miércoles, 26 de junio de 2013

Bill Conti (Compositor)

Bill Conti

Providence, Rhode Island (Estados Unidos), 1942.

Hoy veremos a un autor que hizo historia en las décadas de los setenta y  ochenta.
Compositor de algunas de las melodías más populares de aquellos años, cuenta con grandes temas que pasarán a formar parte de los anales de la historia del cine. Claro ejemplo de ello lo tenemos con la célebre banda sonora del púgil más famoso del Séptimo Arte, Rocky Balboa.

Con una trayectoria profesional algo irregular pero muy vinculada al mundo del cine. No sólo compone bandas sonoras de películas, sino que también será el autor que más veces ha escrito y dirigido las melodías con la que se han acompañado las ceremonias de entrega de premios de la academia del cine norteamericano (Oscar). Hecho por el que ha obtenido once nominaciones al Emmy, logrando alzar uno de ellos en tres ocasiones (1992-1998-2003).
También son muy reconocibles algunas de las composiciones realizadas para la pequeña pantalla en los años 80, como son el caso de los populares temas de las no menos populares series de televisión: “Falcon Crest” (1981-1990), “Dinastia” (1981-1989, 1991) o “Norte y Sur” (1985, 1986, 1994).

Aunque, como podemos comprobar, es un autor de reconocido prestigio y cuenta en su haber con un número considerable de nominaciones a premios de gran relevancia. Sin embargo, ha logrado alzarse en contadas ocasiones con alguno de ellos, ya que, salvo los tres Emmy mencionados anteriormente, sólo es poseedor de un cuestionado Oscar. Tema del que hablaremos con algo de más detalle a continuación.

Una vez presentada la tarjeta de visita de nuestro autor de hoy, pasaremos a conocer algunas de las melodías que le han reportado su merecida fama.

Este italoamericano, aprovechando su ascendencia transalpina, lo lleva en sus inicios a probar suerte en el país de sus ancestros, lugar donde escribirá para algunas obras menores de finales de los sesenta. Entre ellas nos encontramos con la coproducción hispano-italiana dirigida por el español José María Elorrieta “Un sudario a la medida” (1969).

Una vez de vuelta a los Estados Unidos entra en contacto con el singular director Paul Mazursky, para el que compone las melodías de varias de sus películas de principios de los setenta como: “Blume enamorado” (1973) y “Harry y Tonto” (1974).

Pero no es hasta 1976 cuando consigue realizar la obra que lo llevaría a su despegue definitivo “Rocky” (John G. Avildsen). Con un guion realizado por el propio Stallone para esta cinta de bajo presupuesto, se filma esta película con la que tanto el actor-guionista, como nuestro compositor, alcanzarían una popularidad insospechada. Y no sólo eso, sino que el film consigue hacerse con un significativo  número de premios de prestigio como el Oscar, Globo de Oro o BAFTA en varias de las categorías más codiciadas.
Así, “Rocky” rompe moldes y se transforma en un icono de los años setenta que trasciende hasta nuestros días. Creando una saga de sucesivas, pero cada vez más decadentes, secuelas sobre el heroico “Potro italiano”.
De lo que estoy completamente seguro, es que gran parte del éxito del film se debió a su banda sonora, y por supuesto, a su compositor. Ya que este logra crear una de las obras más emotivas y motivantes de la historia del cine.
Con ella, consigue el crédito suficiente para volver a ser el autor del siguiente capítulo de la saga del púgil italoamericano. A quien acompañará en todo su dilatado periplo, salvo en la cuarta entrega: “Rocky IV”, de la que se encargaría el otro italoamericano, el compositor Vince DiCola.

Una vez conseguido el objetivo de entrar con esta composición en ese selecto grupo de músicos populares de Hollywood, pero aún con muchas cosas por demostrar, escribirá, antes de finalizar la década de los 70, algunas nuevas bandas sonoras para películas; sólo que en esta ocasión con desigual resultado. Así, con varios filmes que intentan claramente copiar el formato triunfante de la anterior, tendremos algunas cintas en las que, de nuevo, se emplea un argumento que gira en torno a un personaje de voluntad inquebrantable, de nuevo, protagonizados por un imparable Stallone, y de nuevo, con música de Bill Conti.
Lógicamente, aunque algunas consiguieran tener un más que aceptable éxito en pantalla, no lograron emular a su antecesora. Claro ejemplo de ello lo tenemos en el film de Norman Jewison, “F.I.S.T”, en 1978.
Film en el que Stallone interpreta a un idealista y reivindicativo trabajador que se enfrentará a los responsables de su fábrica. Quien, en su carrera por conseguir las mejoras que reclamaban los obreros, tendrá que dejar a un lado sus principios y, realizando un pacto con el mismísimo diablo y buscar apoyo en el crimen organizado.
Conti, compone para ella un potente y enfático tema principal, con el que da fuerza al personaje y a su singular historia.

Entes de finalizar la década de los setenta nos deja con el score de la segunda entrega del Potro Italiano: Rocky II” (Sylvester Stallone, 1979). Donde Stallone se implica un poco más si cabe y además de interpretar el papel protagonista, realiza el guion y dirige. Conti por su parte, no sólo mantendrá el estilo de la anterior, sino que le incrementará el ritmo de sus fanfarrias.
Y no será la única, ya que también realiza la ecléctica melodía para el otro Rocky, el de los bolos: “Dreamer” (Noel Nosseck, 1979). Efectivo batiburrillo de melodías populares de los últimos tiempos, en los que se van sucediendo ragtime, jazz, swing, rock and roll,…

