lunes, 18 de noviembre de 2013

Johan Söderqvist (Compositor)

Johan Söderqvist

Täby (Suecia), 1966.

Las frías tierras escandinavas están demostrando tener compositores que no solo no son tan fríos, sino que tienen un corazón y un talento, cuanto menos, templado.
Es cierto que no son muchos los autores de estas tierras nórdicas los que logran tener una proyección internacional. Y salvo algunos de los colaboradores de la afamada Remote Control Production del germano Zimmer, como el noruego Thomas J. Bergersen o el islandes Atli Örvarsson llegan a sonar a los oídos, al menos, de unos pocos bsoadictos del cine occidental más comercial. El resto, se queda para aquellas almas inquietas que buscan otro tipo de filmes en mercados minoritarios y, lógicamente, estén muy interesados en bandas sonoras.
El caso que nos trae hoy aquí lo podemos considerar como un punto intermedio, ya que algunas de las obras de Söderqvist, aun acompañando a cintas de producción escandinava, han logrado hacerse un hueco en el mundo de la composición cinematográfica, logrando que su autor alcance el merecido reconocimiento en este difícil mercado.

Johan Söderqvist recaba en 1991 en el cine, tras haber pasado previamente por varias bandas de jazz y grupos de música folclórica. Esto ocurre cuando compone la banda sonora de la película sueca "Agnes Cecilia" (Anders Grönros). Film de temática fantástica sobre la parapsicológica investigación que emprende una niña de 15 para descubrir quiénes son y el porqué de los fantasmas que habitan su casa. Nuestro autor logra un buen debut cinematográfico, creando una obra de corte romántico con la que nos deja una muy buena impresión.
Pero, además, ese mismo año compone para otro film sueco: "Freud's Leaving Home". Cinta en la que establecerá contacto con la directora danesa Susanne Bier, dando como resultado uno de esos repetidos fenómenos... director conoce a compositor... en el que se establece una de esas singulares relaciones, esas en la que director, en este caso directora,  termina por requerir del buen hacer de nuestro compositor para la ejecución de los acompañamientos melódicos de gran parte de su filmografía.

Así, aunque en esta primera etapa nuestro autor no anda muy prolijo en composiciones, sí apreciamos que, gran parte de ellas, irán acompañando las obras de la directora danesa (Susanne Bier), hecho que podemos observar en el film de 1992 "Brev til Jonas", en el de 1994  "Problemas de familia" y en 1995 en "Like It Never Was Before".

Tras este vendrá un periodo poco productivo en el que sus contados trabajos se alternan entre el cine y la televisión, y donde apreciamos un claro distanciamiento por parte de Susanne Bier, quien opta por trabajar con otros compositores en sus siguientes filmes. 
Así llegamos a 2004, año en el que se produce un cambio significativo en la carrera de nuestro compositor, ya que la vuelta de Susanne trae como consecuencia que nuestro autor sea nominado en 2005 a los premios de la academia europea gracias a la banda sonora de la nueva película de Bier: "Hermanos". 
Film que obtiene muy buenas críticas y varios premios internacionales, dando lugar a que en 2009, la industria estadounidense, que parece ser incapaz de comercializar un buen producto que no sea norteamericano, realice el remake de la obra de Bier, solo que en este caso de la mano del director  irlandés Jim Sheridan. Director que contará para ello con un reparto de lujo gracias a la presencia de tres grandes y prometedores jóvenes estrellas estadounidenses: Jake Gyllenhaal, Natalie Portman y Tobey Maguire. Y con el reputado Thomas Newman el el apartado compositivo.
Este trabajo, además de traer de su mano una nueva y productiva etapa junto a la directora danesa, directora que ve relanzada su carrera tras el éxito obtenido, arrastra en su merecido ascenso a nuestro compositor, quien empieza a sacar punta a esto de componer bandas sonoras para el cine.

Pero de momento su siguiente obra destacable sigue siendo de la mano de Susanne Bier: "Después de la boda"  (2006). Película en la que el genial actor danés Mads Mikkelsen, nos demuestra sus grandes dotes interpretativas en su dramático papel de desconcertado filántropo.  Söderqvist opta por una banda sonora de estilo folclórico, en el que incluye temas de corte indio, con el que enmarca y  refuerza al entorno emocional en el que realiza su labor social el personaje de Mikkelsen.


