miércoles, 6 de noviembre de 2013

Luis Enríquez Bacalov (Compositor)

Luis Enríquez Bacalov


Luis Enrique Bacalov, San Martín, Gran Buenos Aires (Argentina), 1933 - 2017, Roma, Italia.

Este argentino con nacionalidad italiana, ascendencia búlgara y cierto parentesco familiar con otro gran compositor de bandas sonoras argentino, Lalo Schifrin -sus madres eran primas-. Aunque nace en la ciudad argentina de San Martín, a los 20 años parte de su tierra natal para, en un principio, marchar a Colombia con un contrato de pianista y cuatro años más tarde arribar en Europa, primero con una pequeña parada en España, luego Francia y, finalmente, aterrizar en tierras transalpinas donde fija su residencia y termina desarrollando su carrera como compositor.

La carrera compositiva de nuestro autor de hoy, guarda un gran paralelismo con la de su coetáneo, D. Ennio Morricone. Solo que la de nuestro autor parece ir a remolque de la del gran maestro italiano. Y, aunque cada uno crea un estilo propio, ambos, brillan en sus inicios por sus colaboraciones en las sugerentes adaptaciones del western a la italiana, el Spaghetti, para posteriormente, ya en plena madurez, lograr obtener sus más reconocidas composiciones.
Curiosamente, es en este periodo cuando, Bacalov, logra alzarse con uno de los pocos premios que se le habían resistido al transalpino en su brillante carrera como compositor cinematográfico, el Oscar (Morricone solo poseía el honorifico hasta ese momento), pero de esto hablaremos más adelante.

Pasemos a ver ahora la obra más destacable de este nómada compositor. Autor con una extensa carrera a sus espaldas, que cuenta, entre otros, con un ferviente seguidor, el popular director ítalo-americano, Quentin Tarantino. Quien ha empleado varios de sus temas en algunos filmes como: “Kill Bill” (2003) o “Django desencadenado” (2012). Aunque bien hay que decir que este fiel seguidor lo tendrá que compartir con algún que otro compositor dedicado al Spaghetti, entre los que se encuentra su eterna sombra, el Sr. Morricone.

Bacalov se iniciará en el apasionante mundo del compositor de bandas sonoras en la Italia de principios de los 60, y aunque sus primeros trabajos están encuadrados en el género de la comedia: “La banda del buco” (Mario Amendola, 1960), “I due della legione” (Lucio Fulci, 1962), “Vino, whisky e acqua salata” (Mario Amendola, 1963).
No es hasta 1964 cuando logra su primer trabajo reseñable. Aunque en este caso se trate de una adaptación de obras de autores clásicos como Bach, Prokofiev o Mozart, así como de otros temas litúrgicos hebreos o congoleños como el Missa Luba y algún que otro tema propio. Con él logra entrar en las nominaciones al Oscar a mejor banda sonora adaptada en 1966. Y el filme elegido será la mística cinta del controvertido director italiano, Pier Paolo Pasolini, película que versa sobre la vida de Jesús de Nazaret: “El evangelio según San Mateo” (1964).

En el mismo año que era nominado al Oscar, es cuando inicia su relación con el Spaghetti Western. Unión que vendrá de la mano de un título que dio, y sigue dando, mucho juego en el género del western a la italiana: “Django” (Sergio Corbucci, 1966) -la d es muda-.
El film mantiene el formato iniciado por Leone en la Trilogía del Dólar y nos cuenta la historia del solitario justiciero, Django (Franco Nero), quién  cargando con su inusual equipaje llevará a cabo su planificada venganza. 
Bakalov realiza un gran trabajo tanto a nivel lírico como instrumental, creando una de esas obras emblemáticas, que junto con las del sempiterno Morricone, pasarán a los anales del género. Y más ahora, si directores como Tarantino se dedican a desempolvarla  y volverla a poner de actualidad.