La entrada en la década de los 80 la iniciaría con buen pie, así en 1981 compone la estimulante melodía de la fuga futbolística “Evasión o victoria”. Película que  desarrolla el intento de fuga de un grupo de prisioneros aliados en plena II Guerra Mundial y un curioso argumento para un film bélico con el fútbol como tema principal. 
Con un acertado Jonh Huston a los mandos y un reparto de auténtico lujo repartido entre actores de renombre como: Michael Caine, Max von Sydow y una vez más Sylverter Stallone, y grandes figuras del balompié internacional como: Pelé, Ardiles o Bobby Moore, el director desarrollará esta emocionante película a las que pertenecen algunas escenas históricas como la mágica chilena de Pelé, que fueron acompañadas por los solventes temas de Conti. 
Si bien es verdad que no crea nada nuevo, limitándose a copiar formatos de bandas sonoras precedentes como la de las geniales “El puente sobre el rio Kwai” de Malcolm Arnold o “La gran evasión” de Elmer Bernstein, inspirándose para ello en uno de los movimientos de la sinfonía “Stalingrado” de Dmitri Shostakovich. Logrará crear una espectacular partitura con la que da el tono heroico que requería el film.
Desigual fortuna tendría otro de los trabajos de este año: “Sólo para sus ojos” (John Glen, 1981). Único aporte para la saga Bond de Conti. Que, aunque optó al Globo de Oro y Oscar a mejor canción, su banda sonora no pasaría por ser de las más brillantes de la colección del agente secreto.

Tras la tercera entrega de Rocky en 1982, llegamos a la controvertida obra que le otorgará el Oscar a mejor banda sonora en 1983: “Elegidos para la gloria” (Philip Kaufman, 1983). Controvertida por presentar cierta similitud con algunos pasajes de “Los Planetas” de Holst y del “Concierto para violín en D” de Tachaikowsky, por lo que algunos llegaron a considerar que, en todo caso, debería haber sido premiado en la categoría a mejor banda sonora adaptada.
Partiendo una lanza en favor de nuestro compositor decir, que el causante de este desaguisado fue el propio director, quien, antes de contratar a Conti, había pensado usar las melodías de Holst como acompañamiento musical del film, conminándole a incluir estas melodías dentro de su composición.
Curiosamente, Conti, no es el primero ni el último en hacer uso de “Los Planetas” de Holst, así entre otros tenemos a John Williams, Basil Poledouris, James Horner o el plagiador por excelencia, Hans Zimmer, quien llegó a ser denunciado por plagio por la propia fundación Holst tras realizar la banda sonora de “Gladiator”, en donde el tema “Barbarian Horde” copia de forma casi literal el pasaje de  Holst: “Marte”.

En 1984 compone la popular melodía de otra conocida producción: “Karate Kid, el momento de la verdad” (John G. Avildsen), para la que volverá a trabajar en el resto de las secuelas de la saga fílmica, al menos, en los que estuvo Pat Morita como Maestro Miyagi.
Conti compone un intenso tema principal con empleo de pausadas melodías orientales, con el que enfatiza el carácter heroico y pacífico del protagonista.

Vamos finalizando la década de los 80 yéndonos hasta 1987, año en el que compone la bella melodía del film británico “Réquiem por los que van a morir” (Mike Hodges). Curiosa composición que, aunque tenga su base en la música celta, nos evoca melodías italianas, llegando en algunos momentos a presentar cierta similitud con las creadas por el gran Morricone para aquellos solitarios héroes de los spaghetti, en lo que parece ser una alegoría a esos personajes, solo que encarnado en la piel del arrepentido pistolero del IRA.
También en 1987 tenemos la melodía de “Masters del Universo” (Gary Goddard), donde un anabolizado Dolph Lundgren luchará contra el malvado Skeletor metido en la piel del poderoso He-Man. Bill Conti no se complicará mucho la vida y realiza una partitura que nos recuerda en exceso a las conocidas melodías de la saga Star Wars, entre otras.

Es a partir de este momento cuando empezamos a notar un ligero declive en las composiciones de nuestro autor, quien aún conservará el prestigio gracias a sus trabajos anteriores, pero que claramente empieza a dar señales de agotamiento en su, hasta ahora, inquebrantable creatividad; dejándonos a partir de ahora un irregular camino de composiciones y sólo volviéndonos a sorprender en contadas ocasiones.
Un claro ejemplo de lo que os comento lo tenemos en la partitura de la película francesa “El gran azul” (Luc Besson, 1988). Si en la versión original el director se acompañaba de la fantástica y relajante obra de Eric Serra, para la comercialización en los EEUU se opta por que sea Conti el encargado de acompañar al film y, aunque intenta mantener el pulso al francés, su tema no llegará en ningún momento a cuajar, y menos aún, si tomamos como referencia la composición de Serra: “Le grand bleu”… y es que las comparaciones son odiosas.

De esta manera vamos dejando atrás la década de los 80, componiendo alguna nueva banda sonora de la saga del niño karateca “Karate Kid III” (John G. Avildsen, 1989) y entrar en la de los noventa con el que fuera el gran fracaso de taquilla del eterno boxeador: “Rocky V” (John G. Avildsen, 1990), film con el que retoma la relación con el Potro tras su ausencia en la película anterior.

En los noventa, pocas bandas sonoras nos encontramos que merezcan la pena ser mencionadas. Dentro de las salvables, tenemos la bella y emotiva melodía realizada para el corto de IMAX sobre el Parque Nacional de Yellowstone: “Yellowstone” (1994).

Y así,al igual que ocurriera con el gran Elmer Berstein, le pasa a Conti. Viéndose arrastrado en su declive a componer para filmes de dudosa calidad, realizando melodías para comedias de medio pelo “El novato del año” (1993), “El gran scout” (1994), “Napoleón, el perrito aventurero” (1996),…. o acompañando a héroes interpretados por un Stallone con un cada vez más indisimulable síndrome de Peter Pan y un hormonamiento que empieza a quedar algo ridículo en alguien de su edad: “El protegido” o “Rocky Balboa”, último film de una saga que se resiste a finalizar por más años que cumpla su actor protagonista y personaje.
Afortunadamente, al igual que también ocurriera con Bernstein, es capaz de dejarnos alguna pieza destacable, como ocurre en el remake del film de 1968 “The Thomas Crown Affair” (John McTiernan, 1999), donde nos deja una hermosa y trepidante composición cargada de ritmo.