Su primera incursión en el cine más comercial viene de la mano nuevamente de Sussane Bier, ya que para el primer trabajo en los Estados Unidos de la directora cuenta con la colaboración de nuestro autor, quien es el encargado de realizar la banda sonora del melodramático relato sobre el poder de la amistad: "Cosas que perdimos en el fuego" (2007). Película en la que veremos entre otros a reconocidos actores como Halle Berry, Benicio del Toro o David Duchovny.
Lógicamente, al tratarse de un melodrama, nuestro autor, en este caso autores, ya que en esta ocasión compone junto al oscarizado argentino Gustavo Santaolalla, optan por crear un emotivo score de corte dramático con el que contener la aflicción de sus personajes.

Pero es realmente en 2008 cuando nuestro autor logra dar el gran salto profesional, el cual viene de la mano de la aclamada cinta sueca "Déjame entrar" (Tomas Alfredson). 
En este singular romance, nuestro autor opta por generar un hermoso ambiente romántico con el que suavizar el aterrador drama que en él se desarrolla.
Si el film logra dejar esa "agradable" sensación, es en gran medida gracias al fantástico trabajo de nuestro autor, quien llena de ternura el oscuro relato. Con él nos arropa en los momentos más delicados, al igual que huye de las estridencias para los momentos de terror, dando una enorme sensación de calidez al frío paisaje y la turbadora historia.
Como era de esperar la industria norteamericana, con esa obsesión suya por versionar todo lo que traiga buenas referencias del exterior, no tardó en copiar el formato. Así en 2010 realizaba el remake "Let Me In" (Matt Reeves), afortunadamente contaron con Michael Giacchino para realizar la banda sonora, y aunque no logra el excelente resultado de Söderqvist, sí que lograba un más que destacable trabajo.

Con un Söderqvist abriendo fronteras y cada vez más seguro de sí mismo llegamos a 2009, año en el que compone dos nuevas bandas sonoras de gran calidad. Por un lado tenemos la melodía que acompaña a la cinta alemana "Effi Briest" (Hermine Huntgeburth). Basada en la novela homónima de Theodor Fontane, narra la desesperada vida de Effi Bries, joven que es obligada a casarse con un hombre 20 años mayor que ella y la tensa relación que se genera con la llegada a la mansión del joven amigo de su esposo, con el que mantendrá un oculto e idílico romance. 
Manteniendo la linea que tan buenos resultados le habían dado hasta el momento, nuestro compositor mantiene una de esas partituras encaminadas a acompañar romances imposibles, creando una partitura romántica y de gran carga dramática.
El otro lo tenemos en la coproducción entre Alemania-Suiza: "La granja" (Bettina Oberli). Thriller donde vuelve a dejarnos un gran trabajo, donde vuelve a incidir sobre la parte emocional. Así, muy lejos de querer crear tensión a base de sobresaltos con su música, un sutil Söderqvist, logra un perfecta combinación entre melodías que generan un ambiente de nostalgia e incertidumbre.

2010, año en el que vuelve a componer para Susanne Bier y su film "En un mundo mejor", también nos deja la banda sonora de otro de esos grandes y desconocidos filmes salidos de las factorías nórdicas "La isla de los olvidados". Película noruega que narra el duro régimen al que se ven sometidos los jóvenes de un aislado correccional en la isla de Bastøy para cancelar su deuda con la justicia, pero en el que también nos deja una hermosa oda a la amistad y al compañerismo.
Interesante film en el que Söderqvist nos sorprende con un emotivo score en el que, con su particular y melancólico estilo, nos atrapará en esa isla sin salida y pocas esperanzas.

2011, aparte del curioso trabajo para una de esas raras producciones de países exóticos como la cinta de terror filipina: "The road" (Yam Laranas), poco más tenemos mencionable.

Pero en 2012 nos vuelve a dejar otro nuevo trabajo destacable. Ya que se estrena la cinta noruega que nos contó la odisea emprendida por el científico y aventurero noruego Thor Heyerdahl, quien en 1947 empredió junto a sus cinco compañeros la difícil gesta de cruzar el Pacífico en una rústica balsa de madera. Y todo ello, para demostrar que los antiguos habitantes de Sudamérica podrían haber colonizado las islas del Pacífico. 
La expedición sería nombrada "Kon-Tiki" y es el mismo nombre que lleva el film de los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg.
Nuestro autor, lejos de las heroicas composiciones a las que nos tienen acostumbrado los filmes de las producciones norteamericanas, nos deja una bella y delicada banda sonora para acompañar la épica de nuestros intrépidos aventureros.


