Hoy
nos trae aquí uno de los casos más sorprendentes que nos vamos a encontrar en
este apasionante mundo de compositores de bandas sonoras. Y aún más, si tenemos
en cuenta a quien me estoy refiriendo.
Aquellos
que conozcan un poco la vida de este peculiar sujeto, sabrán que no tuvo una
vida fácil. Hijo de padre alcohólico y madre con problemas psiquiátricos, ambos,
artistas de music-hall.
Bien
es cierto, que la relación con su padre estaría limitada a pequeños momentos de
su infancia debido a la pronta ruptura en la relación de sus progenitores,
quienes se separarían antes de que cumpliera los tres años. Aunque los
repetidos internamientos en psiquiátricos de la madre haría que tuviera que
pasar algunas temporadas con él.
Con
padres dedicados a este ambulante oficio, era normal que su relación con los
escenarios se produjera a muy temprana edad. Así, a los cinco años ya había debutado
como actor en sustitución de su madre.
Pero
sus problemas no terminarían en su juventud, algo más tarde de que el joven Chaplin
arribara a tierras norteamericanas, hecho acaecido en el año de 1910, y posteriormente a que dé forma a su
célebre personaje Charlot en 1914, estos continuarán. Aunque, es cierto, que antes
de que estos contratiempos vuelvan, vivirá un largo periodo de éxitos que
duraría casi veinte años.
Pero
en 1937, cuando todo parecía indicar que la vida le sonreiría durante el resto
de su vida, estos retornan y mucho más virulentamente de lo que cabía esperar.
Todo comenzará con la acusación de plagio a la obra de René Clair “Viva la libertad” (1931), quienes sus detractores acusan de copiar en su película “Tiempos modernos” (1936). Algo que el propio Clair desmentiría poco más tarde, alabando con entusiasmo la obra de Chaplin.
Todo comenzará con la acusación de plagio a la obra de René Clair “Viva la libertad” (1931), quienes sus detractores acusan de copiar en su película “Tiempos modernos” (1936). Algo que el propio Clair desmentiría poco más tarde, alabando con entusiasmo la obra de Chaplin.
En
1938 recibe presiones para no filmar “El
gran dictador”, que finalmente ve la luz en 1940.
Pero
sus verdaderos problemas comienzan en 1942 cuando en plena II Guerra Mundial algunos
periódicos le acusan de comunista. Su mentalidad progresista y las películas
antes mencionadas, hacen que en plena era McCarthy, sea acusado por el Comité
de Actividades Antiestadounidenses por supuestas actividades «antiamericanas».
Dando lugar a que en 1947 sea solicitada a la fiscalía su deportación, alegando
y cito: “… cuya vida en Hollywood
contribuye a destruir la fibra moral de América”.
En
varias ocasiones es solicitado a comparecer ante dicho comité, pero él no
aceptó en ninguna ocasión tan atractiva invitación y, en 1952, mientras viajaba
con su familia a Europa para participar en la premier de Candilejas, se entera
de la orden dada a las autoridades de inmigración de impedir su entrada a los
Estados Unidos, por lo que Chaplin decide no volver a los EEUU.
Aunque,
en un principio, su país de origen le ofrece un lugar donde poder continuar con
su trabajo, se instalará definitivamente en una mansión en Vevey (Suiza), donde
residirá hasta su muerte.
Lógicamente,
todo no fue tan negro en la vida de este genial y polifacético actor,
compositor, productor, director y escritor. Así, como ya comentaba
anteriormente, en 1914 crea uno de los personajes más célebres de la historia
del cine “Charlot”.
En
1919 se convierte en uno de los fundadores de la United Artists (UA). La misma
que comentábamos en el apartado “El Western” hundiría Michael
Cimino con la película “La puerta del
cielo” en 1980. Aunque para aquel entonces, ya hacía tiempo que Chaplin
pintaba poco en ella.
Y
como gran genio que fue (y aún podría presumir ser), es uno de los pocos
directores que han conseguido tener películas de gran éxito tanto en el cine mudo
como, posteriormente, en su versión sonora. Contando con obras, tanto del
primero como del segundo, en las primeras posiciones de las listas de mejores
películas de todos los tiempos: “El chico”
(1921), “La quimera del oro” (1925), “Luces de la ciudad” (1931) o “Tiempos
modernos” (1936), en el caso de películas mudas. Y, “El gran dictador” (1940), “Monsieur
Verdoux” (1947) o “Candilejas”
(1952), en el sonoro. Aunque, lamentablemente, no recibiera ningún premio por
ninguna de ellas.
