jueves, 16 de octubre de 2014

Philip Glass (Compositor)

Philip Glass

Philip Morris Glass, Baltimore (Estados Unidos), 1937.


Hablar de Philip Glass es sinónimo de controversia y tesón. Con unos inicios bastante complicados gracias a su particular lucha por salirse de los cánones establecidos, nos encontramos con un compositor que busca su estilo dentro de los patrones del emergente minimalismo musical de los años 60. Encasillamiento con el que nunca ha llegado a estar totalmente de acuerdo, autodenominándose simplemente como compositor de "música repetitiva". 
Lo cierto y verdad es que, independientemente de lo que piense el compositor, su obra, al menos la cinematográfica, mantiene un esquema parecido al de otros autores minimalistas, muy similar a la de compositores vistos anteriormente, como la del británico Michael Nyman.
Así que, por mi parte y aunque le pese a nuestro autor, lo encuadraré dentro del estilo de estas corriente minimalista cinematográfica, corriente a la que pertenecen otros autores vistos anteriormente como el mencionado Nyman o el francés Yann Tiersen. Lógicamente, cada uno presentará rasgos particulares en su obra que los distinguirá a unos de otros. Ya vimos como Nyman buscaba su sello en melodías de un marcado estilo barroco, Tiersen en aires circenses afrancesados y Glass...

Comenzar a hablar de la obra cinematográfica del compositor sin hacer previamente un repaso a sus duros e incomprendidos inicios no me parecía de rigor. Por lo que comentaré que, esa búsqueda por encontrar un sello propio no estuvo exenta de riesgos, viéndose obligado durante la década de los 60 y gran parte de la de los 70 a quedar relegado al entorno de la cultura underground, algo que no permitiría a nuestro autor durante aquellos duros años a centrarse en su tarea como compositor, viéndose obligado a alternar con otros trabajos como el de taxista o técnico de electrodomésticos para poder subsistir.

No es hasta 1976 cuando tanta persistencia viera su recompensa, ya que en este año se estrenaba la opera experimental «Einstein on the Beach». Creada en colaboración con el productor teatral Robert Wilson, se trata de un curioso montaje de casi cinco horas concebido para que el público pudiera entrar y salir libremente durante su interpretación y que, sorprendentemente, obtiene una más que clamorosa acogida. Tanto, que se convertiría en la primera entrega de una trilogía operística.

Los años 80 serían los que permitirían su despegue definitivo. Acompañado de un suavizamiento de su estilo compositivo, en esta década realizará varias colaboraciones para consagrados artistas como Mike Oldfield, Paul Simon o David Bowie. Y sobre todo, ya que es lo que nos trae aquí, inicia su trabajo como compositor para el medio audiovisual. 
Este debut se dará acompañando al documental experimental de Godfrey Reggio "Koyaanisqatsi" en 1982. Obra de nombre impronunciable que, al igual que la vista anteriormente, se convertiría en documental de culto y terminaría formando parte de otra trilogía, al acompañarlo en 1988 "Powaqqatsi" y ya entrado el nuevo milenio (en 2002) "Naqoyqatsi". 
Tres documentales en los que se aborda el choque entre las sociedades tecnológicas y la naturaleza a través de imágenes y que tan sólo llevaban como acompañamiento la sobrecogedora música de Glass.

Poco más tarde, en 1985, conseguía crear su primera gran obra para un film. En esta ocasión acompañando al biopic sobre el controvertido dramaturgo japonés Yukio Mishima: "Mishima: una vida en cuatro capítulos". Film dirigido por Paul Schrader (y producido nada menos que por Francis Ford Coppola y George Lucas), lograba, gracias a la fotografía de John Bailey, los exquisitos decorados y vestuario de Eiko Ishioka y la inolvidable banda sonora de Philip Glass el Premio a la Mejor Contribución Artística del Festival de Cannes de 1985.

En estos primeros años su carrera se desarrolla componiendo fundamentalmente para documentales y algunos filmes en los que no se decanta por ningún género en concreto. Así lo vemos en el film bélico "La colina de la hamburguesa" (John Irvin, 1987). Posteriormente, componiendo junto a Keith Emerson, Goblin y Fabio Pignatelli en el film de terror producido por un clásico en el  género del país transalpino, Darío Argento: "El engendro del terror" (Michele Soavi, 1989). O en la cinta indie norteamericana "Senderos de la mente" (Bernt Amadeus Capra, 1990) ya entrados en la década de los 90.

En la nueva década no varía en exceso la factura del autor, a lo que hay que añadir que a sus composiciones para documentales y filmes se añaden los que realiza para cortos y series de televisión. Así, en el primer lustro de la última década del siglo XX, tenemos como obras más destacadas la melodía que acompaña a un nuevo film de terror, aunque en esta ocasión lo hará en solitario: "Candyman, el dominio de la mente" (Bernard Rose, 1992). Si bien Glass nos deja con una nueva partitura repetitiva con la que logra crear una atmósfera obsesiva/opresiva que ahonda en el aspecto psicológico del terror que se desarrolla en el film, como contrapunto, escribe un brillante tema para el personaje protagonista Helen Lyle (papel interpretado por la actriz Virginia Madsen): "It was always you, Helen". Tema que con aire redentor sirve para dulcificar el gran misterio que se esconde en el film.
En 1995 volvía a trabajar para la segunda entrega de la franquicia de Candyman: "Candyman 2". En esta ocasión a las órdenes de Bill Condon, nuestro autor mantendrá sus melodías reiterativas que, acompañadas de voces corales, sirven para crear un entorno onírico de corte gótico muy sugestivo e intrigante. Y, una vez más, la protagonista tiene la suerte de llevarse una de las melodías más logradas del film: " Annie's Theme".

El segundo lustro de la década de los noventa iba a dar algo más de sí. En 1996 componía para un film que, aun contando con un buen reparto (Bob Hoskins, Patricia Arquette, Gérard Depardieu, Christian Bale o Robin Williams) y una historia interesante basada en la novela de Joseph Conrad, no lograba dar mucho de sí: "El agente secreto" (Christopher Hampton, 1996). Afortunadamente, el compositor nos dejaba con una banda sonora más que aceptable en la que incluía el bello tema principal escrito para cello.

Sin embargo, un año más tarde, en la que no era ni mucho menos su obra más redonda ni innovadora, lograba el que sería su primer gran éxito, optando por primera vez a hacerse con el Oscar, el Globo de Oro y alzándose por segunda vez con el premio concedido por los críticos de Los Ángeles (el primero lo lograba en 1982 por la melodía del documental "Koyaanisqatsi"). 
El hecho es que, la composición realizada para el film de 1997 de Martin Scorsese "Kundun" (biopic sobre el niño que en 1937 estuvo destinado a convertirse en el décimo cuarto Dalai Lama), lograba entrar por primera vez en la pomada para optar a varios de los premios más prestigiosos del séptimo arte. 
Posiblemente fuera el que en esta ocasión su música iba acompañando a un film de un director tan consagrado como Scorsese lo que llevó a la crítica a tener otra visión de la obra de nuestro autor. Ya que Glass, una vez más, volvía a desarrollar una banda sonora similar a la realizada en otras ocasiones. Eso sí, en la que, como buen budista y entendido en su música, se explayaba a la hora de añadir a sus ya célebres composiciones minimalistas un buen surtido de ritmos monástico tibetanos.

Pero su primer reconocimiento en forma de una de estas preciadas estatuillas llegaría un año más tarde cuando, componiendo junto al germano Burkhard von Dallwitz, lograban hacerse con el Globo de Oro a Mejor banda  sonora por la composición que acompañaba al célebre film en el que el sr. Jim Carrey lograba hacer menos el Carrey: "El show de Truman" (Peter Weir, 1998). Premio al que acompañarían con el otorgado por la Asociación de Críticos de Chicago.

Si bien vemos como en el último periodo las composiciones de Glass van adquiriendo un tono más ortodoxo y comercial, algo que se hace más patente con la llegada del nuevo milenio, este no abandonará en ningún momento su estilo repetitivo que, aunque más dulcificado, se mantendrá presente hasta la actualidad.

Así llegamos al año 2002, año en el que compone una de sus grandes obras maestras, la que daría melodía al film "Las horas" (Stephen Daldry, 2002). Interesante película que nos narra la historia de varias mujeres que de alguna manera se ven relacionadas en distintos periodos de tiempo. Como no podía ser menos, una historia de mujeres en un film realizado en la meca del cine, no podía contar con un reparto femenino más acertado, teniendo papeles destacados actrices de la talla de Meryl Streep, Julianne Moore, una increíblemente caracterizada e irreconocible Nicole Kidman (actriz que acumularía el mayor número de premios) o Toni Collette. Sobresaliente también entre tanta fémina, la gran interpretación del genial Ed Harris en uno de los pocos papeles masculinos de cierto protagonismo.
En cuanto a la composición de Glass decir que, nuestro autor lo borda. En este drama temporal la música de Glass se comporta como un bálsamo en una herida, con ella modela la vida y miserias de sus personajes, logrando enfatizar y dar sentido a estas turbulentas existencias. 
A esta gran banda sonora pertenecen varios temas destacados que no me gustaría dejar pasar: "The poets acts", "Morning Passages" o el homónimo titulo "The hours". Fenomenal banda sonora que le volvía a colocar en la palestra a la hora de aspirar a grandes premios. Desafortunadamente, todo quedaba reducido a simples nominaciones al Oscar, Globo de Oro, BAFTA, GRAMMY,... Una pena.

