jueves, 4 de septiembre de 2014

Mario Nascimbene (Compositor)

Mario Nascimbene

Mario Ernesto Rosolino Nascimbene, Milán, 1913 - Roma, 2002 (Italia).


Hoy veremos a este interesante músico transalpino. Un milanés que podría haberse vanagloriado de ser el primer italiano en trabajar para los poderosos estudios hollywoodenses allá por mitad del siglo XX. Pero además de esto y de ser el autor de varias melodías de gran importancia en la historia del cine, es el inventor del Mixerama (consola que era capaz de albergar hasta doce cintas magnéticas con las que podía efectuar infinitas combinaciones de sonidos), una especie de sampler rudimentario que permitió a nuestro autor crear una serie de particulares sonidos con los que se acompañaría en sus composiciones.

Aunque es cierto que Mario Nascimbene se hizo muy popular gracias a las bandas sonoras realizadas para algunas de aquellas colosales producciones históricas del Hollywood de los años 50-60 y, posteriormente, con algunas de las que acompañaron a aquellas singulares cintas fantásticas de los estudios británicos de la Hammer (curiosos filmes sobre una adulterada prehistoria en donde los humanos convivían con gigantescos monstruos del jurásico), sus inicios, serían mucho más humildes. Así en 1941 arrancaba su carrera cinematográfica con la banda sonora del romance italiano de Ferdinando Maria Poggioli: "L'amore canta". 
Con estos filmes de su país natal van trancurriendo sus primeros años, componiendo para algunas de las obras realizadas en los prestigiosos estudios romanos de Cinecitá, entre las que se encuentran varias cintas de la popular corriente del neorrealismo italiano y donde colabora con realizadores italianos de la talla de Comencini, Soldati, Lattuada, Risi o Lizzani, pero, en donde a diferencia de otros autores vistos anteriormente, no llega a crear ningún vínculo especial con ninguno de ellos.
De este periodo surgirán algunas de sus primeras obras destacables, como aquellas que acompañaron a filmes como: "Operación Mitra" (Giorgio Cristallini, 1951), película en el que podemos apreciar una melodía jazzística característica de la época. "La valigia dei sogni" (Luigi Comencini, 1953), para la que compone una melodía retro similar a aquellas que sonaban en filmes del difunto cine mudo. O "Cronaca di un delitto" (Mario Sequi, 1953), thriller para el que crea una composición de aires rotianos que nos recuerda aquellas empleadas por nuestro compatriota Miguel Asins Arbó en sus trabajos para Berlanga.

Pero en 1954 su vida daba un giro radical cuando, en plena edad dorada de Hollywood, es elegido por nada menos que Joseph L. Mankiewicz para componer la banda sonora de su película: "La condesa descalza". Film que narraba la turbulenta historia de una bailarina española que tras ser lanzada al estrellato por unos poderosos estudios de Hollywood, caía en una decadente espiral sentimental que terminaría con el asesinato de la bailarina a manos de su despechado esposo. 
Película en la que no sólo podíamos disfrutar de la exuberante belleza de Ava Gadner, quien se metía en el papel de la malograda bailarina, sino que también lo hacíamos con la desgarbada prestancia de Humphrey Bogart, actor que se imbuía en el papel de uno de sus descubridores y amigo personal de la artista.
Nascimbene por su parte, realizaba una interesante partitura sinfónica en la que recurría al uso de aires hispanos y latinos para contextualizar tanto el film como a sus personajes.

Tras esta, aunque seguirá realizando trabajos para películas de su patria natal, inicia una fructífera y meteórica carrera en los Estados Unidos, país para el que crea algunas más que admirables bandas sonoras, como la realizada para la épica historia del conquistador macedonio: "Alejandro Magno" (Robert Rossen, 1956). Film en el que Richard Burton interpretaría al belicoso general y en la que nuestro autor aplicaba el patrón dejado por otro de los grandes de la época dorada de Hollywood, Miklos Rózsa
Sin embargo, Nascimbene, añadía su propio sello personal cuando para las escenas de batallas, aun tratándose de una obra sinfónica, no empleaba instrumentos de cuerda. Con ello lograba dar un aire de mayor marcialidad a las escenas, ya que los únicos instrumentos que se escucharían serían los de viento-percusión. Dejando los instrumentos de cuerda para aquellos leitmotiv de personajes femeninos, ya que consideraba que su uso daba un toque excesivamente romántico a las melodías.

