente parecido a su esposa (Julie Christie), pero totalmente opuesta en su forma de comportarse. Ella le descubrirá otra realidad y lo colocará anta la tesitura de elegir entre seguridad o librepensar.
Y una vez más, el señor Herrmann se vuelve a adelantar a su tiempo. Realizando una bella obra que nos recuerda a esos temas góticos que Elfman compondrá años más tarde y con la que nos enmarca esa sociedad opresiva en la que se desenvuelven los personajes.

Tras los ocho años de exilio, Herrmann, vuelve a Estados Unidos en 1973, componiendo varias bandas sonoras en su país, pero, desafortunadamente, no es hasta 1975 cuando vuelve a encontrar el éxito en su tierra de origen. Lamentablemente, ya era demasiado tarde.
Pero no nos adelantemos a los acontecimientos y vayámonos a ese año de 1975. Ya que este año será muy especial. En él, consigue dos nuevas nominaciones al Oscar por sendos filmes: “Fascinación” (Brian De Palma) y “Taxi Driver” (Martin Scorsese).
Si la primera nos recuerda tanto en argumento como en su melodía al film de su ahora odiado, el otrora amigo Hitchcock, "Vértigo". La segunda es un cambio radical en su estilo compositivo. Tanto es así, que se trata de una partitura de corte jazzístico, estilo musical con el que nuestro compositor nunca se había enfrentado, pero que por necesidades del guión se ve obligado a utilizar. Como se trata de un estilo muy alejado al de su trayectoria compositiva, decide pedir ayuda a su amigo  Christopher Palmer, el cual rescata una antigua partitura de Herrmann y le da el enfoque que requería el film. A Herrmann le gusta tanto el arreglo que decide emplearlo como tema principal.
Desafortunadamente, cuando todo apuntaba a un nuevo despegue en la carrera de nuestro autor, este fallece justo unas horas después de haber terminado la grabación de la banda sonora.
Aunque la melodía no conseguiría alzarse con el Oscar, ni tampoco con el Grammy, sí consiguió el BAFTA. Lástima que no pudiera asistir a la entrega para recogerlo en persona.

Y esto ha sido todo, espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 6 de marzo de 2013

James Horner (Compositor)


James Horner

Los Ángeles (Estados Unidos), 1953

El autor que nos trae aquí hoy, sí que está especializado en componer bandas sonoras de cine.
Comienza su andadura en 1979 con el film de terror: “Up from depths” (Charles B. Griffith).
En su dilatada y sinuosa carrera ha dejado una considerable muestra de su talento compositivo, como veremos más adelante. Siendo nominado en 10 ocasiones al Oscar, 8 veces en la categoría a mejor banda sonora, en la que conseguiría alzarse en una ocasión con la preciada estatuilla por la melodía de “Titanic” (James Cameron, 1997) y 2 más a mejor canción, por la que obtuvo, en el mismo año, el segundo Oscar con la canción “My Heart Will Go On”, también del film “Titanic”. Además, cuenta con otro gran número de premios y nominaciones, como: 2 Globos de Oro de 10 nominaciones, 2 nominaciones a los BAFTA o 3 Grammy de 9 nominaciones, entre otros.
En sus más de treinta años en este bello arte de la composición de bandas sonoras, ha dejado un número importante de grandes temas que pasarán a la historia de este género musical. Aunque haya voces que levanten críticas hacia su peculiar estilo de autoplagiarse -entre las cuales me incluyo-, en lo que ha sido denominado como “Parabará” -por su similitud onomatopéyica- “conjunto de notas que emplea cuando quiere enfatizar sus composiciones”, artimaña muy recurrente en muchas de sus obras, como podéis ver en el ejemplo que os dejo.
Pero, pasemos a ver cuáles son estos grandes temas y algunos otros no tan conocidos de este prolífico compositor, quien cuenta en su haber con algo más de 150 obras entre cine y televisión.

Comenzaremos en sus inicios, cuando en 1980 compone la melodía del remake, en esta ocasión futurista, de “Los siete samuráis” de Kurosawa. Si el clásico remake del oeste llevaba por nombre: “Los siete magníficos”, aquí, en un alarde de ingenio le ponen por título: “Los siete magníficos del espacio” (Jimmy T. Murakami).
Pero no no salgamos del guión y vayamos a lo que nos trae por aquí. Así él nos deja con una composición que nos retrotrae a esas producciones de ciencia ficción de los años 80, con melodías que nos recuerdan a la de otros consagrados compositores como Goldsmith o Williams.

