Bill
Conti
Providence, Rhode
Island (Estados Unidos), 1942.
Hoy veremos a un autor
que hizo historia en las décadas de los setenta y ochenta.
Compositor de algunas
de las melodías más populares de aquellos años, cuenta con grandes temas que
pasarán a formar parte de los anales de la historia del cine. Claro ejemplo de
ello lo tenemos con la célebre banda sonora del púgil más famoso del Séptimo
Arte, Rocky Balboa.
Con una trayectoria
profesional algo irregular pero muy vinculada al mundo del cine. No sólo
compone bandas sonoras de películas, sino que también será el autor que más
veces ha escrito y dirigido las melodías con la que se han acompañado las
ceremonias de entrega de premios de la academia del cine norteamericano
(Oscar). Hecho por el que ha obtenido once nominaciones al Emmy, logrando alzar
uno de ellos en tres ocasiones (1992-1998-2003).
También son muy
reconocibles algunas de las composiciones realizadas para la pequeña pantalla
en los años 80, como son el caso de los populares temas de las no menos
populares series de televisión: “Falcon Crest”
(1981-1990), “Dinastia” (1981-1989, 1991) o “Norte y Sur”
(1985, 1986, 1994).
Aunque, como podemos
comprobar, es un autor de reconocido prestigio y cuenta en su haber con un
número considerable de nominaciones a premios de gran relevancia. Sin embargo,
ha logrado alzarse en contadas ocasiones con alguno de ellos, ya que, salvo los
tres Emmy mencionados anteriormente, sólo es poseedor de un cuestionado Oscar. Tema
del que hablaremos con algo de más detalle a continuación.
Una vez presentada la
tarjeta de visita de nuestro autor de hoy, pasaremos a conocer algunas de las
melodías que le han reportado su merecida fama.
Este italoamericano,
aprovechando su ascendencia transalpina, lo lleva en sus inicios a probar
suerte en el país de sus ancestros, lugar donde escribirá para algunas obras menores
de finales de los sesenta. Entre ellas nos encontramos con la coproducción
hispano-italiana dirigida por el español José María Elorrieta “Un sudario a la medida” (1969).
Una vez de vuelta a los Estados
Unidos entra en contacto con el singular director Paul Mazursky, para el que
compone las melodías de varias de sus películas de principios de los setenta
como: “Blume enamorado” (1973) y “Harry y Tonto” (1974).
Pero no es hasta 1976
cuando consigue realizar la obra que lo llevaría a su despegue definitivo “Rocky”
(John G. Avildsen). Con un guion realizado por el propio Stallone para esta cinta
de bajo presupuesto, se filma esta película con la que tanto el actor-guionista,
como nuestro compositor, alcanzarían una popularidad insospechada. Y no sólo
eso, sino que el film consigue hacerse con un significativo número de premios de prestigio como el Oscar,
Globo de Oro o BAFTA en varias de las categorías más codiciadas.
Así, “Rocky” rompe moldes y se transforma en
un icono de los años setenta que trasciende hasta nuestros días. Creando una
saga de sucesivas, pero cada vez más decadentes, secuelas sobre el heroico “Potro italiano”.
De lo que estoy
completamente seguro, es que gran parte del éxito del film se debió a su banda
sonora, y por supuesto, a su compositor. Ya que este logra crear una de las obras más
emotivas y motivantes de la historia del cine.
Con ella, consigue el crédito suficiente para volver a ser el autor del siguiente capítulo de la
saga del púgil italoamericano. A quien acompañará en todo su dilatado periplo, salvo
en la cuarta entrega: “Rocky IV”, de
la que se encargaría el otro italoamericano, el compositor Vince DiCola.
Una vez conseguido el
objetivo de entrar con esta composición en
ese selecto grupo de músicos populares de Hollywood, pero aún con
muchas cosas por demostrar, escribirá, antes de finalizar la década de los 70, algunas
nuevas bandas sonoras para películas; sólo que en esta ocasión con desigual
resultado. Así, con varios filmes que intentan claramente copiar el formato triunfante
de la anterior, tendremos algunas cintas en las que, de nuevo, se emplea un argumento
que gira en torno a un personaje de voluntad inquebrantable, de nuevo,
protagonizados por un imparable Stallone, y de nuevo, con música de Bill Conti.
Lógicamente, aunque
algunas consiguieran tener un más que aceptable éxito en pantalla, no lograron
emular a su antecesora. Claro ejemplo de ello lo tenemos en el film de Norman
Jewison, “F.I.S.T”, en 1978.