Los 60 serán un periodo muy productivo para nuestro autor y el cine italiano en general, quien con una resurgente industria cinematográfica, acompañada por sus también resurgidos y prestigiosos estudios romanos de Cinecitá. Estudios que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el apoyo económico de los Estados Unidos, darían un fuerte empujón a la industria cinematográfica italiana. 
Pero uno de los factores determinantes de este renacimiento en los años 60 es la aparición del Spaghetti Western o western a la italiana. Género que contribuye a abrir las fronteras a un cine italiano menos crítico o intelectual que el cine de sus consagrados directores: Pasolini, Fellini, Rosellini, Visconti o Sica, ya que este buscará fundamentalmente el entretenimiento por el entretenimiento, dando el relevo a otro género muy recurrente en los estudios transalpinos, pero marchito, como es el de los peplums.
Lógicamente, este fenómeno pondrá en el candelero a otros directores que con mejor o peor fortuna logran hacerse un hueco en el escenario internacional. Destacando entre todos ellos el padre de la criatura, don Sergio Leone, quien arrastra hacia el estrellato a sus fieles escuderos, Clint Eastwood como estrella e icono del género, y a su amigo de la infancia, el compositor y genio, Ennio Morricone. Compositor que con sus melodías hace lo propio y logra imbricarse de tal forma en los filmes del director, que da lugar a un nuevo e interesante estilo compositivo cinematográfico.
Aprovechando este filón surgen nuevos directores como Tonino Valerii, Sergio Corbucci, Enzo G. Castellari, Damiano Damiani,… Quienes con desigual suerte realizarán nuevas obras para el género, acompañándose de viejos o nuevos compositores que también lograrán dejar su sello creando algún tema, ahora clásico, del Spaghetti. Esos de los que tanto gusta acompañarse Quentin Tarantino en sus filmes.
Y lógicamente, como ya hemos podido comprobar, Luis Bacalov se encuentra entre uno de ellos.

Así, en este mismo año también firmará la banda sonora de "Sugar Colt" (Franco Giraldi). Comedia western en la que parece ser que Morricone colaboró con nuestro autor, información esta que está sin acreditar, pero que aun siendo así, no deja de recordarnos a otra banda sonora realizada por el transalpino unos años más tardes en otro cómico western: "Mi nombre es ninguno" (Tonino Valerii, 1973). Dando como resultado una composición con un simpático tema principal  y una banda sonora de buen resultado.

Es cierto que, mientras Morricone crea un estilo propio que desarrolla con gran tino en los Spaghettis de Leone, Bacalov prefiere adoptar, en general, un estilo similar al empleado en los grandes western norteamericanos de finales de los 50 y principio de los 60. Así, el mismo año que componía la melodía de “Django” o "Sugar Colt", también nos dejaba otra banda sonora para el Spaghetti co-rodado en tierras transalpinas e hispanas: “Yo soy la revolución” (Damiano Damiani, 1966).

Pero el cine italiano de los 60 no solo es Spaghetti ni pos-neorrealismo, ya que en él también abundan otros géneros como los policíacos,  los dramas o las típicas comedias italianas. Y es en una de estas en la que volvemos a ver a nuestro autor, “El bello Giorgio” (Franco Indovina, 1968). Comedia protagonizada por un altivo Vittorio Gassman, actor cuyo personaje sufre un accidente que lo hace irresistible a las mujeres y a algún que otro animal. Bacalov opta por componer una banda sonora bufa y muy sesentera, con la que acentúa las jocosas peripecias en las que se ve envuelto tan seductor protagonista.

