lunes, 30 de diciembre de 2013

Jerome Moross (Compositor)

Jerome Moross

Nueva York, 1913 - Miami, 1983 (Estados Unidos).

Jerome Moross, sin ser un autor prolijo en el Séptimo Arte y tan solo contar con poco menos de una veintena de bandas sonoras en su haber entre cine y televisión, no deja de ser un compositor de gran trascendencia en un periodo determinado de la historia del cine y de un género cinematográfico en particular: El Western.

Aunque prefirió desarrollar el grueso de su carrera en otros campos alejados del celuloide, fundamentalmente en el de la música clásica, mantuvo un vínculo con la meca del cine durante un periodo que abarcó unas tres décadas, en un primer momento como orquestador para otros compositores y más tarde como autor de sus propias composiciones. Así en 1940 inicia su relación con el Séptimo Arte orquestando para Aaron Copland la banda sonora de "Sinfonía de la vida", dirigida por Sam Wood, para terminar su corta pero fructífera relación en 1969 con el score del film de David Miller "Héroes", obra con la que terminaremos este repaso.

Aunque en su vida personal mantuvo una muy buena relación con uno de los compositores vistos anteriormente, el señor Bernard Herrmann. Con el que lograría mantener una longeva amistad que se extendería desde la juventud hasta la muerte de Herrmann en 1975. La carrera de Moross guarda más relación con la de otro neoyorquino coetáneo de ambos, Elmer Berstein. Ya que, tanto Moross como Berstein, serán los culpables del cambio del concepto de acompañamiento musical del Western a la americana a partir de los años 60. Pero de esto hablaremos con más detalle más adelante.

Como creo que estamos dejando muchos temas en el tintero, pienso que ya es hora de que comencemos a ver con más detalles el sutil paso de Jerome Moross por el celuloide.
Ya vimos anteriormente que, aunque su trabajo para los estudios hollywoodenses comenzaron a principios de los años 40, esta primera incursión no nos dejará apreciar el talento de nuestro autor, ya que durante estos primeros años su función consistiría únicamente en orquestar obras de otros compositores, como ya veíamos con el mencionado Aaron Copland y algún que otro autor cinematográfico más del momento como Adolph Deutsch, Frederick Hollander o Hugo Friedhofer. No es hasta 1948 cuando le dan la oportunidad de firmar su primer trabajo como compositor, año en el que realiza la partitura del thriller de Jack Donohue: "Close-Up".

Aunque sus primeros años como compositor no tienen una gran transcendencia, sí que realizará trabajos para reputados directores como Robert Wise (Ultimátum a la tierra, West Side Story, El Yantse en llamas o Star trek, la película), para el que en 1952 componía la banda sonora de su cinta de cine negro "La ciudad cautiva".

No es hasta 1958 cuando nuestro compositor logra dar el definitivo do de pecho, primero dejándonos entrever lo que sería capaz de hacer con la banda sonora del western de Michael Curtiz: "El rebelde orgulloso", en la que nos demuestra su gran talento para el género con una hermosa composición en la que marcará las pautas de la obra que meses más tarde desarrollaría de manera encomiable. 
Y definitivamente, tras el trabajo de Curtiz, componer la que es su obra culmen y posiblemente una de las mejores bandas sonoras que se han hecho para el género del Far West: "Horizontes de grandeza" (William Wyler, 1958)
Si el film de Wyler nos dejaba con uno de esos mágicos duelos interpretativos a cargo de dos grandes figuras de Hollywood. Por un lado, a un estoico y apacible Gregory Peck frente a un temperamental y beligerante futuro presidente de la Asociación Nacional de Rifle, Charlton Heston; la melodía de Moross hacía historia en este clásico del western, cambiando los cánones de todo lo que se había hecho hasta el momento y convirtiéndose de esta manera en una de esas claras obras bisagra, ya que tras esta nada volvería a ser igual en el western americano; solo que el encargado de hacer esto realidad no sería Moross, sino otro gran compositor: Elmer Berstein, quien cogiendo el órdago lanzado por nuestro compositor se encargará de llevar al sumun el trabajo comenzado por este. Para el otro gran cambio en el western tendríamos que esperar un lustro e irnos a otro continente, ya que vendría de la mano de un subgénero europeo: el western a la italiana o "Spaghetti western" y un grande entre los grandes: Ennio Morricone. Compositor que con la trilogía del Dólar (1964-1966) de Sergio Leone volvía a romper esquemas y crear un nuevo y brillante estilo para el género.
Retomando el hilo, gracias a la gran obra realizada para "Horizontes de grandeza", Moross conseguiría la que fue su primera y única nominación al Oscar. Premio que finalmente terminaría en manos de otro de los grandes de todos los tiempos, Dimitri Tiomkin, por la composición para el film de John Sturges: "El viejo y el mar".