Film en el que Stallone
interpreta a un idealista y reivindicativo trabajador que se enfrentará a los
responsables de su fábrica. Quien, en su carrera por conseguir las mejoras
que reclamaban los obreros, tendrá que dejar a un lado sus principios y, realizando
un pacto con el mismísimo diablo y buscar apoyo en el crimen organizado.
Conti, compone para
ella un potente y enfático tema principal, con el que da fuerza al personaje y
a su singular historia.
Entes de finalizar la
década de los setenta nos deja con el score de la segunda entrega del Potro Italiano: “Rocky II”
(Sylvester Stallone, 1979). Donde Stallone se implica un poco más si cabe y
además de interpretar el papel protagonista, realiza el guion y dirige. Conti
por su parte, no sólo mantendrá el estilo de la anterior, sino que le
incrementará el ritmo de sus fanfarrias.
Y no será la única, ya
que también realiza la ecléctica melodía para el otro Rocky, el de los bolos: “Dreamer”
(Noel Nosseck, 1979). Efectivo batiburrillo de melodías populares de los
últimos tiempos, en los que se van sucediendo ragtime, jazz, swing, rock and
roll,…
La entrada en la
década de los 80 la iniciaría con buen pie, así en 1981 compone la estimulante
melodía de la fuga futbolística “Evasión o victoria”.
Película que desarrolla el intento de
fuga de un grupo de prisioneros aliados en plena II Guerra Mundial y un curioso argumento para un film bélico con el fútbol como tema
principal.
Con un acertado Jonh Huston a los mandos y un reparto de auténtico lujo repartido entre actores de renombre como: Michael Caine, Max von Sydow y una vez más Sylverter Stallone, y grandes figuras del balompié internacional como: Pelé, Ardiles o Bobby Moore, el director desarrollará esta emocionante película a las que pertenecen algunas escenas históricas como la mágica chilena de Pelé, que fueron acompañadas por los solventes temas de Conti.
Si bien es verdad que no crea nada nuevo, limitándose a copiar formatos de bandas sonoras precedentes como la de las geniales “El puente sobre el rio Kwai” de Malcolm Arnold o “La gran evasión” de Elmer Bernstein, inspirándose para ello en uno de los movimientos de la sinfonía “Stalingrado” de Dmitri Shostakovich. Logrará crear una espectacular partitura con la que da el tono heroico que requería el film.
Con un acertado Jonh Huston a los mandos y un reparto de auténtico lujo repartido entre actores de renombre como: Michael Caine, Max von Sydow y una vez más Sylverter Stallone, y grandes figuras del balompié internacional como: Pelé, Ardiles o Bobby Moore, el director desarrollará esta emocionante película a las que pertenecen algunas escenas históricas como la mágica chilena de Pelé, que fueron acompañadas por los solventes temas de Conti.
Si bien es verdad que no crea nada nuevo, limitándose a copiar formatos de bandas sonoras precedentes como la de las geniales “El puente sobre el rio Kwai” de Malcolm Arnold o “La gran evasión” de Elmer Bernstein, inspirándose para ello en uno de los movimientos de la sinfonía “Stalingrado” de Dmitri Shostakovich. Logrará crear una espectacular partitura con la que da el tono heroico que requería el film.
Desigual fortuna
tendría otro de los trabajos de este año: “Sólo
para sus ojos” (John Glen, 1981). Único aporte para la saga Bond de Conti. Que,
aunque optó al Globo de Oro y Oscar a mejor canción, su banda sonora no pasaría
por ser de las más brillantes de la colección del agente secreto.
Tras la tercera
entrega de Rocky en 1982, llegamos a la controvertida obra que le otorgará el
Oscar a mejor banda sonora en 1983: “Elegidos para la gloria” (Philip Kaufman, 1983).
Controvertida por presentar cierta similitud con algunos pasajes de “Los Planetas” de Holst y del “Concierto para violín en D” de Tachaikowsky,
por lo que algunos llegaron a considerar que, en todo caso, debería haber sido
premiado en la categoría a mejor banda sonora adaptada.
Partiendo una lanza en
favor de nuestro compositor decir, que el causante de este desaguisado fue el
propio director, quien, antes de contratar a Conti, había pensado usar las
melodías de Holst como acompañamiento musical del film, conminándole a incluir
estas melodías dentro de su composición.
