Es sabido que el compositor transalpino andaba algo molesto por el hecho de no haber logrado el Oscar a la largo de su carrera (Oscar honorífico aparte). Y, estaba claro que, dada la edad del compositor, la academia de Hollywood no contaba con mucho tiempo para resarcir al autor de obras tan destacadas como "La misión", "Cinema Paradiso" o aquellas grandes obras de Leone para los Spaghettis de los sesenta.
La pregunta que me hago es: ¿Es merecido este Oscar?
Bien, por un lado, está claro que no es la obra más completa del autor (dos temas con pocas variaciones, donde destaca el tema principal) que, además, acompaña a un film al que hace poca compañía (de las casi tres horas de película, podemos escuchar las melodías de Morricone en cortos espacios de tiempo. Aun así, cuando lo hace, se hace notar bastante).
Es cierto que, muchos compositores cinematográficos, vienen defendiendo desde los inicios del cine sonoro la justa aplicación de la música en las películas, y pienso que a "Los odiosos ocho" ni le sobra ni le falta.
Por otro, tenemos el giro de registro dado por el autor. Aquí no veremos al Morricone romántico de "Cinema Paradiso", "La misión" o "Hasta que llegó su hora".
Pero, estaba claro que Tarantino no necesitaba eso, él requería de un Morricone oscuro. El film, una obra teatral al más puro estilo Hitchcock, hace que Morricone se transforme en Herrmann. Tanto es así, que gran parte de culpa de que hoy Morricone tenga su apreciada estatuilla en una de sus estanterías, es gracias a su entrada triunfal. Con una escena de inicio brillante, el compositor hace nuevamente de las suyas. Así, toma las riendas de "La última diligencia a Red Rock" y se vuelve a convertir en narrador. Y con su música nos avisa: Amigos, esto está abocado al desastre...
Tras todo esto, sólo me queda añadir que... SÍ. Don Ennio Morricone es justo ganador de su Oscar, su Globo de Oro, BAFTA y todos aquellos premios que le quieran otorgar por esta gran obra. Posiblemente otras que debieron ser premiadas sólo contarán con el reconocimiento popular, mientras esta, que el tiempo no creo que llegue a mantenerla más que en el recuerdo de algunos de sus más incondicionales seguidores como este servidor, sea con la que se le recuerde en las páginas biográficas. Aun así, Morricone siempre será Morricone, uno de los mayores genios que ha dado la composición cinematográfica de todos los tiempos.
Desde aquí, ¡mi mas sincera enhorabuena, Maestro!
¿Qué es más emocionanate: escuchar La Misión a todo volumen en una sala de cine, o ver a Morricone subir a recoger su Oscar? mmmm
ResponderEliminarAmbas cosas. La primera, por su intemporalidad. Con ese regusto que deja el poder disfrutar de la banda sonora en el momento adecuado, ya sea en una sala de cine acompañando a ese magnífico film de Roland Joffé. O de su soledad, aprovechando un momento de relax para poder paladear sin más aderezo la gran banda sonora de este genial compositor.
ResponderEliminarPero no puedo dejar atrás la emoción que deja sentir ese momento puntual e irrepetible de ver al veterano maestro subir emocionado a recoger su más que merecida estatuilla. Y es que hoy, Morricone hacía historia, al recoger el premio por excelencia que todo artista vinculado al séptimo arte desea (y que a él le ha sido tan esquivo), el Oscar.
Hoy los bsoadíctos estamos de suerte.