Thomas
Newman
Nacido
en una familia de compositores. Su padre fue el reputado compositor Alfred
Newman (Cumbres borrascosas o Eva al desnudo). Su hermano, David Newman (La edad del hielo). Sus tíos, Lionel Newman (Hello, Dolly!) y Emil Newman, quien compuso algunas obras para
filmes menores y colaboró en composiciones de su hermano Alfred. También
tenemos a su primo, Randy Newman (Toy Story o Monstruos S.A.). Y la última
incorporación familiar, el joven Joey Newman, nieto de Lionel.
Con un árbol genealógico como este lo extraño hubiera sido que le diera por ser bombero, pero, en ese caso, no estaríamos hablando de él aquí.
Con un árbol genealógico como este lo extraño hubiera sido que le diera por ser bombero, pero, en ese caso, no estaríamos hablando de él aquí.
Thomas Newman se caracteriza por ser un autor versátil, que al igual que Goldsmith, emplea
con frecuencia composiciones rítmicas en sus trabajos; aunque, con un estilo
compositivo bastante diferente a él, más bucólico y similar al de la
compositora Rachel Portman. Sobre todo, en su etapa más éxitosa.
En
sus composiciones usa estilos tan diferentes como el free jazz, música ambiental,
étnica, popular o electrónica; siendo esta última la más empleada en sus
inicios, posteriormente, iría suavizando sus composiciones hasta llegar a su estilo
actual mucho más elaborado, delicado y sinfónico.
Aunque, comienza a componer para el cine en la década de los ochenta, no es hasta la de los noventa cuando empieza a
alcanzar cierto prestigio en esto de la composición de bandas sonoras. Década en la que consigue éxitos que se le habían negado hasta entonces.
Este punto de inflexión va acompañado del cambio de estilo mencionado anteriormente e iniciado en el film “Tomates verdes fritos” (Jon Avnet, 1991).
Este punto de inflexión va acompañado del cambio de estilo mencionado anteriormente e iniciado en el film “Tomates verdes fritos” (Jon Avnet, 1991).
A partir de ese momento comenzará un periodo fructífero, aunque
algo irregular, que llega hasta nuestros días.
Periodo,
en el que obtiene, entre otras, once nominaciones al Oscar, tres Grammy de siete
nominaciones, un BAFTA de dos nominaciones, un Emmy de otras dos nominaciones, tres
nominaciones a los Globos de Oro… hasta el momento.
Ahora, al
igual que en anteriores ocasiones, procederemos a realizar el repaso a sus obras
más destacadas, así, comenzaremos en la década de los 90 y llegaremos hasta
nuestros días.
Como
hemos comentado anteriormente, la primera obra que tuvo una especial
consideración fue la realizada para acompañar el film “Tomates verdes fritos” (Jon Avnet, 1991), en ella, Thomas Newman nos
ameniza con una sutil melodía para esta dulce, y a la vez amarga, historia de
valientes mujeres. Film que obtuvo mejores resultados de los que en un
principio se esperaban de él.
Nos
vamos ahora a 1992, donde el sobrevalorado Robert Altman nos deja este pasable
thriller satírico sobre los entresijos del mundo del cine, “El juego de Hollywood”. Buena interpretación de Tim Robbins y
encomiable trabajo de nuestro compositor.
Dos
años más tarde compone para una nueva versión de la obra de Louisa May Alcott. La empalagosa, “Mujercitas” (Gillian Armstrong, 1994), obra antítesis
de nuestra Bernarda Alba pero mucho más apta para la cinematografía norteamericana. En ella, Newman nos
deja una obra muy acorde con la película, composición, por la que obtendría la
nominación al Oscar.
Nos
vamos a 1997, donde realiza la banda sonora de la cinta australiana “Oscar y Lucinda” (Gillian Armstrong), película que narra
el drama ludopático-romántico de estos dos controvertidos personajes. Sobriamente interpretados por el regio Ralph Fiennes y la bella Cate Blanchett.
Al
año siguiente compone para Robert Redford otra aceptable melodía, esta vez, para un film
del que se esperó más de lo que posteriormente llegaría a dar de sí, “El hombre que susurraba a los caballos” (1998).
Pero
1999 llega con dos plenos, el primero, por la composición del mágico film “La milla verde” (Frank Darabont), film en el que el
autor nos deja una formidable composición cargada de fuerza y emotividad.
