miércoles, 25 de septiembre de 2013

John Powell (Compositor)

John Powell

Londres (Inglaterra), 1963.

Este británico afincado desde 1997 en los Estados Unidos, es otro de la larga lista de compositores que han formado parte en algún momento de su historia de la factoría Zimmer, bien en la Media Ventures o en la faceta empresarial del alemán en solitario en la Remote Control Producction. Por lo que es un autor conocido para el gran público, ya que ha sido autor, tanto en compañía o en solitario, de muchos de los grandes éxitos de la empresa musical, como veremos a continuación.

Sus inicios se remontan a finales de la década de los 80, periodo en el que escribe partituras para spots comerciales. Poco más tarde, ya como asistente de otro de los reconocidos compositores británicos de bandas sonoras, Parick Doyle (“Thor”, “El origen del planeta de los simios”, “Brave”,…), trabajará en la realización de bandas sonoras de este. Colaborando en el popular el film de Kenneth Branagh: “Mucho ruido y pocas nueces” (1993).
Y, aunque su primer trabajo en solitario es para la serie británica “Stay Lucky” en 1989. No es hasta su salto a tierras del nuevo continente cuando, con su flamante contrato de la Media Ventures bajo el brazo, compone el que sería su primer score para un largometraje: “Cara a Cara” (John Woo, 1997).
Es cierto que, aunque no destaque por ser uno de sus mejores trabajos, Powell sí que dejaba entrever su gran potencial, el cual no tardaría en ver la luz en posteriores obras para la factoría zimmeriana.
Así, en su siguiente trabajo empezamos a ver cómo va aflorando el Powell que se vislumbraba en ese primer film. 
El problema radica en que, al ser una banda sonora coescrita con otro de los autores de la Media Ventures, Harry Gregson-Williams, no nos permitiría saber cuál de los dos era el verdadero responsable del toque de calidad en la obra, ya que ambos, por aquellos entonces, contaban con una experiencia pareja y similar cantidad de trabajos a sus espaldas.
La película en cuestión es “Hormigaz” (“Antz”, Eric Darnell y Tim Johnson, 1998). 
Con ella nos encontramos de nuevo con Steven Spielberg quien, a través de su productora DreamWorks, intentaba hacerse hueco en un espacio que parecía estar reservado única y exclusivamente a la factoría Disney. Spielberg, una vez más dando muestra de su gran talento, crea un producto novedoso que, aunque parece ir destinado al público infantil, contentaría a más de un adulto. Esto es debido al cambio que realiza en la estructura del film. Cinta cuyos diálogos cargados de ironía y dobles sentidos escapan al entendimiento de los más jóvenes, pero no al de sus adultos acompañantes. Loable giro dado por el visionario Spielberg que parecía saber cuan agradecido quedarían los incondicionales padres a la hora de acompañar a sus jóvenes vástagos y encontrarse con este nuevo estilo de película de animación.

En el año 2000 volvemos a encontrarnos con Media Ventures y el dúo Williams-Powell componiendo para un nuevo film de animación, “Chicken Run: Evasión en la granja” (Nick Park y Peter Lord). Comedia en la que los compositores muestran cierto eclecticismo haciendo guiños a clásicos de fugas como las melodías de Bernstein para “La gran evasión” o las de Malcolm Arnold en “El puente sobre el rio Kwai”, así como de otros ritmos que nos sitúan en un periodo inespecífico de los años 40 y cierto toque rotiano. Y todo ello, sin olvidar el característico sello de la Media Venture. Conjunto con el que consiguen crear una estupenda banda sonora alegre, vital y bastante épica.
En 2001, con DremWorks de nuevo a la carga, y esta ocasión con los deberes muy bien hechos, nos volvemos a encontrar al dúo en una de las grandes sorpresas de la animación de los últimos tiempos: “Shrek” (Andrew Adamson y Vicky Jenson). Si en “Antz” DreamWorks demostraba que la animación podía ir destinada realmente a todos los públicos, con “Sherek” da un paso más allá y lo cuadra, creando una película de aventuras, romántica y cómica con la que se saltarán todos los patrones vistos hasta el momento. Así, tenemos como un sufrido y enamoradizo príncipe azul, un ogro verde, feo y poco escrupuloso, queda al mando de la nada fácil tarea de salvar a una, no tan desvalida, doncella u llevando como única compañía a un insufrible burro parlanchín.
Ambos compositores lograrán crear una magnífica obra con la que acentuarán cada uno de los muchos matices del film. Score que se verá amplificado con las canciones que se acompaña la cinta, donde, por esta vez, no restarán protagonismo, sino que se complementarán magistralmente.