Entre otras de sus grandes obras para aquellos dorados años cincuenta, se encuentra la que acompañaría a la segunda adaptación de la obra de Ernest Hemingway: "Adiós a las armas" (Charles Vidor, 1957) - la primera era realizada en 1932 por Frank Borzage -.
Banda sonora que es considerada por algunos entendidos como una de sus mejores composiciones, pero que al tratarse de una sinfonía más romántica que otras destacadas obras del autor, posiblemente, carezca de la impronta de estas y haya provocado que pasara un poco más desapercibida.

Y en 1958 nos encontramos con una banda sonora que logra trascender al tiempo y convertirse en uno de esos maravillosos clásicos del cine. 
Aún hoy, cuando ya han pasado muchos años de aquella primera vez que vi el film, su melodía vuelve a mí memoria para traerme intensos y gratos recuerdos... Y es que estamos ante una de esas primeras bandas sonoras que darían lugar a lo que hoy día se ha convertido en una de las grandes aficiones de este servidor. Puedo decir sin lugar a equivocaciones, que la banda sonora que veremos a continuación sería el detonante de lo que posteriormente lograrían afianzar otros autores como Barry, Jarre, Williams, Mancini,...
Así que pasemos a ver de qué composición os hablo. Se trata de otra de las muchas bandas sonoras realizadas para una de aquellas mega-producciones históricas de los años cincuenta, film que era costeado por uno de esos grandes estudios hollywoodenses del momento, la United Artists para pasar a convertirse en uno de los grandes éxitos de la productora: "Los vikingos" (Richard Fleischer, 1958).
Si la química que se generaba entre los dos grandes protagonistas, Kirk Douglas y Tony Curtis, nos dejaba pegados al asiento durante las casi dos horas de proyección, la banda sonora de Nascimbe nos llevaba al Valhalla. Y el canto del cuerno vikingo se metía tan dentro de mi alma que ha seguido aflorando en algunos momentos muy inesperados de mi existencia.
Curiosamente, cuando el también compositor cinematográfico y gran amigo del maestro, un intrigado Dimitri Tiomkin, le preguntaba a este con qué instrumento había logrado ese sonido tan peculiar, este le respondía: "Ninguno. En realidad son tres trompas grabadas a doble velocidad, y reproducidas con Mixerama a media velocidad".

Desafortunadamente, cuando dos años más tardes Kirk Douglas, esta vez metido en labores de producción, solicitaba el buen hacer de Nascinbene para un nuevo proyecto histórico-épico: "Espartaco" (Stanley Kubrick, 1960), - film en el que volvían a compartir cartel los dos actores protagonistas que tan buenos resultados cosecharan en la anterior película - Nascimbene, se veía obligado a rechazar la oferta al estar ocupado con otro mega-proyecto, la banda sonora del que fuera el último film de uno de los grandes del cine norteamericano, King Vidor: "Salomón y la reina de Saba". Banda sonora que finalmente recaería en manos de otro de los grandes de la composición cinematográfica de la época, Alex North, quien recogía el testigo con ímpetu y creaba la estupenda melodía que hoy día conocemos.

Indudablemente, este compositor italiano que había logrado hacerse un hueco tan importante en la meca del cine gracias a sus melodías en filmes de corte histórico, tenía todas las papeletas de ser reclamado por una boyante industria cinematográfica transalpina, industria que se subía al carro de algo que en cierta medida les pertenecía, el "cine de romanos". 
Y si en algo se ha caracterizado la industria italiana a lo largo de su historia... es en la originalidad a la hora de hacer sus particulares versiones de los prestigiosos géneros fílmicos hollywodenses. Así, ya vimos cuando desarrollamos "El Western", como cuando el género parecía haber entrado en un imparable declive, ellos, lo volvían a poner en cartel creando el popular subgénero del "Spaghetti". Y, previamente, lo hacían con la exitosa corriente histórica de Hollywood para realizar sus "Peplums". Filmes en donde un apolíneo y ligero de ropa héroe se enfrentaba a diferentes adversidades de origen mitológico. Lógicamente, todo ello, contando con unos recursos económicos mucho más limitados que el de las grandes producciones hollywoodenses, daban a estas producciones una calificación inferior, siendo tildadas como subproductos de Serie B o inferiores.
Pues bien, aunque Mario Nascimbene no se prodigara en este tipo de film, ya que él coincidía con quien las consideraba de inferior categoría (aunque haría alguna que otra excepción a lo largo de su carrera), no tendría ningún reparo cuando se enfrentara con alguna de esas grandes producciones al más puro estilo hollywoodense rodadas en los prestigiosos estudios romanos. Así, en 1960 componía para el film de Carmine Gallone: "Cartago en llamas". Película sobre el hecho histórico de las Guerras Púnicas. Y cinta, en la que tenía un papel muy destacado un joven italiano que posteriormente se convertiría en toda una estrella de los spaghettis, y de ese otro género tan añorado e inclasificable donde iría acompañado por un querido gigante barbudo. Este no es otro que Mario Girotti o más conocido por Terence Hill.