Aun sin agotar el filón del Spaghetti y todavía inmersos en la etapa que sería denominada del “Spaghetti serio”. 
Ya que en estos momentos comenzaba a fraguarse otro spaghetti que acabaría por desbancar al viejo formato. Un Spaghetti burlesco que despega gracias, fundamentalmente, a la buena química que se establece entre dos, hasta ese momento, desconocidos actores italianos, el moloso Carlo Pedersoli y el acrobático Mario Girotti, más populares por sus seudónimos o nombres artísticos: Bud Spencer y Terence Hill. Quienes en su primera trilogía juntos, la dirigida por Giuseppe Colizzi: “Tú perdonas… ¡Yo no!” (1967), “Los cuatro truhanes” (1968) y “La colina de las botas” (1969) cambian el concepto del spaghetti, por otro más irreverente y cómico, que se sustentará además de en la buena química de sus dos actores protagonistas, en sus particulares físicos. Un subgénero que se consolidará en la trilogía de Enzo Barboni: “Trinidad” (“Le llamaban Trinidad” (1970), “Le seguían llamando Trinidad” (1971) e “Y después le llamaron El Magnífico” (1972)). 
Estilo del que el propio Leone no está ajeno y aprovecha para realizar en 1973 el film que unificaría en uno ambas corrientes, el viejo y sobrio con el nuevo y bufo en: “Mi nombre es Ninguno”. Dirigido por Tonino Valerii, emplea en él a dos actores emblemáticos de ambos géneros para simbolizar el cambio. Así por parte del serio tenemos la prestancia de un veterano Henry Fonda, y por el lado del cómico, al propio Terence Hill. Y todo ello acompañado por la fantástica y mimética banda sonora del compositor por excelencia del Spaghetti, Ennio Morricone -banda sonora que ya tratamos con detalle en el apartado “Once upon a time in the west”-.

Como veo que me he apartado algo del tema, retomemos el buen camino y hablemos de la película que nos traía aquí. Film en el que Bacalov vuelve a dejarnos muestras de su gran capacidad compositiva: “La muerte de un presidente” (Tonino Valerii, 1969). Una vez más, nuestro autor mantiene su afinidad por aquellas melodías del western made in USA, pero, en la que a su vez, deja ese sello tan de los western mediterráneos, creando una gran obra en la que se pueden apreciar esos sonidos de aires sesenteros.

La entrada en la década de los 70 no trae grandes cambios y vemos a nuestro compositor escribir en nuevos Spaghettis como “L'oro dei bravados” (1970) o “Le llamaban King” (1971), ambas de Giancarlo Romitelli. Filmes en los que modificará algo su estilo. En el primero, para hacer una composición de aspecto más morriconiano. Y en el segundo, no tan alejado, pero sí más modernista.

Ya metidos en la nueva época del Spaghetti, nos encontramos con el sr. Bacalov componiendo para la comedia, “En el Oeste se puede hacer… amigo” (Maurizio Lucidi, 1972). Curioso film en el que tenemos a Rafael Azcona como guionista, y en el reparto, a Bud Spencer, Jack Palance y nuestro paisano, Francisco Rabal. Sin embargo, el cambio de estilo no logrará sacar lo mejor de nuestro compositor. 

Y aunque sigue componiendo para varios Spaghettis más, el filón del género da indicios de estar agotándose. Bacalov, parece ser consciente de ello y decide que para estos últimos coletazos le basta con mantener el nivel de obras precedentes, bien propias o ajenas.
Destacando entre sus últimas composiciones para el género: “Gran duelo al amanecer” (Giancarlo Santi, 1972), obra que coescribe con Sergio Bardotti y que nos recuerda en gran medida al gran tema compuesto por Morricone para el fantástico film de Leone, “Hasta que llegó su hora” (“Once upon a time in the west”, 1968).
O la del western a la española de 1973: “Un hombre llamado Noon”. Coproducción realizada entre España-Italia-Reino Unido, dirigida por el británico Peter Collinson y que contaría con un reparto internacional encabezado por el norteamericano Richard Crenna.
Bacalov realiza para ella una partitura en donde vemos que empieza a fraguarse ese estilo que acompañaría a gran parte de los filmes italianos de los años setenta. Un sello que parece ser específico de cada país para esta década. Así, si en España nos machacaban con el incansable dabadaismo introducido por el señor Antón García Abril. En Italia cambiaban el dabadá por un menos claro nananá o lalalá. 
Así, en 1976, tenemos el film de acción interpretado por Roger Moore (James Bond, El Santo) “Los ejecutores” (Maurizio Lucidi y Guglielmo Garroni), film en la que nuestro autor parece realizar una versión lalalaista de la banda sonora del western visto anteriormente.