Aunque no todo en nuestro autor se limita a la animación, ni a componer en compañía de Harry Gregson-Williams. Así lo vemos en películas como “El caso Bourne”. Película en la que se crea uno de esos curiosos vínculos director-compositor, ya que Doug Liman volverá a requerir de los servicios de nuestro autor para el resto de sus trabajos a partir de este momento. Y eso que no es precisamente uno de los mejores trabajos del Powell; pero que, sin embargo, le valdrá para componer en las dos siguientes películas de la saga -“El mito de Bourne” y “El ultimátum de Bourne” (Paul Greengrass, 2004 y 2007)- donde, sin tampoco llegar a sobresalir, mejora algo.

Donde sí brilla con algo de más energía es en la cinta futurista de 2003 “Paycheck”, de nuevo a las órdenes de John Woo (“Cara a cara”). En ella compone una trepidante partitura sinfónico-electrónica cargada de tensión. En una cinta en la que su actor principal, el irregular y polifacético Ben Affleck, fue galardonado con el premio a peor actor en los premios Razzie.

Es de nuevo con una cinta de animación cuando John Powell, esta vez en solitario, consigue su siguiente trabajo destacable: “Robots” (Chris Wedge y Carlos Saldanha, 2005). Alegre composición con la que Powell se va haciendo cada vez más necesario para los filmes de animación.

Así, un año más tarde hará lo propio en “Happy Feet: rompiendo el hielo” (2006). Película australiana que insolitamente obtuvo el Oscar a mejor cinta de animación en 2006 y en la que Powell nos vuelve a dejar una muestra de su versatilidad creando un variopinto e interesante score.
En 2011 continuaría haciendo lo propio para “Happy Feet 2”, película en la que también vuelve a repetir George Miller a la dirección.

2006 será un año especialmente productivo y exitoso, ya que a la mencionada “Happy Feet” tenemos que añadirle la incorporación del compositor a dos grandes franquicias, por un lado, la de los mutantes del Sr. Xabier en “X-Men: La decisión final” (“X-Men 3”, Brett Ratner). Film en donde la épica del discípulo aventajado de Zimmer va que ni al pelo, pero en la que curiosamente Powell hará recaer gran parte del peso de su banda sonora en un hermoso tema romántico.
Por otro, su incorporación a la saga animada más exitosa de la Blue Sky: “Ice Age”, donde Powell toma el testigo a David Newman para asentarse en ella definitivamente. Y así, componer las bandas sonoras de “Ice Age 2: el deshielo” (Carlos Saldanha), “Ice Age 3: el origen de los dinosaurios” (Carlos Saldanha y Mike Thurmeier, 2009) e “Ice Age 4: la formación de los continentes” (Steve Martino y Mike Thurmeier, 2012). Todas ellas con su particular estilo sinfónico y en las que incluirá un interesante grupo de temas llenos de ritmos, muy vivaces y alegres.

2008 vuelve a ser un buen año para nuestro compositor, ya que en él acompañará a varias películas que, de no haber llevado sus melodías no habrían dado el mismo resultado, aunque muchas de ellas fueran grandes películas por sí mismas.