Tras el éxito alcanzado, era de esperar que nuestro autor fuera reclamado para realizar nuevos temas para el far west. Y no nos hace esperar, ya que en 1959 componía la banda sonora de "Los rebeldes de Kansas" (Melvin Frank), score del que saldrá el tema de la serie "Caravana" a partir de 1959, ya que la teleserie llevaba en pantalla desde 1957, finalizando su emisión en 1965. Para ella, Moross usa uno de los temas secundarios del film al que asigna mayor protagonismo al emplearlo como tema principal.
Indudablemente, Moross, mantiene el alto nivel alcanzado en "Horizontes de grandeza" y nos vuelve a dejar con una intensa y emotiva obra en la que se combinan esos enérgicos y vitales ritmos precedidos de otros de corte romántico con los que nos sorprendió en el anterior film y que se convierten en su seña de identidad.

Pero no todo en la corta historia de Moross en el cine se limita al western, así, en otro de los géneros recurrentes de la época, el cine bélico de la Segunda Guerra Mundial, hará alguna que otra incursión. Como ejemplo de ello tenemos el film de Daniel Mann "Sendero de furia" (1960).

Pero sus melodías nunca dejaran de evocarnos a esos tiempos de la dura Norteamérica de colonos en pos de grandes extensiones para explotar, vaqueros, pistoleros... Así, aunque el film que veremos a continuación no mantenga el patrón clásico del western, se desarrolla en el mismo periodo, solo que en la profunda América sureña: "Las Aventuras de Huckleberry Finn" (1960), donde, hay que reconocer que, también van que ni al pelo las creaciones de nuestro autor. 
En este relato en el que Michael Curtiz adapta la celebre obra de Mark Twain, tenemos a Moross componiendo  junto a otro autor: Burton Lane.

Con la ínfima pero notable carrera cinematográfica de nuestro compositor en todo su apogeo, nos damos de bruces con otra de sus grandes obras "El cardenal" (1963). Muy lejos del género que le consagró en el cine, Moross mantiene su característico estilo solo que dándole un aire algo más místico para esta superproducción dirigida por el consagrado Otto Preminger, sobre la meteórica carrera de un cura en la turbulenta Norteamérica de los años sesenta. 
Preminger se hará cargo de un reparto en el que destacó un brillante John Huston, que en esta ocasión se pondría frente a las cámaras para llevarse el Globo de Oro y la nominación al Oscar a mejor actor secundario.

Tras este trabajo volvemos a poder admirar un nuevo giro dado por nuestro compositor, quien se atreve con todo. Con un listón puesto muy alto por Miklós Rózsa, Moross se hace cargo de componer la banda sonora de "El Señor de la Guerra" (Franklin J. Schaffner, 1965). Aventura épica medieval en la que recuperamos a Charlton Heston como heroico caballero medieval, como ya hiciera anteriormente en el film de Anthony Mann: "El Cid". Y en la que Moross nos deja una hermosa composición de corte épico, pero sobre todo romántico.

En 1968 tenemos uno de esos curiosos casos en los que un famoso actor se pone tras las cámaras y debutar en la dirección con un sorprendente éxito, en este caso 4 nominaciones al Oscar y 2 a los Globos de Oro, más los premios del Círculo de críticos de Nueva York a Mejor director y actriz (Woodward).
Me refiero al debut como realizador de Paul Newman: "Raquel, Raquel". Drama para el que el director, muy acertadamente, elige a su esposa, la actriz Joanne Woodward, para el papel protagonista. Papel por el que ella terminaría optando al Oscar y al Globo de Oro como mejor actriz.
En cuanto a lo que nuestro compositor se refiere, realiza una elegante banda sonora intimista y nostálgica, bella creación con la que recupera su estilo más romántico.

