John Barry
Compositor cuyos comienzos fueron muy ligados a ese estilo tan célebre y tan usado en un periodo bastante extenso del cine del siglo XX, el jazz., como ya viéramos con otros compositores de los que hemos
hablado anteriormente: Mancini o Williams u otros de los que hablaremos próximamente. Hecho que podemos apreciar si escuchamos algunas de sus primeras composiciones cinematográficas y, sobre todo, en los temas con
su primera banda, la “The John Barry Seven”.
John
Barry inicia su relación con el cine componiendo la banda sonora para el film británico “Beat Girl”
(Edmond T. Gréville) en 1960.
Dos años más tarde, en 1962, dará el gran y
polémico salto, ya que el azar le pone en sus manos la tarea de enderezar el
irregular trabajo de Monty Norman, compositor
que había recibido el encargo de realizar la banda sonora del film “Agente 007 contra el Dr. No” dirigida por Terence Young. Este doble trabajo (compositor/arreglista) dará lugar a
una dura batalla entre defensores y detractores de Barry en cuanto a la autoría del conocido tema principal de James Bond. Controversia que lo perseguirá durante
el resto de su vida...
Cuando realmente, y aunque nos pese a más de uno, no deja de ser un arreglo de John Barry de la melodía original de Monty Norman. Aunque ciertamente, la “versión” utilizada en todas las películas sea la de John Barry.
Cuando realmente, y aunque nos pese a más de uno, no deja de ser un arreglo de John Barry de la melodía original de Monty Norman. Aunque ciertamente, la “versión” utilizada en todas las películas sea la de John Barry.
El
resto de su relación con tan insigne agente secreto sí será original, de hecho,
es el autor de 11 de las bandas sonoras para los filmes de James Bond. 6 de ellas de
manera ininterrumpida durante el periodo 1963–1971. Las 5 restantes se irán
sucediendo sin tanta continuidad con continuas entradas y salidas, hasta llegar a su última
colaboración en 1987 para el film de John Glen: “007: Alta
tensión”.
De
este vínculo surgirán estupendas melodías como “Desde Rusia con amor” (Terence Young , 1963) “Goldfinger”
(Guy Hamilton, 1964), “Solo se vive dos veces” (Lewis
Gilbert, 1967) o “007 al servicio secreto de su Majestad” (Peter Hunt, 1969).
Lejos
de la saga Bond compuso una gran cantidad de célebres melodías que le llevaron a lograr una nada despreciable cantidad de premios y nominaciones, entre ellas, siete candidaturas a los Oscar, de las que se hizo con cinco de las estatuillas:
“Nacida libre” (James
Hill, 1966), con la que ganó el premio en las categorías a Mejor banda sonora y Mejor canción (Matt Monro). Magnífica pieza de corte romántico la que realizaba nuestro autor para esta cinta familiar, que gracias a la buena acogida obtenida - gran parte de ello tendría culpa la banda sonora de Barry - se vería recompensada con una saga televisiva. Homónima serie que comenzaba su emisión en 1974 y que, acertadamente, mantenía el fantástico tema original de Barry.
La
extraordinaria adaptación de la obra teatral de James Goldman, “El león en invierno” (Anthony
Harvey, 1968). Obra en la que realizaban una magnifica interpretación
dos veteranos actores: Katharine Hepburn y Peter O'Toole. Y para la que Barry compone una una potente obra de tonos medievales y un tema principal con una parte coral tan tétrica, que bien podía haber ido acompañando a la partitura de Goldsmith en las satánicas aventuras del Damien de "La profecía".
En 1985 sería el turno para la
eternamente recordada “Memorias de África” (Sydney
Pollack). Film en los que, unos no tan jóvenes, Robert Redford y Meryl
Streep mantenían un emotivo y extra-matrimonial romance con los bellos paisajes de Kenya como telón de fondo.
Película que consiguió siete estatuillas, entre ellas, a mejor director y mejor película, aparte de la ya mencionada a banda sonora.
Pero es que Barry... se sale, realizando en ella una de las mejores composiciones románticas que se han hecho para un film en la historia del cine. Este romance no hubiera sido el mismo si no hubiera llevado la gran banda sonora realizada por el británico.
Película que consiguió siete estatuillas, entre ellas, a mejor director y mejor película, aparte de la ya mencionada a banda sonora.
Pero es que Barry... se sale, realizando en ella una de las mejores composiciones románticas que se han hecho para un film en la historia del cine. Este romance no hubiera sido el mismo si no hubiera llevado la gran banda sonora realizada por el británico.
Y por último, el conseguido por el western “Bailando con lobos” (Kevin
Costner, 1990). Film, que al igual que ocurriera con “Memorias
de África”, obtendría un sonado triunfo en la gala de los Oscars, ya que de las siete estatuillas que consigue, repite, como en el caso anterior, en las tres categorías más importantes.