Comenzaremos con el score para el film protagonizado por el Sr. Will Smith “Hancok” (Peter Berg, 2008). He de reconocer que las payasadas del Sr. Smith no me hacen ni pizca de gracia, ni ahora, ni en su faceta como príncipe de Bel Air, por lo que lo único que conozco del film es su música y no sé cómo queda dentro de él, y, como banda sonora, aunque Powell no haga nada nuevo, está bastante bien.

La siguiente obra destacable de este 2008, en esta ocasión coescrita con el mismísimo jefe: Hans Zimmer, es la fantástica melodía de la nueva y acertada creación de la DreamWorks: “Kung Fu Panda” (Mark Osborne y John Stevenson). Lógicamente, al estar el jefe metido en el proyecto se aplica el efectivo formato Media Ventures -ahora reconvertida en la Remote Control Productions-, sólo que añadiendo un ligero toque oriental.
Tan buenos resultados obtienen que, algunos años más tarde, vuelven a hacerse cargo de la secuela del panda karateka: “Kung Fu Panda 2” (Jennifer Yuh, 2011).
Película en la que mantienen el tema principal y en la que si notamos cambios destacables es que, a la ya enérgica banda sonora del primer film, le subirán unos puntos más, algo que parecía realmente imposible pero que ellos consiguen.

Pero si hay una banda sonora que merezca la pena ser destacada en este 2008 -ya que un servidor piensa que es de las mejores composiciones de nuestro autor- es nuevamente  otro gran film de la Blue Sky. Sólo que en esta ocasión se trató de una película de animación con una temática algo alejada a las anteriormente vistas, ya que, aunque nuestro personaje tenga que enfrentarse a un gran reto, la cinta en sí destila ternura, te lleva a hacerte curiosos planteamientos metafísicos y, a su vez, es un divertido disparate surrealista. Por lo que me hace pensar que no logró el éxito esperado debido a:
- Ni los niños a los que iba destinado pudieron percibir todo su encanto, ya que la gran obra de Dr. Seuss se encuadra en un pensamiento algo complejo y no al alcance de muchos niños de corta edad.
- Ni todos los adultos estamos dispuestos a ir al cine a ver una cinta de animación, por muy agradable que esta sea, sin la compañía de los anteriores.
La película en cuestión es “Horton” (Jimmy Hayward y Steve Martino). Y Horton es un simpático elefante que descubre otro mundo dentro de una mota de polvo…
Pues bien, a esta hermosa joya de la animación, Powell, supo dar con su música todos los matices que ella requería: la alocada consciencia de sus personajes principales, la delicada magnitud de la situación –un mundo en manos de un disparatado aunque encantador elefante-, así como el dramatismo de alguna de sus escenas.
Con ella disfrutamos de una emotiva composición en la que Powell destila positivismo y ternura, a la vez que recalca el especial tesón de los dos simpáticos héroes a la hora de enfrentarse a los problemas que genera su increíble descubrimiento.
Gran trabajo, tanto el de Powell, como el de los directores, que merecieron algo más de reconocimiento del obtenido.

Y para finalizar este 2008, no podía faltar: “Bolt” (Chris Williams y Byron Howard). Cinta en la que vuelve a hacer acopio de la electrónica, para dejarnos temas muy al gusto de los agentes Bond o Bourne y con toda la vitalidad y sutileza poweliana.

Y llegamos a la que es su primera nominación al Oscar: “Cómo entrenar a tu Dragón” (Dean DeBlois y Chris Sanders, 2010). No es que sea mejor que otras de nuestro autor, aunque, sí puede apreciarse un incremento en la fuerza de su componente épico-étnico. Pero, aun siendo una gran obra sinfónica, presenta muchas similitudes con otras obras precedentes como “Horton” o “La Edad del Hielo”, a las cuales, personalmente creo, no supera, al menos, no a la primera.
Lo que estaba claro es que, alguna vez tenía que llegar, ya que el autor se lo merecía.