Como era de esperar, los buenos resultados obtenidos en estos filmes iban a dar un mayor reconocimiento a nuestro compositor, sobre todo, a la hora de acompañar filmes en los que se requiriera crear un ambiente de tensión relacionada con aspectos psicológicos. Es por ello que lo vemos trabajar en filmes como "La ventana secreta" (David Koepp, 2004), "Undertow" (David Gordon Green, 2004) o "La moustache" (Emmanuel Carrère, 2005). Thrillers todos ellos donde sus protagonistas son llevados a situaciones emocionales extremas que acabarán por pasarles factura a nivel psíquico. Y, en donde las repetitivas melodías de Glass ayudan sobresalientemente a potenciar ese estado paranoico al que se ven condenados los desgraciados personajes.

En la misma linea llegaba en 2006 su siguiente gran éxito "Diario de un escándalo" (Richard Eyre, 2006). Nuevo thriller psicológico en el que el espectacular duelo interpretativo de sus dos actrices protagonistas (Judi Dench vs Cate Blanchett) hacían levantar el vuelo a un film cuya trama no conseguía enganchar, por más morbo que le dieran. Afortunadamente, Glass vuelve a estar a la altura de las circunstancias y acompaña en protagonismo a las dos grandes actrices, creando una de sus obras más redondas hasta ese momento. Brillante banda sonora cargada de matices y temas tan emotivos como el "First day of school". Tema al que acompañaran otras acertadas composiciones de corte más lúgubre que sirven para acentuar la intriga o dar un mayor dramatismo a la turbulenta historia, como el fantástico "Betrayal".
Tan buena maña le servía para volverlo a aupar a las nominaciones al Oscar, GRAMMY, Chicago Film Critics o el SATELLITE.

Afortunadamente, nuestro compositor se encontraba en racha y, este mismo año de 2006, nos dejaba con otra sobresaliente obra, la que acompañaba a la estética cinta de Neil Burger "El ilusionista". 
En un periodo en el que a los estudios cinematográficos les dio por explotar el filón de la magia con un toque retro (lo vimos también en "El truco final" en 2006 o "El último gran mago" en 2007) , nos encontrábamos con el hermético Edward Norton en un papel que le venía como anillo al dedo cuando daba vida al misterioso ilusionista, Eisenheim.
Nuevamente, Glass nos volvía a demostrar su gran talento a la hora de crear una obra que jugara con lo más profundo de nuestra psique y, como el protagonista, va tejiendo una telaraña de ilusiones que nos mantiene en un continuo vaivén de emociones, solo que en esta ocasión, el compositor opta por dar un ambiente más agradable, creando una banda sonora de aires mágicos donde prevalecen aquellas melodías que nos provocarán sensaciones positivas.

Es un año más tarde, en 2007, cuando Philip Glass nos dejará la que para un servidor es la obra culmen de este inicio del nuevo milenio "Les Animaux amoureux" (Laurent Charbonnier). Nuevamente con el autor acompañando a un documental sobre vida animal, es donde nos volvemos a encontrar con un Glass en estado puro, sólo que en esta ocasión su creación raya la perfección. Obra a la que sólo consigo dar los apelativos de sublime, enérgica, vital,  emotiva, brillante... En ella hay temas tan hermosos como el fantástico tema "L'Envol des Cygnes", melodía que se convierte en el tema central y del que podremos disfrutar junto a otras bellas composiciones con algunas variaciones.

En esta desbordante entrada de milenio habrá otras composiciones que, aunque no tendrán la impronta de las comentadas anteriormente, nos dejarán un gran sabor de boca (aunque los filmes a los que acompañaran no hicieran lo mismo). 
A este humilde servidor, confeso seguidor de un cineasta tan peculiar como el genio de Brooklyn, Woody Allen, le surgirán sentimientos encontrados a la hora de hablar del siguiente film: "El sueño de Casandra" (Woody Allen, 2007). 
Si bien el director nos tiene acostumbrados a sus continuos cambios argumentales, desenvolviéndose con deslumbrante soltura en sus comedias, sorprendentemente, también en los dramas y más recientemente probando fortuna con el thriller, género en donde lograba salir también victorioso en 2006 con Match Point. No ocurría lo mismo con el film mencionado anteriormente, cinta en la que el genio naufraga, dejándonos una película mediocre y común. Pero en la que la composición de Glass (en unas de las pocas ocasiones en la que Allen renuncia a sus recurrentes acompañamientos jazzísticos) cumple sobradamente para, con sus reiterativas melodías, dar fuerza al turbio y enrevesado argumento moral al que nos expone el guion de Allen.

Para terminar este repaso nos quedaremos en la década en la que nos encontramos, ya que en 2012 componía para un producto nacional. Año en el que Philip Glass era el elegido para crear el tétrico ambiente musical de la primera producción de stop-motion hecha con plastilina en España, "El Apóstol" (Fernando Cortizo, 2012). Film de terror que se desarrolla en la Galicia del Camino de Santiago, y a la que pusieron voz actores de reconocido prestigio del panorama cinematográfico nacional como Luis Tosar, Geraldine Chaplin, Manuel Manquiña, Jorge Sanz o el ya desaparecido Paul Naschy.

Es todo por el momento.

Un saludo.




jueves, 4 de septiembre de 2014

Mario Nascimbene (Compositor)

Mario Nascimbene

Mario Ernesto Rosolino Nascimbene, Milán, 1913 - Roma, 2002 (Italia).


Hoy veremos a este interesante músico transalpino. Un milanés que podría haberse vanagloriado de ser el primer italiano en trabajar para los poderosos estudios hollywoodenses allá por mitad del siglo XX. Pero además de esto y de ser el autor de varias melodías de gran importancia en la historia del cine, es el inventor del Mixerama (consola que era capaz de albergar hasta doce cintas magnéticas con las que podía efectuar infinitas combinaciones de sonidos), una especie de sampler rudimentario que permitió a nuestro autor crear una serie de particulares sonidos con los que se acompañaría en sus composiciones.

Aunque es cierto que Mario Nascimbene se hizo muy popular gracias a las bandas sonoras realizadas para algunas de aquellas colosales producciones históricas del Hollywood de los años 50-60 y, posteriormente, con algunas de las que acompañaron a aquellas singulares cintas fantásticas de los estudios británicos de la Hammer (curiosos filmes sobre una adulterada prehistoria en donde los humanos convivían con gigantescos monstruos del jurásico), sus inicios, serían mucho más humildes. Así en 1941 arrancaba su carrera cinematográfica con la banda sonora del romance italiano de Ferdinando Maria Poggioli: "L'amore canta". 
Con estos filmes de su país natal van trancurriendo sus primeros años, componiendo para algunas de las obras realizadas en los prestigiosos estudios romanos de Cinecitá, entre las que se encuentran varias cintas de la popular corriente del neorrealismo italiano y donde colabora con realizadores italianos de la talla de Comencini, Soldati, Lattuada, Risi o Lizzani, pero, en donde a diferencia de otros autores vistos anteriormente, no llega a crear ningún vínculo especial con ninguno de ellos.
De este periodo surgirán algunas de sus primeras obras destacables, como aquellas que acompañaron a filmes como: "Operación Mitra" (Giorgio Cristallini, 1951), película en el que podemos apreciar una melodía jazzística característica de la época. "La valigia dei sogni" (Luigi Comencini, 1953), para la que compone una melodía retro similar a aquellas que sonaban en filmes del difunto cine mudo. O "Cronaca di un delitto" (Mario Sequi, 1953), thriller para el que crea una composición de aires rotianos que nos recuerda aquellas empleadas por nuestro compatriota Miguel Asins Arbó en sus trabajos para Berlanga.

Pero en 1954 su vida daba un giro radical cuando, en plena edad dorada de Hollywood, es elegido por nada menos que Joseph L. Mankiewicz para componer la banda sonora de su película: "La condesa descalza". Film que narraba la turbulenta historia de una bailarina española que tras ser lanzada al estrellato por unos poderosos estudios de Hollywood, caía en una decadente espiral sentimental que terminaría con el asesinato de la bailarina a manos de su despechado esposo. 
Película en la que no sólo podíamos disfrutar de la exuberante belleza de Ava Gadner, quien se metía en el papel de la malograda bailarina, sino que también lo hacíamos con la desgarbada prestancia de Humphrey Bogart, actor que se imbuía en el papel de uno de sus descubridores y amigo personal de la artista.
Nascimbene por su parte, realizaba una interesante partitura sinfónica en la que recurría al uso de aires hispanos y latinos para contextualizar tanto el film como a sus personajes.