Pero este año tampoco se desentiende de su directora fetiche, Susanne Bier, creando la melodía de la comedia romántica "Amor es todo lo que necesitas". Además de tenerlo por tierras hispanas componiendo para la cinta fantástica de Juan Carlos Medina: "Insensibles".

Nos despediremos haciendo mención a la exitosa serie coproducida entre Suecia y Dinamarca: "Bron/Broen" (2011-actualidad). Thriller policial en el que nuestro autor ha colaborado como compositor desde el primer capítulo junto a Patrik Andrén y Uno Helmersson. Aunque haya que matizar diciendo que estos no son los autores del tema de inicio, que corresponde al grupo danés "Choir of Young Believers" y su tema "Hollow Talks"
Serie que, gracias al éxito obtenido, también ha visto su remake norteamericano con: "The bridge". Como ya ocurriera con la intrigante serie danesa "Forbrydelsen" (2007-actualidad), más conocida por su copia americana "The killing".

Y es todo por el momento, solo esperar que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Luis Enríquez Bacalov (Compositor)

Luis Enríquez Bacalov


Luis Enrique Bacalov, San Martín, Gran Buenos Aires (Argentina), 1933 - 2017, Roma, Italia.

Este argentino con nacionalidad italiana, ascendencia búlgara y cierto parentesco familiar con otro gran compositor de bandas sonoras argentino, Lalo Schifrin -sus madres eran primas-. Aunque nace en la ciudad argentina de San Martín, a los 20 años parte de su tierra natal para, en un principio, marchar a Colombia con un contrato de pianista y cuatro años más tarde arribar en Europa, primero con una pequeña parada en España, luego Francia y, finalmente, aterrizar en tierras transalpinas donde fija su residencia y termina desarrollando su carrera como compositor.

La carrera compositiva de nuestro autor de hoy, guarda un gran paralelismo con la de su coetáneo, D. Ennio Morricone. Solo que la de nuestro autor parece ir a remolque de la del gran maestro italiano. Y, aunque cada uno crea un estilo propio, ambos, brillan en sus inicios por sus colaboraciones en las sugerentes adaptaciones del western a la italiana, el Spaghetti, para posteriormente, ya en plena madurez, lograr obtener sus más reconocidas composiciones.
Curiosamente, es en este periodo cuando, Bacalov, logra alzarse con uno de los pocos premios que se le habían resistido al transalpino en su brillante carrera como compositor cinematográfico, el Oscar (Morricone solo poseía el honorifico hasta ese momento), pero de esto hablaremos más adelante.

Pasemos a ver ahora la obra más destacable de este nómada compositor. Autor con una extensa carrera a sus espaldas, que cuenta, entre otros, con un ferviente seguidor, el popular director ítalo-americano, Quentin Tarantino. Quien ha empleado varios de sus temas en algunos filmes como: “Kill Bill” (2003) o “Django desencadenado” (2012). Aunque bien hay que decir que este fiel seguidor lo tendrá que compartir con algún que otro compositor dedicado al Spaghetti, entre los que se encuentra su eterna sombra, el Sr. Morricone.

Bacalov se iniciará en el apasionante mundo del compositor de bandas sonoras en la Italia de principios de los 60, y aunque sus primeros trabajos están encuadrados en el género de la comedia: “La banda del buco” (Mario Amendola, 1960), “I due della legione” (Lucio Fulci, 1962), “Vino, whisky e acqua salata” (Mario Amendola, 1963).
No es hasta 1964 cuando logra su primer trabajo reseñable. Aunque en este caso se trate de una adaptación de obras de autores clásicos como Bach, Prokofiev o Mozart, así como de otros temas litúrgicos hebreos o congoleños como el Missa Luba y algún que otro tema propio. Con él logra entrar en las nominaciones al Oscar a mejor banda sonora adaptada en 1966. Y el filme elegido será la mística cinta del controvertido director italiano, Pier Paolo Pasolini, película que versa sobre la vida de Jesús de Nazaret: “El evangelio según San Mateo” (1964).