En 2011 tenemos a un fantástico Powell encasillado en películas de animación -algo que espero no suene a recriminación por mi parte, ya que nada estaría más alejado de mi intención-. En donde, gracias a  ello, nos dejará con un buen surtido de fenomenales scores en los que desarrollará su particular y alegre estilo. 
Así, si ya hacíamos mención a las secuelas de “Kun Fu Panda 2” y “Happy Feet 2”, a estas, tendremos que sumarles la cromática banda sonora de “Río” (Carlos Saldanha). Donde, si ya de por sí la película es una explosión de color, nuestro autor no será menos y nos dejará esta exuberante obra cargada de ritmos brasileiros en una obra donde era obligatorio contar con la presencia del rey de la batucada: Carlinhos Brown. Autor que nos dejará su inconfundible huella en el tema “Market Forro”.
La otra colaboración, es en el descalabro de la Disney: “Marte necesita madres” (Simon Wells). Película que en España no llegó a estrenarse en pantalla grande para salir directamente en DVD. Aun así, Powell, fiel a su estilo, firma un gran trabajo donde realiza algunos guiños a las etéreas melodías de Elfman. Pero en donde, salvo estas muestras de reconocimiento para el compositor de Tim Burton, para el resto, se mantendrá fiel al potente estilo Poweliano que tanto gusta a la Remote Control Production.

Y finalizaremos en 2012, donde además de la cuarta entrega de “La edad del Hielo”, nos deja con la banda sonora para otra nueva adaptación de la obra de Doctor Seuss por parte de la Blue Sky. En este caso se trata de “Lorax. En busca de la trúfula perdida” (Chris Renaud y Kyle Balda). Película con un bello y educativo mensaje sobre la codicia y sus consecuencias medioambientales que, aunque lo intenta, no consigue alcanzar la magia de “Horton”.
Y, aunque Powell vuelve a repetir el formato que tan buenos resultados le había dado en otras ocasiones, esta vez, ni él, consigue dar el empujón que necesitaba el film, que sin ser malo, le faltó algo de sustancia o le sobró mensaje.

Terminaré, comentando algunos de sus próximos trabajos pendientes de estreno, ya que en 2014 se prevé salgan “Rio 2” (Carlos Saldanha) y “Cómo entrenar a tu Dragón 2”. Y en 2016 la tercera entrega de “Cómo entrenar a tu Dragón” ambas con Dean DeBlois como director.

Y es todo por el momento, sólo esperar que haya sido de vuestro agrado.


Un saludo.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Howard Shore (Compositor)

Howard Shore

Toronto (Canadá), 1946.

Hoy veremos a otro ecléctico y versátil autor, ya que este prolífico y consagrado compositor canadiense puede presumir de haber compuesto para casi todos los géneros cinematográficos, desde los románticos, hasta los de terror, pasando por los de aventuras y acción, e incluso algunos, realmente inclasificables.

Aunque sus inicios no podemos considerarlos deslumbrantes, con bandas sonoras muy condicionadas por sus trabajos junto al intrincado, difícil y sorprendente director David Cronemberg, con quien ha mantenido una estrecha relación desde sus comienzos en el Séptimo Arte, allá por los años setenta. Shore, siempre con un estilo sinfónico muy elaborado, consigue, a partir de la década de los 90, afianzarse en la industria cinematográfica norteamericana componiendo para filmes de gran éxito.
Pero no es hasta la entrada del nuevo milenio cuando, un Howard Shore reinventado, logra firmar la obra que lo llevaría al estrellato. Sí, aquella que acompañó a una de las mejores adaptaciones cinematográficas que se han hecho sobre narrativa fantástica, la maravillosa trilogía de Tolkien: “El Señor de los Anillos”.