Tras esta, aunque seguirá realizando trabajos para películas de su patria natal, inicia una fructífera y meteórica carrera en los Estados Unidos, país para el que crea algunas más que admirables bandas sonoras, como la realizada para la épica historia del conquistador macedonio: "Alejandro Magno" (Robert Rossen, 1956). Film en el que Richard Burton interpretaría al belicoso general y en la que nuestro autor aplicaba el patrón dejado por otro de los grandes de la época dorada de Hollywood, Miklos Rózsa
Sin embargo, Nascimbene, añadía su propio sello personal cuando para las escenas de batallas, aun tratándose de una obra sinfónica, no empleaba instrumentos de cuerda. Con ello lograba dar un aire de mayor marcialidad a las escenas, ya que los únicos instrumentos que se escucharían serían los de viento-percusión. Dejando los instrumentos de cuerda para aquellos leitmotiv de personajes femeninos, ya que consideraba que su uso daba un toque excesivamente romántico a las melodías.

Entre otras de sus grandes obras para aquellos dorados años cincuenta, se encuentra la que acompañaría a la segunda adaptación de la obra de Ernest Hemingway: "Adiós a las armas" (Charles Vidor, 1957) - la primera era realizada en 1932 por Frank Borzage -.
Banda sonora que es considerada por algunos entendidos como una de sus mejores composiciones, pero que al tratarse de una sinfonía más romántica que otras destacadas obras del autor, posiblemente, carezca de la impronta de estas y haya provocado que pasara un poco más desapercibida.

Y en 1958 nos encontramos con una banda sonora que logra trascender al tiempo y convertirse en uno de esos maravillosos clásicos del cine. 
Aún hoy, cuando ya han pasado muchos años de aquella primera vez que vi el film, su melodía vuelve a mí memoria para traerme intensos y gratos recuerdos... Y es que estamos ante una de esas primeras bandas sonoras que darían lugar a lo que hoy día se ha convertido en una de las grandes aficiones de este servidor. Puedo decir sin lugar a equivocaciones, que la banda sonora que veremos a continuación sería el detonante de lo que posteriormente lograrían afianzar otros autores como Barry, Jarre, Williams, Mancini,...
Así que pasemos a ver de qué composición os hablo. Se trata de otra de las muchas bandas sonoras realizadas para una de aquellas mega-producciones históricas de los años cincuenta, film que era costeado por uno de esos grandes estudios hollywoodenses del momento, la United Artists para pasar a convertirse en uno de los grandes éxitos de la productora: "Los vikingos" (Richard Fleischer, 1958).
Si la química que se generaba entre los dos grandes protagonistas, Kirk Douglas y Tony Curtis, nos dejaba pegados al asiento durante las casi dos horas de proyección, la banda sonora de Nascimbe nos llevaba al Valhalla. Y el canto del cuerno vikingo se metía tan dentro de mi alma que ha seguido aflorando en algunos momentos muy inesperados de mi existencia.
Curiosamente, cuando el también compositor cinematográfico y gran amigo del maestro, un intrigado Dimitri Tiomkin, le preguntaba a este con qué instrumento había logrado ese sonido tan peculiar, este le respondía: "Ninguno. En realidad son tres trompas grabadas a doble velocidad, y reproducidas con Mixerama a media velocidad".

Desafortunadamente, cuando dos años más tardes Kirk Douglas, esta vez metido en labores de producción, solicitaba el buen hacer de Nascinbene para un nuevo proyecto histórico-épico: "Espartaco" (Stanley Kubrick, 1960), - film en el que volvían a compartir cartel los dos actores protagonistas que tan buenos resultados cosecharan en la anterior película - Nascimbene, se veía obligado a rechazar la oferta al estar ocupado con otro mega-proyecto, la banda sonora del que fuera el último film de uno de los grandes del cine norteamericano, King Vidor: "Salomón y la reina de Saba". Banda sonora que finalmente recaería en manos de otro de los grandes de la composición cinematográfica de la época, Alex North, quien recogía el testigo con ímpetu y creaba la estupenda melodía que hoy día conocemos.

Indudablemente, este compositor italiano que había logrado hacerse un hueco tan importante en la meca del cine gracias a sus melodías en filmes de corte histórico, tenía todas las papeletas de ser reclamado por una boyante industria cinematográfica transalpina, industria que se subía al carro de algo que en cierta medida les pertenecía, el "cine de romanos". 
Y si en algo se ha caracterizado la industria italiana a lo largo de su historia... es en la originalidad a la hora de hacer sus particulares versiones de los prestigiosos géneros fílmicos hollywodenses. Así, ya vimos cuando desarrollamos "El Western", como cuando el género parecía haber entrado en un imparable declive, ellos, lo volvían a poner en cartel creando el popular subgénero del "Spaghetti". Y, previamente, lo hacían con la exitosa corriente histórica de Hollywood para realizar sus "Peplums". Filmes en donde un apolíneo y ligero de ropa héroe se enfrentaba a diferentes adversidades de origen mitológico. Lógicamente, todo ello, contando con unos recursos económicos mucho más limitados que el de las grandes producciones hollywoodenses, daban a estas producciones una calificación inferior, siendo tildadas como subproductos de Serie B o inferiores.
Pues bien, aunque Mario Nascimbene no se prodigara en este tipo de film, ya que él coincidía con quien las consideraba de inferior categoría (aunque haría alguna que otra excepción a lo largo de su carrera), no tendría ningún reparo cuando se enfrentara con alguna de esas grandes producciones al más puro estilo hollywoodense rodadas en los prestigiosos estudios romanos. Así, en 1960 componía para el film de Carmine Gallone: "Cartago en llamas". Película sobre el hecho histórico de las Guerras Púnicas. Y cinta, en la que tenía un papel muy destacado un joven italiano que posteriormente se convertiría en toda una estrella de los spaghettis, y de ese otro género tan añorado e inclasificable donde iría acompañado por un querido gigante barbudo. Este no es otro que Mario Girotti o más conocido por Terence Hill.

Lo que estaba claro, es que tras la excelente bandas sonoras compuesta para los filmes de corte histórico, no le iban a faltar encargos tanto fuera como dentro de su tierra natal, y esto, en el inicio de la década de los 60, se iba hacer muy patente. Así, 1961 se convertía en un año de referencia en la carrera de nuestro compositor, ya que en él volvía a crear varias de sus más grandes aportaciones para el cine del género. Entre ellos nos encontramos con los trabajos para algunas de las mejores superproducciones de los estudios italianos de Cinecitá y otros trabajos para filmes británicos o norteamericanos. Filmes en los que Nascimbene dejaba muy claro que lo ocurrido en películas como la de Richard Fleischer no habían sido una casualidad.
Tanto es así que 1961 acumula títulos tan destacados en varias de las superproducciones italianas que contaron con un gran reparto internacional como: "Los mongoles" (André De Toth y Leopoldo Savona), film donde la particular figura de uno de aquellos legendarios malvados del cine, Jack Palance, se adentraba en la piel del caudillo Ogatai, para continuar con la labor de expansión de los mongoles por tierras de Asia, Europa y África. Y en la que Nascimbene crea una obra de melodías conocidas.
Sin duda era otra de aquellas producciones transalpinas la que se llevabaría toda la gloria. Y en ello ayudaba en gran medida la presencia de la poderosa figura del mexicano Anthony Quinn, quien como en otras de sus muchas geniales interpretaciones nos deleitaba dando vida al indultado "Barrabás" (Richard Fleischer), papel que se vería reforzado por la presencia de otros grandes intérpretes locales y foráneos como Vittorio Gassman, Silvana Mangano, Jack Palance o  Ernest Borgnine. 
Mientras tanto, Fleischer, volvía a confiar en la profesionalidad de Nascimbene a la hora de poner melodía al film. Y el maestro, aunque no llegaba a la altura del anterior trabajo para el director, sí que lograba dejarnos un gran trabajo en el que mantenía la linea de anteriores composiciones para filmes de corte histórico y en donde volvía hacer un buen uso de su recurrente invento. Pero sobre todo, en ella podemos observar como, en su emocionante tema principal, un visionario Nascimbene creaba ese sonido característico que se fusionaría con el otro género italiano que nacía por estas mismas fechas y que en su apartado musical alcanzaba en 1964 su madurez con el gran Morricone como abanderado, el western a la italiana o spaghetti.
Estos no serían sus únicos trabajos para el género histórico dentro su país natal ni fuera de sus fronteras, así, en tierras transalpinas, también componía para el film de Lionello De Felice "Constantino el grande" y en los Estados Unidos para "Francisco de Asís", la que fuera una de las últimas cintas de uno de los grandes de la filmografía norteamericana: Michael Curtiz.