El
segundo, por el que, para mí, es una de sus mejores composiciones, “American Beauty” (Sam Mendes).
Hay
películas en las que el film está descompensado en relación a su banda sonora o
a la inversa, en este caso, se produce esa extraña complicidad entre ambos; una
y otra se compenetran de tal manera que dan lugar una obra maestra. Está claro,
que el peso que juegan los actores es fundamental, en este film, todo el reparto
está deslumbrante, pero, Kevin Spacey está soberbio, tanto, como para conseguir el Oscar a mejor actor.
Para ello, realiza una de esas interpretaciones que pocos saben hacer tan bien como él. En ella, nos demuestra su habilidad para hacer que su personaje cambie de piel y se transforme en uno nuevo, sin chirridos, progresivamente, con tanta fluidez que parece que no se ha realizado la transformación, sino que siempre fue así.
La
película conseguiría en total cinco estatuillas, ya que a la de mejor actor, habría que sumarle los de mejor película, director, guion y fotografía. Lástima que fallara
la banda sonora, la cual, tuvo que conformarse con la nominación... una pena... ya que lo valía.
Ya
entrado el nuevo milenio, nos deja algunas buenas composiciones para filmes como
“Camino a la perdición” (Sam
Mendes, 2002), “Buscando a Nemo” (Andrew
Stanton y Lee Unkrich, 2003), “Una serie de catastróficas desdichas, de Lemony Snicket”
(Brad Silberling, 2004), “El buen alemán” (Steven Soderbergh, 2006) donde rememora
temas del cine clásico de los años 40 o “Wall-E” (Andrew Stanton, 2008), con todas ellas
obtendría la nominación al Oscar.
En
este último periodo notamos, que aunque realizando buenas composiciones, entra
en un cierto encasillamiento y tiende a repetir patrones de éxitos pasados, así
damos un salto para ver sus últimas obras mencionables, pero como siempre digo
en autores que están en periodo productivo… de momento.
Terminaremos
el repaso a su trabajo con dos filmes, el aceptable thriller de ciencia ficción “Destino Oculto” (George
Nolfi, 2011), con una banda sonora, también, más que aceptable.
Y, finalmente, la banda sonora para el film de nuestro querido agente secreto británico en la que es su última aparición... de momento, “Skyfall” (Sam Mendes,
2012). Pienso que, en ella, el autor no hace nada nuevo, y lo agradezco, mantiene el
ritmo insuperable de John Barry y ligeros arreglos sobre el tema principal de
Bond. Bueno… no nos podemos quejar.
No
me quería despedir sin mencionar otros trabajos de este autor, en este caso, para
series de televisión, así, mencionaré la popular serie “A dos metros bajo tierra” (2001-2005) del que es autor del tema
de la serie, o la miniserie de 2003, “Ángeles en América” (Mike Nichols).
Espero que haya sido de vuestro agrado.
Un
saludo.
LA MILLA VERDE es una de las películas que mayor impacto ha causado en mí. Una de mis favoritas.
ResponderEliminarSi la música es estupenda más lo es la interpretación que hacen todos --incluído, amigo Rolando, el afamado Tom Hanks-- pero muy señaladamente la de Michael Clarke Duncan en su papel del preso John Coffey, un negro en el corredor de la muerte. La de Duncan es una interpretación tan enorme como su cuerpo, justísimamente premiada con una candidatura al Oscar al mejor actor de reparto (aunque luego no se lo dieron a él).
A la música no le dieron premio tampoco, según creo, aunque he leído que fue nominada para diversos premios diferentes a los Oscar.
Hasta el ratoncito, al que llamaban Mr. Jingles, está genial, si se me permite esta licencia.
Una película, sencillamente, impresionante. No tengo más palabras.
Por cierto, Skyfall aún no la he visto ... estoy perdiendo facultades en cuanto a capacidad de reacción se refiere ...
Realmente, La Milla Verde es un film de visualización muy agradable.
ResponderEliminarCurioso film mágico para abordar dos temas tan controvertidos como Justicia y Ética.
Una lástima la elección del actor protagonista, jajaja.
En cuanto a Skyfall, estoy seguro, que tarde o temprano... acabará formando parte de su videoteca.
Un saludo