Lo que estaba claro, es que tras la excelente bandas sonoras compuesta para los filmes de corte histórico, no le iban a faltar encargos tanto fuera como dentro de su tierra natal, y esto, en el inicio de la década de los 60, se iba hacer muy patente. Así, 1961 se convertía en un año de referencia en la carrera de nuestro compositor, ya que en él volvía a crear varias de sus más grandes aportaciones para el cine del género. Entre ellos nos encontramos con los trabajos para algunas de las mejores superproducciones de los estudios italianos de Cinecitá y otros trabajos para filmes británicos o norteamericanos. Filmes en los que Nascimbene dejaba muy claro que lo ocurrido en películas como la de Richard Fleischer no habían sido una casualidad.
Tanto es así que 1961 acumula títulos tan destacados en varias de las superproducciones italianas que contaron con un gran reparto internacional como: "Los mongoles" (André De Toth y Leopoldo Savona), film donde la particular figura de uno de aquellos legendarios malvados del cine, Jack Palance, se adentraba en la piel del caudillo Ogatai, para continuar con la labor de expansión de los mongoles por tierras de Asia, Europa y África. Y en la que Nascimbene crea una obra de melodías conocidas.
Sin duda era otra de aquellas producciones transalpinas la que se llevabaría toda la gloria. Y en ello ayudaba en gran medida la presencia de la poderosa figura del mexicano Anthony Quinn, quien como en otras de sus muchas geniales interpretaciones nos deleitaba dando vida al indultado "Barrabás" (Richard Fleischer), papel que se vería reforzado por la presencia de otros grandes intérpretes locales y foráneos como Vittorio Gassman, Silvana Mangano, Jack Palance o  Ernest Borgnine. 
Mientras tanto, Fleischer, volvía a confiar en la profesionalidad de Nascimbene a la hora de poner melodía al film. Y el maestro, aunque no llegaba a la altura del anterior trabajo para el director, sí que lograba dejarnos un gran trabajo en el que mantenía la linea de anteriores composiciones para filmes de corte histórico y en donde volvía hacer un buen uso de su recurrente invento. Pero sobre todo, en ella podemos observar como, en su emocionante tema principal, un visionario Nascimbene creaba ese sonido característico que se fusionaría con el otro género italiano que nacía por estas mismas fechas y que en su apartado musical alcanzaba en 1964 su madurez con el gran Morricone como abanderado, el western a la italiana o spaghetti.
Estos no serían sus únicos trabajos para el género histórico dentro su país natal ni fuera de sus fronteras, así, en tierras transalpinas, también componía para el film de Lionello De Felice "Constantino el grande" y en los Estados Unidos para "Francisco de Asís", la que fuera una de las últimas cintas de uno de los grandes de la filmografía norteamericana: Michael Curtiz.

Curiosamente, lejos de lo que cabría esperar, Nascimbene nunca compondría para un género que nacía en el momento en el que él obtenía la máxima consideración como autor de bandas sonoras de su carrera, el spaghetti. Supongo que, al igual que ocurrió con los peplums, el western a la italiana recibiría la misma consideración del maestro. Una lástima viendo lo que podría haber dado en este popular sucedáneo. Y más aún, cuando el cine de romanos tenía los días contados.

En un principio, esto no iba a suponer ningún problema para nuestro autor, ya que su reputación como gran compositor lo precedía en otros géneros donde había demostrado su valía. Tanto es así que, cuando en 1965 Sidney Lumet le pide que le escriba la música para la fenomenal cinta bélica "La colina", este, conmina al director a que desista de la tarea de buscar una banda sonora para tan fantástico film, ya que lo consideraba innecesario. Lumet, le hacía caso y sólo empleaba canciones de autores varios para algunas de las escenas.