Pero,
como ya sabéis, lo que nos trae aquí son las bandas sonoras. Y en este tema es,
posiblemente, donde nuestro protagonista de hoy sea más excepcional aún, no
sólo por ser el autor de todas las melodías de sus películas. Más sorprendente
es aún, cuando observamos que no sabía escribir música, por lo que su sistema
consistía en tararear sus composiciones a arreglistas y orquestadores quienes,
posteriormente, se encargaban de realizar la transcripción y arreglos.
Esto
no quiere decir que Chaplin no tuviera conocimientos de música, ya hemos
comentado que su familia procedía del music-hall, y él, se crió entre
bambalinas. Además, se sabe, que como buen aficionado a la música, estuvo
interesado en aprender a tocar varios instrumentos como el violonchelo, el
violín e incluso un órgano de tubos que se instaló en su mansión de Beverly
Hills. Pero es cierto, que nunca fue capaz de trasladarlo a un pentagrama.
Estas
composiciones le llevaron a ser nominado en varias ocasiones a los Oscar,
incluso a alzarse con uno. Aunque, no sin levantar cierta suspicacia en
aquellos puristas que no lo reconocían como el verdadero autor de las mismas.
Como
gran visionario que fue, desde un principio se
proclamó un férreo defensor de la inclusión de las bandas sonoras
sincronizadas en los filmes. Lógicamente, una vez que la tecnología permitió
que se pudieran sincronizar imagen y sonido en las películas. Pero antes de que
esto fuera posible, ya se había adelantado, realizado composiciones para
algunas de sus películas mudas.
Así,
pasaremos ahora a saber cuáles fueron sus obras más destacadas.
Como
he comentado, sus primeras composiciones fueron cuando aún el cine carecía
de sonido. Esto no quiere decir que en esa época las películas no estuvieran
acompañadas musicalmente. Lógicamente en este periodo nos encontrábamos con un
poco de todo, desde los acompañamientos más simples a cargo de pianolas o
pianos, hasta los más suntuosos a cargo de orquestas sinfónicas.
Lo
extraño era, que aquellos filmes llevaran una melodía predeterminada. Lo
normal, en la situación más favorable, consistía en que hubiera un intérprete a
los mandos de un piano, quien tocaba un repertorio limitado, quien a su vez realizaba,
sobre la misma partitura, variaciones en el ritmo de ejecución para escenas de
más o menos acción o dramatismo.
Para
que nos podamos hacer una idea, os dejo esta anécdota de Harpo Marx:
“Conseguí un empleo como pianista en un cine de barrio. Había aprendido un montón de imaginativas variaciones sobre mis dos piezas, suficientes para acompañar cualquier tipo de película, sin que la gente se diera cuenta de que me repetía. Para las comedias, “waltz me around again, Willie”, tocada dos octavas arriba y rápido. Escenas dramáticas, “love me and the world is mine”, con un trémolo en las bajas. Escenas de amor, un trino en la mano derecha. Para las persecuciones, cualquiera de las anteriores, tocadas demasiado rápido para que no fuese posible reconocerlas”.
“Conseguí un empleo como pianista en un cine de barrio. Había aprendido un montón de imaginativas variaciones sobre mis dos piezas, suficientes para acompañar cualquier tipo de película, sin que la gente se diera cuenta de que me repetía. Para las comedias, “waltz me around again, Willie”, tocada dos octavas arriba y rápido. Escenas dramáticas, “love me and the world is mine”, con un trémolo en las bajas. Escenas de amor, un trino en la mano derecha. Para las persecuciones, cualquiera de las anteriores, tocadas demasiado rápido para que no fuese posible reconocerlas”.
Pues
bien, Chaplin quiso cambiar esto, realizando sus propias melodías para sus
películas. No contento con ello, y para asegurarse de que era su música la que
se interpretaba junto al film, enviaba las partituras a todos aquellos teatros
que reservaban sus películas. Esto lo haría durante el periodo comprendido
entre los filmes “El Chico” (1921) y
“Luces de la ciudad” (1931), película
que ya vendría con el sonido sincronizado -en este caso “sólo” la banda sonora,
ya que el resto del film sería mudo-.
Pues
comencemos de una vez con las bandas sonoras de este genio del séptimo arte. Iniciaremos nuestra andadura en el año de 1921 con el film mudo: “El Chico”. Lejos de lo que podíamos esperar de
este cómico y su personaje “Charlot”,
Chaplin se acompaña de melodías de corte dramático-romántico en la mayoría de sus
partituras, algo que podemos observar en esta primera. Usando temas de tonos
más alegres para las escenas cómicas como esta “His Morning Promenade”.
