Michael Nyman
Michael
Laurence Nyman, Londres (Reino Unido), 1944.
Compositor
minimalista, y no sólo eso, él es el culpable del término “Minimalismo” aplicado
a la música, cito:
“Se atribuye el empleo, por primera vez, del
término música minimalista a Michael Nyman, quien en un artículo en The
Spectator en 1968, se lo aplicaba al compositor inglés Cornelius Cardew”
(Wikipedia).
Aunque
la primera obra considerada minimalista sea anterior. Se trata de: “In C”, compuesta por Terry Riley en 1964.
Nuestro
autor de hoy es un experto en música barroca, por lo que muchas de sus bandas
sonoras están inspiradas en autores de este periodo como: Henry Purcell, Heinrich
Ignaz Franz von Biber o Mozart.
Sus
comienzos en la composición de bandas sonoras van ligados al director británico
Peter Greenaway, con el que comienza esta singular andadura por el mundo del
séptimo arte en el año de 1967, dando lugar esta unión a la melodía del cortometraje “5 Postcards from Capital Cities”.
Pero
no será hasta 1982 cuando nos deje una de las composiciones más reconocidas y
populares de nuestro autor, en esta ocasión, realizada para el film de época “El contrato del dibujante”, también a las órdenes de Peter Greenaway.
En
esta intrigante historia que se desarrolla en una mansión británica del siglo
XVII, el compositor realiza una magistral partitura de corte barroco, donde,
inspirado en esta ocasión en el también británico Purcell, nos dejará la obra
que marcará el resto de su carrera.
Quien
conozca algo la obra de Greenaway sabrá a qué me refiero con lo que os voy comentar.
Al menos a un servidor, este director le suele provocar una extraña sensación de vacío tras el visionado de alguno de sus filmes, extraña sensación… de no saber muy bien que es lo que pretendía o buscaba generar en el espectador, como si algo se te escapara.
Al menos a un servidor, este director le suele provocar una extraña sensación de vacío tras el visionado de alguno de sus filmes, extraña sensación… de no saber muy bien que es lo que pretendía o buscaba generar en el espectador, como si algo se te escapara.
Pues
en la siguiente obra en la que vuelve a trabajar con nuestro autor, es uno de
esos casos del director, “Zoo” (1985). Y Nyman, lo
borda. Si el director nos deja con las patas colgando, el compositor llega a
donde no había conseguido alcanzar el otro, machacándonos una y otra vez y llevando
a límites insospechados nuestro desasosiego.
En
1988, de nuevo para Greenaway, compone la banda sonora de “Conspiración de mujeres”.
Drama sobre las consecuencias, en tres generaciones de mujeres de la misma
familia, de un crimen cometido por la progenitora. Nyman, vuelve a dejarnos una
muestra de hasta qué punto puede llevar este compositor la belleza en una obra
minimalista, quien, en esta ocasión, se inspira en la obra del genio austriaco, Wolfgang
Amadeus Mozart.
Un
año más tarde llegará la que es considerada la obra culmen de Greenaway: “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”
(1989), para ella no seré yo el que la califique:
“El singular Peter Greenaway firma una
inclasificable, interesante y excesiva película en torno a la comida, al amor y
al erotismo. No apta para paladares sensibles”. (Pablo Kurt: FILMAFFINITY)
Yo
le habría cambiado lo de “interesante”
por “sórdida” o “desagradable”, pero bueno… como dice el refranero popular “sobre
gustos…”.
Pero
como aquí no venimos a hablar de Greenaway sino sobre Nyman, decir, que él
vuelve a componer una partitura de aires barrocos, donde destacan entre otros los
temas “Miserere” y sobre todo “Memorial”. Esta última,
compuesta por Nyman entre 1984-85 pero grabada por primera vez para este film. Acompañando con ellas a este despropósito de película.
1991
sería el último año en el que el director y el compositor colaborarían, ya que
se producen ciertas desavenencias a la hora de cómo emplear el acompañamiento
musical. El director por un lado quería incluir música de sintetizadores en
ella, mientras que Nyman se negaba a ello. Esta intromisión hace que nuestro autor
rompa definitivamente su relación con Greenaway.
La
obra causante de ello es la “adaptación” (por llamarlo de alguna manera) de la
obra de William Shakespeare “La tempestad”,
solo que en este caso se titularía “Los libros de Próspero”.
Una
vez que el compositor consiguió que su partitura no fuera modificada, podemos
apreciar en ella la gran labor realizada por Nyman, al que hay que agradecerle
que se mantuviera firme.
Y
llegamos a 1993, ya que este es el año en el que consigue la proyección
internacional que le faltaba. La culpable, la cinta neozelandesa: “El piano” (Jane Campion).