Y al igual que en la anterior, Barry, nos deja una brillante y recordada pieza de corte romántico.
Y al igual que en la anterior, Barry, nos deja una brillante y recordada pieza de corte romántico.
No tan laureadas, pero no por ello de menor calidad, nuestro autor nos deja con otras piezas de indudable belleza para otros filmes más o menos conocidos. Así lo podemos escuchar acompañando una cinta en la que mantiene el estilo jazzístico creado para su eterno agente secreto sólo que, en esta ocasión, acompañando a otro célebre espía británico, Harry Palmer: "Ipcress" (Sidney J. Furie, 1965). Film para el que un mágnifico Michael Caine se metía en el papel del flemático agente. En lo que parecía ser un encasillamiento de nuestro compositor para el género de espías del imperio británico, el tema con aire de vals realizado para "Conspiración en Berlín" (Michael Anderson) en 1966.
Afortunadamente, el compositor luchaba contra su encasillamiento e iba creando acertadas composiciones para otros géneros. Así vemos como en 1964 componía la excelente banda sonora de la épica "Zulú" (Cy Endfield). O un año después hacía lo propio con la comedia, "El Knack... y cómo conseguirlo" (Richard Lester, 1965), en donde introduce una simpática composición jazzística con esos sonidos tan recurrentes en las comedias de los años 60. También en 1965 los dejaba una interesante composición en la cinta bélica "Kig rat" (Bryan Forbes, 1965), obra algo más sinfónica y marcial sin abandonar los clásicos aires jazzísticos de la época. Al igual que las vistas anteriormente para las oscarizadas: "Nacida libre" cinta familiar de 1966 o la impresionante banda sonora de la cinta histórica, "El león en invierno" de 1968.
Un año más tarde, demostrándonos su gran versatilidad, nos dejaba otro gran tema, en esta ocasión acompañando al duro drama que se narraba en “Cowboy de medianoche” (John Schlesinger, 1969), donde el director nos sobrecogía con las difíciles andanzas de dos marginales que sobrevivían gracias a su elevado concepto de la amistad. Mientras tanto, el compositor nos brindaba con una sencilla composición de gran belleza donde el peculiar sonido de la armónica iba marcando la pauta. Película que contó con las estupendas interpretaciones de Dustin Hoffman y el guapo de Jon Voight, que le valdrían para acumular un gran número de premios y nominaciones.
Aunque bien es cierto que el grueso del trabajo lo va desarrollando en cintas cinematográficas, no todo en Barry sería para la gran pantalla, realizando distintos trabajos para su hermana pequeña, la televisión. Trabajos donde nos deja, como era de esperar, brillantes melodías como el que acompañó la serie criminalista: “Los persuasores” (1971-1972). Con un tema de inicio simple y pegadizo que en esta ocasión se acompañaba de mucho sonido electrónico, le servía para presentar las andanzas de los dos galanes, Tony Curtis y Roger Moore, que daban vida a los detectives protagonistas.
Mencionable es también la banda sonora del curioso romance intemporal de: “En un lugar del tiempo” (Jeannot Szwarc, 1980). De nuevo una gran composición de corte romántico para esta extraña historia de amor entre dos sujetos de distinta época.
En 1984, tiraría de todo su potencial jazzístico para componer la melodía de una cinta cuya trama giraría en torno a un night club de jazz, que, lógicamente, contaría con una estupenda banda sonora jazzística compuesta por este apasionado del jazz: “Cotton Club” (Francis Ford Coppola). Historia que recrea la vida de los personajes que pueblan el nocturno club de jazz en el Harlem neoyorkino de finales de los años 20, en plena "Ley seca". Antro donde, extraordinariamente, se iba a escuchar jazz compuesto y tocado por afroamericanos, a los que se les tenía vetada la entrada como clientes.
Dando un gran salto, nos vamos hasta el año de 1997, año en el que compondría la maravillosa banda sonora del poco conocido film británico: “El hombre que vino del mar” (Beeban Kidron, 1997). Película que contaría como actriz protagonista con una principiante Rachel Weisz.
En ella, pudimos disfrutar nuevamente de la estupenda obra romántica con la que nos brindó, composición que nos recuerda mucho al Barry de "Memorias de África".
Y finalmente, en 2001, nos dejaba con la que sería su última colaboración para el cine, la banda sonora del thriller ambientado en la Segunda Guerra Mundial: “Enigma” (Michael Apted). Para el cual, manteniendo su peculiar estilo romántico de notas alargadas, nos dejaba con esta formidable banda sonora como tema de despedida.
