miércoles, 10 de julio de 2013

Miguel Asins Arbó (Compositor)

Miguel Asins Arbó


Barcelona 1918 – Valencia 1996 (España).

Compositor que, aunque catalán de nacimiento, podemos considerarlo valenciano de corazón.

Este comandante del ejército español perteneciente al Cuerpo de Directores de Música del Ejército de Tierra desde 1944, es el autor de los acompañamientos  musicales  de algunas de las obras más significativas de la filmografía española de todos los tiempos.

Ya comentaba cuando vimos al maestro Antón García Abril, que debido a la idiosincrasia de un  país como el nuestro consumido tras la Guerra Civil y sometido a un régimen autárquico muy radicalizado y aislado tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial y la derrota de sus posibles aliados (Alemania e Italia). Dan como resultado, un país muy alejado de los destinos de la Europa de posguerra y con una frágil y tensa relación con una de las nuevas superpotencias nacidas tras el conflicto mundial, Estados Unidos. Más interesada en la ubicación estratégica de nuestro país que en el estado de sus ciudadanos, por más planes Marshall que nos vendieran.
Bien, pues una vez puestos en situación, tenemos a una industria cinematográfica española dedicada, sobre todo, a vendernos las virtudes de su heroico ejército vencedor,  una grandilocuente interpretación de la Historia de España y mucho folclore popular del momento, todo ello  a cargo de directores próximos o propios del régimen franquista, como fueron, Juan de Orduña -“A mí la Legión” (1942), “La Lola se va la los puertos” (1947), “Locura de amor” (1948) o “Agustina de Aragón” (1950)- o José Luis Sáenz de Heredia –“Raza” (1941) o “Franco, ese hombre” (1964)-. Y para más inri, todo ello acompañado de una dura censura que impedía cualquier tipo de crítica a la recatada moral del régimen, así como a la estricta política del mismo.
No es hasta la década de los 50 cuando notamos cierta relajación por parte de la censura… o ¿podríamos decir pericia por parte de los guionistas?, magos del doble sentido quienes de una manera mordaz y sutil logran encontrar resquicios para escapar del control de los censuradores.
De esta manera, surgen nuevos directores entre los que destaca el genio valenciano, Luis García Berlanga, quien no sólo dirige, sino que es coautor de los sarcásticos guiones de sus filmes junto a otros genios como Juan Antonio Bardem o Rafael Azcona, entre otros.
Y es en ese periodo cuando aparecen filmes como “¡Bienvenido, Míster Marshall!” (1953) o “Los jueves, milagro” (1957), ambos de Berlanga y las no menos interesantes obras del italiano Marco Ferreri: “El pisito” (1959) y “El cochecito” -ya en la siguiente década, 1960-, películas en las que también interviene Rafael Azcona, coescribiendo el guion junto al director.
A ellos, habrá que sumar la aparición de algún que otro director díscolo dentro de la propia maquinaría del régimen, como veremos a continuación.

Bien, se preguntaréis a que viene toda esta retahíla si lo que nos trae aquí es el maestro Miguel Asins Arbó. Bueno, pues todo este rollo que os he soltado, es para comentaros que, es precisamente con estos directores, Berlanga y Ferreri, con los que nuestro compositor escribirá sus mejores obras para el cine. Y que, aunque no serían ni la primera ni la última obra, sí que serían sus trabajos más representativos dentro del Séptimo Arte. Pero no nos adelantemos, ya que todo esto lo veremos con más detalle a continuación.

Como ya va siendo hora de empezar a conocer la obra de nuestro autor, lo haremos comenzando por sus inicios.
Es en 1954 cuando el director José Antonio Nieves Conde, director oficial quien tras su gran obra “Surcos” en 1951, empieza a tener serios encontronazos con el gobierno y la omnipresente iglesia, al tocar temas tan tabú en aquellos días como: la miseria, el estraperlo y el éxodo rural. Pues bien, es este indisciplinado director quien lo introduce en el mundo del Séptimo Arte, al encargarle componer la melodía de su película, la coproducción germano-española, “Rebeldía”, generando tan buena relación que dará lugar a varios trabajos más juntos, como la coproducción ítalo-española: “Todos somos necesarios” (1956). O la que llevaría definitivamente a este militante falangista a convertirse en un L’enfant terrible para el régimen: “El inquilino” (1957). Ácido y mordaz drama social en el que el director trata sin tapujos un tema que vuelve a estar de actualidad en nuestros días, como es el derecho a la vivienda. Película que fue en un principio censurada para estrenarse años más tarde, no sin antes, efectuar algunos cortes y cambiar el final del film por uno más adecuado y halagüeño.