A punto de finalizar su aportación al Séptimo Arte nos encontramos con el Moross más ecléctico, ya que en el film que veremos a continuación, nuestro autor, en lo que parece un claro homenaje a su gran amigo Herrmann realiza una introducción al más puro estilo Herrmanniano, para consiguientemente retomar su característico sello western, con el que termina sustentándose el film.
Todo ello tiene su lógica, ya que la película "El valle de Gwangi" (Jim O'Connolly, 1969), es todo un híbrido entre aquellas cintas de stop motion a cargo de Ray Harryhausen (“Simbad y la Princesa” de 1958, “Los Viajes De Gulliver de 1960 o “Jason y los Argonautas” de 1963) para las que compuso Herrmann y el western.
Film rodado en España, narra las peripecias de un grupo de vaqueros que tendrán que lidiar con una res algo más brava de lo habitual, un Alosaurio poco amistoso que les pondrá las cosas algo difíciles. Todo ello a fin de contentar a un empresario circense poco escrupuloso cuyo único objetivo es relanzar su espectáculo sin reparar en gastos ni en las posibles consecuencias.
Moross vuelve a demostrar su gran valía aunque sea acompañando un film menor como este de serie B. Tanto es así, que podemos decir sin miedo a equivocarnos que, nos deleita con una de sus composiciones más logradas.

Su último aporte no sería mencionable de no haber sido el último, ya que se trata de una sencilla melodía en la que aplica un tono más moderno a su estilo clásico. Este podremos escucharlo en el film de David Miller: "Héroes" (1969). Film que supuso el primer trabajo para el cine del primogénito del gran Kirk Douglas: Michael Douglas.

Tras esta rompería su relación con el Séptimo Arte. Falleciendo en 1983, tras más de dos décadas alejado del cine, de un infarto cerebral.

Y esto es todo por hoy.


Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Miklós Rózsa (Compositor)

Miklós Rózsa


Budapest (Hungria) 1907 - Los Ángeles (Estados Unidos) 1995.


La vida de este austrohúngaro presenta un gran parecido con la de otro compatriota suyo visto anteriormente, el Sr. Erich Wolfang Korngold. Ambos fueron niños prodigios que mantuvieron una carrera paralela como compositores clásicos y de música de cine, al igual que en su obra muestran, al menos en lo que lo que a su primer periodo se refiere, una fuerte influencia del tardorromanticismo. Igualmente, los dos terminaron con nacionalidad estadounidense componiendo para los grandes estudios norteamericanos y se hicieron un hueco entre las leyendas de la composición cinematográfica por sus trabajos en filmes de corte épico.
Pero si en algo se diferenciaron fue en la cantidad de obra dejada tras su muerte, donde algo tiene que ver la longevidad de cada uno de los autores, Korngold fallecía en 1957 a los 60 años, mientras que Rózsa llegaba en 1995 a la nada despreciable edad de 88 años.
Aunque puede que tuviera más que ver que, mientras el paso de Korngold por el cine fue algo traumático, teniendo que lidiar durante todo el periodo en el que estuvo componiendo para el cine contra la dura oposición de un padre, quien le recriminaría continuamente que desperdiciara su talento componiendo para un género menor como este. 
Miklós Rózsa por su parte, supo compaginar a la perfección ambos géneros (el clásico y el cinematográfico). Permitiéndose incluso el lujo de realizar algunos cambios en una música de cine que él consideraba muy conservadora.
Otra de las grandes diferencias entre ambos es el lugar de inicio, mientras Korngold aterriza directamente en los grandes estudios norteamericanos, Rózsa lo hará en el cine británico, no siendo hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial cuando arriba en los Estados Unidos, pero de eso hablaremos más adelante.

