Nebraska
No hace mucho lograba ver uno de esos filmes que había
colocado en esa (cada vez mayor) lista de imprescindibles, "Nebraska"
(Alexander Payne, 2013).
El cine independiente siempre es un poco arriesgado, y la
crítica no suele ayudar mucho, ya que en innumerables ocasiones el elitismo de
los críticos tiende a llevarnos a ver filmes cuya comprensión parece estar solo
al alcance de unos cuantos. Afortunadamente para mí, en este caso, no fue así.
Así, "Nebraska" cuenta una historia como
le gustan a su director sencilla, llena de humanidad y muy muy positiva. Donde
Alexander Payne se mantendrá en la línea de anteriores filmes suyos, siempre
tan personales y nómadas ("A propósito de Schmidt" (2002), "Entre
copas" (2004) o "Los descendientes" (2011)). Cinta con la
que, una vez más, nos embarcará en una road movie llena de encuentros y
reencuentros.
Es verdad, que en esta ocasión, tenemos a un Payne más indie
que nunca, y a sus ya personales historias, le da un giro más de tuerca y nos
entrega un film en blanco y negro. Quizás porque la película trata sobre la
vejez y como esta va nublando nuestros sentidos, o quizás porque el
protagonista, que tan magistralmente interpreta el veterano Bruce Dern, no
haya sido más que un ser anodino que ha pasado su vida enganchado a una
botella. Lo cierto, es que, este juego con el blanco y negro consigue
el propósito que tuviera en mente el director, magnificando
todos los estragos que el tiempo ha hecho en este antiheroe al que en su
quijotesca aventura terminaremos por coger tanto cariño.
Pero no era mi objetivo hablar aquí sobre este
imprescindible film (aunque ya puestos...), ya que si tras el visionado de la
película este servidor se fue a la cama con tan grato sabor de boca,
indudablemente, todo ello gracias a la maestría de Alexander Payne y
a un magnífico elenco de actores, tanto principales como secundarios, donde
destacan el ya mencionado Bruce Dern, un no tan conocido Will Forte en el
papel de entregado hijo, una soberbia June Squibb en el papel de
"abnegada" esposa y un estupendo Stacy Keach en el de
"leal" ex-socio. Pero, nada hubiera sido lo mismo si a ese paisaje
tan acromático no hubiera recibido todo un arcoiris de matices gracias a la
magistral composición de Mark Orton y la magnífica fotografía
de Phedon Papamichael.
Y como aquí venimos a hablar de música, a ello vamos, ya que
Orton hace que el loco viaje de Woody Grant desde Montana a Nebraska para
cobrar ese premio que nunca existió, no solo cobre sentido, sino que nos ayuda
a que terminemos queriendo a este loco perdedor que, por una vez en su vida,
cree haber conseguido algo importante.
Y Orton hace esto sin muchos subterfugios, nada de grandes
composiciones sinfónicas, tan solo con una guitarra, un violín y algo de
percusión y... et voilà!, Orton logra aportarnos con sus melodías de
corte folclórico ese amplio rango de matices y sentimientos por los
que discurrirán la aventura de nuestro querido personaje. Destacando sobre todo
esos temas de aires irlandeses que nos insuflarán animo al espíritu.
Pero lo realmente complicado para este servidor es decir qué
tema, o temas, podrían ser los elegidos para acompañar este artículo. Si bien
es cierto que no son muchos, tan solo ocho los que acompañan al film, decantarse
por alguno de ellos es bastante complicado. Así que, dejaré el enlace a la
propia página del autor en la que se pueden escuchar todos los temas.
Espero que os gusten tanto como a este que os escribe,
aunque si va acompañado del film, mejor que mejor.
Un saludo.