Un año más tarde, y a las órdenes de un nuevo director, José María Forqué, compone la banda sonora de “Un hecho violento” (1958). Película que copia el formato carcelario del cine negro norteamericano y para la que nuestro autor crea un curioso híbrido entre rock and roll y swing, con el que acentúa  el deseado ambiente de película made in USA.

Y llegamos al gran momento.  Y aunque en esta primera ocasión no brillará en todo su esplendor, Asins Arbó realiza el primer trabajo para el italiano Marco Ferreri: “Los Chicos” (1959). Con una composición en la que deja entrever sus grandes dotes para generar ese tipo de atmósfera que tan bien había logrado crear Nino Rota en su simbiosis junto al director Federico Fellini. Esa extraña mezcla de joviales y melancólicas tonalidades que Miguel Asins Arbó irá puliendo y haciendo propias en los siguientes trabajos junto a Ferreri y, sobre todo, a Berlanga.

Así, un año más tarde tenemos la genial obra de Ferreri: “El cochecito” (1960), quien cuenta, al igual que hiciera en 1959 para su gran obra “El pisito”, con la colaboración del guionista Rafael Azcona.
Destacar la  deslumbrante interpretación de un más que veterano Pepe Isbert y la fantástica composición de Asins Arbó, quien nos deja este estupendo y vital tema de aires latinos, con las que nos vuelve a recordar al maestro Nino Rota y al cine de Fellini.

Pero, como ya hemos comentado anteriormente, hay otro director con las que brillarán las melodías de nuestro autor, este no es otro que el genio valenciano: Luis García Berlanga.
Si bien es cierto, que no son muchos los trabajos juntos, limitándose tan sólo a cuatro colaboraciones, en ellas, tanto director como compositor, logran crear un sello propio que dan lugar a algo mágico, llegando a tal entendimiento, que da la impresión de que director y compositor fueran una sola persona.
Pues de esta fenomenal simbiosis surgen obras como la de 1961: “Placido”. Si Berlanga ya había dado muestras con obras precedentes de su gran talento, filmando películas de la talla de “Bienvenido Mr. Marshall” (1953), “Calabuch” (1956) o “Los jueves milagro” (1957); filmes en los que retrataría con mucho sarcasmo la sociedad de posguerra española. Con “Placido” da otra vuelta de tuerca a esos retratos de la España costumbrista, para deleitarnos con esta nueva, ácida y fantástica comedia sobre la vida de unos humildes personajes en un país marcado por sus grandes diferencias sociales.
Berlanga se mofa de la hipócrita burguesía del momento con la célebre campaña navideña “Siente a un pobre a su mesa”, campaña que si bien era utilizada para limpiar la conciencia cristiana de las clases acomodadas, le sirve al director para componer un burlesco retablo con el que  remarcar estas incamufables diferencias de la España de posguerra.
Pero si el director daba el Do de pecho y sacaba a flote una de sus mejores obras tras muchos impedimentos por parte de la censura, Miguel Asins Arbó crea una de las composiciones que mejor han retratado el sentimiento de una época. Y, una vez más, lo hace con una obra cargada de tonos rotianos, con los que vuelve a generar ese ambiente a medio camino entre lo jovial y lo melancólico. Sonidos que tan bien reflejan el sentir de esa época de nuestra historia reciente. De esa sociedad urbana con un fuerte arraigo familiar, gracias a que aún conserva los patrones de comportamiento del recientemente abandonado mundo rural.
Y todo ello lo hará con un lánguido fox-trot y  su particular ritmillo. Ritmo que nos retrotrae a las melodías de aquellas orquestas itinerantes que amenizaban las fiestas y verbenas de los pueblos de la herida España de posguerra y que tanto gustaba a sus humildes pero optimistas ciudadanos.
Recordemos que, el film tendría tan buena acogida -tanto dentro como fuera de nuestras fronteras- que sería nominada al Oscar en 1961 a mejor película de habla no inglesa, así como a la Palma de Oro en el Festival de Cannes a mejor película.

Su posterior trabajo juntos tendría lugar tan solo un año más tarde, en la coproducción franco-ítalo-española: “Las cuatro verdades” (1962). Se trata de un film con cuatro historias basadas en las fábulas de Lafontaine, siendo cada una realizada por un director: Alessandro Blasetti, Hervé Bromberger, René Clair y nuestro Luis García Berlanga, quien una vez más vuelve a trabajar con Arbó y con Azcona, quien coescribe el guion del capítulo dirigido por Berlanga: “La muerte y el leñador”.