Hablar de Rózsa es hablar de música de cine, a él pertenecen muchas de esas grandes melodías que acompañaron las superproducciones de los  poderosos estudios americanos de los años 50 y 60, así como otros destacables trabajos realizados para filmes de prestigiosos directores como Alfred Hitchcock o Billy Wilder.
Pero como hemos comentado anteriormente, Rózsa comienza su carrera en el Séptimo Arte en las islas británicas. Siendo allí donde compone su primera banda sonora: "La condesa Alexandra" de Jacques Feyder . Película que en 1937 contaba con la diva alemana Marlene Dietrich para el papel protagonista.
Pero el espaldarazo definitivo viene de la mano de otro austrohúngaro afincado en Inglaterra, el productor y director Alexander Korda, quien en 1939 lo reclama para componer la banda sonora de una de sus producciones: "Las cuatro plumas", dirigida por su hermano Zoltan. 
Posteriormente, el Sr. Alexander Korda, hace lo mismo con el film que lo lanzará al estrellato: "El ladrón de Bagdad", mágico film que en 1940 es dirigido por: Ludwig Berger, Michael Powell y Tim Whelan, y a los que también se les atribuye la intervención de los propios hermanos Korda.
Esta última película es la responsable de que tanto los hermanos Korda, como el propio compositor terminen finalmente afincándose en los Estados Unidos, ya que el rodaje del film coincide con el inicio de La Segunda Guerra Mundial en Europa, por lo que deciden trasladarse a los E.E.U.U. para terminar de grabar. 
Si el film lograba convertirse en todo un clásico de aventuras fantásticas, el gran culpable de ello, en esta ocasión, es el visionario productor Alexander Korda, e indudablemente, gran parte del éxito se lo debemos a nuestro compositor, quien con su buen hacer nos deja una interesante muestra de lo que el futuro nos depararía.
Es cierto que, aunque en ella aún conserva esa fuerte influencia del romanticismo tardío, Rózsa nos deja entrever algunos indicios de lo que más adelante se convertirá en su sello característico, ese que tanto admiraron posteriores compositores de bandas sonoras como el carismático grecoamericano, Basil Poledouris.
Lógicamente, este asombroso trabajo no se iría de vacío y terminaría por convertirse en la primera de las 17 ocasiones en las que Rózsa aspiraría al Oscar.

Su segundo gran trabajo vuelve a ser para los hermanos Korda, en esta ocasión con Zoltan Korda a la dirección de la adaptación de la obra de Rudyard Kipling: "El libro de la selva" (1942). Cinta en la que consigue con su música introducirnos en el exótico ambiente selvático, así como dotar musicalmente a los diferentes personajes que en ella habitan. Por ella, vuelve a lograr una nueva nominación al Oscar.

En 1944 compone para el genial Billy Wilder una obra en la que introduce ciertos cambios y que en algunos sectores del encorsetado Hollywood levanta ampollas: "Perdición". Aun así, Rótza, se niega a modificar una partitura que, finalmente, el mismísimo Hollywood termina por darle el valor que se merecía, siendo nominada al Oscar a mejor banda sonora original.

1945 nos trae dos grandes bandas sonoras con las que compite al Oscar, logrando alzarse por primera vez con una estatuilla. Lo mejor de todos es que esto ocurre con cierta controversia, ya que si Rózsa logra hacerse con el Oscar a mejor banda sonora original, este hecho vendría acompañado de una fuerte disputa entre el compositor y un furibundo y temperamental director, Hitchcock. Dando como resultado que su primer trabajo juntos sea también el último. Tanta tensión llegó a generarse entre ambos que no volverían a dirigirse la palabra el resto de sus vidas. Curiosamente, esto no es la primera vez que lo vemos con  el meticuloso Hitchcock, ya cuando tratamos a otro autor con el que guarda un gran paralelismo Rózsa, Bernard Herrmann, vimos como su relación terminaba con el mismo resultado, solo que en esta ocasión, antes de la ruptura, nos dejarían con algún que otro trabajo más juntos.
Lo cierto es que, si  Hitchcock no estaba conforme con el trabajo realizado por el compositor para "Recuerda" -score en el que un innovador Rótzsa usa el novedoso y distorsionado sonido del theremin para crear esa atmósfera de desasosiego que sufre su protagonista (Gregory Peck), incapaz de recordar los hechos de un acontecimiento pasado que le atormenta-; peor tuvo que sentirse cuando el compositor lograba hacerse con el Oscar a mejor banda sonora y él volver a conformarse con la nominación a mejor director -premio que se le resistió a lo largo de su exitosa y dilatada carrera, teniendo que conformarse con el honorífico de 1968-.
Pero como aquí no estamos para hablar de las sensaciones y sentimientos de nuestros personajes, que para eso ya hay suficiente prensa amarilla en el mundo, sigamos pues con nuestro repaso. Ya que ese mismo año, como comentábamos anteriormente, lograba una doble nominación al Oscar. Este otro trabajo es una nueva colaboración con otro genio cinematográfico, Billy Wilder. Para quien crea una obra similar a la anterior, ya que de nuevo tenemos a un personaje atormentado, solo que en esta ocasión sus problemas psicológicos se los acarrea una severa adicción al alcohol en "Días sin huella", y donde nuevamente, nuestro compositor tira del theremin para, con su distorsionada melodía, potenciar la pesadilla en que vive nuestro desdichado protagonista.