Pero el tiempo le demostraría que tendría que haber tomado por otros derroteros, ya que pronto el cine histórico cedía su protagonismo a otros géneros y nuestro autor, aunque seguía activo, iba perdiendo altura en la ola. 
Esto no significa, que su gran talento no nos dejara alguna composición brillante, ejemplo de ello lo tenemos en el film bélico de 1965: "Le soldatesse" (Valerio Zurlini), en el que Nascimbene se apuntaba al carro de Mikis Theodorakis, quien un año antes inventaba el sirtaki para acompañar al film de Mihalis Kakogiannis: "Zorba el griego". Así, Nascimbene hacía lo propio y creaba el bello sirtaki que acompañó al film: el "sirtaki de Eftikia".

Afortunadamente, un año más tarde, en lo que parece ser una ruptura con sus principios, Nascimbene compone para uno de esos filmes fantásticos de Serie B de la Hammer: "Hace un millón de años" (Don Chaffey). Al parecer, como suele ocurrir normalmente, tenía un mejor concepto de los sucedáneos foráneos que los de su patria natal.
Posiblemente, también ayudara a ello la presencia de una joven y despampanante Rachel Welch, protagonista que se las tendría que ver con algunas de aquellas fieras criaturas del jurásico que se resistieron a la extinción en tiempos pasados.
Para el film, nuestro autor tira de todo su arsenal de sonidos enlatados y pone a funcionar el Mixerama a toda potencia, creando una banda sonora donde se combinan sonidos reales con la música sinfónica del maestro, dando lugar a esta curiosa e interesante banda sonora de aires rozsianos.
Esta combinación de hechos, sobre todo la Welch y su ligera vestimenta, hace que el film se convierta en el mayor éxito de taquilla de la Hammer.
Esto a su vez, lograba crear una inmejorable imagen por parte de la productora británica hacia el compositor italiano, quien, por paradojas del destino, vuelve a ver relanzada su carrera con un cine tan denostado por él, dando lugar a una relación que dará pie a algunas de sus últimas grandes obras. Y es que serían varias las películas de la Hammer que, buscando el éxito logrado por la anterior, reclamarían de su presencia. 
Así lo podremos escuchar en la secuela de "La diosa de fuego" (Robert Day, 1965): "La venganza de la diosa de fuego" (Cliff Owen, 1968). Donde, siguiendo la linea de la productora, se usaba como reclamo la presencia de sensuales actrices para los papeles protagonistas. Y si en el film que daba origen a la saga era la salvaje belleza de Ursula Andress quien se hacía con los corazones del público masculino, en su secuela correspondía el honor a la belleza checa de Olga Schoberová. 
Dos años más tarde volvía a hacer lo propio para las secuelas del film que lo vinculó a la productora con la composición para "Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra" (Val Guest, 1970) y posteriormente con: "Criaturas olvidadas del mundo" (Don Chaffey, 1971). Películas en las que se mantenía el alto nivel de erotismo gracias a los insinuantes atributos de sus actrices principales. Y aunque muy lejos del listón dejado por la impresionante Rachel Welch, el nivel fílmico caía a niveles insospechados, algo que Don Mario no estaba dispuesto a soportar al final de su carrera, poniendo fin a tan fructífera relación tras esta última colaboración.
En cuanto a las bandas sonoras, no introduce grandes cambios, y aquí, sí logrará mantenerse fiel a su estilo personal. Creando obras sinfónicas de alto contenido épico, donde emplea un estilo muy similar al empleado para los filmes de corte histórico y en donde volvía a dar buena cuenta de su Mixerama.

La década de los 70 poco más nos dejaba destacable. A partir de aquí se iría produciendo un ligero distanciamiento entre el compositor y la gran pantalla que, suplía con trabajos para su hermana pequeña donde realiza algunas composiciones para series y telefilmes, fundamentalmente, de su patria natal. 
Su último trabajo fue para el film italiano de 1990: "Blue dolphin - l'avventura continua" (Giorgio Moser), película para la que crea una composición aderezada por su inseparable Mixerama y banda sonora por la que obtendría su última nominación a un premio cinematográfico, el David di Donatello. 
Un año más tarde, sí se reconocía su trabajo, siendo condecorado con el David honorífico a toda su carrera.

En 2002, Don Mario, nos dejaba a los 78 años de edad tras más de una década alejado de la composición cinematográfica, pero con el recuerdo siempre presente gracias a sus magistrales composiciones.

Un saludo.