Tras esta, vendrá otra de las joyas de nuestro cine nacional creadas por el trio Berlanga-Azcona-Arbó: El verdugo” (1963). En este caso, se trata de una coproducción ítalo-española que girará en torno a un argumento mucho más lúgubre que el de “Plácido”. 
Esta comedía negra, muy negra, está magistralmente interpretada por un verdugo veterano con la facha del genio José Isbert y un sufrido Nino Manfredi encarnando a su yerno y neófito verdugo con muchas dudas existenciales.
Y film, para el que el dúo Berlanga-Azcona componen un genial alegato contra la pena de muerte. Con un discurso que vuelve a ir magistralmente acompañada por la melodía de nuestro autor, sólo que en esta ocasión, le saldrá un duro contrincante: Adolfo Waitzman, quien compone el alegre Twist que acompaña la escena final; escena en la que el director nos apunta cuan alejada está la sociedad de las miserias que ocurren a su alrededor.

Tras esta, aunque mantiene cierto compromiso con el cine, realizando las bandas sonoras de películas como “El buen amor” (Francisco Regueiro, 1963). Película que estuvo nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. O la coproducción ítalo-española de 1968: “Un atraco de ida y vuelta” (Roberto Fizz), película que tendría como reclamo al veterano actor estadounidense Edward G. Robinson. 
Así, pasamos, desde principio de los setenta, un largo periodo de sequía que se romperá en 1985, año en el que vuelve con retomadas energías y compone dos bandas sonoras de gran calidad.
La primera, la escucharemos en la opera prima de Fernando Huertas: “El elegido”. Comedia negra con un José Luis López Vázquez en el papel de angustiado protagonista, realizando una de esas interpretaciones que nos recuerdan, en cierta forma, a aquella del espectacular corto de Antonio Mercero: “La Cabina” (1972). Y donde el Sr. Miguel Asíns Arbó vuelve a dejarnos una bella composición con su particular sonido de orquesta de pueblo y sus  clásicos acompañamientos para instrumentos de viento.
El segundo, se trata del cuarto y último trabajo del triunvirato (Berlanga-Azcona-Arbó): “La vaquilla”. Ya que tras este, Berlanga no contará con él para su siguiente película: “Moros y Cristianos” (1987). Película que a su vez, sería su última colaboración con Azcona.
Es cierto que, Berlanga, para el telefilm “Blasco Ibáñez” (1997) quiso contar con Arbó, pero debido al delicado estado de salud con el que contaba el compositor en aquella fecha, se vio obligado a desistir.
Así que pasemos a ver el film en cuestión: “La vaquilla”.
Para él, nuestro compositor cambia un poco el registro empleado en sus anteriores trabajos junto a Berlanga y escribe una música más tradicional y popular. De esta manera, realiza una banda sonora a base de pasodobles, charangas, marchas militares o procesionales que generan una atmósfera muy adecuada para esta comedia que se desarrolla en una zona rural en pleno frente de batalla de la Guerra Civil española.
Otra diferencia con los anteriores filmes es que, la gran mayoría de las composiciones, por no decir toda, son usadas como música diegética. Así aparecen acompañando a las diferentes escenas bien retransmitidas por los altavoces colocados en el frente, interpretados por la orquesta en la plaza de toros o la banda que acompaña la procesión.
Como curiosidad, comentar que el tema de “Plácido” es también empleado en alguna escena, así como algunos pasodobles de otros autores.
Pero si tenemos que destacar alguna de las composiciones realizadas para el film, son dos temas del maestro los que destacan sobre los demás. Por un lado está el “pasodoble, compuesto por nuestro autor expresamente para el film. Y por otro, el hermoso vals “Suspiros austrohúngaros”, que con su tono intencionadamente melancólico, acompaña al aguijoneante anuncio megafónico que proclama la fiesta de la Asunción en el lado nacional.

Y terminaremos nuestro repaso con la última obra dejada por el maestro Asins Arbó para el cine. Y lo hace en un film que parece una metáfora de la trayectoria de nuestro autor en su particular singladura compositiva: “¡Biba la banda!” (Ricardo Palacios, 1987). Cinta que narra las peripecias de una banda de música del ejército nacional en plena Guerra Civil Española, con un análogo argumento a los inicios como músico de nuestro maestro. Hecho que no tuvo que pasar desapercibido por el director para elegir a Asins Arbó a la hora de realizar la banda sonora del film. 
Así, nuestro autor logra firmar un espléndido trabajo, en el que es fiel a los temas castrenses que lo acompañaron a lo largo de su vida en el Cuerpo de Directores de Música del Ejército de Tierra.
Buena y atinada despedida de nuestro autor, quien tras esta, no volvería a componer para ningún otro film.

Pues, esto es todo por el momento, espero que haya sido de vuestro agrado para, en breve, retornar con nuevos autores y sus bandas sonoras.


Un saludo.