Curiosamente, Conti,
no es el primero ni el último en hacer uso de “Los Planetas” de Holst, así entre otros tenemos a John Williams, Basil
Poledouris, James Horner o el plagiador por excelencia, Hans Zimmer, quien llegó
a ser denunciado por plagio por la propia fundación Holst tras realizar la banda sonora de “Gladiator”, en donde el tema “Barbarian Horde” copia de forma casi
literal el pasaje de Holst: “Marte”.
En 1984 compone la
popular melodía de otra conocida producción: “Karate Kid, el momento de la verdad” (John G. Avildsen), para la que volverá a trabajar en el resto de las secuelas de la saga fílmica, al menos, en los que estuvo Pat Morita como Maestro Miyagi.
Conti compone un
intenso tema principal con empleo de pausadas melodías orientales, con el que
enfatiza el carácter heroico y pacífico del protagonista.
Vamos finalizando la
década de los 80 yéndonos hasta 1987, año en el que compone la bella melodía
del film británico “Réquiem por los que van a morir” (Mike Hodges). Curiosa
composición que, aunque tenga su base en la música celta, nos evoca melodías italianas,
llegando en algunos momentos a presentar cierta similitud con las creadas por
el gran Morricone para aquellos solitarios héroes de los spaghetti,
en lo que parece ser una alegoría a esos personajes, solo que encarnado en la
piel del arrepentido pistolero del IRA.
También en 1987
tenemos la melodía de “Masters del Universo” (Gary Goddard), donde un anabolizado Dolph Lundgren luchará contra
el malvado Skeletor metido en la piel del poderoso He-Man. Bill Conti no se complicará mucho la vida y realiza una partitura que nos recuerda en exceso a las
conocidas melodías de la saga Star Wars,
entre otras.
Es a partir de este
momento cuando empezamos a notar un ligero declive en las composiciones de
nuestro autor, quien aún conservará el prestigio gracias a sus trabajos
anteriores, pero que claramente empieza a dar señales de agotamiento en su, hasta ahora, inquebrantable creatividad; dejándonos a partir de ahora un irregular camino de composiciones y sólo volviéndonos a sorprender en contadas ocasiones.
Un claro ejemplo de lo
que os comento lo tenemos en la partitura de la película francesa “El gran azul”
(Luc Besson, 1988). Si en la versión original el director se acompañaba de la
fantástica y relajante obra de Eric Serra, para la comercialización en los EEUU
se opta por que sea Conti el encargado de acompañar al film y, aunque intenta
mantener el pulso al francés, su tema no llegará en ningún momento a cuajar, y menos aún,
si tomamos como referencia la composición de Serra: “Le grand bleu”…
y es que las comparaciones son odiosas.
De esta manera vamos
dejando atrás la década de los 80, componiendo alguna nueva banda sonora de la
saga del niño karateca “Karate Kid III”
(John G. Avildsen, 1989) y entrar en la de los noventa con el que fuera el gran fracaso
de taquilla del eterno boxeador: “Rocky V”
(John G. Avildsen, 1990), film con el que retoma la relación con el Potro tras
su ausencia en la película anterior.
En los noventa, pocas
bandas sonoras nos encontramos que merezcan la pena ser mencionadas. Dentro de
las salvables, tenemos la bella y emotiva melodía realizada para el corto de
IMAX sobre el Parque Nacional de Yellowstone: “Yellowstone” (1994).
Y así,al igual que
ocurriera con el gran Elmer Berstein, le pasa a Conti. Viéndose arrastrado en su declive a componer para filmes de dudosa calidad, realizando melodías para
comedias de medio pelo “El novato del año”
(1993), “El gran scout” (1994), “Napoleón, el perrito aventurero”
(1996),…. o acompañando a héroes interpretados por un Stallone con un cada vez más indisimulable síndrome de
Peter Pan y un hormonamiento que empieza a quedar algo ridículo en alguien de
su edad: “El protegido” o “Rocky Balboa”, último film de una saga
que se resiste a finalizar por más años que cumpla su actor protagonista y personaje.
Afortunadamente, al
igual que también ocurriera con Bernstein, es capaz de dejarnos alguna pieza
destacable, como ocurre en el remake del film de 1968 “The Thomas Crown Affair” (John McTiernan, 1999), donde nos deja una hermosa y trepidante composición
cargada de ritmo.
Y aunque nuestro autor
permanece en activo, componiendo en 2012 la melodía del film “6 Foot Rule” (Arthur J. Mangano), esta
será nuestra última banda sonora por hoy. Por lo que, una vez más, para todo
aquel que quiera conocer con más detalle parte de la obra de este singular
compositor.
Espero que haya sido
de vuestro agrado.
Un saludo.