En 1979 tenemos el que es otro de sus grandes éxitos, aunque este sea debido más a la obra que acompañaba que por la composición en sí. Y no es que esta sea mala, ni mucho menos, pero es que con ella dejaba muy claro lo que pretendía.
El film en cuestión es "La ciudad de las mujeres". Primera obra que Fellini realiza sin su desaparecido Nino Rota, y en la que podemos observar como Bacalov rinde un claro homenaje al gran maestro. homenaje para el que crea una brillante partitura que parece haber salido de la mano del mismísimo Rota. 

La década de los 80 es un periodo de cambios, una vez agotado el filón del Spaghetti, Bacalov, se centra sobre todo en trabajos para la televisión, destacando en este periodo la banda sonora del telefilme "Il Cosaro" (Franco Giraldi, 1985). En ella volvemos a ver como nuestro autor vuelve a seguir los pasos del gran maestro italiano, componiendo una hermosa melodía de corte romántico y aires morriconianos.

Pero si nuestro autor es conocido, es gracias a la gran composición realizada en la década de los 90. La culpable no es otra que la controvertida banda sonora que acompaña al film italiano dirigido por el británico Michael Radford ("1984", "El mercader de Venecia"): "Il Postino" (en España: "El cartero y Pablo Neruda", 1994). Film en el que el director británico emula a Tornatore y donde un veterano actor francés, Philippe Noiret , vuelve a dejarnos una emotiva interpretación encarnando al poeta chileno, Pablo Neruda. Interpretación que nos recuerda a la realizada en el otro fantástico film italiano: "Cinema Paradiso". Solo que, en esta ocasión, secundado por un también ingenuo pero algo más maduro partenaire, Massimo Troisi. Actor quien en su último papel -fallecería 24 horas después de finalizar el rodaje-, nos regalaba esta magnífica y recordada interpretación del enamorado y sencillo cartero rural. Y qué hubiera sido de los dos actores sin la exuberante belleza italiana de María Grazia Cucinotta, actriz que completaba el plantel con su papel de la sempiterna amada... Beatrice Russo.
Es cierto, que tanto director como reparto lograban dar una mágica atmósfera al film, magia que la música de Bacalov lograba llevar aun más lejos hasta conseguir enamorarnos. 
No es que en ella surja un Bacalov innovador, y aunque nos encontramos con un compositor añorante que emplea en su obra aquellos sonidos de su tierra natal, su melodía, siendo muy hermosa, acaba en los tribunales por supuesto plagio del tema de 1974: "Nelle mienotti". Canción interpretada por Sergio Endrigo y compuesta por Lazarev, Riccardo Del Turco y el letrista Pablo Margheri. El caso fue cerrado en 2013 con el reconocimiento por parte de Bacalov, acuerdo del que el propio autor terminaría diciendo:
"He aceptado este acuerdo en lugar de seguir con esta historia que después de 18 años habría agotado mis arcas: de haber estado en América habría tenido todas las oportunidades para ganar el caso pero hemos avanzado 80 años y la justicia italiana sigue siendo absurda y lenta. Tras todo este tiempo transcurrido aún no teníamos sentencia. Sigo convencido de que son dos músicas completamente diferente".
Aún así, la composición le valdría en 1994 el premio que tanto se le ha resistido a Morricone, alzándose con el Oscar a mejor banda sonora (drama), además del BAFTA.

Tras esta Bacalov no modifica su estructura de trabajo, componiendo posteriormente algunas melodías destacables como la del film "La tregua" (Francesco Rossi, 1997). Film que narraba la odisea sufrida por un grupo de italianos repatriados del campo de concentración de Auschwitz y en la que un magistral John Turturro encabezaba el reparto. 