No
es que la composición sea mejor que otras anteriores, aunque, bien puede que lo
sea. Lo que sí es seguro, es que, al ir acompañando a un film que tuvo tan
buena acogida consiguió que, esta melodía en especial, lograra la relevancia
que a otras les faltó.
Es
cierto, que no en todos los filmes las bandas sonoras tienen la importancia que
adquiere en esta, si a ello le sumamos las geniales interpretaciones de los
actores, la delicadeza de su fotografía, el buen hacer de su directora, y cómo
no, la necesaria obra maestra de Nyman. Todo esto, dio lugar a que esta película se convirtiera en
la laureada obra en la que se transformó.
En
cuanto a la partitura de nuestro compositor, decir, que deja temas tan mágicos
como “La promesa”. Con ella, Nyman consigue sumergirnos en un
estado de desbordante embriaguez, estado del que solo conseguimos salir cuando
finaliza la melodía.
Por
ella conseguiría la nominación al Globo de Oro y al BAFTA.
Lejos
del estilo compositivo de la anterior, en 1994 nos deja en el film francés “Seis días y seis noches”
(Diane Kurys) una intensa composición de ritmos vivos y alegres, pero que los
alarga hasta la saciedad.
Otra
bella composición es la que acompañará al film británico “Carrington” (Christopher Hampton,
1995), con ella vuelve a su estilo minimalista dramático de corte más clásico.
Son
pocas las ocasiones en que nuestro compositor ha realizado trabajos para la
industria cinematográfica norteamericana, de hecho, no es hasta 1997 cuando por primera vez compone para un film made in USA: “Gattaca” (Andrew
M. Niccol).
Para
él, Nyman realiza una melodía dramática, con la que potencia el ambiente
deshumanizado y aséptico del film. Empleando para ello una bella partitura con la que parece capar
emocionalmente al espectador, tarea nada fácil, que sin embargo el compositor consigue
sin aparentemente mucho esfuerzo. Al menos, sus años con Greenaway sirvieron
para algo.
En
1999 coescribe con Damon Albarn la banda sonora del curioso western británico “Ravenous” (Antonia
Bird). Cuando digo curioso, me refiero a su extraño argumento. Cinta gore, que
versa sobre los supuestos poderes que da el comer carne humana a unos soldados
de un fuerte aislado en las Montañas Rocosas.
Lejos
de lo que pueda parecer, la directora sabe tocar con mucha sutileza el tema,
dejándonos un film de una estética exquisita, donde un reparto de buen nivel,
encabezado por Guy Pearce (Memento), a quien hará compañía, entre otros, el
temperamental actor británico Robert Carlyle (Full Monty). Con una ambientación y fotografía extraordinaria
y la brillante banda sonora de los compositores, convierten este western de
terror en un delicioso entretenimiento.
En
1999 comenzará una irregular unión con el director británico Michael
Winterbottom, al cual acompañará de manera discontinua en varias de sus obras a
partir de este año. Comenzamos con el que es su primer trabajo juntos “Wonderland”. Aclamado
drama sobre tres hermanas londinenses, para el que Nyman compone una hermosa
banda sonora de corte romántico, con su habitual estilo barroco.
Del
mismo año es la melodía del film “El fin del romance”
(Neil Jordan). En esta ocasión con un tono más dramático. Por la que sería nominado al Globo de Oro y al BAFTA.
De
nuevo a las órdenes de Winterbottom (a la entrada del nuevo milenio) nos deja la composición para un nuevo western británico altamente dramático: “El perdón” (2000). Como es natural, para él Nyman
compone una partitura de corte dramático muy lejana a las épicas melodías de Bernstein, y a su vez, lejos también de aquellas románticas composiciones de Barry. De hecho,
sería imposible intuir por su melodía que se trata de un western.
Tras
estas, vendrían nuevos trabajos juntos en “Tristram
Shandy: A Cock and Bull Story” en 2005 o la más reciente “Everyday” (2012).
Pero
no todo han sido bandas sonoras de películas en este autor. También ha
trabajado componiendo para multitud de documentales, entre los que podemos
destacar: “Man on wire” (James Marsh), realizado
en 2008 sobre la hazaña del funambulista francés Philippe Petit, quien
ilegalmente se arriesgó a cruzar por un cable tendido entre las dos míticas y
desaparecidas torres gemelas del World Trade Center de Nueva York en 1974. En
ella se recopilaron algunas obras del autor, decisión que fue tomada por el propio
protagonista.
Lejos de encasillarse, también ha puesto música para las nuevas corrientes que van surgiendo, así compone alguna banda sonora para videojuegos, como el japonés “Enemy Zero”
(1996), con el que terminaremos el repaso de nuestro autor.
Espero
que haya sido de vuestro agrado.
Un
saludo.
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