Curiosamente, lejos de lo que cabría esperar, Nascimbene nunca compondría para un género que nacía en el momento en el que él obtenía la máxima consideración como autor de bandas sonoras de su carrera, el spaghetti. Supongo que, al igual que ocurrió con los peplums, el western a la italiana recibiría la misma consideración del maestro. Una lástima viendo lo que podría haber dado en este popular sucedáneo. Y más aún, cuando el cine de romanos tenía los días contados.

En un principio, esto no iba a suponer ningún problema para nuestro autor, ya que su reputación como gran compositor lo precedía en otros géneros donde había demostrado su valía. Tanto es así que, cuando en 1965 Sidney Lumet le pide que le escriba la música para la fenomenal cinta bélica "La colina", este, conmina al director a que desista de la tarea de buscar una banda sonora para tan fantástico film, ya que lo consideraba innecesario. Lumet, le hacía caso y sólo empleaba canciones de autores varios para algunas de las escenas.

Pero el tiempo le demostraría que tendría que haber tomado por otros derroteros, ya que pronto el cine histórico cedía su protagonismo a otros géneros y nuestro autor, aunque seguía activo, iba perdiendo altura en la ola. 
Esto no significa, que su gran talento no nos dejara alguna composición brillante, ejemplo de ello lo tenemos en el film bélico de 1965: "Le soldatesse" (Valerio Zurlini), en el que Nascimbene se apuntaba al carro de Mikis Theodorakis, quien un año antes inventaba el sirtaki para acompañar al film de Mihalis Kakogiannis: "Zorba el griego". Así, Nascimbene hacía lo propio y creaba el bello sirtaki que acompañó al film: el "sirtaki de Eftikia".

Afortunadamente, un año más tarde, en lo que parece ser una ruptura con sus principios, Nascimbene compone para uno de esos filmes fantásticos de Serie B de la Hammer: "Hace un millón de años" (Don Chaffey). Al parecer, como suele ocurrir normalmente, tenía un mejor concepto de los sucedáneos foráneos que los de su patria natal.
Posiblemente, también ayudara a ello la presencia de una joven y despampanante Rachel Welch, protagonista que se las tendría que ver con algunas de aquellas fieras criaturas del jurásico que se resistieron a la extinción en tiempos pasados.
Para el film, nuestro autor tira de todo su arsenal de sonidos enlatados y pone a funcionar el Mixerama a toda potencia, creando una banda sonora donde se combinan sonidos reales con la música sinfónica del maestro, dando lugar a esta curiosa e interesante banda sonora de aires rozsianos.
Esta combinación de hechos, sobre todo la Welch y su ligera vestimenta, hace que el film se convierta en el mayor éxito de taquilla de la Hammer.
Esto a su vez, lograba crear una inmejorable imagen por parte de la productora británica hacia el compositor italiano, quien, por paradojas del destino, vuelve a ver relanzada su carrera con un cine tan denostado por él, dando lugar a una relación que dará pie a algunas de sus últimas grandes obras. Y es que serían varias las películas de la Hammer que, buscando el éxito logrado por la anterior, reclamarían de su presencia. 
Así lo podremos escuchar en la secuela de "La diosa de fuego" (Robert Day, 1965): "La venganza de la diosa de fuego" (Cliff Owen, 1968). Donde, siguiendo la linea de la productora, se usaba como reclamo la presencia de sensuales actrices para los papeles protagonistas. Y si en el film que daba origen a la saga era la salvaje belleza de Ursula Andress quien se hacía con los corazones del público masculino, en su secuela correspondía el honor a la belleza checa de Olga Schoberová. 
Dos años más tarde volvía a hacer lo propio para las secuelas del film que lo vinculó a la productora con la composición para "Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra" (Val Guest, 1970) y posteriormente con: "Criaturas olvidadas del mundo" (Don Chaffey, 1971). Películas en las que se mantenía el alto nivel de erotismo gracias a los insinuantes atributos de sus actrices principales. Y aunque muy lejos del listón dejado por la impresionante Rachel Welch, el nivel fílmico caía a niveles insospechados, algo que Don Mario no estaba dispuesto a soportar al final de su carrera, poniendo fin a tan fructífera relación tras esta última colaboración.
En cuanto a las bandas sonoras, no introduce grandes cambios, y aquí, sí logrará mantenerse fiel a su estilo personal. Creando obras sinfónicas de alto contenido épico, donde emplea un estilo muy similar al empleado para los filmes de corte histórico y en donde volvía a dar buena cuenta de su Mixerama.

La década de los 70 poco más nos dejaba destacable. A partir de aquí se iría produciendo un ligero distanciamiento entre el compositor y la gran pantalla que, suplía con trabajos para su hermana pequeña donde realiza algunas composiciones para series y telefilmes, fundamentalmente, de su patria natal. 
Su último trabajo fue para el film italiano de 1990: "Blue dolphin - l'avventura continua" (Giorgio Moser), película para la que crea una composición aderezada por su inseparable Mixerama y banda sonora por la que obtendría su última nominación a un premio cinematográfico, el David di Donatello. 
Un año más tarde, sí se reconocía su trabajo, siendo condecorado con el David honorífico a toda su carrera.

En 2002, Don Mario, nos dejaba a los 78 años de edad tras más de una década alejado de la composición cinematográfica, pero con el recuerdo siempre presente gracias a sus magistrales composiciones.

Un saludo.


viernes, 30 de mayo de 2014

Patrick Doyle (Compositor)

Patrick Doyle

 
Uddingston, South Lanarkshire, Escocia; 1953.


Este compositor de la tierra de conocidos héroes fílmicos como William Wallace, Rob Roy o el inmortal Connor MacLeod, presenta varios datos que me gustaría señalar. 
El primero de ellos es la duda existencial de sus primeros años de carrera,  ya que tras graduarse en la Royal Scottish Academy of Music and Drama, anduvo alternando entre trabajos de interpretación y composición, primero en obras de teatro, más tarde en televisión y finalmente recabando en el séptimo arte. En este primer periodo donde alterna los roles de actor/compositor, lo veremos actuar en algunas series televisivas como las británicas de 1981  "Maggie" o "Holding the Fort" y también interpretando algún que otro papel secundario en películas de éxito como la oscarizada "Carros de fuego" (Hugh Hudson, 1981).
No sería hasta unos años más tarde cuando finalmente decida dar el salto a la composición cinematográfica y desaparecer de los escenarios, aunque esto último no lo haga definitivamente y no rechace hacer pequeñas incursiones interpretativas cuando alguien lo reclame, sobre todo, si ese alguien es su gran amigo Kenneth Branagh. Actor/director con el que tiene una muy especial relación, como veremos a continuación.
El segundo de ellos es precisamente esta relación con Branagh, al que no sólo ha puesto melodía a casi todas sus películas, sino que en muchas de ellas ha formado parte del elenco de actores, aun cuando en esta no se haya requerido su presencia como compositor. Así en 1995 lo veremos en "En lo más crudo del crudo invierno", film con banda sonora a cargo de Jimmy Yuill, y en el que Doyle aparece interpretando un pequeño papel.
Por último, mencionar el cambio que se produce en su carrera tras superar una dura enfermedad de mal pronostico. 
En 1997 le era diagnosticada una leucemia de diagnostico poco halagüeño, de la que contra todo pronóstico y tras duras sesiones de radioterapia, lograría vencer para dejarnos disfrutar de su retomada carrera. Pero esta dejará una dura huella en el compositor, quién parece tomarse con una nueva filosofía su paso por la vida. En esta nueva etapa se hará mucho más selectivo en cuanto a sus proyectos de trabajo y, como veremos a continuación, trae alguna que otra modificación en su quehacer compositivo. 

Una vez puestos en situación, pasemos a ver algunas de aquellas obras que han dado a Doyle la consideración que tiene como compositor de bandas sonoras.