Como va siendo normal con otros autores vistos anteriormente, y nuestro autor de hoy no es una excepción, Howard Shore inicia su carrera compositiva en la televisión, colaborando en programas como el show canadiense “Spellbound” (1974) o en el revolucionario late show norteamericano “Saturday Night Live” (entre 1975 - 1980).
El salto a la pantalla grande lo dará en 1978 con la película de misterio, la canadiense “I Miss You, Hugs and Kisses” de Murray Markowitz. Pero no es hasta un año más tarde (1979) cuando comienza su relación con, el también canadiense, David Cronemberg. Director con el que establecerá una estrecha relación que lo llevará a componer en casi toda su filmografía a partir de esa fecha.
Y es así como Howard Shore inicia su singladura en esta bella profesión como compositor de bandas sonoras.
Es cierto, que sus tres primeros trabajos para Cronenberg: “Cromosoma 3” (1979), “Scanners” (1981) y “Videodrome” (1983), no dejaron mucho que destacar, salvo su utilidad a la hora de ambientar los filmes del director, películas de terror en las que nuestro autor lograba dar con sus melodías la angustiosa y requerida atmósfera.

Es en su cuarta película junto al director cuando Shore empieza a dar muestras de haber tomado el pulso, tanto a Cronemberg, como a las exigencias de su trabajo; encontrándonos a un compositor mucho más maduro y seguro de sí mismo. Y así es como Shore, muy acertadamente, logra sumergirnos en un entorno muy herrmanniano en esta nueva versión de “La Mosca” (“The Fly”, 1986). Remake del film de 1958 para la que escribirá esta tormentosa partitura con la que consigue enfatizar la pesadilla en la que se hunde nuestro mutante protagonista.

Ya por estas fechas nos encontramos con un autor de merecido reconocimiento, hecho que le abre las puertas a la hora de trabajar con otros directores y, sobre todo, trabajar para la poderosa industria cinematográfica de los EEUU. Sin embargo, vuelve a ser en otro film de Cronenberg con el que consigue dar en la diana. En esta ocasión, acompañando a la obra de culto del director canadiense: “Inseparables” (1988).
Obra en la que el director vuelve a adentrarnos en un turbulento drama psicológico, en la que contó para ello con la  magistral interpretación del flemático Jeremy Irons en el difícil doble papel de los gemelos Mantle, y para la que nuestro compositor creará la hermosa partitura que se sustenta en un equilibrado juego de temas dramáticos-románticos. Toda ella, rebosada de un marcado y sutil aire de pesimismo que ayudará al director a prepararnos para el trágico desenlace.
Un tema con el que podemos deleitarnos en esta fantástica banda es “Suicide” con su reconocible y premonitorio final, del que volveremos a hablar más adelante.

En 1991 obtiene la recompensa de ser el encargado de acompañar al film triunfador de aquel año: “El silencio de los corderos” (Jonathan Demme). Y, aunque su melodía cumple… no sobresale.
Tampoco sería mencionable su siguiente trabajo junto a Cronenberg este mismo año, si no fuera por el cambio sustancial que experimenta su obra, o… que seas un jazzista empedernido. Ya que, para el dislate psicotrópico de “El almuerzo desnudo”, Shore, compondrá un score que gira en torno a temas jazzísticos con los que los entendidos del género musical pudieron disfrutar, más aún, si a todo ello le sumamos con que contaría para su interpretación con el mismísimo Ornette Coleman.

Tras esta, nuestro compositor escribe algunas partituras para varias películas de mayor o menor éxito, de entre las que podemos destacar el film de Jonathan Demme: “Philadelphia” (1993), en el que toda la gloria musical se la llevaría la oscarizada canción de Bruce Springsteen “Streets Of Philadelphia” o la siguiente obra de Cronenberg “M. Butterfly” también del mismo año (1993).

Y como curiosidad tenemos la composición para Tim Burton en “Ed Wood”. Una de las pocas ocasiones en las que el director no se acompaña de su particular compositor, Danny Elfman. Quien rechazó el encargo de escribir la banda sonora.
Hecho, que obligaría a Tim Burton a tener que echar mano de Shore, quien me imagino que, obligado por el propio Tim Burton, mantendrá el estilo compositivo de Elfman para, aun así, conseguir un más que destacable trabajo.