Con un Miklós Rózsa desenvolviéndose a la perfección en aquellos filmes que requieren generar una atmósfera de inestabilidad emocional para sus complejos protagonistas, lo vemos haciéndose con su segunda estatuilla. En este caso a las órdenes de otro gran director como George Cukor, pudiendo disfrutar en su filme "Doble vida" de la gran melodía de Rózsa y la fenomenal interpretación de todo un veterano, Ronald Colman, quien también consigue alzarse con la deseada presea.

Pero es a comienzos de la década de los 50 cuando la carrera de Rózsa sufre un giro que trae como consecuencia el encumbramiento definitivo de nuestro autor. Es concretamente en 1951 cuando se hace cargo de componer la banda sonora del film de aventuras histórico-bíblicas "Quo Vadis" (Mervyn LeRoy), composición por la que logra una nueva nominación al Oscar. Y es gracias a este giro, que años más tarde otro autor, en este caso el grecoamericano Poledouris, nos dejara la que muchos han denominado como la mejor banda sonora de la historia: "Conan el barbaro". Ya que en ella podemos observar la clara influencia de nuestro autor, influencia que se ve refrendada con otras bandas sonoras que trataremos a continuación.

Tras esta vendrán otros scores para filmes de corte épico como "La nave del destino" de Clarence Brown o la aclamada "Ivanhoe" de Richard Thorpe, ambas en 1952.
Si con "Quo Vadis"  lograba entrar por la puerta grande en la década de los 50, con "Ivanhoe" lograba demostrar que era un compositor a tener muy en cuenta a la hora de realizar bandas sonoras para filmes de aventuras históricas. Así con ella volvía a entrar en el cajón de posibles a llevarse el Oscar.

Y lógicamente este trabajo no cae en saco roto, y nuestro autor, continuando en la brecha, nos deja nuevas bandas sonoras de una calidad encomiable para películas como: "La reina virgen" (George Sidney, 1953), film en el que una vez más se hace un heroico y romántico retrato de la Reina de Inglaterra Isabel I por parte de los estudios norteamericanos, en esta ocasión a cargo de la Metro-Goldwyn-Mayer. Retrato que buscaba más complacer al público que mantener fidelidad con el personaje, al menos en cuanto a su físico se trataba, ya que la actriz encargada de interpretarla no es otra que la dulce Jean Simmons, con un patrón de belleza muy alejado del de la verdadera Reina Virgen.
U otras como la de la reconocida película de aventuras náuticas "Todos los hermanos eran valientes" de nuevo a cargo de Richard Thorpe en 1953. "Los caballeros del Rey Arturo", otra de las obras de Thorpe de 1953 -director que estaba muy productivo y en racha-. O la adaptación de la obra para teatro de William Shakespeare: "Julio Cesar", gran producción de Joseph L. Mankiewicz con un reparto de lujo: Marlon Brando, Deborah Kerr, James Mason, 0 John Gielgud entre otros y por la que nuestro autor vuelve a ser nominado al Oscar.

La década de los 50 iba a ser muy intensa, así a las ya citadas les seguiría la bella banda sonora que acompañó el film de Vicente Minnelli sobre la atormentada vida de uno de los mayores genios de la pintura de los últimos tiempos, el impresionista neerlandés Van Gogh: "El loco del pelo rojo" (1956).

Y como broche final de los años cincuenta nos deja con la que posiblemente sea su obra culmen, la espectacular banda sonora de uno de los grandes clásicos del cine: "Ben-Hur" (William Wyler, 1959). Exquisita banda sonora que aporta melodía al término "cine de romanos".
Rózsa logra con su banda sonora lo que Wyler logra con su film, crear una obra que transcienda al tiempo sin perder un ápice de frescura con el paso del mismo. 
Era de esperar que tan magna película tuviera su recompensa en forma de premios, así logra alzarse entre otros con 11 Oscar,  los cuales incluían los más preciados: película, director, actor. Y lógicamente... banda sonora.