Con un estilo sinfónico muy acentuado y una clara tendencia a dotar sus composiciones de un aire marcadamente británico, Doyle tardará en llegar a la composición cinematográfica, no siendo hasta el año de 1989 cuando esto ocurra. Encontrándose en un tardío segundo lustro de su treintena, desembarca con paso firme en la composición para el séptimo arte, ya que este debutante, que no novel, lo hará con gran fuerza. Dejando claro con esta primera composición que había llegado para quedarse.
Es esta primera incursión una excelente muestra para ver algunos de los rasgos que acompañaran su devenir cinematográfico. 
Primero, lo hace de la mano del que será su mentor y amigo, Kenneth Branagh. Autor con el que ya había trabajado como actor y compositor en la compañía teatral dirigida por este y dedicada a poner en escena obras del magno literato británico, William Shakespeare.
Segundo, su composición presenta unas características que se mantendrá en muchos de sus posteriores trabajos. Una obra sinfónica de fuerte componente épico/histórico, con uso de coros para dar más énfasis a determinados momentos y con un marcado estilo clásico muy anglosajón.
Nada más adecuado para acompañar el film al que iría destinada la banda sonora: "Enrique V". Adaptación del clásico de Shakespeare que realiza un debutante Branagh en el cine. 
En ella, si apreciábamos las dotes polifacéticas de un joven Branagh, quien dirigía, interpretaba el papel protagonista y escribía el guion. Nuestro autor, lejos de amilanarse, no se quedaba atrás y le iba a la saga. así, escribía la banda sonora e interpretaba uno de los papeles secundarios.
Buen comienzo para ambos, ya que si el film optaba al Oscar a mejor actor y director (ambos con Branagh a la cabeza) y lograba hacerse con la preciada estatuilla a mejor vestuario. 
Por su parte, Doyle, lograba una de sus mejores composiciones para el séptimo arte. Banda sonora en la que destacarían temas como el esplendoroso cántico: "Non nobis, Domine", en el que podemos apreciar esa musicalidad tan característica de los film de Branagh.

Tan buena acogida tenía el film, que servía de inmejorable lanzadera tanto al director como al compositor. Y si al primero le abría las puertas del mercado norteamericano, al segundo le valdría para extender su influencia tanto a la poderosa industria USA, como a la variopinta factoría europea.

Así, un año más tarde, componía para el film noruego en el que participaba la Disney: "Naufragos" (Nils Gaup, 1990). Film en el que nuestro autor vuelve a demostrar sus cualidades para la épica, solo que en esta ocasión su melodía adquiera un aire menos regio y más aventuresco, presentando un marcado estilo herrmanniano.

Es en 1991 cuando volvemos a encontrarnos al dúo formado por Branagh/Doyle, en esta ocasión para realizar el thriller parapsicológico "Morir todavía". En él no sólo pudimos apreciar el buen ambiente generado por la entonces feliz pareja de actores: Branagh y esposa (Emma Thompson). Sino que, además, es la primera vez en la que el trabajo de Doyle se verá reconocido internacionalmente, al ser nominado al Globo de Oro por esta estupenda composición, en la que vuelve a crear una atmósfera opresiva al más puro estilo Herrmann.

Su siguiente gran trabajo vendría acompañando a la superproducción francesa: "Indochina" (Régis Wargnier, 1992). Film que lograba acaparar casi todo el reconocimiento internacional en forma de premios a mejor película extranjera (Oscar, Globo de Oro, Goya,...), más varias nominaciones en ese mismo apartado.
Mientras tanto, Doyle lograba la nominación al César francés por esta esplendorosa composición. Obra con la que el autor recogía toda la fastuosidad y hermosura del caduco y bello entorno colonial en el que se desenvuelven los protagonistas. Film que si llegaba a obtener tan buenos resultados era gracias a su belleza estética, tanto en  el plano visual, como en el musical, ambos de un gran lirismo. Todo ello, ayudado vagamente por la presencia de la delicada figura (aún en su madurez) de la siempre fría y distante musa francesa, Catherine Deneuve.

Con un compositor en perfecto estado de forma llegamos a 1993, año en el que nos da muestras que tiene bastante que decir en esto de la composición cinematográfica. Así, en este gran año, el genial talento de nuestro compositor nos dejaba bandas sonoras geniales como las de "La tienda" (Fraser C. Heston). Cinta de terror basada en el relato de Stephen King y en el que Doyle vuelve a tirar de sus recurrentes coros para crear esa atmósfera que tan buenos resultados diera, ha dado y dará en las películas del género de terror.
También estaría presente en la película de Brian De Palma "Carlito's Way" ("Atrapado por su pasado"). Drama sobre la vida de un traficante que intenta infructuosamente su reinsersión tras pasar un largo periodo a la sombra. Film en el que vimos una vez más al ítalo-americano, Al Pacino, interpretar uno de esos papeles que tan bien se les ha dado a lo largo de su carrera. Doyle por su parte hace gala de una gran versatilidad y arranca con fuerza con un conmovedor adagio: "Remember Me", en una banda sonora que, sin soltar en ningún momento su alma dramática, navegará por varios ambientes dependiendo de los requerimientos del film.
Pero sin lugar a dudas, vuelve a ser de la mano de Branagh cuando Doyle saca lo mejor de sí.
En esta ocasión los volvemos a ver en la nueva puesta en escena de otra de las muchas obras de Shakespeare que realiza el director británico: "Mucho ruido y pocas nueces". Film que contaría con todo un reparto de lujo, apareciendo en pantalla actores de la talla (además del matrimonio Branagh/Thomson) de  Kate Beckinsale, Michael Keaton, Denzel Washington o Keanu Reeves, y donde, una vez más, también veríamos hacer sus pinitos a nuestro compositor
Tratándose en esta ocasión de una tragicomedia palaciega con un romance que se verá puesto a prueba por parte de un malvado personaje, Doyle recorrerá con su música un amplio espectro que irá desde los tonos joviales a los dramáticos, pasando por otros más enfáticos en los que destacan el magnífico tema principal en forma de emotiva canción "Sigh No More".

Varios años antes de que Hans Zimmer compusiera su fantástico Batman, Doyle se adelantaba y lograba generar esa atmósfera que tanto éxito daba al germano cuando componía la melodía del torturado y oscuro héroe. Así, Patrick Doyle, conseguía crear este complicado y hermoso entorno musical que acompañaría al engendro del Doctor Frankenstein en el "Frankenstein de Mary Shelley" que Branagh filmaba en 1994. La gran diferencia entre Doyle y Zimmer es que, si el segundo optaba en todo momento por que prevaleciera el lado épico del héroe, Doyle, buscando el lado más humano del monstruo, tiraba de la delicadeza y romanticismo de los aires deleurianos, logrando una más que interesante combinación en esta estupenda y visionaria banda sonora.
Todo ello lo lograba nuestro autor acompañando nuevamente a su singular paladín, Branagh, en lo que sería el fallido intento del director por emular la magnificencia de su bienamado Shakespeare. Así, el director británico obtenía con su excesiva grandilocuencia un nefasto resultado, solo salvado por la intensidad del relato de Mary Shelley y la indudable calidad técnica y estética del film.

Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la década de los noventa es la más brillante de nuestro autor, cenit que se verá truncado bruscamente tras la aparición de la indeseable enfermedad. Pero antes que esto ocurra Doyle nos dejará algún que otro trabajo destacable.
Así, varios años antes de que el mejicano Alfonso Cuarón se convirtiera en el renombrado director de "Gravity" (2013), este dirigía la mágica cinta de aventuras infantiles "La princesita" (1995). Film en el que Doyle, aprovechando la temática fantástica, creaba una mágica banda sonora con la que obtenía el premio de la asociación de críticos de Los Ángeles. En la que podremos escuchar por primera vez la voz de su hija Abigail, quien entona el tema "Kindle My Heart", cándida voz que empezaremos a escuchar en algunos de los trabajos de nuestro autor a partir de este momento.

Pero sin lugar a dudas, era la banda sonora realizada en este año de 1995 para el director más deseado por los compositores cinematográficos, el taiwanés Ang Lee, la que se llevaría la palma. Director que parece tener un don especial a la hora de  pedir a sus compositores las melodías de sus filmes. Recordemos que de ocho filmes realizados en los Estados Unidos, ha logrado tres Oscar en la categoría a mejor banda sonora (algunos de ellos muy discutibles), más la nominación por la melodía de su primera cinta en tierras norteamericanas, en este caso, a cargo del compositor que nos trae hoy aquí.
Así es como nuestro autor lograba la que era su primera nominación al Oscar y al BAFTA, además de su segunda al Globo de Oro. Acertada elección, ya que la banda sonora merecía dicho reconocimiento.
El film en cuestión es "Sentido y sensibilidad" (Ang Lee, 1995), cinta romántica que se desarrollaba en la Inglaterra rural de la recatada época victoriana. Y en la que tanto el director, el compositor, como el brillante plantel femenino encabezado por la serena Emma Thompson y una joven Kate Winslet, nos dejaban ese agradable sabor de boca.
Y Doyle hacía lo que mejor sabe hacer, componer una deliciosa banda sonora, muy sinfónica, clásica y con ese característico estilo británico.