En 1995 es el encargado de acompañar a uno de los filmes que no dejó a nadie indiferente: “Se7en” (David Fincher, 1995). Película con un guion sobrecogedor, unas aceptables interpretaciones a cargo del guapo de Brad Pitt, la cándida Gwyneth Paltrow y la notable actuación del sereno Morgan Freeman. Interpretaciones que acabarían siendo eclipsadas por la majestuosa puesta en escena de un demoledor Kevin Spacey, quien, en su breve pero estremecedora interpretación, se hace con el pulso interpretativo del film con su redentor personaje.
Shore por su parte, logra crear una opresiva atmósfera con la que amplifica el sórdido argumento y da intensidad a sus escenas. Ejemplo de ello lo tenemos en el sobrecogedor “Envy and Wrat”, tema que acompaña a la escena de los dos últimos “pecados”.

1996 será el momento para la gran melodía del falso documental: “Looking for Richard”. Film donde nos encontramos con un polifacético Al Pacino que, dirige, interpreta y coescribe el guion.
Curiosa adaptación de la obra de William Shakespeare: "Ricardo III", para la que Shore crea esta hermosa composición coral-sinfónica, con la que genera una potente y bella atmósfera medieval.

Pero si hasta el momento nuestro autor había pasado algo inadvertido para la gran mayoría de los mortales, tras la saga que veremos a continuación, Shore, saldrá lanzado a cotas insospechadas de popularidad. Aunque, tristemente, siempre muy alejado de los fenómenos de la música comercial tipo Justin Bieber y Cia.
Así que pasemos a ver la obra que lo lanza al estrellato, que no es otra, que la banda sonora de la gran trilogía basada en la obra de J. R. R. Tolkien: “El Señor de los Anillos” (Peter Jackson, 2001 - 2002 - 2003).
Como ya comentaba al inicio de este post, con ella, Shore se reinventa. Y aunque bien es cierto que no todo en esta gran obra del compositor es nuevo para nuestros oídos, como podemos observar en el “Foundations Of Stone” perteneciente a la segunda entrega: “El Señor de los Anillos: Las dos torres” - tema de donde saldrá el leitmotiv que se asocia al anillo y su maléfico poder -. En el cual, si escuchamos atentamente, podremos observar su similitud con el final del tema “Suicide” del film de Cronenberg “Inseparables”, del que ya comenté algo más arriba que volveríamos a ver. Del resto, podríamos decir que es sumamente original en la obra de Shore.
Pues bien, si el señor Peter Jackson conseguía dejarnos boquiabiertos con su lograda adaptación de Tolkien, una parte muy importante de ello la tuvo nuestro amigo quien, con una deslubrante banda sonora cargada de leitmotivs, lograba crear el ambiente perfecto para acompañar las distintas regiones de la Tierra Media, sus diferentes razas y personajes, así como a los grandes sucesos que en ella acontecen. Score en el que no sólo brillarán temas joviales como el de “La Comarca” - para la que Shore se inspira en la obra del noruego Edvard Grieg “La mañana”-, sino que también lo harán tanto los temas de corte épico, como los más tenebrosos relacionados con el lado oscuro, así como los místicos élficos.
Lógicamente tan magna obra obtendría su recompensa en forma de premios. Así, además de alzarse con su primer Oscar a mejor banda sonora original en por la primera entrega (La comunidad del anillo), también lo haría en una segunda ocasión por el de la tercera (El retorno del Rey). Pudiendo haberlo conseguido también en la segunda, de no haber existido una norma que prohibía nominar bandas sonoras basadas en bandas sonoras anteriores. Norma que, afortunadamente, desaparecería en 2004 permitiendo a Shore hacerse con su segunda estatuilla por “El Señor de los Anillos: el retorno del Rey”. A los que tendremos que añadir el otro Oscar conseguido por la emotiva canción interpretada por la cálida voz de Annie Lennox: “Into the West”, también de “El retorno del Rey”. Y a todo ello, sumarle 4 Grammys, 2 Globos de Oro e innumerables nominaciones a grandes premios.
Es cierto, que no hay unanimidad a la hora de ponernos de acuerdo entre los bsoadictos sobre cuál es la mejor banda sonora de la trilogía, así que lo mejor será tratarla como un todo y de esta forma desgranar sus temas más singulares, de la que, lógicamente, yo tengo mis preferencias.
Para facilitar su ubicación veremos los temas en el film en el que aparecieron por primera vez.
Así, de la primera entrega: “El señor de los anillos: la comunidad del anillo”, me quedaría con:
La ya mencionada melodía de La Comarca, de título: “Concerning Hobbits”, la hermosa melodía que contiene el tema central “The breaking of the fellowship” o la épica “The bridge of Khazad-dûm”.