Afortunadamente, el compositor luchaba contra su encasillamiento e iba creando acertadas composiciones para otros géneros. Así vemos como en 1964 componía la excelente banda sonora de la épica "Zulú" (Cy Endfield). O un año después hacía lo propio con la comedia, "El Knack... y cómo conseguirlo" (Richard Lester, 1965), en donde introduce una simpática composición jazzística con esos sonidos tan recurrentes en las comedias de los años 60. También en 1965 los dejaba una interesante composición en la cinta bélica "Kig rat" (Bryan Forbes, 1965), obra algo más sinfónica y marcial sin abandonar los clásicos aires jazzísticos de la época. Al igual que las vistas anteriormente para las oscarizadas: "Nacida libre" cinta familiar de 1966 o la impresionante banda sonora de la cinta histórica, "El león en invierno" de 1968.
Un año más tarde, demostrándonos su gran versatilidad, nos dejaba otro gran tema, en esta ocasión acompañando al duro drama que se narraba en “Cowboy de medianoche” (John Schlesinger, 1969), donde el director nos sobrecogía con las difíciles andanzas de dos marginales que sobrevivían gracias a su elevado concepto de la amistad. Mientras tanto, el compositor nos brindaba con una sencilla composición de gran belleza donde el peculiar sonido de la armónica iba marcando la pauta. Película que contó con las estupendas interpretaciones de Dustin Hoffman y el guapo de Jon Voight, que le valdrían para acumular un gran número de premios y nominaciones.
Aunque bien es cierto que el grueso del trabajo lo va desarrollando en cintas cinematográficas, no todo en Barry sería para la gran pantalla, realizando distintos trabajos para su hermana pequeña, la televisión. Trabajos donde nos deja, como era de esperar, brillantes melodías como el que acompañó la serie criminalista: “Los persuasores” (1971-1972). Con un tema de inicio simple y pegadizo que en esta ocasión se acompañaba de mucho sonido electrónico, le servía para presentar las andanzas de los dos galanes, Tony Curtis y Roger Moore, que daban vida a los detectives protagonistas.
Mencionable es también la banda sonora del curioso romance intemporal de: “En un lugar del tiempo” (Jeannot Szwarc, 1980). De nuevo una gran composición de corte romántico para esta extraña historia de amor entre dos sujetos de distinta época.
En 1984, tiraría de todo su potencial jazzístico para componer la melodía de una cinta cuya trama giraría en torno a un night club de jazz, que, lógicamente, contaría con una estupenda banda sonora jazzística compuesta por este apasionado del jazz: “Cotton Club” (Francis Ford Coppola). Historia que recrea la vida de los personajes que pueblan el nocturno club de jazz en el Harlem neoyorkino de finales de los años 20, en plena "Ley seca". Antro donde, extraordinariamente, se iba a escuchar jazz compuesto y tocado por afroamericanos, a los que se les tenía vetada la entrada como clientes.
Dando un gran salto, nos vamos hasta el año de 1997, año en el que compondría la maravillosa banda sonora del poco conocido film británico: “El hombre que vino del mar” (Beeban Kidron, 1997). Película que contaría como actriz protagonista con una principiante Rachel Weisz.
En ella, pudimos disfrutar nuevamente de la estupenda obra romántica con la que nos brindó, composición que nos recuerda mucho al Barry de "Memorias de África".
Y finalmente, en 2001, nos dejaba con la que sería su última colaboración para el cine, la banda sonora del thriller ambientado en la Segunda Guerra Mundial: “Enigma” (Michael Apted). Para el cual, manteniendo su peculiar estilo romántico de notas alargadas, nos dejaba con esta formidable banda sonora como tema de despedida.
Como
curiosidad, comentar que durante algún tiempo tuvimos la gran suerte de contar con John Barry como uno más de los pobladores de nuestra España, país que escogió para ubicar su residencia principal durante un tiempo en el que tuvo algunos problemas en su país de origen. Aunque bien sus fines no fueran todo lo lícitos que se pudiera esperar, ya que el motivo de ello no fue sólo la atracción que ejercía nuestro país en su persona, sino, más bien, evitar
dar cuentas al fisco de la Gran Bretaña. Y para eso, por lo que podemos contemplar en los tiempos que corren... sí que acertó en su elección.
Espero que haya sido de vuestro agrado.
Un saludo.
Dedicado al "Señor de la Mar", uno de los responsable de este despropósito y, aunque no lo quiera reconocer, un gran admirador de lo British, he aquí un claro ejemplo.
Dedicado al "Señor de la Mar", uno de los responsable de este despropósito y, aunque no lo quiera reconocer, un gran admirador de lo British, he aquí un claro ejemplo.
"Mi nombre es Bond, James Bond". Inolvidable frase de las películas de agente 007 tan inolvidable como algunas de las melodías que se escuchan en esas películas.
ResponderEliminarO la también famosa:"Mezclado, no agitado" en relación a su combinado preferido.
ResponderEliminarLo cierto es, que este agente secreto británico ha dejado una huella imborrable, y eso, ni sus detractores lo podrán negar.