Y aunque parezca imposible, ya que recordemos en 1997 se le detectaría una complicada leucemia, esto no había hecho más que empezar. Así en 1996 escribía otra de sus brillantes composiciones para su colega Branagh. Director que volvía al redil, filmando una nueva película sobre el guion de la novela del autor que tan buenos resultados le había dado en anteriores ocasiones, el "Hamlet" de  Shakespeare. Film para el que Doyle vuelve a crear sus característicos y regios ambientes sinfónicos. 
Intensa banda sonora con la que nuestro autor volvía un año más tarde de su primera nominación a optar al Oscar y con la que lograba igual resultado en los Satellite.
Mencionable es la interpretación del tema "In Pace" a cargo del tenor español Placido Domingo. Tema vocal que, al igual que ocurría con "Mucho ruido y pocas nueces", giraba la versión sinfónica de la banda sonora.

Su último trabajo mencionable antes del indeseado suceso, es acompañando al siguiente film de Cuarón: "Grandes esperanzas". Film que aunque se estrenaba en 1998 era realizado en 1997, antes de que Doyle fuera ingresado para recibir su tratamiento de quimioterapia.
Tratamiento que no evitó que este combativo compositor dejara de trabajar, ya que durante su hospitalización terminaría el trabajo que tenía pendiente para el film de animación de la Warner: "La espada mágica: En busca de Camelot" (Frederik Du Chau, 1998). Banda sonora para la que realizará una agradable combinación de su sinfonismo clásico con tonos célticos.

Si bien durante todo el tiempo que se prolongó su larga convalecencia nos encontramos, sorprendentemente, con un compositor muy activo, este dará claras muestras de no querer complicarse en exceso su complicada existencia. Y aunque su música acompaña algunas de las cintas británicas de mayor éxito del momento, esta se limita a cumplir su cometido y no brillará por sí misma.
Así lo veremos en películas como el fenómeno británico: "El diario de Bridget Jones" (Sharon Maguire, 2001), film que obtuvo  unos muy buenos resultados de taquilla, pero en el que destacaron más las canciones comerciales que acompañaban a la película que la obra de nuestro autor. El siempre interesante plantel de las obras del no tan interesante Robert Altman: "Gosford Park", también en 2001. O la sencilla y agradable comedia británica "Las chicas del calendario" (Nigel Cole, 2003), film en el que la formidable actriz británica Helen Mirren encabezaba el reparto de maduras y solidarias señoras, y en el que Doyle volvía a ser eclipsado por las canciones del film.

Afortunadamente, a partir del 2004 Doyle comienza a dar muestras de haber superado las secuelas psicológicas que le había provocado la temible enfermedad y comienza a implicarse nuevamente en sus composiciones.
Esto lo podremos observar al escuchar la banda sonora que acompaña a la cinta candiense de Jean Beaudin "Tierra de pasiones". Si bien la película a la que fue destinada la melodía no pasará a la posteridad, al menos, quedará como el film en el que Doyle volvía a ser él mismo.

Tras esta veremos un nuevo resurgir de nuestro autor quien, afortunadamente, se verá acompañando algunas de las películas más taquilleras del momento. Algo que servirá para relanzar la carrera del compositor.

Así lo escucharemos en la cinta familiar de la metamorfósica institutriz Nanny McPhee, "La niñera mágica" (Kirk Jones, 2005). En este engendro a medio camino entre Mary Poppins y los estrambóticos personajes de Roald Dahl, Doyle crea una banda sonora mágica para acompañar las peripecias de los incontrolados críos y su singular institutriz.

Pero si hay una cinta que lo vuelve a poner en cartel esta es sin dudas la película del niño mago, Harry Potter. En la primera de las entregas en la que no interviene el maestro John Williams, recaerá el honor de tomar el testigo en nuestro batallador compositor: "Harry Potter y el Cáliz de fuego" (Mike Newell, 2005).
Si bien Doyle se encuentra con el manido problema de tener que mantener el tema principal creado por el compositor que inicia la saga, en este caso Williams (afortunadamente, para todos los seguidores de la saga y del veterano compositor), este no desaprovecha la oportunidad y, adaptándose a los cambios que se producen en el entorno del mago cada vez menos niño, nuestro autor crea un entorno mucho más oscuro que su predecesor, dando a su composición una estructura más afín a aquella que acompañó al revivido monstruo del Doctor Frankenstein.
Eso no es inconveniente para que Doyle realice algún que otro tema más vital y alegre que acompañe aquellos momentos en los que el film requiera de ello. Claro ejemplo lo tenemos en el fantástico vals (Potter Waltz) que compone para el baile al que asisten los protagonistas en los salones de la vetusta Hogwarts.

Tras este fantástico renacer, no le faltarán los trabajos a nuestro autor. De esta manera irán sucediéndose nuevas composiciones de gran calidad, como la que acompañaría en 2006 a otra de las adaptaciones Shakespearianas de su amigo Branagh, "Como gustéis". Si bien en esta ocasión el film no tuvo una buena comercialización, llegando en los EEUU a salir directamente para su emisión televisiva, no ocurriría lo mismo en Europa, donde previamente se proyectaría en algunas salas de cine, sobre todo británicas.
Y aunque el film cosecharía una crítica algo dispar, Doyle vuelve a mostrarnos que sabe acompañar perfectamente las cintas de su colega, para la que crea una delicada obra sinfónica en la que introduce nuevos aires con un toque de música asiática, algo lógico, al desarrollarse el film en el Japón feudal, o lo que Branagh tuviera en mente.

En un intento de mantenerse alejado de las nuevas tendencias en la que andan inmersos los estudios norteamericanos y su abusivo estilo zimmeriano, Doyle crea la banda sonora para la superproducción "Eragon" (Stefen Fangmeier, 2006), dotando al film de ese estilo sinfónico épico tan característico suyo, ese con el que acompañara aquellas primeras cintas del Branagh shakespeariano de principios de su carrera como compositor cinematográfico. Algo de agradecer en un periodo tan plano en cuanto a la variedad compositiva para este tipo de filmes de aventuras.

Es también en este periodo cuando cuando el compositor logra sacar su lado más íntimo, realizando hermosas composiciones que nos traen a la cabeza el estilo impresionista de Debussy. Delicadas melodías que podremos degustar en películas tan dispares como el relato autobiografico del actor Richard E. Grant, "Wah-Wah", cinta que dirige el propio Grant en 2005. O en el film de animación "Igor" (Anthony Leondis, 2008). Películas en las que nos dejará además de sus composiciones clásicas, algunas bellas piezas de piano que nos recuerdan el estilo impresionista que comentábamos anteriormente.

Curiosamente, es en el momento en el que el compositor sucumbe a los encantos de lo comercial, cuando el público se alejará más de sus composiciones. 
Posiblemente sea por el hecho deque Doyle al plegarse a las exigencias del mercado pierde su identidad. Así, si en el pasado Doyle era el referente de Zimmer para crear su Caballero Oscuro, en esta ocasión es Doyle el que acaba cayendo en el manido estilo zimmeriano cuando compone las bandas sonoras de las grandes superproducciones en las que se le reclama su destreza como compositor.
De esta manera vemos como en el nuevo y sorprendente giro dado por el amigo Branagh, quien en esta ocasión se pone a los mandos de la superproducción del dios y héroe nórdico "Thor" en 2011, Doyle realiza una mas que aceptable banda sonora con un tema central deslumbrante, pero en el que realmente no ofrece nada nuevo, tan solo se limita a adaptar su estilo a las nuevas tendencias para crear un buen producto comercial.

Lo mismo ocurre en la otra gran producción en la que trabaja este mismo año, la precuela del clásico de 1968, "El planeta de los simios". Pues sí, ya que lejos de dar por terminada una saga que ha tenido grandes altibajos y en donde el intento de sacarla del ostracismo de Tim Burton nos dejaba con una deplorable nueva entrega en 2001. Hecho que nos llevaba a sospechar que nadie quisiera volver a intentarlo con un nueva película, al menos, en un tiempo. Pero esta son las cosas del séptimo arte, ya que lo que parecía un filón agotado, daba para que surgiera el nuevo film que nos situaba justo antes de que todo comenzara: "El origen del planeta de los simios" (Rupert Wyatt) y que se convertía, sorprendentemente, en un nuevo éxito de taquilla que verá su continuación en 2014.
Y es nuevamente en esta precuela donde Doyle vuelve a plegarse a las exigencias del mercado, para en esta ocasión hacerlo con menor fortuna que en el film de su estimado Branagh, y si su música cumple con lo requerido, Doyle deja de ser Doyle y se transformaba en otro de los autómatas de la Remote Control Productions de Zimmer.

Afortunadamente en 2012 le llega a sus manos un film con el que podrá lucirse a su antojo: "Brave" (Mark Andrews, Brenda Chapman y Steve Purcell), nueva cinta de animación de la Disney, en la que mantiene el  patrón iniciado hace unos años de princesas guerreras
Podría haber algo mejor que un film épico ambientado en tierras escocesas para este escocés que ha demostrado en innumerables ocasiones su habilidad con las composiciones épicas de aires británicos. Y no es que haga nada especial en él, tan solo hace lo que tenía que hacer, crear una maravillosa banda sonora llena de de ritmos célticos.
Alegre y vital composición que le valía la nominación al ANNIE a mejor banda sonora para una cinta de animación.