En 1982, es nuestro autor quien toma el relevo al mismísimo Goldsmith con la composición para la secuela de “Star Trek, la película” (Robert Wise, 1979). En la que sería la segunda entrega de la saga: “Star Trek II. La ira de Kan” (Nicholas Meyer, 1982). Unión que se mantendría en otra ocasión más: “Star Trek III. En busca de Spock” en 1984, donde el propio Spock (Leonard Nimoy) se haría cargo de la dirección -lo haría en dos ocasiones-.

En 1983 tenemos dos bandas sonoras destacables, que no los filmes que la acompañaron: “Proyecto Brainstorm” (Douglas Trumbull), donde nuestro autor nos deja una muestra de su talento en este thriller de ciencia ficción que se desarrolla en un presente real.
Y la pobre cinta, también de ciencia ficción, sólo que en este caso de batallas interplanetarias: “Krull” (Peter Yates, 1983). Lo único destacable en él es, que tenemos a un James Horner en estado puro. Banda sonora sinfónica, donde el compositor mantiene el pulso de las escenas con sus melodías épicas.

Al igual que con otros compositores de larga y productiva trayectoria, me veré obligado, a partir de este momento, a tener que ser muy selectivo con la obra de nuestro autor, ya que la segunda mitad de la década de los ochenta supone el despegue definitivo de Horner.
Así pues, en 1985 compone una nueva melodía para un film de ciencia ficción -más similar en su estilo al de aventura romántica de “ET, el extraterrestre” (Steven Spielverg, 1982)-. Con Ron Howard como responsable del film. Me refiero a la dulce: “Cocoon”.
En Ella, Horner logra combinar sobriamente melodías de tonos mágico-románticos, para mantenernos en una montaña rusa de emociones. Las mismas que experimentan los veteranos protagonistas del film.

En 1986 sería el encargado de poner melodía a la estupenda coproducción europea -Alemania, Italia y Francia-, basada en la trama detectivesca de la genial obra de Umberto Eco: “El nombre de la rosa”.
Quien, acompañado por un buen reparto internacional, encabezado por un sereno Sean Connery. Una estupenda fotografía a cargo del italiano Tonino Delli Colli. Y una soberbia dirección por parte del director francés Jean-Jacques Annaud, hacen de ella una de las mejores películas europeas de la década de los 80.
James Horner, lejos de sus temas sinfónicos, compone una banda sonora atonal, mística y enigmática, con la que refuerza el guión del film.

Del mismo año es “Aliens, el regreso”, en la que sería su primera colaboración con el oscarizado director, James Cameron. En ella, como ya ocurriera en Star Trek, vuelve a relevar a Goldsmith. Componiendo una banda sonora que le llevaría a su primera nominación al Oscar.

Pasamos a 1988, donde nuestro autor nos deja una controvertida e impresionante sinfonía de acompañamiento. Con ella nos detendremos un poco más, ya que hay varios aspectos reseñables.
Primero: en ella se produce un claro plagio de las obras de Schumann: “Rhénane” y Edward Grieg: “Peter Gynt”.
Segundo: que tenemos una de las primeras apariciones del recurrente “Parabará”.
Todo esto que os comento se hace patente en el tema “Elora Danan”.
Si conseguimos obviar todo esto, tenemos una gran banda sonora de una fuerza sinfónica fuera de lo común. Aquella que acompañaría al film fantástico: “Willow”, con Horner de nuevo a las órdenes de Ron Howard.
Fantástica historia de aventuras que narra las peripecias en las que se verán envueltos el pequeño Willow y, el poco fiable, Madmartigan, en el intento de evitar dejar caer a la pequeña Elora Danan en manos de la malvada Reina Bavmorda.

Nos vamos ahora a 1994, donde, en un significativo cambio de registro, James Horner nos deja una romántica y emotiva banda sonora para el film: “Leyendas de pasión” (Edward Zwick).
Película en la que la gran composición de Horner se ve acompañada por una impresionante fotografía de los hermosos paisajes de las montañas rocosas. Aunque, me imagino, que las féminas prefirieron las otras imágenes, las del reclamo femenino: Brad Pitt.
Comentar que, por ella, nuestro autor fue nominado al Globo de Oro.