Y aunque nuestro autor permanece en activo, componiendo en 2012 la melodía del film “6 Foot Rule” (Arthur J. Mangano), esta será nuestra última banda sonora por hoy. Por lo que, una vez más, para todo aquel que quiera conocer con más detalle parte de la obra de este singular compositor.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

jueves, 20 de junio de 2013

Ramin Djawadi (Compositor)

Ramin Djawadi

Duisburg (Alemania), 1974

Este joven germano de padre iraní y madre alemana que en 1998 lograba graduarse en la prestigiosa Universidad privada de Boston (el Berklee College of Music) con una calificación de summa cum laude, hacía saltar todas las alarmas en la poderosa empresa se su paisano, el consagrado compositor cinematográfico Hans Zimmer, quien no pierde el tiempo y lo capta para su fértil: Remote Control Production, poniéndolo en un principio en manos de uno de sus discípulos más avanzados, el también alemán: Klaus Badelt.
Recordemos que Badelt, es quien consta como autor de la controvertida y espectacular obra “Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra” (Gore Verbinski, 2003). Y, aunque figura como titular de la obra, fueron nueve compositores de la Remote Control Production, entre ellos, el propio Zimmer y un joven aprendiz, Djawadi, quienes dieran forma a esta sorprendente y reconocida banda sonora. Y espectacular obra si nos atenemos a que el trabajo de coordinación de tantos compositores tan sólo contaría con tres semanas para su realización.
Lógicamente, con tan prometedor comienzo no le iban a faltar trabajos en los que poder demostrar su valía al ahora especialista en música cinematográfica.
He de reconocer, que al tratarse de un principiante y encontrarnos en los albores de su carrera, Djawadi, al igual que ha ocurrido con muchos otros compositores, grandes y no tantos, experimenta una gran influencia en estos primeros trabajos por las tendencias musicales contemporáneas. Algo que el tiempo suele ir neutralizando para hacerlos tender hacia otros estilos más ortodoxos. A esto, podríamos añadirle su especial habilidad a la hora de realizar composiciones de aires árabes. Me imagino, que debido a la influencia cultural paterna.

Bien, pues como comentaba anteriormente, es el astuto Zimmer quien descubre en él su prometedor potencial como compositor de bandas sonoras y, tras un prometedor periodo de aprendizaje bajo la tutela de Badelt, consigue su recompensa y realizar sus primeros trabajos en solitario.
Aunque ya había realizado algunos escarceos en cortometrajes, como el de 2001 para la cinta “Shoo Fly” de Sajit Warrier. No es hasta 2003, con el telefilm “Saving Jessica Lynch” (Peter Markle) cuando compone su primera obra larga. En esta cinta bélica (de un supuesto hecho reale) sobre el rescate en Irak de la soldado norteamericana Jessica Lynch, nuestro autor nos deja una delicada opera prima de alto contenido dramático, a la que añade esos tonos étnicos que comentábamos anteriormente.

En 2004, coescribe junto a Zimmer la banda sonora para la adaptación cinematográfica de la homónima serie británica “Thunderbirds” (Jonathan Frakes), en la que Djawadi compone alguno de los temas, pero en la que el peso de la obra recae sobre el maestro.
Y también, la banda sonora de la saga fílmica de vampiros guerreros “Blade: Trinity” (David S. Goyer, 2004), en la que Djawadi no aporta nada nuevo a las melodías creadas por los compositores precedentes, salvo algunos registros étnicos para incidir sobre la proveniencia iraquí de la nueva amenaza. Por lo demás… nada mencionable, salvo su alto contenido en música electrónica y ritmos cañeros.
Este mismo año, inicia una de las relaciones que le acabará dando algunos de sus mayores reconocimientos de su corta trayectoria, me refiero a los trabajos en series para la pequeña pantalla. En este caso, será la miniserie “Redes” (Mikael Salomon), telefilm en el que, como nuevamente versa sobre terrorismo islámico, vuelve a realiza una partitura de aires arábigos.

En los años inmediatamente posteriores, poco hay que destacar. Así se irán sucediendo algunos trabajos como el de bandas sonoras de algunas series de gran popularidad como el de la interminable fuga carcelaria de: “Prison Break” en 2005. Serie en la que compone sus cuatro temporadas. Siendo nominado al Emmy a mejor tema de inicio en 2006.

Nos iremos ahora hasta el 2008, año en el que compone banda sonora del superhéroe del año “Ironman” (Jon Favreau).
Con un tema principal bastante guitarrero que se alejaba de las típicas melodías sinfónicas empleadas en el resto de superhéroes hasta el momento y que parecía más acorde de acompañamientos para filmes del tipo Fast & Furious o Ned for Speed. Compone una banda sonora que no es mal acogida por la crítica y obtiene la nominación al Grammy a mejor banda sonora original... pero, para gustos...

Entre 2009-2010 componía para otra nueva serie “FlashForward”. Una de aquellas que surgían en el intento de cubrir el hueco dejado por la adictiva “Perdidos” (“Lost”). 
En esta ocasión, la serie se basa en el bestseller de ciencia ficción “Recuerdos del futuro” del canadiense Robert J. Sawyer. Y, aunque no llegaba a las dosis alucinógenas y adictivas de la saga de Abrams, consiguió el efecto metadona deseado para que los desamparados seguidores de “Lost” consiguiéramos desengancharnos de manera progresiva de nuestras necesaria dosis de intriga psicoélica.