Para finalizar, comentar que este autor que tras todo lo sufrido permanece muy activo, no le hace ascos a ningún trabajo interesante que le pongan por delante, como viéramos en 2013 cuando compuso la banda sonora del videojuego de Sony para la PlayStation 3: "Puppeteer". Y que si bien parece haber tenido en los últimos tiempos en un ligero problema de identidad que lo tiene algo desubicado,  como hemos visto en 2014 en el último trabajo para su amigo Branagh, el thriller: "Jack Ryan: Operación Sombra"; banda sonora en la que nos vuelve a mostrar su lado más comercial e impersonal. Confiamos que en los años venideros vuelva a demostrarnos su gran talento, ya que trabajos no le faltan. Así, próximamente lo veremos en la nueva película de Branagh, quien tampoco dejará nunca de sorprendernos, ya que en esta ocasión lo veremos ponerse a los mandos de la película de la Disney: "La Cenicienta". Cinta norteamericana que contará con un reparto muy británico: Lily James, Cate Blanchett, Eloise Webb, Helena Bonham Carter, Richard Madden o Derek Jacobi, entre otros y en la que esperamos enormemente que Doyle vuelva a ser él mismo.

Y es todo por hoy. Esperemos tener que añadir algún trabajo destacado de nuestro autor próximamente.

Un saludo.

martes, 25 de marzo de 2014

Christopher Young (Compositor)

Christopher Young

Nueva Jersey (EEUU), 1958.


Aunque Christopher Young inicia su andadura profesional como batería de agrupaciones jazzísticas, opta por dar el salto a la composición cinematográfica gracias a la influencia que en él ejercerá la obra de uno de los grandes genios de la composición del Séptimo Arte: Bernard Herrmann.

Una vez lanzada su carrera como realizador de bandas sonoras esta se centrará, casi exclusivamente, en composiciones destinadas a filmes de suspense, y sobre todo, de terror. Aunque, entre susto y susto, aproveche para dejarnos muestra de su versatilidad con grandes composiciones fuera de estos recurrentes géneros.
No es la primera vez que vemos como grandes compositores forjan su carrera en estos particulares géneros cinematográficos, donde, aunque la música juega un papel muy importantel, esta no suele destacar por su belleza sino por su efecto. Esto no quita que muchas de ellas hayan logrado pasar a formar parte de la historia del cine como referentes del género, encontrándonos entre otras con scores imborrables como el "Psicosis" de Herrmann, el "Tiburón" de Williams o el "Poltergeist" y "Alien" de Goldsmith.
Cierto es, que pocos son los compositores que se adentran en estos angustiosos géneros para lograr zafarse posteriormente del sanbenito de compositores de obras de terror, por lo que su carrera acaba desarrollándose casi exclusivamente en estos y dando lugar a que tengan pocas oportunidades de demostrar su valía en otros donde sus melodías dejarían un mejor recuerdo en nuestro subconsciente, y por tanto, lograrían estar mejor valoradas.
Uno de estos casos se da con Christopher Young, quién desarrolla casi toda su carrera en filmes de terror, especialidad en la que logra desenvolverse con bastante soltura en todos sus posibles subgéneros, realizando composiciones que van desde el cascajoso gore como el de la sanguinaria "Pesadilla en Elm Street 2", pasando por el sobrenatural de "El exorcismo de Emily Rose", hasta el  suave suspense, como en el caso de "Copycat" y su thriller psicológico.

Afortunadamente para los no muy amantes del género como este servidor (al menos en lo que a su versión más cascajosa se refiere), Young nos irá dejando otras interesantes composiciones para estilos... no tan sobrecogedores, como podremos ver a continuación.

Así que pasemos a ver algunas de las obras más representativas de este interesante compositor.

Ya en sus inicios nos da muestras de que el terror va a ser su punto fuerte. Teniendo en cuenta quién fue su autor de referencia, no era nada descabellado intuir su atracción por las melodías del género, algo que no tardará en demostrarnos. 
Así en 1981 componía para una de esas películas en la que el desquiciado psicópata de turno tira de todo su arsenal de sádicos útiles para hacérselas pasar canutas a todo aquel incauto que se le ponga a tiro: "La mansión ensangrentada" (Jeffrey Obrow y Stephen Carpenter). Logrando una composición en la que podemos observar la gran influencia del maestro Herrmann.

En 1985 sustituirá a Charles Bernstein para dar melodía a una de las sagas gores más populares de la historia del cine, la iniciada por Wes Craven en 1984: "Pesadilla en Elm Street". En nuestro caso, para acompañar la segunda entrega de las sangrientas correrías de Freddy Krueger en: "Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy" (Jack Sholder, 1985). 
Con una melodía sinfónica de fuerte componente rítmico, nuestro autor cumple con su objetivo, el de contribuir a dar un mayor efecto a los continuos sobresaltos del film.

Si en 1985 se unía a la popular saga de Freddy Krueger (en la que sería su única colaboración), en 1987 prestaba su talento para otra obra de culto del terror gore: "Hellraiser". Film británico en el que Clive Barker tomaba como referencia su propia novela para escribir el guion y dirigir el film. Película que terminaría convertida en toda una obra de culto para aquellos aficionados al terror más gore y en donde nuestro autor volvía a demostrar cuanto bien le hace al género. 
Así, con una soberbia banda sonora, lograba crear una turbadora y delicada atmósfera con la que potenciaba la cruel humanidad del espíritu maligno. Y que a su vez, se convertía, al igual que el film, en toda una obra de culto para aquellos amantes del género.
Tanto éxito obtenía la cinta, que un año más tarde un nuevo director, Tony Randel, decide darle continuidad a la historia de Baker con: "Hellbound: Hellraiser II", dando pie a una de las sagas más longevas del cine gore (ya cuenta con nueve películas, una serie de TV y varios documentales). Siendo esta la última vez (hasta el momento) en la que Young compondría para la saga - bien es cierto, que sus melodías también acompañarían varios documentales, como los dos realizados en el año 2000 por Christian Levatino y Victor Mendoza sobre el rodaje de los dos primeros filmes, en los que se usarían las melodías  originales que acompañaron aquellos primeros filmes.
Para esta nueva ocasión, Young, insertará algunos cambios, optando por dar una atmósfera gótica a sus melodías y manteniendo sin grandes cambios el resto de la estructura de la banda sonora, logrando con estas modificaciones acrecentar el embrujo obtenido por la primera.

Estaba claro que, tan buenos resultados en el género, traería como consecuencia que pusieran a su disposición nuevas películas de terror. De esta manera llega a sus manos en 1989 otra nueva secuela, "La mosca II". Si Chris Walas tomaba el relevo de Cronenberg, Young lo hacía de Howard Shore. 
Para ella mantendrá el estilo enfático que había logrado en los dos filmes de la saga Hellraiser y retomando ese estilo que nos recuerda a las obras dejadas por dos de los más grandes compositores del séptimo arte en sus acompañamientos para filmes de terror o historias turbulentas: Bernard Herrmann o Miklós Rózsa.

La década de los noventa no iba a presentar muchos cambios y, aunque nuestro autor va realizando incursiones en películas de otros géneros, el grueso de sus composiciones irán encaminadas a aquellos filmes en los que el miedo juega un papel protagonista.
Así vamos viendo como sus obras acompañan películas como "Jennifer 8" (Bruce Robinson, 1992),"Copycat"(Jon Amiel, 1995), "Species" (Roger Donaldson, 1995) o "Leyenda urbana" (Jamie Blanks, 1998), buenas composiciones para el género, donde nuestro autor irá afinando su particular estilo en el que cada vez van tomando más protagonismo los ambientes góticos.
Pero si tuviéramos que destacar alguna composición de la década de los 90, esta es sin lugar a dudas la realizada para el drama carcelario: "Homicidio en primer grado" (Marc Rocco, 1995). Basada en hechos reales, volvemos a la máxima seguridad de Alcatraz para enfrentarnos en tercera persona a las duras condiciones penitenciarias de los EEUU en los años 30. Young por su parte, alejado de los filmes de terror, aprovecha para componer una emotiva banda sonora con un hermoso tema principal.

Poco a poco vemos como Young se va haciendo un hueco cada vez importante en la industria cinematográfica norteamericana, en la que acompaña con desigual fortuna filmes destacados de esta década como "Rounders" (John Dahl, 1998), film donde las magníficas interpretaciones de unos muy jóvenes Matt Damon y Edward Norton serán secundadas por la de consagrados actores como John Malkovich, John Turturro o Martin Landau. "Huracan Carter" (Norman Jewison, 1999), drama biográfico sobre el boxeador Rubin "Huracán" Carter, papel por el que Denzel Washington conseguía el Globo de Oro y el Oso de Plata, más la nominación al Oscar a mejor actor. O "La trampa" (Jon Amiel, 1999), que con un atractivo reparto (Sean Connery y Catherine Zeta-Jones) intentaba tapar sus carencias argumentales. Películas en las que nuestro autor, volvía a cumplir pero no conseguía enamorar.