Y llegamos a 1995, año en el que aunque no llegara a lograr recoger ninguno de los premios a los que fue nominado, sin duda podemos decir que compuso su obra maestra: “Braveheart”.
En ella, el polifacético Mel Gibson interpreta y dirige esta épica película sobre una de las leyendas escocesas: William Wallace.
Film que obtendría 5 Oscar, entre ellos el de mejor director y película. Mientras que su compositor tendría que conformarse con las nominaciones al Oscar, Globo de Oro y BAFTA.

La Academia de Cine Norteamericana, como suele ocurrir en estos casos, recompensó a Horner dos años más tarde, concediendo en 1997 el Oscar por partida doble: mejor banda sonora y canción. En este caso por la composición para el  sobrevalorado film “Titanic”, de nuevo a las órdenes de James Cameron y su monumental superproducción.
Nuestro compositor, aunque no logra la brillantez de “Braveheart”, consigue una más que aceptable obra, que como comentaba, si le llevó a alzarse con los dos Oscar, el Globo de Oro y el Grammy (canción), además de la nominación al BAFTA.

En 1998, vuelve a componer una gran melodía para otra cinta de aventuras, en este caso la del héroe enmascarado mexicano en: “La máscara del Zorro” (Martin Campbell).
Película de entretenimiento, donde nuestro Zorro, Antonio Banderas, se encuentra muy bien acompañado. Por un lado, por la exótica belleza de Catherine Zeta-Jones. Y por otro, por la sabiduría y prestancia del veterano Anthony Hopkins.
Horner compone un tema principal de ambiente ambiguo, más similar a aquellas melodías que evocaban aventuras mágicas en el Cercano Oriente que al México de principios del XIX, lo cual soluciona con otros temas en los que tira de los típicos tópicos hispanos.

Pasaremos al nuevo milenio, ya que en 2001 compone la intimista banda sonora del film británico “Iris” (Richard Eyre). Film que narra la compleja relación matrimonial entre la escritora británica Iris Murdoch y su entregado consorte, John Bayley. Con unas fantásticas interpretaciones a cargo de los veteranos: Judi Dench y Jim Broadbent, el cual se alzaría con el Oscar a mejor actor secundario.
Nuestro compositor realiza una formidable obra de una delicadeza exquisita y tonos románticos que dulcifican el drama.

Es cierto que, Horner, sin llegar a caer en un problema serio de inspiración, empieza a presentar serios síntomas de falta de originalidad en los últimos tiempos, por lo que estos últimos años, aunque participa en grandes producciones, también nos deja melodías que nos recuerda en exceso a otras anteriores.
Así, a partir de este momento, tan solo mencionaré algunas obras que, si bien, no todas ellas le han supuesto un claro éxito al autor, han tenido un lugar destacado en la historia del cine, al ir acompañando a algún film singular.

Así, siguiendo el hilo cronológico, pasaremos a ver una serie de bandas sonoras de filmes épicos en los que Horner vuelve a su autoplagiante parabará.
Comenzamos con el primero de ellos, “Enemigo a las puertas” del mismo año que “Iris” (2001) y de nuevo a las órdenes del francés Jean-Jacques Annaud (“El nombre de la rosa”), James Horner nos deja una nueva composición de su característico estilo, en la que deja poco o nada nuevo y en la que repite cada vez que lo necesita su manido parabará, y peor aún, el tema “Tania” presenta cierta similitud con “La lista de Schindler” del gran John Williams.

2004, “Troya” (Wolfgang Petersen), donde se levanta la polémica por el rechazo de la partitura de Gabriel Yared, a cambio de la improvisada de Horner. Quien vuelve a tirar de recursos trillados y… una vez más… el parabará.

2009, “Avatar”, una vez más a las órdenes de James Camerón, Horner, lejos de lo que cabía esperar para un film en el que se tantos seguidores esperaban un nuevo resurgir. No, Horner, vuelve a hacer de las suyas. Y en un más difícil todavía, logra lo que todo el mundo esperaba que no repitiera… el autoplagio y, una vez más, el parabará.
Aun así, deja algunos bellos temas que nos hicieron disfrutar de la magia del cine y de esta tecnológica, hermosa y visual película, aunque bien hay que decir… de argumento poco original.

Y finalizaremos en 2012, de la mano de Peter Parker en: “The Amazing Spider-Man” (Marc Webb). Si bien no es uno de esos temas de superhéroes que pasarán a la posteridad, al menos, Horner nos deja un gran trabajo de estética apropiada para el film al que va dirigido y de temas épicos muy logrados, quizás, solo le falte ese tema central que logre imbricarse en el personaje, pero por lo demás… bastante logrado.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.