En 2010 cambia de registro, y lo hace para acompañar a un videojuego que no es desconocido por nosotros: “Medal of Honor”. Saga comenzada allá por 1999 con Michael Giacchino (Up, Ratatuille, Lost. Quien se encargaría de realizar la melodía hasta 2007).
Lejos de su predecesor, quien había llevado al sumun las melodías de la saga con composiciones de gran calidad y corte marcial; Djawadi rompe con esta corriente, para crear temas modernos en los que vuelven a predominar los sonidos electrónicos sobre los sinfónicos y donde, de nuevo, preponderan los acordes de guitarra. Algo que, afortunadamente, suaviza en su siguiente trabajo para la saga en: “Medal of Honor: Warfighter” (2012). Donde, aunque no consiga romper definitivamente con la anterior, sí al menos, lograba dulcificar la partitura y desarrollaba una composición con mayor predominio sinfónico y un toque más zimmeriano.
De este mismo año es el inicio de la saga épica “Furia de Titanes” (Louis Leterrier, 2010), remake del film de 1981 de Desmond Davis. Y Film que tendría continuidad en 2012 con “Ira de Titanes” (Jonathan Liebesman), en el que Djawadi sería sustituido por uno de nuestros compositores nacionales, Javier Navarrete.
Lógicamente, para un film épico, nada mejor que una composición de las mismas características, así que para ella, Ramin Djawadi, saca todo lo aprendido en la Remote Control Production y nos deja con una melodía del manido estilo zimmeriano en la que nuestro autor aplica su particular toque Persa.

Y llegamos a mi esperado 2011, año en el que una vez más compone para una  serie de televisión, sólo que esta no tiene nada que ver con ninguna de las anteriormente tratadas. Me refiero a la saga de fantasía medieval “Juego de Tronos”.
Basada en la genial e inacabada obra de George R. R. Martin: “Canción de Hielo y Fuego”, y una primera temporada donde lograban una inesperada fidelidad a la obra de Martin, fidelidad que ha ido variando a medida que se iban sucediendo las temporadas. Algo que, por otra parte, y debido a la densidad y complejidad de la novela… era más que esperable.
Pero nada más lejos que obtener una crítica negativa por mi parte, ya que era plenamente consciente de la dificultad de trasladar esta magnífica obra de Martin al celuloide. Y una vez visto el resultado obtenido, podemos decir con total franqueza, que raya la calificación Cum Laude.
Lograr retratar con el detalle que lo han hecho las diferentes ciudades, entornos de los Siete Reinos y las Ciudades Libres. Desarrollar los complejas personalidades de sus personajes: héroes que se convierten en bandidos, malvados que no lo son tanto, o paladines que bajo una capa de bondad esconden su lado más oscuro. 
Y ¿cómo no?... Tyrion Lannister. Ese Gnomo... cerebral, ácido, despiadado y… humano… muy humano. Magistralmente interpretado en la serie por un actorazo como es Peter Dinklage.
Todo esto, me lleva a decir que no me extraña nada que “Juego de Tronos” se haya convertido en una de las series más aclamadas de la historia.
Y no crean que me he olvidado de nuestro autor. Es cierto, que muchas voces se alzaron críticas tras la primera temporada, achacando que no había conseguido captar el ambiente musical que requería el film, algo de lo que yo discrepo. Djawadi no sólo compone un tema de inicio soberbio, sino que sus temas son algo más que aceptables. Y lo que es mejor, han ido desarrollándose con el tiempo, de forma, que Djawadi ha ido madurando con cada temporada, claro ejemplo de ello lo tenemos en los temas: “Invernalia” de la segunda temporada o el "Mhysa" de la tercera. Con los que ha logrado que, incluso sus detractores hayan tenido que reconocer que estaban equivocados cuando dudaron de la capacidad de nuestro autor para tan magno acontecimiento. Con lo que, Djawadi, no solo está a la altura de la serie, sino que le aporta personalidad propia.

Para finalizar, lo haremos con una composición de 2012 para, de nuevo, una serie de televisión, género en el que hemos visto que nuestro autor se ha prodigado mucho: “Vigilados: Person of Interest”.
Se trata de uno de los últimos trabajos para la televisión del polifacético J. J. Abrams, quien en esta ocasión hace de guionista junto al también creador: Jonathan Nolan - hermano del director Christopher Nolan (“El caballero oscuro”) -.

Estaremos pendiente de los futuros trabajos de Djwadi, quien, aunque he de reconocer que se está viendo muy lastrado por el poderoso estilo de su mentor (estilo tan solicitado en estos tiempos que corren), como pudimos observar en "Pacific Rim" (Guillermo del Toro, 2013). Ya hemos visto también que, cuando se lo propone, es capaz de dejarnos maravillas como las que acompañan a mi bienamada "Juego de tronos".

Pues sin nada más que añadir, espero que haya sido de vuestro agrado.


Un saludo.

jueves, 13 de junio de 2013

Mychael Danna (Compositor)

Mychael Danna

Winnipeg, Manitoba (Canadá), 1958.

De nuevo nos encontramos con un compositor ecléctico y versátil. Este canadiense se caracteriza por su facilidad en el uso de melodías y estilos tan dispares como son los ritmos de la música tradicional: celta, india, inuit,… No limitándose sólo en sus composiciones al  folklore, sino que también lo hará con otros géneros, de esta manera se atreve tanto con obras sinfónicas, minimalistas e incluso electrónicas.

Autor que comienza su periplo como compositor de bandas sonoras en 1978, escribiendo el score de la cinta canadiense “Metal Messiah” de Tibor Takács. Consiguiéndose labrar una gran reputación desde entonces hasta nuestros días, tiempo en el que ha aprovechado para componer para un nutrido grupo de directores internacionales tanto en cine como en televisión.
Lógicamente, como buen compositor que se precie, tiene su director estrella, en el caso de Danna es el armenio Atom Egoyan, para el que ha compuesto casi toda su filmografía.

Con él, nos volvemos a encontrar una brillante trayectoria con una triste materialización en reconocimientos. Aunque, al menos,  sí podemos decir que lo ha logrado dentro de sus fronteras, en donde ha obtenido 5 premios de la academia canadiense (Genie) -de 14 nominaciones- y un Gemini (premios TV). A estos hay que sumarles los recientes Oscar y Globo de Oro de 2012 por “La vida de Pi” (Ang Lee). Mientras tanto, se había tenido que conformar tan sólo con algunas nominaciones a diferentes premios como el Grammy, BAFTA, World Soundtrack Award o Emmy, entre otros.