Afortunadamente para todo aquel entusiasta seguidor de la música de cine, en el comienzo de la década de los sesenta, nuestro autor logra mantener el listón bastante alto. Así en 1961 nos deja con dos grandes composiciones. La primera, para un nuevo film de corte histórico-bíblico: "Rey de Reyes" (Nicholas Ray). Película en la que la música de Rózsa se adapta magistralmente al cambio argumental del film, para ello Rózsa modificará, dentro de una melodía de contexto histórico, la épica de Ben-Hur por otra de ambiente algo más místico.
La otra es para el el sorprendente film realizado por Anthony Mann sobre uno de nuestros héroes patrios, Don Rodrigo Díaz de Vivar: "El Cid". Banda sonora en la que vuelve a retomar la épica y a la que añade certeramente un toque de aire hispano.
En ella, como ya vimos con el héroe egipcio "Ben-Hur", volvemos a tener a Charlton Heston en el papel protagonista, solo que en esta ocasión acompañado por la exuberante belleza latina de Sophia Loren, quien da vida a Doña Jimena. Al igual que volvemos a tener otra nueva banda sonora que pasa a formar parte de las muchas nominaciones al Oscar de nuestro compositor. En este caso por partida doble, ya que también lo haría en el apartado de mejor canción por el tema de amor: "The Falcon and the Dove" compuesta junto al letrista Paul Francis Webster.

La década de los 60 nos dejará alguna que otra buena muestra del buen hacer de nuestro autor, algunas en las que continua en esta faceta del cine histórico-bíblico como "Sodoma y Gomorra" (Robert Aldrich, 1962), y una vez agotado el filón de las películas de romanos, otras con las que retoma ese estilo más herrmanniano como "El poder" (Byron Haskin, 1968), para la que vuelve a crear una de esas melodías opresivas con las que había logrado una merecida reputación antes de su incursión en el cine histórico.

Y así llegamos a la década de los setenta, con un veterano compositor muy activo que no da señales de haber agotado su inspiración, pero al que nuevos compositores en liza irán desplazando a un segundo plano. Así y todo, aun nos tiene preparadas alguna que otra grata sorpresa con la que deleitarnos. Claro ejemplo de ello lo tenemos con la banda sonora de un director con el que ya había trabajado en otras ocasiones, solo que en su faceta más dramática, ahora, con un Billy Wilder convertido en todo un as de la comedia, nos deja la impresionante banda sonora con la que acompaña a un atribulado Sherlock Holmes en una de las mayores meteduras de pata de su intachable carrera: "La vida privada de Sherlock Holmes" (Billy Wilder, 1970). En ella podemos disfrutar de un gran tema romántico interpretada por un violín solista, al igual que de una poderosa obra para sus momentos más intensos.
Y esta no es un hecho aislado, ya que en 1974, gracias al rechazo de un Bernard Herrmann aburrido de realizar acompañamientos para filmes de aventuras fantásticas, llega a sus manos "El viaje fantástico de Simbad" (Gordon Hessler). Película en la que vuelve a componer melodías con la que acompañar a seres mitológicos, genios, brujos y correr grandes aventuras junto a un oriundo de Bagdad, como ya hiciera allá por los lejanos años cuarenta en "El ladrón de Bagdad". En la que rehuirá al uso de los ritmos utilizados en aquella ocasión para crear otros más en linea a una fusión entre el toque herrmanniano y su estilo histórico.

El último periodo en activo de nuestro compositor aún dará para alguna que otra melodía reseñable, como la de la película francesa "Providence" (Alain Resnais, 1977), por la que obtuvo el Cesar de la academia francesa, "Fedora" (Billy Wilder, 1978) o "El eslabón del Niágara" (Jonathan Demme, 1979) donde vuelve a crear esas intrigantes melodías en las que tanto él como Herrmann eran unos maestros.

En 1982 finaliza su carrera como compositor, y qué mejor para despedirse que hacerlo con todo un homenaje al cine negro, género en el que fue bastante prolijo. Solo que en esta ocasión, hacerlo en clave de comedia junto Steve Martin, en la parodia realizada por Carl Reinerque que este protagoniza: "Cliente muerto no paga" . Film para el que compone una banda sonora de gran fuerza con ese marcado estilo suyo para el género en cuestión.

Y es todo por hoy, ya que en 1995 tras una exitosa y productiva carrera, fallecía de un infarto cerebral a la edad de 88 años en su residencia de Hollywood, ya tiempo atrás alejado de la vorágine cinematográfica de los estudios hollywoodenses.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.