2 comentarios:

  1. En primer lugar, mis felicitaciones por esta entrada. Me parece estupenda, de las mejores de este blog. En segundo lugar, dar las gracias por darnos a conocer y hablarnos extensamente sobre este músico de mucho mérito y que merece reconocimiento.

    Este hombre, a pesar de ser militar perteneciente al bando ganador de la guerra civil, creo que debió sentirse más músico que militar. Da la sensación de que sentía la música como su gran vocación y ciego amor. Vamos, que le corría por las venas. Además, supongo que debió ser lo bastante valiente para hacer cosas que en el régimen franquista, aún siendo militar, no caían del todo bien. Así parece indicarlo que colaborase en obras nada apegadas al espíritu nacional-católico de la época y que son crónica negra social o crítica solapada que pudo saltar la censura de la época.

    Este hombre posee una extensísima producción en composiciones cinematográficas, música coral, bandas de música, obras para canto y piano, para guitarra, orquesta ... Una dedicación absoluta. La música como pasión, sin duda. En cuanto a su inclinación por componer para bandas de música no me extraña dado que lo tenía todo para ello: como militar, donde la banda es tradición, y enamorado de Valencia, donde tienen mucho arraigo las bandas y existen algunas de las mejores de España, como la de Liria.

    Tiene obras como

    Pero sus méritos no están sólo en las buenas obras en películas junto a un genio como Berlanga (también valenciano), pues alcanzó la excelencia en vida: Premio Extraordinario Fin de Carrera por Unanimidad en el Conservatorio Superior de Valencia (en Armonía y en Composición), Premio Círculo Bellas Artes de Madrid, Premio de Música Ciudad de Barcelona, Premio Himno Oficial a San Vicente Ferrer, Premio Música de Ejército, Premio de Canción Vasca de Bilbao, Premio de Composición para Banda de la Diputación de Alicante, Premio Habaneras de Torrevieja, Cruz del Mérito Militar de Primera Clase, Premio Nacional de Música ... y un buen número de diversas distinciones más.

    Tiene obras tan variadas como "Seis piezas románticas" (piano), "Sis músiques valencianes" (piano), "Canciones españolas" (textos de Antonio Machado y música para canto y piano), "Canciones infantiles", "Romances gitanos", "26 Cançons populars catalans", "Cuarteto en Mi Mayor" (cámara), "Obertura al Cantar de Cantares" (orquesta), "Mare Nostrum" (sinfónica), "Viva la marina" (banda militar), "El Micalet" (pasodoble valenciano) y, en fin, un sinnúmero de obras. Impresionante y admirable Miguel Asins.

    Por último, comentar sobre La Vaquilla que es una película que me gustó mucho, es muy del estilo coral de Berlanga, pero quiero señalar particularmente lo acertadísimo de la canción final, en la escena final donde se ve la vaquilla muerta y abandonada en medio de un paisaje pobre y solitario, en medio de la nada, a mitad de camino entre los dos bandos enfrentados en la guerra civil, triste metáfora de la España que entre todos hemos matado. Esa canción me puso los pelos de punta al escucharla en un momento tan señalado. Le va a la escena que ni pintada. Es la canción "La hija de Juan Simón", una tristísima copla que cantaron maravillosamente algunas grandes voces, como la admirable voz de Antonio Molina, aunque no es de este la versión que Berlanga y Asins tomaron para la película.

    Un aplauso póstumo, y sincero, a don Miguel Asins Arbó.

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  2. No sabe cuanto me alegra que le haya gustado.

    Si le soy sincero, me acordé mucho del Señor de la Guerrera cuando realizaba el post sobre Asins Arbó, por los múltiples paralelismos que se daban en ambos.

    Además, observo, que ha servido para que se interese por nuestro autor, que como bien comenta, fue un compositor muy prolífico, laureado y castizo -con esto último sabía que le podría tocar sus fibras sensibles-.

    Es una lástima que Don Luis García Berlanga, no tuviera el mismo concepto de la música de películas que su coetáneo transalpino, Fellini. Director que en su simbiosis con el gran Nino Rota se hacía acompañar del compositor en sus rodajes, para que este captara el alma del film y así lograr tan buenos resultados en sus composiciones.
    Berlanga por su parte cambiaba continuamente de compositores, incluso, llegaba a no emplearlos, usando para sus películas melodías ya compuestas. ¿Qué hubiera sido de la trilogía "Nacional" con la música de Arbó? o ¿Moros y Cristianos?, película a la que la trayectoria compositiva del maestro venía que ni al pelo...

    Bueno, basta de lamentaciones, ya que afortunadamente, Arbó, logró dejarnos bien surtidos de composiciones propias tanto en nuestra filmografía como fuera de ella, como bien comenta, amigo Romero Landa.

    Me uno a su póstumo aplauso.

    Un saludo.

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