Una curiosidad que presenta este autor es, que en 1996 inicia una fraternal relación laboral con su hermano pequeño, el también compositor, Jeff Danna; coescribiendo el álbum de música celta: “A Celtic Tale: The Legend of Deirdre”. Unión que se hará extensible en el año 1999 a sus trabajos para el cine, componiendo la melodía del film estadounidense “Los elegidos” (Troy Duffy) y estableciéndose de esta manera una familiar relación que se extenderá a lo largo del tiempo con otros trabajos para varios filmes más.

Antes de comenzar a tratar la obra de nuestro autor, quiero hacer un inciso para comentar algo.
Como ya he dicho anteriormente, Danna suele hacer uso de distintos ritmos del folclore tradicional, especialmente del oriental y más concretamente del indio. Esta atracción por las melodías de la India le viene de largo, ya que, es en sus años de estudiante de música en la Universidad de Toronto cuando arrancará su especial interés por ella. Interés que abarca todo el amplio rango de la música de este país: popular, clásico o filmi. A tanto llega su pasión por el folclore de este país, que en su acercamiento lo llevará a conocer a la que se convertiría en su esposa, la  canadiense de origen indio Aparna Danna.
Todo ello, facilitará que, tanto directores indios como canadienses de ascendencia india, se hayan puesto en contacto con él para solicitarle la realización de las bandas sonoras de sus películas, como veremos a continuación.
Llega a ser tan notoria la inclinación que sienta Danna por este tipo de melodías, que lo llevará a no limitar su uso en filmes de una temática específica, usándolos incluso en películas cuyo argumento no precisan de este tipo de ambientes. Cintas, en las que aprovecha estas melodías para crear exóticas atmósferas de turbulenta sensualidad.

Pues sin más dilación, comencemos a tratar la obra de este genio de la composición.

Aunque como he comentado, su inicio en esto de las bandas sonoras fue temprano, recién entrado en la veintena, allá por 1978. No es hasta finales de los 80 cuando comienza a dedicarse seriamente a esto de la composición cinematográfica.

Así en 1987 realiza la melodía para el primer film de Atom Egoyan “La vida en vídeo”, con la que obtendría su primera nominación al Genie.

En 1994 compone la banda sonora del aclamado film de Egoyan “Exótica”. Película que lograría varios premios en reconocidos festivales como Cannes, Valladolid o Toronto. Y composición con la que Danna se alzaría con su primer Genie.
Como podemos observar, se trata de una melodía de ritmos orientales, con la que logra dar el grado de exotismo que requería el título del film, a la vez que plasmaba con ella el sórdido ambiente en el que se desenvuelven los protagonistas.

En 1996 compone la bella banda sonora del visual y colorista film “Kamasutra, una historia de amor”, de la directora india Mira Nair. 
En este film sobre intrigas y romances palaciegos en la India del siglo XVI, Danna utiliza la música originaria de este país con el objetivo de acentuar la sensualidad de las escenas. Aunque en esta ocasión no sea necesario, ya que todo en ella es sensualidad… los bailes, las miradas, los gestos y la voluptuosa belleza de las protagonistas. Aun así, él redunda con su composición, llevándonos al éxtasis en un film donde todo es sugerente, a la vez que se peca de un excesivo recato.

En 1997, tenemos un nuevo trabajo para el director armenio: “El dulce porvenir” (Atom Egoyan). Impactante drama, sobre la demanda interpuesta por un pertinaz abogado (Iam Holm), tras el accidente del autobús escolar de un pequeño pueblo de Canadá, en el que fallecen todos los niños que transportaba.
En cuanto a la banda sonora, destacar el memorable tema de corte renacentista realizado por Danna: “The Sweet Hereafter”. Bella obra que gira en torno a este tema principal y que le valdría de nuevo el Genie a nuestro compositor.

2001 nos deja con una de las composiciones más vibrantes de nuestro autor. Gracias al nuevo trabajo para la directora india Mira Nair, quien realiza un original despliegue de luminosidad y color. Sólo que en esta ocasión, trasladándonos a la india de finales del siglo XX,  dejándonos esta soberbia comedia sobre conflictos generacionales.
En ella, la directora nos deleita con una mágica película llena de momentos musicales al más puro estilo bollywoodense, algunos de ellos, con temas populares indios, y otros, con melodías originales de nuestro compositor, como el alegre y vital: “Baraat” -posiblemente, la melodía más popular de nuestro autor-.

En 2002, en el que será su siguiente trabajo con Egoyan, compone la banda sonora de “Ararat”. Drama en el que el director muestra como perduran en el Canadá actual las viejas heridas causadas por el genocidio armenio (1915-1923), a través de dos familias, una armenia y otra turca.
Para acompañar la cinta, Danna vuelve a tirar de melodías tradicionales, sólo que en esta ocasión empleará el folclore armenio, con el que consigue dar al film un ambiente nostálgico.

Continuando con sus dotes como compositor de melodías étnicas, en las que se atreve con culturas de lo más diversas, tenemos en 2003 el heterogéneo romance del film canadiense “Perdidos en la nieve” (Charles Martin Smith). 
Danna, siendo fiel al entrono ártico y a la joven inuit que forma la pareja protagonista, compone una melodía de corte tribal de los aborígenes americanos, con el que logra enmarcar a la película en su ambiente natural a la vez que consigue cargar de emotividad las escenas.