Y de esta manera entramos en el nuevo milenio. Periodo en el que un Bacalov, mucho más selectivo, mantiene su relación con el cine y, sobre todo, con la televisión. Dejándonos nuevas joyas como la composición para el telefilme sobre la vida y obra del precursor de la pintura Barroca: "Caravaggio" (Angelo Longoni, 2007).
O la que fue su penúltima colaboración, la coproducción mejicano-estadounidense "Hidden Moon" ("Luna escondida", José Bojórquez, 2012).

Su último trabajo lo veríamos en el remake homónimo estadounidense "Elsa & Fred" (Michael Radford, 2014), adaptación de la película argentina de Marcos Carnevale de 2005.

Y es todo por el momento, solo desear que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

2 comentarios:

  1. Extensa obra la de este señor. Por lo que veo, está detrás de muchas obras. Algunas he visto.

    "El evangelio según San Mateo", si la memoria no me falla, la ví a principios de los años 80 (no recuerdo si en el 1979 o 1981, pero por ahí), en uno de esos cines que entonces se llamaban "de arte y ensayo". También me parece recordar que esta película estuvo censurada en España hasta que la llegada de la democracia permitió su exhibición.

    También he visto la mayoría de los fims spaguetti-western que nombras: los "Trinidad" (el mejor, sin duda, el primero), "Mi nombre es ninguno", y también "Gran duelo al amenecer", con otro de los actores característicos del western, Lee van Cleef, actor que solía hacer de malvado pistolero con parca conversación.

    De los demás, nada. No recuerdo haber visto otras películas de las aquí nombradas.

    Pero de ninguna de ellas me ha quedado recuerdo de su sonido. Es lo contrario de lo que ocurre con señaladas melodías, que sí que quedan en tu memoria, como la famosa melodía silbada de Morricone (si no me equivoco, "La muerte tenía un precio", con Curro Savoy), la de "Superman", la de "Los intocables de Eliot Ness".

    Pero de las nombradas hoy, nada sonoro quedó en mi memoria.

    Un saludo desde el pañol de encartuchar, en labores de inspección.

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  2. Sí que es extensa y solo le he puesto lo que me ha parecido más destacable.

    En cuanto a lo que comenta sobre "El evangelio según San Mateo" de Pasolini, la cinta está llena de curiosidades, primero que un director reconocidamente ateo, le dedicara la obra al Papa Juan XXIII y que la misma esté entre las diez mejores obras de cine cristiano según el propio Vaticano.
    Que Jesús sea un sindicalista español que fue en busca de apoyo a Italia para su lucha antifranquista. Y alguna anécdota más.
    Por lo que no me extraña que en la España de 1964 no se permitiera el estreno de la obra, me imagino que más por ser el director quien era que por la obra en sí, que como podemos observar era del gusto de la propia iglesia vaticana.

    En cuanto a su gusto por el Spaghetti, tiene usted toda mi aprobación, jajaja. Lo de Lee Van Cleff, no era característico de el solo, sino de la mayoría de los personajes del género, salvo los charlatanes como el feo de la trilogía del Dólar interpretado por Eli Wallach.
    Lo que de verdad que me extraña es que no le suene, ni siquiera un poco, la melodía de "El Cartero y Pablo Neruda". ¿Nada de nada?.

    Bueno, en cuanto a nuestro Francisco Rodríguez (Curro Savoy), los que dieron el trino a los respectivos filmes "La muerte tenía un precio" y "El bueno, el feo y el malo" fueron John O'Neill y Alessandro Alessandroni, pero Savoy popularizó la melodía silbándola completamente. Confusión en la que estaba yo también inmerso, se ve que nuestro amor patrio nos hace barrer para casa, mea culpa.

    Pues lo dejo con su tarea de inspección, tenga usted cuidado con la pólvora que es poco amiga del fuego.

    Un abrazo.

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