En el mismo año que era nominado al Oscar, es cuando inicia su relación con el Spaghetti Western. Unión que vendrá de la mano de un título que dio, y sigue dando, mucho juego en el género del western a la italiana: “Django” (Sergio Corbucci, 1966) -la d es muda-.
El film mantiene el formato iniciado por Leone en la Trilogía del Dólar y nos cuenta la historia del solitario justiciero, Django (Franco Nero), quién  cargando con su inusual equipaje llevará a cabo su planificada venganza. 
Bakalov realiza un gran trabajo tanto a nivel lírico como instrumental, creando una de esas obras emblemáticas, que junto con las del sempiterno Morricone, pasarán a los anales del género. Y más ahora, si directores como Tarantino se dedican a desempolvarla  y volverla a poner de actualidad.


Los 60 serán un periodo muy productivo para nuestro autor y el cine italiano en general, quien con una resurgente industria cinematográfica, acompañada por sus también resurgidos y prestigiosos estudios romanos de Cinecitá. Estudios que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el apoyo económico de los Estados Unidos, darían un fuerte empujón a la industria cinematográfica italiana. 
Pero uno de los factores determinantes de este renacimiento en los años 60 es la aparición del Spaghetti Western o western a la italiana. Género que contribuye a abrir las fronteras a un cine italiano menos crítico o intelectual que el cine de sus consagrados directores: Pasolini, Fellini, Rosellini, Visconti o Sica, ya que este buscará fundamentalmente el entretenimiento por el entretenimiento, dando el relevo a otro género muy recurrente en los estudios transalpinos, pero marchito, como es el de los peplums.
Lógicamente, este fenómeno pondrá en el candelero a otros directores que con mejor o peor fortuna logran hacerse un hueco en el escenario internacional. Destacando entre todos ellos el padre de la criatura, don Sergio Leone, quien arrastra hacia el estrellato a sus fieles escuderos, Clint Eastwood como estrella e icono del género, y a su amigo de la infancia, el compositor y genio, Ennio Morricone. Compositor que con sus melodías hace lo propio y logra imbricarse de tal forma en los filmes del director, que da lugar a un nuevo e interesante estilo compositivo cinematográfico.
Aprovechando este filón surgen nuevos directores como Tonino Valerii, Sergio Corbucci, Enzo G. Castellari, Damiano Damiani,… Quienes con desigual suerte realizarán nuevas obras para el género, acompañándose de viejos o nuevos compositores que también lograrán dejar su sello creando algún tema, ahora clásico, del Spaghetti. Esos de los que tanto gusta acompañarse Quentin Tarantino en sus filmes.
Y lógicamente, como ya hemos podido comprobar, Luis Bacalov se encuentra entre uno de ellos.

Así, en este mismo año también firmará la banda sonora de "Sugar Colt" (Franco Giraldi). Comedia western en la que parece ser que Morricone colaboró con nuestro autor, información esta que está sin acreditar, pero que aun siendo así, no deja de recordarnos a otra banda sonora realizada por el transalpino unos años más tardes en otro cómico western: "Mi nombre es ninguno" (Tonino Valerii, 1973). Dando como resultado una composición con un simpático tema principal  y una banda sonora de buen resultado.

Es cierto que, mientras Morricone crea un estilo propio que desarrolla con gran tino en los Spaghettis de Leone, Bacalov prefiere adoptar, en general, un estilo similar al empleado en los grandes western norteamericanos de finales de los 50 y principio de los 60. Así, el mismo año que componía la melodía de “Django” o "Sugar Colt", también nos dejaba otra banda sonora para el Spaghetti co-rodado en tierras transalpinas e hispanas: “Yo soy la revolución” (Damiano Damiani, 1966).

Pero el cine italiano de los 60 no solo es Spaghetti ni pos-neorrealismo, ya que en él también abundan otros géneros como los policíacos,  los dramas o las típicas comedias italianas. Y es en una de estas en la que volvemos a ver a nuestro autor, “El bello Giorgio” (Franco Indovina, 1968). Comedia protagonizada por un altivo Vittorio Gassman, actor cuyo personaje sufre un accidente que lo hace irresistible a las mujeres y a algún que otro animal. Bacalov opta por componer una banda sonora bufa y muy sesentera, con la que acentúa las jocosas peripecias en las que se ve envuelto tan seductor protagonista.