“La quimera del oro” (1925) en este maravilloso film,
Chaplin, nos vuelve a deleitar con una bella composición de corte
dramático-romántico, para la que al igual que en el anterior, se acompaña de
otras más alegres para las escenas cómicas. Comentar, que esta que escuchamos
fue la compuesta en 1942 para el reestreno, ya con el audio sincronizado.
En
1928 para “El Circo”, nuestro
genio se acompaña en esta ocasión de melodías algo más alegres y festivas, que
acompañan a su querido vagabundo en sus peripecias circenses. Al igual que en
la anterior, es la que compuso unos años más tarde para su reestreno en 1969.
Y
llegamos a 1931, año en el que compone la bella melodía del film “Luces de la ciudad”. Y primera película sonora de nuestro autor, pero en la que, increíblemente, “sólo” emplearía el avance técnico para incorporar la banda
sonora, ya que Chaplin mantendría el formato de las películas mudas
en ella.
Me gustaría resaltar que, aunque la banda sonora realizada por nuestro autor es una hermosa obra de, nuevamente, temas marcadamente románticos. En el film, lo que más destacaría sería el cuplé: “La violetera”, de nuestro patrio maestro Padilla.
Me gustaría resaltar que, aunque la banda sonora realizada por nuestro autor es una hermosa obra de, nuevamente, temas marcadamente románticos. En el film, lo que más destacaría sería el cuplé: “La violetera”, de nuestro patrio maestro Padilla.
Ahora, pasemos a la que será la última aparición de Charlot,
quien en esta emotiva escena final, lo vemos partir hacia un futuro más prometedor tras
este fundido en negro.
Esto
ocurría en el film “Tiempos modernos” (1936).
Película en la que nuestro polifacético artista, en pleno auge del cine sonoro,
mantiene su peculiar estilo de película muda, usando la nueva tecnología sólo para
la inclusión del componente musical. Si bien es cierto, que al final de la
cinta nos tiene reservada esta pequeña sorpresa, en ella podemos deleitarnos
con un jocoso Chaplin interpretando la canción de Léo Daniderff, “Je cherche après Titine”.
Su
banda sonora presenta en esta ocasión un tono más rítmico, con los que acompaña a las trepidantes escenas en la
cadena de montaje, y un bello tema romántico: “smile”, que hemos podido escuchar en la escena de despedida de
Charlot.
En
1940 filmará la que es su primera obra sonora, la satírica “El gran dictador”. Película que recibió muchas presiones
por parte de la embajada alemana para que no se llegara a realizar, y una de
las culpables de la posterior persecución que sufriría por parte del Comité de
Actividades Antiestadounidenses, que finalizaría con el consiguiente retiro en
Suiza a partir de 1952.
Aunque
la película recibió una muy buena acogida y cinco nominaciones a los Oscar, no lograría
alzarse con ninguno de ellos. Y algo peor aún: que durante mucho tiempo no le
fuera reconocida la coautoría de la banda sonora. La
cual, aun estando nominada al Oscar, el que constaba como autor era Meredith
Willson; que fue el encargado en esta ocasión de realizar la transcripción y
arreglos de la obra de Chaplin, además, de componer uno de los temas.
Para
este film, nuestro gran genio opta por una banda sonora mucho más marcial e
intensa, donde Chaplin nos acompaña en la paródica aventura de este peluquero
judío que se ve obligado a asumir el papel del xenófobo dictador; con cierto
parecido a uno que por aquellas fechas hacía estragos por Europa.
Aunque
Charlot había desaparecido en el anterior film, el personaje del peluquero
presenta muchas similitudes con él, por lo que haya quien considere que Charlot
no desapareciera hasta este film.
Y
finalizaremos con el que es… no su último film, pero sí el último en tierras
norteamericanas. Y posiblemente, su obra maestra a nivel compositivo: “Candilejas” (1952).
Hermosa
composición de sublime delicadeza, que puede vanagloriarse de pertenecer a ese
selecto número de melodías que formarán parte de los anales del séptimo arte.
Debido
a los acontecimientos acaecidos a nuestro personaje, no sería hasta veintiún
años después cuando Chaplin se alzara con el Oscar a mejor banda sonora, en
1973, contando por aquel entonces con la edad de 83 años.
Hecho, que fue posible debido a que la película no se llegó a comercializar en los
EEUU hasta dicha fecha. Logrando de esta manera el que sería su tercer Oscar, si a este le sumamos el
honorífico entregado en 1971 “por el
incalculable efecto que ha producido en el arte del siglo XX, el cine” y el
también honorífico de 1928 "por su
versatilidad al producir, escribir, dirigir y actuar en El Circo ("The
Circus")".