2005 nos traerá una de las obras más bellas de nuestro autor, en este caso para la directora indocanadiense Deepa Mehta y su película “Agua”. Film que forma parte de la tetralogía de los elementos: Fuego, Tierra, Agua y Cielo.
Drama en el que se nos narra la crueldad a la que se verá expuesta una niña de 8 años, obligada a seguir las tradiciones cuando tras su matrimonio con un anciano moribundo se vea obligada a pasar el resto de su vida consagrada a la memoria del fallecido.
Decir, que la película se desarrolla en los últimos días de la India colonial, por lo que, en esta banda sonora en la que el artista indio A.R. Rahman se ocupa de las canciones, Danna hará lo que pocos como él saben hacer, fusionar sonidos étnicos. En esta ocasión, con melodías tan dispares como son las del Indostán y los tonos celtas británicos. Por ella, volvería a obtener el Genie de la academia canadiense.

En 2006 interviene en la fantástica banda sonora del estupendo e irreverente film indie: “Pequeña Miss Sunshine” (Jonathan Dayton y Valerie Faris).
Tengo que comentar, que en su mayor parte se trata de arreglos sobre temas originales de la banda DeVotchKa. Y que, para lo que realmente se contrata a nuestro compositor es para ayudar a la banda a realizar los arreglos de antiguos temas y las nuevas composiciones para el film. Donde DeVotchKa, no sólo aportarán sus melodías, sino que, además, interpretarán sus propios temas.
De esta forma, una de las melodías más populares de la película “The winner is”, se trata en realidad de una adaptación del tema “How It Ends” del homónimo álbum de la banda.
Es por este motivo, que la composición no pudiera optar al Oscar a mejor banda sonora, teniéndose que conformar con la nominación al Grammy.

Del mismo año, es la película “Natividad” (Catherine Hardwicke, 2006), en el que se nos narra el pasaje bíblico sobre la vida de María en Nazaret y su posterior viaje a Belén para dar a luz.
Danna consigue crear una bella partitura con la que logra dar un cariz histórico, místico y épico gracias al uso de composiciones de tono medieval, empleando para ello voces, e instrumentos de la época. Y todo ello, enmarcado en un entorno sinfónico convencional.

En 2009 tenemos la agradable y romántica banda sonora compuesta junto a Rob Simonsen para “(5oo) días juntos” (Marc Webb).
Y del mismo año, es la partitura coescrita junto a su hermano Jeff, para el siempre complejo y excéntrico Terry Gilliam.
Es cierto, que al ex Monty Python hay que entenderlo, sus películas tienden en exceso a la psicodelia, lo que suele hacer algo incomprensible sus argumentos, hecho que compensa con una elevada carga de lirismo y visualidad. Y “El Imaginario del Doctor Parnassus” es un claro ejemplo de ello.
Por tanto, reconozco, que hay que ser muy valiente para ir al cine a ver una película de este director tras una apreciación como esta, pero he de reconocer, que soy un incondicional seguidor de su estrambótica obra.
Bien, pues nuestros hermanos logran realizar una melodía de gran belleza, con la que  acompañan notablemente a esta difícil cinta. Para ello, combinan melodías que van desde lo opresivo a lo mágico, dando continuos giros con los que logran una gran efectividad.

Nos vamos al año 2011, pero lo haremos abandonando el cine y yéndonos a la pequeña pantalla, en la que, una vez más, los hermanos Danna componen juntos. En esta ocasión para la serie de televisión: “Camelot”.
Si podíamos esperarnos una melodía de aires célticos, género al que los Danna parecen tenerle un especial apego, en esta ocasión se alejan de ellos para componer una banda sonora de aires místico-épicos en los que combinan coros gregorianos, voces blancas y potentes temas sinfónicos, logrando crear una atmósfera muy adecuada y un memorable tema de inicio.

Y nos despediremos con su mayor logro hasta el momento, melodía que, aunque posiblemente no sea su mejor composición, no deja de ser una gran partitura. Su laureada “La vida de Pi” (Ang Lee, 2012). Con ella logrará el Oscar y el Globo de Oro a mejor banda sonora, además de la nominación al Oscar a mejor canción junto a Bombay Jayashri por la emotiva canción de cuna: “Pi’s Lullaby”.
Parece ser, que Ang Lee tiene algo de director talismán a la hora de conseguir grandes premios, y más concretamente el del Oscar a bandas sonoras. Ya le ocurrió a Tan Dun en el año 2000 con “Tigre y dragón”, convirtiéndose en el primer compositor chino en lograr la preciada estatuilla. E  igualmente, le ocurre ahora a Mychael Danna, quien, con una larga trayectoria como compositor de bandas sonoras nunca había logrado la nominación al Oscar ni al Globo de Oro, y de una tacada, consigue alzarse con ambos, más otra nominación al Oscar (canción) y al BAFTA.
Bien, pues comentemos algo sobre la banda sonora. Aunque su tema central es de una gran belleza, la composición gira en exceso en torno a él, por lo que puede llegar a resultar algo reiterativa a la hora de escucharla en un reproductor de música. Pero que una vez la oimos incorporada en el film, puedo dar fe de ello, que no lo es. Ya que en la película cumple sobradamente su objetivo, dejándonos un grato sabor de boca.
Lo que sí podemos destacar es que es una partitura de gran delicadeza, rayana en lo místico y que la preponderancia de melodías indias le da un toque muy relajante, muy al gusto de los seguidores de la música “Chill out”, algo que podemos apreciar en el esplendido tema: “Tsimtsum”.

Como hemos visto, Mychael Danna, puede jactarse de ser uno de los compositores más versátiles vistos hasta el momento, capaz de tocar con maestría palos tan dispares como la música tradicional de lugares tan distantes como Armenia, la India, o los tribales de las regiones árticas (Inuit) o de la Europa Occidental (Celta). E igualmente, hacerlo moviéndose en el tiempo, yendo desde el medievo a la música electrónica, algo que está al alcance de muy pocos compositores.

Pues… es todo por hoy, así que sin más me despido, esperando que haya sido de vuestro agrado.