Afortunadamente, con la entrada en el nuevo milenio, aunque no se producen grandes cambios en cuanto al tipo de filmes para el que compone, sí nos da la oportunidad de escuchar algunas de sus mejores obras. 
Así, con un Cristopher Young que continua muy activo en el género de terror, va desarrollando una obra cada vez más extensa en otros géneros en los que podremos deleitarnos sin tantos sobresaltos de sus magníficas composiciones. Si bien, una vez más, vuelve a ser prolijo en melodías para cintas de suspense o terror, género en el que vuelve a demostrar que su elección no es circunstancial. 
Así en estos primeros años del nuevo milenio lo podremos disfrutar en filmes como "La bendición" (Chuck Russell, 2000) o "Premonición" (Sam Raimi, 2000). Películas que se desarrollan en el tema de lo sobrenatural, pero donde existen grandes diferencias en sus composiciones debido al enfoque dado a ambas películas. La primera, al ser una cinta de terror puro, presenta una banda sonora mucho más característica del género; mientras que la segunda, al tratarse de un film de suspense, mostrará una melodía mucho más delicada y "escuchable". 
Precisamente, será con "Premonición" con la obra con la que nos pone sobre aviso de lo que será capaz de crear un año más tarde cuando el genio sueco, Lasse Hallström, una vez finalizada su relación con la compositora Rachel Porman - con la que tan buenos resultados había obtenido en los filmes: "Las normas de la casa de la sidra" (1999) y "Chocolat" (2000) -, reclame de sus servicios.
Así en 2001 compone para Hallström la banda sonora que, hasta el momento, podríamos considerar como su obra culmen: "Atando cabos". 
Es curioso lo que algunos directores son capaces de conseguir de los compositores con los que trabajan, aunque estos cambien. Caso significativo es el de Ang Lee que ha conseguido el Oscar a mejor banda sonora en tres de sus películas con tres compositores diferentes (aunque alguna de estas elecciones nunca dejarán de sorprenderme): Tan Dun, Gustavo Santaolalla y Mychael Danna. Hallström, aunque (Sorprendentemente) no le ha ido tan bien como a Lee, logra las dos nominaciones a los Oscar de Portman y la de Young al Globo de Oro por esta gran película. 
Lo cierto es, que la obra de Young para este film es soberbia, consiguiendo lo que todo buen director desearía que pasara con una banda sonora, que esta se imbrique en el film y pase a formar parte del mismo como un protagonista más. Lógicamente, esto no hubiera sido posible sin la maestría del director, la magia del entorno y las grandes interpretaciones de sus protagonistas, tanto principales como de reparto, y en especial la del gran Kevin Spacey, quien consigue realizar en este film una de las mejores transformaciones que he visto en la gran pantalla.
Pero si la película es una de esas de las que sales con la grata sensación de haber visto algo estupendo, la banda sonora de Young es de esas que se te marca en el subconsciente para acompañarte el resto de tu vida. Y uno de los grandes culpables es el mágico tema central de aires irlandeses que lleva el nombre del título original del film: "The Shipping News".

En 2007, la ruptura del tandem que tan buenos resultados había dado años atrás entre director, Sam Raimi, y compositor, Danny Elfman, hace que Young acabe componiendo para Raimi la tercera entrega del superhéroe arácnido: "Spider-Man 3". Aunque ambos ya habían trabajado juntos - Young compuso en 2000 "Premonición"-, nuestro compositor se encontrará con un gran problema, que tras las dos anteriores entregas del superheroe a cargo de Elfman, Young se verá muy condicionado a la hora de realizar su trabajo, viéndose obligado a mantener el característico estilo Elfman para no romper la linea musical de la saga, en donde, además, se mantendría el tema principal de este.
Aún así, nuestro autor consigue, dentro de lo poco que le dejan modificar, dar muestra de su talento, creando una banda sonora en la que juega con la transformación que sufre nuestro abnegado y enmascarado héroe cuando surge su lado más oscuro.
Similar resultado podemos observar en el acompañamiento para otro siniestro paladín en este mismo año de 2007: "Ghost Rider" (Mark Steven Johnson). Si bien el film no alcanzaba muy buenos resultados y su autor (Nicolas Cage) acababa siendo nominado al Razzie a peor actor, Young nos vuelve a dejar una banda sonora de alto componente gótico, que nos recuerda en exceso nuevamente a las del gran Danny Elfman. Realizando una  obra en donde la música épica se conjuga con otra de atmósfera mucho más oscura que otorga un aire muy siniestro a nuestro héroe motorizado.

En 2009 nos encontramos a un fantástico Christopher Young mostrándonos su lado más ecléctico. Y es que en este fabuloso año podremos escuchar varias de sus melodías más brillantes y contrapuestas. Por un lado tenemos la hermosa y sensible banda sonora de "La duda de Darwin" (John Amiel). La que posiblemente sea la composición más delicada de nuestro autor. Para este film creará una obra muy distinta a las que nos tiene acostumbrados, más afín a autores de corte romántico como Dario Marianelli o Thomas Newman. Bella composición que contrasta con la que veremos a continuación y que está mucho más en la linea de nuestro autor: "Arrástrame al infierno". Película en la que vuelve a componer para Sam Reimi, y esta vez, en su especialidad, ya que volvemos al terror, aunque en esta ocasión en clave de comedia.
En ella volvemos a disfrutar de la destreza de nuestro compositor en este tipo de filmes, a lo que habrá que sumar su especial habilidad a la hora de crear distintas atmósferas: góticas, románticas y, ahora, cómicas. Brutal trabajo que da como resultado final una espectacular banda sonora que nos atrapa y logra hacernos dar algún que otro respingo sin necesidad de estar viendo el film.
Como no hay dos sin tres, tendremos que irnos al cada vez más representativo espacio de los videojuegos, para poder escuchar otro de los grandes trabajos de este año de 2009: "The saboteur". En este videojuego de acción en tercera persona que se desarrolla en la Francia ocupada de la Segunda Guerra Mundial, nos meteremos en la piel de Sean Devlin, un intrépido irlandés que formó parte de la resistencia francesa durante la ocupación nazi. Young, quien comparte protagonismo con otros autores, realiza el tema homónimo: "The saboteur", creando una agradable melodía jazzística que nos recuerda a aquellas que acompañaron a míticos detectives de series británicas de los ochenta.

La entrada en la segunda década del nuevo milenio nos deja con un compositor muy maduro, solvente y activo que nos seguirá aportando algunas de sus mejores composiciones.
Una de ellas la tenemos en 2011, donde Christopher Young vuelve a componer para una cinta fantástica. Cinta en la que volvemos a contemplar una nueva lucha entre el bien y el mal, en los que en esta ocasión tendremos a vampiros como moradores del lado oscuro. Seres malignos que se las tendrán que ver con un solitario sacerdote guerrero en este engendro de western futurista titulado: "El sicario de Dios" (Scott Stewart). 
En él, nuestro autor vuelve a tirar de recursos trillados y un reconocible estilo zimmeriano, para dejarnos con una efectista banda sonora en la que, aunque no aporta nada nuevo, sí debo reconocer, tiene una gran intensidad.

En 2012 compartirá batuta junto a Bryanton Todd y Joel Douek en la película canadiense: "El hombre de las sombras" (Pascal Laugier). Thriller en el que curiosamente Young nos demuestra su gran talento generando tensión sutil y gradualmente, rehuyendo en esta ocasión de composiciones intensas u estridentes, creando con delicadas melodías un entorno desolador y en otros momentos otros más enfáticos en los que nos vuelve a recordar al gran Herrmann.
Curioso giro el mostrado por el autor en un film como este, en el que demuestra que con la edad está dispuesto a explotar su vena más dramática y romántica sin robar protagonismo al suspense.

Finalizaremos en 2013, año en el que compone para el film belga con reparto internacional encabezado por Robert De Niro y John Travolta: "Caza humana" (Mark Steven Johnson). Thriller en el seremos participes del duelo entre un soldado serbio (Travolta) que planea su venganza sobre un militar retirado (De Niro), al que intenta dar caza entre los bucólicos paisajes de los Montes Apalaches. 
Intensa banda sonora que mantiene un melancólico tono a western. Deliberada melodía con la que el compositor busca recrear esa atmósfera que rememore en estos personajes aquellos villanos y solitarios justicieros del lejano oeste.

Y es todo por el momento, aunque con nuestro compositor en activo y a la espera de nuevos títulos por salir, sólo me queda desear que estos mantengan el buen nivel de sus obras precedentes para poder añadir alguna banda sonora más en años venideros.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.