De “El Señor de los Anillos: las dos torres”, con la también mencionada “Foundations Of  Stone, la sorprendente The riders of Rohan,  la místico-épica “Isengard Unleashed” o la potente “Forth Eorlingas”.

Y para terminar “El Señor de los Anillos: el retorno del Rey”, de la que podemos destacar, aparte de las variaciones sobre temas anteriormente vistos y la estupenda canción interpretada por Annie Lennox, “Into the west”, otros como los impresionantes: “Minas Tirith” y “The white tree

Es cierto que, tanto durante, como inmediatamente posterior a la finalización de la saga, nuestro compositor realizará otras obras de gran calidad, sólo que quedarán totalmente eclipsadas por la vista anteriormente, obras compuestas nuevamente para Cronenberg; así como otras para grandes producciones de reputados directores como Martin Scorcese, con el que comienza una fructífera relación que dará lugar a trabajos como “El aviador” (2004) -film que versaría sobre la vida del controvertido y obsesivo Howard Hughes-, o el remake de la hongkonesa “Infernal affairs” (Alan Mak y Andrew Lau, 2002) por la que Scorcese conseguiría su solitario y controvertido Oscar a mejor director en 2006 por: “Infiltrados”.
Pero es en este mismo año de 2006 cuando Shore vuelve a ponerse al frente de una aventura fantástico-medieval, sólo que en esta ocasión, lo hará para los amantes de las videoconsolas, para quienes creará la sorprendente banda épica del videojuego “Soul of the Ultimate Nation”.
En ella, nos vuelve a demostrar cuán a gusto se encuentra creando estas atmósferas mágico-medievales. 
Y haciendo uso de los recursos que tan buenos resultados le dieron en la trilogía del anillo, vuelve a combinar coros y voces blancas junto a la magnificencia de una gran orquesta sinfónica y nos deja con esta formidable obra de corte épico.

En 2010 compone para el capítulo “Eclipse”, que es el segundo de la saga romántica sobre jóvenes monstruitos: “Crepúsculo” (David Slade). Si bien Shore no consigue superar a su predecesor, Alexandre Desplat, quien en “Luna nueva” había puesto el listón muy alto. Nuestro autor, al menos, logra firmar una partitura aceptable con algunos temas muy destacables como este “Jacob’s theme”.

Una vez más a las órdenes de Scorcese, sólo que en esta nueva ocasión con un film diametralmente opuesto a todos los precedentes en la trayectoria filmográfica del director, nos encontramos con un maravilloso Howard Shore  encargado de poner música a la visual y sorprendente historia de “La invención de Hugo”. Película para la cual crea la bella melodía que le valdría a una nueva nominación al Oscar, Globo de Oro y Bafta.
Scorcese realiza un film que, aunque muy alejado de lo que su público podía esperar de él, no defrauda, y firma una obra intimista de alto nivel lírico que, lejos de lo que pueda parecer, no es una película destinada al público infantil, aunque sí contenga el alma de un niño dentro de ella.
Si original es la obra en la filmografía del director, Shore no se queda atrás y nos deja con una banda sonora delicada, vital y a la vez cargada de misterio. Bella melodía de aires afrancesados que mágicamente nos acompaña en la aventura de los dos niños protagonistas.