Aun sin agotar el filón del Spaghetti y todavía inmersos en la etapa que sería denominada del “Spaghetti serio”. 
Ya que en estos momentos comenzaba a fraguarse otro spaghetti que acabaría por desbancar al viejo formato. Un Spaghetti burlesco que despega gracias, fundamentalmente, a la buena química que se establece entre dos, hasta ese momento, desconocidos actores italianos, el moloso Carlo Pedersoli y el acrobático Mario Girotti, más populares por sus seudónimos o nombres artísticos: Bud Spencer y Terence Hill. Quienes en su primera trilogía juntos, la dirigida por Giuseppe Colizzi: “Tú perdonas… ¡Yo no!” (1967), “Los cuatro truhanes” (1968) y “La colina de las botas” (1969) cambian el concepto del spaghetti, por otro más irreverente y cómico, que se sustentará además de en la buena química de sus dos actores protagonistas, en sus particulares físicos. Un subgénero que se consolidará en la trilogía de Enzo Barboni: “Trinidad” (“Le llamaban Trinidad” (1970), “Le seguían llamando Trinidad” (1971) e “Y después le llamaron El Magnífico” (1972)). 
Estilo del que el propio Leone no está ajeno y aprovecha para realizar en 1973 el film que unificaría en uno ambas corrientes, el viejo y sobrio con el nuevo y bufo en: “Mi nombre es Ninguno”. Dirigido por Tonino Valerii, emplea en él a dos actores emblemáticos de ambos géneros para simbolizar el cambio. Así por parte del serio tenemos la prestancia de un veterano Henry Fonda, y por el lado del cómico, al propio Terence Hill. Y todo ello acompañado por la fantástica y mimética banda sonora del compositor por excelencia del Spaghetti, Ennio Morricone -banda sonora que ya tratamos con detalle en el apartado “Once upon a time in the west”-.

Como veo que me he apartado algo del tema, retomemos el buen camino y hablemos de la película que nos traía aquí. Film en el que Bacalov vuelve a dejarnos muestras de su gran capacidad compositiva: “La muerte de un presidente” (Tonino Valerii, 1969). Una vez más, nuestro autor mantiene su afinidad por aquellas melodías del western made in USA, pero, en la que a su vez, deja ese sello tan de los western mediterráneos, creando una gran obra en la que se pueden apreciar esos sonidos de aires sesenteros.

La entrada en la década de los 70 no trae grandes cambios y vemos a nuestro compositor escribir en nuevos Spaghettis como “L'oro dei bravados” (1970) o “Le llamaban King” (1971), ambas de Giancarlo Romitelli. Filmes en los que modificará algo su estilo. En el primero, para hacer una composición de aspecto más morriconiano. Y en el segundo, no tan alejado, pero sí más modernista.

Ya metidos en la nueva época del Spaghetti, nos encontramos con el sr. Bacalov componiendo para la comedia, “En el Oeste se puede hacer… amigo” (Maurizio Lucidi, 1972). Curioso film en el que tenemos a Rafael Azcona como guionista, y en el reparto, a Bud Spencer, Jack Palance y nuestro paisano, Francisco Rabal. Sin embargo, el cambio de estilo no logrará sacar lo mejor de nuestro compositor. 

Y aunque sigue componiendo para varios Spaghettis más, el filón del género da indicios de estar agotándose. Bacalov, parece ser consciente de ello y decide que para estos últimos coletazos le basta con mantener el nivel de obras precedentes, bien propias o ajenas.
Destacando entre sus últimas composiciones para el género: “Gran duelo al amanecer” (Giancarlo Santi, 1972), obra que coescribe con Sergio Bardotti y que nos recuerda en gran medida al gran tema compuesto por Morricone para el fantástico film de Leone, “Hasta que llegó su hora” (“Once upon a time in the west”, 1968).
O la del western a la española de 1973: “Un hombre llamado Noon”. Coproducción realizada entre España-Italia-Reino Unido, dirigida por el británico Peter Collinson y que contaría con un reparto internacional encabezado por el norteamericano Richard Crenna.
Bacalov realiza para ella una partitura en donde vemos que empieza a fraguarse ese estilo que acompañaría a gran parte de los filmes italianos de los años setenta. Un sello que parece ser específico de cada país para esta década. Así, si en España nos machacaban con el incansable dabadaismo introducido por el señor Antón García Abril. En Italia cambiaban el dabadá por un menos claro nananá o lalalá. 
Así, en 1976, tenemos el film de acción interpretado por Roger Moore (James Bond, El Santo) “Los ejecutores” (Maurizio Lucidi y Guglielmo Garroni), film en la que nuestro autor parece realizar una versión lalalaista de la banda sonora del western visto anteriormente.