Un saludo.

miércoles, 5 de junio de 2013

Fernando Velázquez (Compositor)

Fernando Velázquez

Getxo, Vizcaya (España), 1976

Si anteriormente veíamos a algunos de nuestros consagrados compositores cinematográficos como el veterano Antón García Abril y los Oscarizados Alberto Iglesias y Javier Navarrete, hoy nos toca dar paso a uno de los jóvenes talentos de nuestro país, Fernando Velázquez.

Este guechotarra virtuoso del violonchelo, compositor de obras de teatro y piezas clásicas, se introduce en la composición de bandas sonoras de manera temprana. Ya en 1996 realiza su primer trabajo para el corto de su paisano Koldo Serra: “Háchame!”, con quien también debutaría en la composición larga diez años más tarde en “Bosque de sombras” (2006). Y quien a su vez, lo pondrá en contacto con el culpable de que su música logre romper las barreras de nuestras fronteras, la otra joven promesa, el director cinematográfico Juan Antonio Bayona. Algo que desde este humilde espacio no podemos dejar pasar por alto, por lo que le damos las gracias al Sr. Koldo Serra por la parte de culpa que tiene en el despegue de este fantástico compositor.

Como ya he comentado anteriormente, nuestro novel maestro inicia su andadura por el séptimo arte con algunos trabajos para cortos cinematográficos, con los que se va labrando una reputación antes de dar el salto a los largometrajes.
Actualmente, con casi 30 cortos a sus espaldas, nos deja entre ellos algunas de sus mejores composiciones, como esta que os traigo para la obra del -también-vizcaíno Oskar Santos “El soñador” (2004). Para ella, Velázquez realiza una delicada y emotiva composición de gran fuerza.

Pasemos ahora a la pantalla grande. Ya sabemos, que realiza su debut en el film de nuestro estimado Koldo Serra, “Bosque de sombras”, en 2006. En esta coproducción entre Reino Unido, Francia y España, que contó con un reparto nacional e internacional de gran altura.  Destacan los papeles masculinos de Gary Oldman y Lluís Homar, y los femeninos de Aitana Sánchez-Gijón y Virginie Ledoyen. Para él nuestro autor compondrá un bello tema principal de tonos melancólicos, que encaja a la perfección con este thriller de entorno rural.
Buena composición, que hacía augurar un futuro prometedor en años venideros.

Pero nuestro joven autor quiere dejar las cosas claras desde un principio, así el 20 de mayo de 2007 se estrena en el Festival de Cannes la opera prima de Juan Antonio Bayona: “El Orfanato”. Film de terror que recibirá más de 10 minutos de ovación tras su proyección.
Obra maestra sin paliativos. Terror sutil con el que llegas disfrutar hasta de los momentos en los que no te atreves a mirar. Estético, dramático y sobrecogedor, pero sobre todo, bello y emotivo film.
Y ¡cómo no!… parte de su belleza se debe a él. Velázquez, en su segundo trabajo se hace adulto, dejándonos estupefactos, aterrorizados y conmovidos, así que dejemos que sea el propio autor el que nos explique lo que pretendía generar con su composición:

No fue otra que nutrir la trama y putear a su par. En ningún caso se pretende una sobreactuación ni estar por encima de la película. Sencillamente se trata de estar a la altura de las imágenes. Al tratarse de un historia de terror psicológico, donde se intercalan momentos de suspense con otros esencialmente melodramáticos, el abanico de posibilidades musicales es francamente amplio combinando partes muy efectistas y violentas con otras enteramente melodramáticas y románticas que me han permitido hacer música al estilo del cine clásico.” (Fernando Velázquez)

…Y ciertamente que lo consigue. La pena es, que no le llegara a reportar ningún merecido gran galardón, teniéndose que conformar sólo con nominaciones a premios de prestigio internacional y nacional, como los World Soundtrack Awards, International Film Music Critics Association Awards, Premio del Cine Europeo  o al Goya y alzándose sólo con premios menores.

Pero como todo gran personaje esconde su particular leyenda negra, en el caso de nuestro autor, la de haber sido el coautor musical junto a Guille Milkyway del pestiño monumental… y creo que me quedo corto de “Gominolas”, afortunadamente, fugaz serie televisiva de 2007. Pero partamos una lanza en favor de él, que como bien dice:

la composición para películas tiene ese componente de disfraz. No eres plenamente tú puesto que tienes que entrar en la idea de alguien que te pone delante un guión, una historia, pero siempre dejas algo de ti a través de la música”. (Fernando Velázquez)

En este caso, había poco que hacer y poco que dejar.

De hecho, logra resarcirse en las otras dos películas para las que trabaja ese mismo año de 2007:
Savage Grace” (Tom Kalin) Coproducción España-USA-Francia, en la que basándose en hechos reales, el director filma una melodramática y turbulenta historia sobre la inestable existencia de Barbara Daly Baekeland, popular personaje de la jet set norteamericana de los años 60.
Para todos aquellos que como a mí este tipo de temas les traigan al pairo, decirles, que al menos Velázquez deja una estupenda banda sonora ambiental en la que combina sabiamente tonos sinfónicos y jazzísticos.
La otra, es la mexicana “La zona” (Rodrigo Plá). Film en el que veremos a una sobria Maribel Verdú intentar imponer un poco de cordura a unos asustados vecinos de un exclusivo barrio residencial, quienes tras un trágico acontecimiento ven perturbada su idílica existencia. Drama social en forma de thriller para el que nuestro autor compone una partitura dramática con la que potenciar el estado de falsa y frágil seguridad a la que se ven expuestos los personajes.