Y finalizaremos con su más reciente colaboración para Peter Jackson, la adaptación de la precuela de “El Señor de los Anillos”, “El Hobbit”. Historia que narra las aventuras del primer Mediano viajero, Bilbo Bolson -tío de Frodo-.
Si la trilogía del anillo nos dejaba un grato sabor de boca y con ganas de más, algo que aprovechó la productora para rentabilizar el dinero invertido lanzando posteriormente versiones extendidas con escenas no incluidas en un primer momento. He de reconocer que, después del visionado de la primera entrega de la nueva trilogía, nada hace presagiar que con esta versión de “El Hobbit” vaya a ocurrir lo mismo. Y no creo que la culpable sea la obra de Tolkien, sino la insensata idea por parte de los responsables de querer estirar hasta lo inimaginable una obra corta como es “El Hobbit”. Realizando una película en la que se alarga el metraje hasta lo imposible en favor de obtener un mayor beneficio, pero sacrificando con ello la obra de Tolkien y haciendo estupideces innecesarias como las escenas de los enanos malabaristas, batallas interminables o fugas que parecen sacadas de un parque de atracciones, algo que hace muy patente que el interés de la productora, es más, dar sentido a la versión 3D, que en la fidelidad el texto de Tolkien.
Pero como mi objetivo no es hablar del film sino de su banda sonora, decir que, aunque Shore no hace nada que no hiciera en “El Señor de los Anillos” y vuelve a crear una hermosa obra cargada de momentos mágicos en la que volvemos a disfrutar de algunas conocidas melodías, con la que dar sentido de continuidad a ambas historias. También incluirá otras de nuevo cuño, Leitmotivs para nuevos personajes, lugares, así como para dejar claro que, aunque continuamos en la Tierra Media, se trata una nueva aventura.
En cuanto a la banda sonora, como de momento sólo llevamos estrenada la primera de las tres partes de la que consta la trilogía, sólo podré hacer mención de los temas más destacables de este primer film. Así que tendremos que esperar para poder hablar de las más que seguro grandes melodías que acompañarán a los dos restantes.
Una diferencia destacable entre esta trilogía y la anterior es el peso del lado oscuro. Mientras que en “El Señor de los Anillos” nos encontramos con una lucha a muerte entre el bien y el mal. En “El Hobbit” tenemos una aventura menos trascendental. En ella, aunque los protagonistas tendrán que enfrentarse a innumerables adversidades, sus aventuras no tienen la magnitud de su predecesora. Es por ello que Shore tienda a suavizar la banda sonora y, aunque contiene temas lúgubres para las situaciones donde toman protagonismo seres inmundos y lugares donde estos habitan, no llega en ningún momento a someternos a la continua presión con la que lo hace en la trilogía del anillo, quedando un score más luminoso en el que destaca su recurrente tema principal de corte épico.
Así podemos destacar temas como: “Over Hill” en el que podemos disfrutar del tema principal. La alegre y barroca “A very respectable Hobbit”, la épica “Erebor”,…
Lo que está claro es que, si es que quedaba alguna duda, a partir de este momento, a nuestro autor no le va a resultar nada fácil quitarse el sambenito de ser el compositor de la Tierra Media.

Finalizaré comentando que, aunque inmerso en el proyecto de la nueva trilogía tolkiana de Peter Jackson, Howard Shore permanece muy activo, componiendo nuevos temas para su fiel Cronenberg: “Cosmopolis” (2012). Así como las de su nuevo director fetiche, Martin Scorsese: “The Wolf of Wall Street” de próximo estreno y la anunciada: “Sinatra”, sobre la vida del polifacético artista.

Y es todo por el momento, sólo esperar que haya sido de vuestro agrado.



Un saludo.