El
problema es, que por aquel entonces, poco podría disfrutar de su merecido
reconocimiento, ya que desde finales de los 60, Chaplin, padecía de una severa demencia
senil.
Así,
en este estado, sin apenas enterarse de
lo que pasaba a su alrededor, fue distinguido
con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 1970 y nombrado Sir de
la Orden del Imperio Británico en 1975. Muriendo en unas navidades de 1977, sin
ser consciente de su tardío reconocimiento.
Espero que haya sido de vuestro agrado.
Un
saludo.
Dedicado a la memoria de mi abuelo Antonio y mi tío Rolando.
El señor Chaplin es algo así como la definición del vocablo “genio”. Genios no sólo existen en la Física o en la Bioquímica, también los hay en el mundo de arte. Este señor, de personalidad tan difícil, construyó un icono o seña de identificación imborrable que siempre acompañará a la humanidad: el personaje de Charlot.
ResponderEliminarTodo el mundo ha visto alguna vez a Charlot, en película, dibujo o peluche. Pero no todo el mundo recuerda el nombre y apellido de la persona que hay tras Charlot. Es decir, Chaplin se confunde muchas veces con Charlot. O, visto desde otro punto, no necesitamos saber quién es Charlie Chaplin si nos basta con saber que existe Charlot. Es algo parecido a cuando se confunde la marca con el producto: cuando yo era niño recuerdo que mi madre me enviaba a veces a hacer recados y estos, en ocasiones, eran comprar un yogur. Pero en mi niñez no existían la variedad de yogures de hoy día. Ni tampoco la multiplicidad de marcas. Como eran los comienzos de la comercialización masiva de estos productos ocurrió que el mejor, más extendido, el primero y vanguardista que se había introducido en el mercado, era el Danone --la competencia de esa marca, prácticamente la única, era Yoplait-- Y mucha gente, incluida mi madre, identificaba “yogur” con “danone” . Y así, el recado podía consistir en “Vete a la tienda y me traes dos danones de Yoplait”.
El caso, como digo, es que todo el mundo conoce a Charlot pero no todo el mundo sabe el nombre real del personaje. La confusión no ocurre, al menos para mí, en otros genios. Estoy pensando en Buster Keaton. Este siempre era Buster Keaton. Siempre la cara de palo. Siempre Buster. Siempre Keaton. Siempre veíamos el mismo personaje en sus películas mudas. Pero Chaplin era diferente.
Creo que en el artículo que se lee aquí se dejan los suficientes datos de su genialidad, en cantidad apabullante, de manera que uno se queda intimidado ante el poderío de este hombre polifacético. Es que él solo era toda la tropa: el músico, el actor, el guionista, el director … ¿Para qué necesitaría un equipo? Esto está al alcance de pocas personas.
Imposible escribir la historia del cine sin aludir a Charlot. Imposible no reconocer la influencia de Chaplin en el séptimo arte, influencia que pervive a través de los años.
No obstante, no todo en su persona parece haber sido genial, estupendo, virtuoso. Es muy posible, hasta podría asegurarse, que la dureza de la vida que encontró tan joven, la vida en una familia desestructurada (como diríamos hoy) y el recuerdo de padres alcohólicos o desequilibrados dejaran huella en un rincón de la futura personalidad de Chaplin.
Gente así suele tener demonios internos, morales, propios, contra los que luchar. Interiormente tuvo que sufrir mucho. Una pista nos la da una confesión suya respecto a su boda con Paulette Goddard: “Me sentía desesperadamente solo, esperaba encontrar en algún lado un lindo rayito de sol”.
Todo esto mejor que lo explique un psicólogo, yo no alcanzo, pero supongo que algo tendrá que ver en su inclinación a encontrar pareja entre menores de edad, chicas de 15 o 16 años que fueron compañeras suyas. Son aristas oscuras. Charlie no es el único que las tiene.
¿Ves, Rolando, como no siempre manifiesto tirria contra todos los british?
Sí amigo Romero Landa, parece que no todo fue genialidad en su vida.Como bien dices, sus demonios internos no lo dejaron desarrollarse plenamente en todas sus facetas, al menos en la de amante,en las que parece se alejó bastante que lo que cabía esperar, algo que parece tener en común con otro gran genio y misógino empedernido, el gran Groucho Marx.
ResponderEliminarAunque todo parece indicar, que su segunda esposa, Oona O'Neil, sí consiguió darle la estabilidad que necesitaba.
En cuanto a lo demás, solo puedo quitarme el sombrero.
Me alegra ver que su anglofobia no llege a tanto.
Un saludo.