En 1979 tenemos el que es otro de sus grandes éxitos, aunque este sea debido más a la obra que acompañaba que por la composición en sí. Y no es que esta sea mala, ni mucho menos, pero es que con ella dejaba muy claro lo que pretendía.
El film en cuestión es "La ciudad de las mujeres". Primera obra que Fellini realiza sin su desaparecido Nino Rota, y en la que podemos observar como Bacalov rinde un claro homenaje al gran maestro. homenaje para el que crea una brillante partitura que parece haber salido de la mano del mismísimo Rota. 

La década de los 80 es un periodo de cambios, una vez agotado el filón del Spaghetti, Bacalov, se centra sobre todo en trabajos para la televisión, destacando en este periodo la banda sonora del telefilme "Il Cosaro" (Franco Giraldi, 1985). En ella volvemos a ver como nuestro autor vuelve a seguir los pasos del gran maestro italiano, componiendo una hermosa melodía de corte romántico y aires morriconianos.

Pero si nuestro autor es conocido, es gracias a la gran composición realizada en la década de los 90. La culpable no es otra que la controvertida banda sonora que acompaña al film italiano dirigido por el británico Michael Radford ("1984", "El mercader de Venecia"): "Il Postino" (en España: "El cartero y Pablo Neruda", 1994). Film en el que el director británico emula a Tornatore y donde un veterano actor francés, Philippe Noiret , vuelve a dejarnos una emotiva interpretación encarnando al poeta chileno, Pablo Neruda. Interpretación que nos recuerda a la realizada en el otro fantástico film italiano: "Cinema Paradiso". Solo que, en esta ocasión, secundado por un también ingenuo pero algo más maduro partenaire, Massimo Troisi. Actor quien en su último papel -fallecería 24 horas después de finalizar el rodaje-, nos regalaba esta magnífica y recordada interpretación del enamorado y sencillo cartero rural. Y qué hubiera sido de los dos actores sin la exuberante belleza italiana de María Grazia Cucinotta, actriz que completaba el plantel con su papel de la sempiterna amada... Beatrice Russo.
Es cierto, que tanto director como reparto lograban dar una mágica atmósfera al film, magia que la música de Bacalov lograba llevar aun más lejos hasta conseguir enamorarnos. 
No es que en ella surja un Bacalov innovador, y aunque nos encontramos con un compositor añorante que emplea en su obra aquellos sonidos de su tierra natal, su melodía, siendo muy hermosa, acaba en los tribunales por supuesto plagio del tema de 1974: "Nelle mienotti". Canción interpretada por Sergio Endrigo y compuesta por Lazarev, Riccardo Del Turco y el letrista Pablo Margheri. El caso fue cerrado en 2013 con el reconocimiento por parte de Bacalov, acuerdo del que el propio autor terminaría diciendo:
"He aceptado este acuerdo en lugar de seguir con esta historia que después de 18 años habría agotado mis arcas: de haber estado en América habría tenido todas las oportunidades para ganar el caso pero hemos avanzado 80 años y la justicia italiana sigue siendo absurda y lenta. Tras todo este tiempo transcurrido aún no teníamos sentencia. Sigo convencido de que son dos músicas completamente diferente".
Aún así, la composición le valdría en 1994 el premio que tanto se le ha resistido a Morricone, alzándose con el Oscar a mejor banda sonora (drama), además del BAFTA.

Tras esta Bacalov no modifica su estructura de trabajo, componiendo posteriormente algunas melodías destacables como la del film "La tregua" (Francesco Rossi, 1997). Film que narraba la odisea sufrida por un grupo de italianos repatriados del campo de concentración de Auschwitz y en la que un magistral John Turturro encabezaba el reparto. 

Y de esta manera entramos en el nuevo milenio. Periodo en el que un Bacalov, mucho más selectivo, mantiene su relación con el cine y, sobre todo, con la televisión. Dejándonos nuevas joyas como la composición para el telefilme sobre la vida y obra del precursor de la pintura Barroca: "Caravaggio" (Angelo Longoni, 2007).
O la que fue su penúltima colaboración, la coproducción mejicano-estadounidense "Hidden Moon" ("Luna escondida", José Bojórquez, 2012).

Su último trabajo lo veríamos en el remake homónimo estadounidense "Elsa & Fred" (Michael Radford, 2014), adaptación de la película argentina de Marcos Carnevale de 2005.

Y es todo por el momento, solo desear que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.