Nos vamos hasta 2009, año en que veremos dos nuevas bandas sonoras de nuestro autor y algo antagónicas.
Por un lado tenemos el score de la paródica “Spanish Movie” (Javier Ruiz Caldera, 2009). Aunque por el film al que acompaña pensáramos que la deberíamos haberlo metido dentro de la lista negra de nuestro autor, nada más lejos de la realidad. Ya que, al igual que el film copia el formato de humor absurdo de las parodias norteamericanas. Aquel que con una serie de gags sobre escenas de conocidas películas españolas intentan sacar alguna que otra sonrisa fácil al sufrido –aunque voluntario- espectador. Él, aplicará la misma idea -sólo que con mejor resultado- a su melodía, parodiando entre otros al mismísimo Antón García Abril y su dabadaísmo, al gran Alberto Iglesias, incluso llegando a realizar una auto-parodia, temas con los que nos deja una simpática composición y… cuanto menos… curiosa.
La segunda se trata del documental “Garbo, el espía” (Edmon Roch, 2009), crónica que versa sobre el  agente doble Juan Pujol García. Espía de nacionalidad española que tuvo un destacado papel en La Segunda Guerra Mundial. Conocido por la inteligencia británica con el alias de “Garbo” y “Arabel” por la alemana, y uno de los responsables de que la inteligencia alemana pensara que el desembarco de Normandía se realizaría en el Paso de Calais.
Velázquez, realiza un más que sobresaliente trabajo, en el que combina dispares melodías que dan lugar a una obra de gran consistencia. En él se irán sucediendo temas dramáticos, burlescos, así como jazzísticos, incluso ritmos caribeños que nos dejan una banda sonora de deliciosa audición.

En 2010, con un Fernando Velázquez lanzado, compone un buen ramillete de grandes bandas sonoras:

El mal ajeno” de nuevo a las órdenes del vizcaíno Oskar Santos, firma la banda sonora de “El sexto sentido” a la española. Sin llegar a la genialidad de sus grandes obras, no se queda muy atrás y crea una delicada obra sinfónica.

Con el lastre de “Alatriste” (Agustín Díaz Yanes, 2006) -película que no consiguió dar todo lo que se esperaba de ella, al menos no todo lo que se esperaba por su asignación económica-, llega a nuestras pantallas “Lope” (Andrucha Waddington), que sin contar con el presupuesto de la anterior -22 millones de la primera por 9 de la segunda- no se diferencian mucho en su resultado final. E igual camino recorren sus respectivos compositores, sólo que ellos salen mejor parados. Así, tanto Roque Baños -del que ya hablaremos en otro momento- como Fernando Velázquez logran firmar dos grandes obras.
Pero como es el momento de Velázquez, digamos que en su caso vuelve a estar brillante, dejándonos una obra muy emotiva y de gran belleza.

Continuando en este productivo 2006, una vez más –y no será la última, como veremos a continuación- compone para una cinta de terror: “Los ojos de Julia” (Guillem Morales). Cinta en la que curiosamente repiten papeles protagonistas dos viejos conocidos: Belén Rueda (El Orfanato) y Lluis Homar (Bosque de sombras). Lejos de los cánones de las composiciones de terror, nuestro joven autor realizará una hermosa melodía de tonos románticos.

Y para finalizar con este 2010, la nueva cinta de terror: “La trampa del mal” (John Erick Dowdle). Película norteamericana en la que Velázquez saca su lado más ecléctico para dejarnos una sinfonía que nos recuerda a ratos a Goldsmith, otros a Williams y mucho, mucho… al gran Bernard Herrmann.

En 2012, tras algunos trabajos menores como la española “Cinco metros cuadrados” (Max Lemcke, 2011)  y la holandesa “Babycall” (Pål Sletaune, 2011), nos deja con otra de sus mejores composiciones: “Lo imposible”. Y una vez más lo hace a las órdenes de Juan Antonio Bayona, quien tras cinco años de espera, nos vuelve a sorprender con este intenso drama basado en hechos reales.
Si el film nos hace llorar a moco tendido, su banda sonora nos inflamará el corazón, llevando el dramatismo de sus escenas a límites muy peligrosos para todo aquel que no quiera perder la compostura en una sala de cine. Para ello Velázquez se transforma, y lo hace adoptando la piel de uno de los más grandes en su etapa más sublime, Don Ennio Morricone. Así, su obra se hace poesía, Fernando Velázquez se encumbra, y ya… nada volverá a ser lo mismo.

El año en el que nos encontramos no está siendo nada malo para él, así, ha compuesto la aceptable banda sonora del film apocalíptico de los hermanos Pastor (Alex y David) “Los últimos días”. Película en la que el joven Quim Gutiérrez y el actor que parece ser imprescindible en las últimas producciones nacionales, el veterano José Coronado, las pasarán canutas en su agorafobica odisea.

Pero donde vuelve a demostrar su gran capacidad compositiva es nuevamente en el film de terror “Mamá”, cinta canadiense del director argentino Andrés Muschietti. En la que Velázquez vuelve a componer una obra  que sabe dar el lugar adecuado a los momentos de terror, así como en los dramáticos e incluso en otros que requerirán de melodías más complejas para las escenas en las que se humaniza al monstruo, como aquellas en la que se nos muestra el amor que se profesan ella y sus desvalidas criaturas; momentos en los que optará por generar el tan recurrente ambiente gótico.

Terminaré mencionando su último estreno: “Zipi y Zape y el club de la canica”. Una vez más a las órdenes de Óskar Santos, nuestro compositor realiza un nuevo y logrado trabajo con el que acompañar a estos personajes que saltan del papel al celuloide y hacerlo en carne y hueso. Film de aventuras infantiles de la que Velázquez sabe sacar buen provecho para dejarnos con una banda sonora de gran intensidad y belleza y un tema principal bastante interesante.

Y para despedirme, una película que pinta bastante bien, ya que el género al que acompaña suelen dar mucha importancia a su acompañamiento musical y seguro que Fernando no nos defrauda. Se trata de la película británica de fantasía: “El secreto del cofre de Midas” (Jonathan Newman), aún pendiente de fecha de estreno.

Pues es todo de momento, aunque, con un autor tan prometedor tendré dejar el hilo abierto a la espera de nuevos temas que añadir.

Espero que haya sido de vuestro agrado.


Un saludo.